El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.
—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.
—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?
—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.
¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.
—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.
—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara—. Veo que no has comido nada —comentó cuando descubrió la bandeja del desayuno que me había traído Lidia, reposando sobre la mesa de noche.
—No tengo apetito —me limité a decir. Sentí alivio cuando Roan me colocó en la cama con delicadeza porque en ese momento su cercanía me turbaba.
—Debes comer, estás muy débil. —Él tomó el plato con la fruta y trató de alimentarme, pero yo me negué. ¿Qué se creyó? Después de todas las humillaciones por la que me estaba haciendo pasar, ¿venía con todo su cinismo a comportarse como el esposo protector?—. Come un poco, por favor.
—Tu amante y tu hijo están bien, así que ya no me necesitas. ¿Por qué finges que te preocupas por mí cuando te convengo más muerta? Yo estorbo en este lugar.
—Deja de decir estupideces —masculló indignado.
¿Es en serio?
—¿Estupideces? Yo siempre te he respetado y admirado, al punto de no exigirte nada. Tú, en cambio, me has tratado como si yo fuera una carga en tu vida. Si no me amabas, ¿por qué me tomaste como a tu Luna? Yo nunca te lo pedí.
Los recuerdos vinieron a mí para recordarme que fui una estúpida que se dejó seducir por un hombre que nunca me vio como mujer. En tres años, no había cumplido con sus deberes conyugales, sino hasta dos meses atrás, que fue cuando quedé embarazada de...
Las lágrimas se tornaron más abundantes y de momento sentí que me asfixiaba.
—Llamaré a Lidia para que te dé de comer —dijo con frialdad y devolvió el plato a la bandeja. Si antes me sentía mal, en ese momento creí que moriría de dolor. No le importaba a Roan; él ni siquiera se inmutó al ver mi tristeza.
—¡Vete con tu nueva familia! Disfruta de ellos mientras me destruyes. Disfruta de tu hijo a costa de la sangre de mi cachorro. Disfrútalos, ya que te costaron la vida de nuestro bebé. ¡Te odio! ¡Tú mataste a mi hijo! ¡Te odio, Roan!
—Estás muy alterada, hablaremos luego.
Y se fue...
Él me dejó aquí destrozada sin siquiera darme una explicación o pedirme perdón. Solo se fue.
¿Iría a verlos a ellos?
Pude imaginarlo: Él entraría a la habitación y su rostro se llenaría de felicidad. Luego se acercaría a ella y le daría los besos en la boca que a mí siempre me negó. Tomaría a su bebé en brazos como no lo haría con el mío, y le diría lo feliz que era por tenerlo; luego le daría un beso en la frente y lo acurrucaría en su calor.
Mi cachorro nunca sería acurrucado o besado. Mi cachorro ya no existía y a Roan no le importaba en lo más mínimo.
Lloré por lo estúpida y masoquista que había sido en todo ese tiempo. Me creí que el amor eran las migajas frívolas que Roan me daba y esperé paciente por él. Me esforcé tanto para lograr que me amara como había hecho con su difunta mate, pero nada funcionó y él me traicionó de la manera más baja y cruel que un esposo podría hacerlo con su pareja.
Pero ¿qué más podría esperar si tenía que aferrarme a lo único que tenía? Estaba sola y triste, por lo que ser la Luna de zafiro me daba cierto sentimiento de pertenencia.
Yo apenas tenía diecisiete años cuando lo perdí todo. Mis padres siempre me protegieron y ocultaron mi verdadera naturaleza para evitar que me raptaran. Ellos hacían su mayor esfuerzo, incluso me pintaban el cabello de negro para evitar que mi exótico color rosa pálido llamara la atención; sin embargo, era difícil pasar desapercibida debido a mi belleza.
Lo más temido por ellos llegó cuando fui descubierta por una manada de salvajes. Ellos nos atacaron y asesinaron a mis padres. A las pocas mujeres que quedamos nos llevaron para usarnos como esclavas sexuales; sin embargo, Roan y sus hombres nos rescataron a tiempo.
Dada mi naturaleza, el padre de Roan me acogió como a su más preciado tesoro y, tras Roan perder a su mate, él me tomó como su Luna.
Los toques en la puerta rompieron el hilo de mis pensamientos. Mi voz sonó muy débil cuando pregunté quién era, pero en vez de recibir una respuesta, percibí la puerta abrirse y los pasos intrusos acercarse a mí.
—Zebela, si te queda un poco de dignidad, te irías lejos de esta manada. —No era necesario abrir los ojos para saber de quién se trataba, así que no hice nada para mirarla, al fin y al cabo, no tenía fuerzas para ello—. ¿Sabes por qué estoy viviendo en esta mansión? Porque Roan me reconocerá ante todos como la nueva Luna y me marcará, cosa que no ha hecho contigo.
» Pero como su padre cree que él te necesita para bendecir la manada, Roan piensa mantenerte acá encerrada. Solo te usará para no tener problemas con su padre. Yo, como mujer, no soporto ver que te utilicen de esa manera tan baja. Es por eso que deseo tu libertad.
Sus palabras eran como alfileres que se me clavaban en el corazón y lo hacían sangrar. No sabía qué tan cierto era eso de que Roan le daría el lugar de Luna a Kapria, pero ¿no tendría sentido? Después de todo, ella le acababa de dar un heredero y estaba durmiendo junto a mi marido. De repente entendí porque él nunca me marcó, es que estaba guardando su marca para su amante.
—Maldito Roan, te arrepentirás del todo el daño que me estás haciendo —balbuceé, antes de caer en la inconsciencia.
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra
Los ojos de Roan me observaban con un brillo espeluznante que se me hizo imposible descifrar. Su porte estoico, la leve línea que su ceño casi fruncido le formó en la frente, la oscuridad en su mirada y esa expresión carente de emoción ocultaba si mis palabras le afectaron o no.Quería saber qué pasaba por su mente en ese momento, por lo que su silencio me puso más nerviosa de lo que ya estaba.«Di que me dejarás ir, por favor», pensé esperanzada de que Roan fuera consciente de que ya no había lugar para mí en esta manada, mucho menos en la casa que compartimos por tres años.—Sobre mi cadáver —soltó al fin.Sentí un escalofrío recorrerme en el instante en que habló.—No tiene sentido que me quede en este lugar. ¿Para qué me quieres aquí? ¿Es por tu padre? Él entenderá que amas a Kapria y que ustedes formaron una familia.—Eres mi Luna, Zebela, no puedes irte de aquí, ya que tienes una responsabilidad de peso con la manada. Te he dejado descansar porque estabas delicada de salud, pero
Esa mañana me había levantado positiva y llena de esperanzas. Me compraría un lindo vestido y prepararía el almuerzo de Roan para llevárselo a su trabajo.Paseé feliz por las calles de la manada mientras visitaba tiendas y mercados. No solo me compré un lindo vestido azul, también la colonia favorita de Roan que se mezclaba con el olor natural suyo y lo hacía irresistible al olfato. Después de eso, me abastecí de los ingredientes que usaría para su almuerzo.Solo me tomé dos horas en las compras, por lo que llegué a tiempo a casa para cocinar su comida favorita.—Espero que te guste, amor mío. ¿Será que hoy sí me atrevo a besarlo? ¿Se enojaría? —fantaseaba mientras cocinaba. Sentía mis mejillas arder con tan solo imaginar los labios de Roan sobre los míos—. ¿Cómo se sentirá ser besada? Tenemos un año de casados y yo todavía no sé a qué saben tus labios.Con ese pensamiento terminé de preparar la comida y las organicé muy elegantes. Me bañé rápido y me puse el vestido nuevo, luego me h
Manada Luna roja, región de los hombres lobos híbridos.Bastian¡Maldición!¿Era esto real? La sangre de alguien tenía que correr sí o sí.—¡¡Son unos inútiles!! —grité airado y a punto de arrancarle la cabeza a uno de estos imbéciles—. ¿De qué mierda me sirven si no pueden hacer algo tan sencillo como eso? ¿Era tan difícil traer el jade a donde pertenece?—Lo sentimos, Alfa —se disculpó el guerrero encargado de la misión—. No esperábamos tal emboscada. Es que, ¿quién podría atreverse a desafiarlo? Todos le temen, por lo que nos confiamos y no tomamos las medidas de seguridad necesarias.—¡En la confianza está el peligro, imbéciles! Ah, pero el maldito responsable me va a pagar con su vida. Díganme que por lo menos tienen el nombre del gusano que se atrevió a robarme. —Mis dientes rechinaron en una sonrisa despiadada y llena de sed de venganza.Mis hombres temblaron al enfrentarse a esa mirada transformada en pura maldad, como si no estuvieran acostumbrados a ver lo tenebroso que solí
Caminé en dirección a la oficina de Roan sin importarme que la secretaria me dijo que él estaba ocupado. Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y me crucé de brazos ante la mirada de asombro de Roan, el gamma y algunos de sus hombres que allí se encontraban.—¿Qué sucede aquí? ¿Por qué entras a mi oficina sin a anunciarte? —reclamó él, pero antes de que pudiera responderle, la secretaria se apareció de repente y se adelantó a comunicarle:—Le dije que estaba ocupado, pero ella siguió adelante, Alfa. Ni siquiera me dio tiempo de detenerla. Le pido disculpas.Entorné los ojos y miré a Roan molesta.—¿Ya te dijo el Gamma lo que hicieron? —interpelé, captando la completa atención de mi marido.Él le hizo señas a la secretaria para que saliera, quien obedeció nerviosa y cerró la puerta tras sí. Por mi parte, mantuve mi porte imponente mientras observaba a los hombres de Roan.—Me imagino que el bocón de Dan te fue con el chisme —respondió Roan con una sonrisa maliciosa.—Dime que es una eq
La luz de la luna me brindaba energía que de alguna manera reconfortaba mi soledad. Sobre un risco rocoso y frío, me preguntaba si existían más personas parecidas a mí.A veces me sentía un fenómeno. Bueno, es lo que era, ¿no?«Asesino», resonaba en mi mente todos los días, cada vez que me encontraba en mi soledad. Eso era, un ser malvado y despreciable.Otra vez mi cabeza jugueteaba con uno de los tantos recuerdos del pasado, donde mi yo cachorro se encontraba frente al hombre que siempre me odió.Desde que tuve uso de razón fui orgulloso, por lo que trataba de no llorar y nunca lo hice, así que no sabía qué se sentía rendirse al llanto. Nunca había salido de mí una lágrima que no fuera de risa o cansancio al bostezar.Por más dolorosas que fueran las palabras de mi padre, jamás me mostré débil ante él.«Alfa, encuéntreme en la cantina», me invitó Janor por medio del vínculo. Exhalé un suspiro y regresé a casa. Cuando cambié de forma, entorné los ojos al notar mi cuerpo semi desnudo
«Eres especial, por eso debemos ocultar tus habilidades», escuché en mi mente.Los ojos se me cristalizaron al recordar la voz de mi madre; ella era tan dulce...De momento me encontré rodeada por oscuridad, donde solo contaba con algunas lucecitas rosadas en forma de gotas, que me guiaban por un camino tenebroso.Pude percibir el frío de la neblina que cubría el oscuro sendero, acompañado por el silbido del viento.Cuando sentía que la temperatura gélida se apoderaba de mi cuerpo en forma de mortandad, una sensación cálida me arropó de repente y el alivio vino a mí.«¿Soy la única loba Wosa?», inquirí a la nada, esperanzada de volver a escuchar la voz de mi madre.«No. Existen los lobos Wos. Ustedes se dividen en dos polos: la vida y la destrucción, pero ambos se complementan y traen balance a la tierra».De momento recordé haber escuchado algo similar de niña, pero por alguna razón lo había olvidado.Agrandé los ojos cuando vislumbré una fogata en medio del camino, lo que me ayudó a