Aiden, un alfa poderoso y renombrado, lleva una existencia marcada por la culpa y el arrepentimiento. Su Luna, Anya, la mujer destinada a compartir su vida, desapareció misteriosamente tras una acalorada discusión en la que sus palabras hirientes la llevaron a huir. Desesperado por recuperar a la mujer que ama, Aiden emprende una búsqueda incansable, recorriendo territorios desconocidos y enfrentando peligros inimaginables. Mientras tanto, Anya se refugia en una remota aldea, donde intenta reconstruir su vida lejos del dolor y la traición. A pesar de su deseo de olvidar, el recuerdo de Aiden sigue presente, atormentándola con la duda de si alguna vez podrá perdonarlo. La tensión entre las dos manadas, la de Aiden y una rival, alcanza su punto máximo cuando un antiguo enemigo ataca el territorio de Silver Creek. Con su manada al borde de la destrucción, Aiden se ve obligado a pedir ayuda. Es entonces cuando Anya, al enterarse del peligro que corre su antiguo amor, decide regresar, impulsada por un complejo entramado de emociones: amor, dolor, resentimiento y lealtad. El reencuentro entre ambos es explosivo. Aiden, humillado y arrepentido, suplica el perdón de Anya, mientras ella lucha por superar el daño causado. Juntos deberán enfrentar no solo al enemigo externo, sino también los demonios internos que los atormentan. La reconciliación no será fácil, pues las heridas aún están abiertas y la desconfianza acecha en cada esquina.
Leer másNarrado por AnyaEl salón del consejo estaba en silencio, un eco inquietante en la cabaña más antigua de Silver Creek. Las paredes de madera, marcadas con las runas de protección de la manada, parecían pulsar débilmente, como si respondieran al peso de la magia que aún flotaba en el aire. Me senté al fondo, lejos de las miradas inquisitivas de los otros alfas y betas que se habían reunido.Aiden estaba en el centro, irradiando autoridad. Su postura era firme, sus palabras medidas mientras explicaba los eventos de la noche anterior. Pero podía sentir su mirada en mí, incluso cuando no me miraba directamente.—La criatura que enfrentamos no es un enemigo común —dijo Aiden, su voz grave resonando en el espacio—. No solo busca atacar físicamente, sino desestabilizarnos desde dentro.Marcus, su beta, asintió con gravedad.—&iqu
Narrado por AidenEl amanecer se filtraba a través de las ramas, un débil consuelo después de la noche que habíamos sobrevivido. El aire aún olía a magia, un rastro persistente del espectro que había enfrentado a Anya y a mí. Mi cuerpo seguía dolorido por el impacto de la energía oscura, pero lo que más dolía era la incertidumbre: si esa criatura era solo un emisario, ¿qué estaba realmente por venir?Anya caminaba a mi lado en silencio. Sus manos estaban manchadas de restos de magia quemada, y su cabello desordenado caía sobre su rostro. Podía sentir su agotamiento, pero también su fuerza. Había enfrentado algo que la mayoría de los lobos nunca entenderían, y lo había hecho sin retroceder.—No fue solo una advertencia —dije finalmente, rompiendo el silencio.Ella me miró, sus ojos cansados pe
Narrado por AnyaEl olor a magia antigua impregnaba el aire, pesado y penetrante, como un eco de algo olvidado que había vuelto para reclamar lo que era suyo. La mano de Aiden, fuerte y cálida, me anclaba mientras avanzábamos hacia el origen de aquel hedor extraño. Mi corazón latía con fuerza, cada latido una mezcla de adrenalina, temor y determinación.Sabía que no podía retroceder, pero tampoco podía evitar la sensación de que algo más grande que nosotros se estaba gestando, algo que no entendíamos del todo.—¿Lo sientes? —preguntó Aiden, con los ojos clavados en el bosque oscuro frente a nosotros.—Es más fuerte ahora —murmuré, sintiendo cómo una ligera vibración recorría el suelo bajo mis pies—. Esto no es magia común, Aiden. Esto es... algo diferente.Él apret&oa
Narrado por AidenEl beso había sido como un rayo que iluminó la oscuridad en la que habíamos estado atrapados durante tanto tiempo. Pero cuando la realidad volvió a asentarse, las sombras regresaron con ella, trayendo consigo la complejidad de lo que habíamos dejado atrás.Anya no dijo nada mientras caminábamos de regreso hacia el centro del territorio, nuestras pisadas apenas audibles sobre la tierra húmeda. Pude sentir su incomodidad, su lucha interna. Cada vez que trataba de mirarla, ella apartaba la mirada, como si temiera que mis ojos fueran demasiado intensos o reveladores.—¿Quieres hablar de ello? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio.—¿Hablar de qué? —respondió con una mezcla de sarcasmo y evasión—. ¿Del beso? ¿De la guerra? ¿De cómo todo esto parece un desastre sin salida?&mda
Narrado por AnyaLa noche había caído sobre Silver Creek, bañando el territorio en una quietud inquietante. La tensión en el aire era palpable; incluso los lobos patrullando los límites lo sentían. Pero no era solo por el inminente enfrentamiento con Derek. Había algo más. Algo que había estado creciendo entre Aiden y yo desde el momento en que regresé.Caminaba por el bosque, buscando un poco de paz entre los susurros de las hojas y el sonido distante del arroyo. Necesitaba aclarar mi mente, escapar de las miradas expectantes de la manada y, especialmente, de la presencia constante de Aiden. Pero, como siempre, no podía escapar por mucho tiempo.—¿Huyendo de nuevo?La voz grave de Aiden llegó desde detrás de mí, haciendo que mi corazón diera un vuelco. No me giré de inmediato, dejando que sus pasos se acercaran.—No es
Narrado por AnyaEl viento helado cortaba mi piel mientras nos adentrábamos en el bosque que marcaba los límites de Silver Creek. Las ramas desnudas crujían bajo nuestros pies, y el olor a magia antigua impregnaba el aire. Aiden caminaba a mi lado, su mirada fija hacia adelante, su mandíbula tensa. Había aprendido a interpretar esos gestos: estaba frustrado, no por mí, sino por la incertidumbre que nos envolvía.Sabíamos que Derek y la bruja no darían tregua. Su ataque no había sido un intento de destruirnos, sino una advertencia, un recordatorio de que estaban siempre un paso por delante. Por eso estábamos aquí, arriesgándolo todo en busca de una alianza que podía salvarnos o destruirnos.—¿Estás segura de esto? —preguntó Aiden, rompiendo el silencio mientras ajustaba la correa de su espada.Lo miré de reojo. Incluso bajo la luz tenue del amanecer, su presencia era imponente.—No —respondí sinceramente—. Pero no tenemos otra opción.Un gruñido bajo escapó de su garganta, pero no dijo
Narrado por AidenEl aire aún olía a magia oscura y cenizas cuando el silencio se asentó sobre el claro. Derek y la bruja habían desaparecido entre las sombras, dejando tras de sí un rastro de destrucción. Los miembros de la manada, cansados y heridos, se reunían lentamente, sus ojos reflejando tanto alivio como preocupación. Pero mis ojos solo buscaban una cosa.—¿Dónde está Anya? —rugí, mi voz cortando el aire como un látigo.Marcus, con un corte sangrando en su ceja, me señaló un punto cerca del centro del claro. Corrí hacia ella, mi corazón latiendo como un tambor desbocado. Estaba sentada en el suelo, apoyada contra un árbol, jadeando mientras sostenía su costado, donde una marca negra se extendía como una telaraña venenosa.—¡Anya! —me arrodillé junto a ella, intentand
Narrado por AnyaEl bosque se sentía más oscuro de lo habitual, como si la magia misma hubiera drenado la luz de la luna. Cada paso que daba me recordaba lo que estaba en juego, no solo para mí, sino para toda la manada. El aire estaba cargado de esa sensación eléctrica que solo aparece antes de una tormenta, un zumbido bajo mi piel que reconocí de inmediato: magia oscura."Esto es una trampa", pensé, pero no podía dar marcha atrás. Había insistido en venir, y ahora debía enfrentar las consecuencias de mi decisión.Marcus caminaba unos pasos detrás de mí, su presencia silenciosa y alerta. Aunque había protestado por mi decisión de liderar esta misión, finalmente había aceptado acompañarme. No porque confiara en mi juicio, sino porque confiaba en Aiden, y Aiden había decidido que Marcus no debía dejarme sola.&m
Narrado por AidenEl aire en Silver Creek estaba cargado de una tensión que no podía ignorar. No era solo el olor persistente de magia oscura, como un zumbido bajo la piel; era algo más. Algo que anunciaba que la calma, si alguna vez la hubo, estaba a punto de romperse.Me encontraba en la cabaña central de la manada, un mapa desplegado sobre la mesa mientras Marcus, Caleb y otros miembros clave discutían estrategias para los días venideros. Las marcas rojas que indicaban los lugares de los últimos ataques de Derek y la bruja parecían pequeñas heridas en el papel, pero en mi mente, eran recordatorios de nuestras pérdidas.—No podemos seguir jugando a la defensiva, Aiden —dijo Marcus, su voz firme, pero sin rastro de desafío. Era mi beta, pero también mi amigo más cercano, y su lealtad siempre venía acompañada de verdades incómodas.—Lo sé —respondí, pasando una mano por mi cabello, agotado—. Pero si hacemos un movimiento apresurado, estamos abriendo la puerta para que nos destruyan. N