Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.
—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.
Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.
—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.
Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en brazos me dejó sin palabras. Tras unos segundos que me parecieron eternos, respiré profundo para recuperar la compostura y me aclaré la garganta.
—Buenas tardes, Greta —saludé con sarcasmo y seguí comiendo la manzana que había tomado de la canasta de frutas, situada en el centro de la mesa donde solían comer los sirvientes.
—Eres una cínica. Mírate, te la pasas todo el día holgazaneando. Por eso Roan te cambió por una mujer que sí vale la pena. ¡Mira qué hermoso y saludable nació mi nieto! —Noté la burla en su expresión mientras me restregaba al cachorro en la cara.
«Gracias a mí», pensé las palabras que no me atreví a pronunciar.
Ella lo miraba con mucho orgullo y cariño. Era consciente de que mi cachorro no habría recibido ese amor de su parte, pero ya no importaba porque no existía.
—Yo estaba embarazada del hijo de Roan. Mi cuerpo se está recuperando de esa pérdida y del desgaste que tuve al usar mi habilidad de la manera en la que lo hice, por eso he estado encerrada en mi habitación. ¿Sabía que Roan es el asesino de mi cachorro? Él prefirió a ese niño y a su amante por encima de mi bienestar y el de nuestro hijo. ¿Cree que me importa que el asesino de mi bebé me haya cambiado por otra zorra de su calaña? Yo no siento más que desprecio por él, señora.
Me quedé congelada al darme cuenta de que no pensé lo que dije, sino que esas palabras en realidad salieron de mi boca. De verdad me atreví a decirle a esa señora todo lo que me había torturado en esa semana de sufrimiento.
—¿Quién te crees que eres para hablar así de mi hijo, quien a su vez es el alfa de esta manada? ¡Tu alfa! —Cuando ella gritó lo último, el bebé se espantó y empezó a llorar.
—No por mucho. —No le di tiempo a procesar mis palabras porque salí de la cocina a toda prisa y con la adrenalina a mil. No me siguió ni me gritó ofensas como solía hacer, supongo que decidió calmar a su nieto en su lugar.
En la sala, verifiqué lo mucho que me temblaban las manos y que el corazón me latía muy rápido y con palpitaciones intensas. Yo nunca me defendía de esa señora ni de nadie, debido a que sentía que les debía mi sumisión porque me rescataron y me dieron un techo en su manada.
A Roan lo amaba tanto que le permití su trato brusco y cargado de indiferencia, esperando que él estuviera listo para cumplir su promesa de amarme como me merecía.
Su amor lo recibió otra. Debí sospecharlo cuando esa mujer regresó a la manada y Roan se quedó mudo delante de ella, gracias al parecido con su difunta mate.
Nunca pude entenderlo, ¿Roan la amaba a ella o a quien le recordaba? ¿Cómo se atrevió esa mujer a meterse con quién fue pareja de su hermana? Esa arpía me daba asco, al igual que Roan.
—Hasta que por fin puedo verte.
Me quedé inerte en mi lugar porque no estaba lista para ese enfrentamiento, aunque pensaba que sí. Era Roan quien había entrado en la sala y a quien todavía le estaba dando la espalda porque no me atrevía a enfrentarlo. ¿Por qué tenía que afectarme tanto su presencia?
—T-Tenemos que hablar —tartamudeé asustada y, por alguna razón, avergonzada. Todavía no me atrevía a voltearme. A veces deseaba que nada de lo ocurrido fuera real y mantener la esperanza de un futuro bonito con Roan.
—Estoy de acuerdo. ¿Vienes a mi estudio, por favor? —respondió con tanta calma que me aturdía.
¿Cómo podía estar tan tranquilo después de todo lo que pasó? ¿No le afectaba en nada mi pérdida o el hecho de que yo descubrí su traición y engaño? Su actitud me hacía preguntarme si ese hombre tenía sentimientos o empatía, al parecer no era así.
Asentí; solo eso hice porque las palabras se quedaron trabadas en mi garganta y las lágrimas amenazaban con delatar mi debilidad, pese a que Roan no podría verlas. Esperé a que él caminara para seguirlo y en todo el trayecto no me atreví a levantar el rostro.
Una vez adentro, Roan aseguró la puerta y se sentó en su escritorio. El silencio tomó protagonismo. Sentía que me asfixiaba debido a la tensión y que necesitaba escapar de allí lo antes posible, esa fue la razón para encararlo.
Sus ojos negros me miraron con una frialdad que me dolió. No podía ser más carente de dignidad, ¿todavía esperaba algo de él? ¿Se podría ser más ingenua y tonta?
—¿Cómo te sientes? Veo que te has recuperado —comentó el hipócrita.
—Saltémonos la parte en la que finges que te importo y vayamos al grano, por favor. —Me sorprendió lo frívola que sonó mi voz y Roan tampoco disimuló su asombro.
Ojalá pudiera herirlo con mis palabras e indiferencia; quería que sintiera, aunque fuera una pizca de mi dolor. Es lo que se merecía de mí: desprecio. No el amor que me hacía actuar como estúpida ni la calidez que siempre le brindé.
—Por supuesto que me importa tu bienestar, Zebela... —Me pareció que fue la primera vez que escuché a Roan titubear.
—Roan, por favor, no estoy de humor para escuchar estupideces.
—Te has vuelto muy insolente, querida. Qué no se te olvide a quien te estás dirigiendo.
Reí sin gracia y lo miré con odio.
—Sé quién eres. Tú, Roan, eres mi enemigo. Eres el causante de la muerte de mi cachorro. Te veo y solo me produces asco y desprecio. ¿Para qué quieres a un enemigo en tu manada?
—¿Qué estás insinuando? —Él se levantó de su asiento con ese porte amenazante que me hizo tragar pesado.
Roan era el lobo más alto de la manada y su cuerpo ancho y musculoso lo hacía lucir intimidante, pero atractivo y deseable a la vez. Donde quiera que llegaba captaba la atención por su imponente figura y la belleza en sus facciones.
Su encanto viril lo hacía ser muy codiciado.
Él se echó un mechón del cabello negro hacia atrás, se relamió los labios y se acercó a mí. Su perfume inundó mis fosas nasales y el calor que emanaba de su cuerpo grande rozó el mío. Estaba tan cerca que empecé a temblar de los nervios.
—M-Me voy de tu lado, Roan... —dije sin más, pero odié que la voz me saliera temblorosa.
La mirada de Roan brillaba de una manera que me desorientaba. Él trató de romper la poca distancia entre nuestros cuerpos, pero reculé hasta que no había escapatoria y quedé atrapada entre él y la pared.
Sentía que moriría.
Todo su ser gritaba peligro y la manera en la que me aprisionaba me estaba confundiendo. No quería su cercanía, pero al mismo tiempo, estaba disfrutando de sentir su cuerpo pegado al mío y lo dulce que me pareció la mezcla de nuestro calor y fragancia. Todas mis emociones eran contradictorias e intensas.
—¿Qué dijiste, Zebela? —Me retó con la mirada.
Yo sentía que perdía las fuerzas y hasta olvidé cómo respirar. No era posible que ese hombre me afectara de esa manera después de todo el daño que me hizo.
Tragué pesado y suspiré profundo antes de responder porque quería sonar segura. No permitiría que me intimidara más ni que me confundiera con su encanto.
—Me voy de Zafiro, Roan. Te dejo libre para que seas feliz con tu nueva familia. Me voy de tu lado, como debí haberlo hecho hace mucho tiempo atrás.
Los ojos de Roan me observaban con un brillo espeluznante que se me hizo imposible descifrar. Su porte estoico, la leve línea que su ceño casi fruncido le formó en la frente, la oscuridad en su mirada y esa expresión carente de emoción ocultaba si mis palabras le afectaron o no.Quería saber qué pasaba por su mente en ese momento, por lo que su silencio me puso más nerviosa de lo que ya estaba.«Di que me dejarás ir, por favor», pensé esperanzada de que Roan fuera consciente de que ya no había lugar para mí en esta manada, mucho menos en la casa que compartimos por tres años.—Sobre mi cadáver —soltó al fin.Sentí un escalofrío recorrerme en el instante en que habló.—No tiene sentido que me quede en este lugar. ¿Para qué me quieres aquí? ¿Es por tu padre? Él entenderá que amas a Kapria y que ustedes formaron una familia.—Eres mi Luna, Zebela, no puedes irte de aquí, ya que tienes una responsabilidad de peso con la manada. Te he dejado descansar porque estabas delicada de salud, pero
Esa mañana me había levantado positiva y llena de esperanzas. Me compraría un lindo vestido y prepararía el almuerzo de Roan para llevárselo a su trabajo.Paseé feliz por las calles de la manada mientras visitaba tiendas y mercados. No solo me compré un lindo vestido azul, también la colonia favorita de Roan que se mezclaba con el olor natural suyo y lo hacía irresistible al olfato. Después de eso, me abastecí de los ingredientes que usaría para su almuerzo.Solo me tomé dos horas en las compras, por lo que llegué a tiempo a casa para cocinar su comida favorita.—Espero que te guste, amor mío. ¿Será que hoy sí me atrevo a besarlo? ¿Se enojaría? —fantaseaba mientras cocinaba. Sentía mis mejillas arder con tan solo imaginar los labios de Roan sobre los míos—. ¿Cómo se sentirá ser besada? Tenemos un año de casados y yo todavía no sé a qué saben tus labios.Con ese pensamiento terminé de preparar la comida y las organicé muy elegantes. Me bañé rápido y me puse el vestido nuevo, luego me h
Manada Luna roja, región de los hombres lobos híbridos.Bastian¡Maldición!¿Era esto real? La sangre de alguien tenía que correr sí o sí.—¡¡Son unos inútiles!! —grité airado y a punto de arrancarle la cabeza a uno de estos imbéciles—. ¿De qué mierda me sirven si no pueden hacer algo tan sencillo como eso? ¿Era tan difícil traer el jade a donde pertenece?—Lo sentimos, Alfa —se disculpó el guerrero encargado de la misión—. No esperábamos tal emboscada. Es que, ¿quién podría atreverse a desafiarlo? Todos le temen, por lo que nos confiamos y no tomamos las medidas de seguridad necesarias.—¡En la confianza está el peligro, imbéciles! Ah, pero el maldito responsable me va a pagar con su vida. Díganme que por lo menos tienen el nombre del gusano que se atrevió a robarme. —Mis dientes rechinaron en una sonrisa despiadada y llena de sed de venganza.Mis hombres temblaron al enfrentarse a esa mirada transformada en pura maldad, como si no estuvieran acostumbrados a ver lo tenebroso que solí
Caminé en dirección a la oficina de Roan sin importarme que la secretaria me dijo que él estaba ocupado. Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y me crucé de brazos ante la mirada de asombro de Roan, el gamma y algunos de sus hombres que allí se encontraban.—¿Qué sucede aquí? ¿Por qué entras a mi oficina sin a anunciarte? —reclamó él, pero antes de que pudiera responderle, la secretaria se apareció de repente y se adelantó a comunicarle:—Le dije que estaba ocupado, pero ella siguió adelante, Alfa. Ni siquiera me dio tiempo de detenerla. Le pido disculpas.Entorné los ojos y miré a Roan molesta.—¿Ya te dijo el Gamma lo que hicieron? —interpelé, captando la completa atención de mi marido.Él le hizo señas a la secretaria para que saliera, quien obedeció nerviosa y cerró la puerta tras sí. Por mi parte, mantuve mi porte imponente mientras observaba a los hombres de Roan.—Me imagino que el bocón de Dan te fue con el chisme —respondió Roan con una sonrisa maliciosa.—Dime que es una eq
La luz de la luna me brindaba energía que de alguna manera reconfortaba mi soledad. Sobre un risco rocoso y frío, me preguntaba si existían más personas parecidas a mí.A veces me sentía un fenómeno. Bueno, es lo que era, ¿no?«Asesino», resonaba en mi mente todos los días, cada vez que me encontraba en mi soledad. Eso era, un ser malvado y despreciable.Otra vez mi cabeza jugueteaba con uno de los tantos recuerdos del pasado, donde mi yo cachorro se encontraba frente al hombre que siempre me odió.Desde que tuve uso de razón fui orgulloso, por lo que trataba de no llorar y nunca lo hice, así que no sabía qué se sentía rendirse al llanto. Nunca había salido de mí una lágrima que no fuera de risa o cansancio al bostezar.Por más dolorosas que fueran las palabras de mi padre, jamás me mostré débil ante él.«Alfa, encuéntreme en la cantina», me invitó Janor por medio del vínculo. Exhalé un suspiro y regresé a casa. Cuando cambié de forma, entorné los ojos al notar mi cuerpo semi desnudo
«Eres especial, por eso debemos ocultar tus habilidades», escuché en mi mente.Los ojos se me cristalizaron al recordar la voz de mi madre; ella era tan dulce...De momento me encontré rodeada por oscuridad, donde solo contaba con algunas lucecitas rosadas en forma de gotas, que me guiaban por un camino tenebroso.Pude percibir el frío de la neblina que cubría el oscuro sendero, acompañado por el silbido del viento.Cuando sentía que la temperatura gélida se apoderaba de mi cuerpo en forma de mortandad, una sensación cálida me arropó de repente y el alivio vino a mí.«¿Soy la única loba Wosa?», inquirí a la nada, esperanzada de volver a escuchar la voz de mi madre.«No. Existen los lobos Wos. Ustedes se dividen en dos polos: la vida y la destrucción, pero ambos se complementan y traen balance a la tierra».De momento recordé haber escuchado algo similar de niña, pero por alguna razón lo había olvidado.Agrandé los ojos cuando vislumbré una fogata en medio del camino, lo que me ayudó a
Abrí los ojos, pero deseé quedarme en la cama, pese a que podía sentir mi cuerpo recargado de energía.Dormir desde ayer en la tarde me ayudó a reconfortar las fuerzas; sin embargo, mis emociones me tenían desganada. Este sería el día de mi gran humillación, donde Roan presentaría a su hijo a toda la manada junto a esa mujer.¿Acaso no le daba vergüenza?En fin, qué se podría esperar de un ser tan egoísta y canalla como él.—¡Levántate, holgazana! —Los gritos de Greta, acompañados por toques fuertes en la puerta, me exaltaron. Fue cuando decidí levantarme de la cama.Abrí la puerta para que dejara su escándalo y la confronté con mirada seria.—¿Qué desea, señora? —cuestioné con rudeza, a lo que ella hizo una mueca trecha y me apuntó con el dedo.—¿Hasta cuándo he de soportar tu insolencia? —se quejó, como de costumbre—. ¿Qué haces acostada todavía cuando tenemos tanto por preparar? ¿Acaso se te olvidó la celebración de hoy? ¡Vístete pronto! Así nos ayudas con lo que falta. Dentro de u
No supe en qué momento cruzamos miradas, pero me quedé hipnotizada con el verde que me escudriñaba con curiosidad. Era la primera vez que la presencia de un hombre me afectaba de esta manera tan peculiar a la que no lograba ponerle un nombre.Y no era solo el temor que me provocaba, si es que en verdad le temía; ese hombre tenía algo que me daba una seguridad casi irracional. Había en su presencia algo más allá de su apariencia brutal y despiadada, algo que me ponía nerviosa. Meditar en ello me aturdía. Es que nada tenía sentido, ¿acaso todos los eventos ocurridos en mi vida me estaban nublando el sano juicio y arrebatando la cordura?Traté de despabilar y concentrarme en ayudar a los miembros de la manada, aunque no era que pudiera hacer mucho, pues estábamos rodeados por esas bestias horrorosas y sin salida.«Él es fuego. Complemento...», no entendí las palabras de mi loba, así que decanté en ignorarla y volví la vista al hombre que cabalgaba en nuestra dirección. Cuando estuvo cerc