Erik Davis, un exitoso CEO y presidente de una prestigiosa empresa de perfumes, se ve obligado a asumir la paternidad de la pequeña Sofía. Cuando las circunstancias lo llevan a buscar ayuda, decide contratar a Kristen como niñera, sin saber que su vida está a punto de dar un giro inesperado. A medida que Kristen se adentra en el mundo de Erik, descubre que su vida ha estado marcada por la traición; fue engañada por el hermanastro de Erik, quien dejó su corazón destrozado. Mientras intenta recomponer su vida y proteger a Sofía de la familia de su difunta madre, que busca quitarle la custodia, Erik y Kristen hacen un pacto de conveniencia: él la ayudará a vengarse de su exnovio infiel, mientras que ella lo apoyará en su lucha por mantener a Sofía a su lado. Entre la tensión de la vida familiar y las responsabilidades emergentes, la atracción entre Kristen y Erik se convierte en una chispa que amenaza con incendiar sus corazones. Juntos, deben navegar por un laberinto de emociones, lealtades familiares y secretos oscuros, mientras descubren que el amor puede surgir en los lugares más inesperados y que la verdadera familia se elige, no se impone.
Leer másLa noche cayó sobre la casa de campo con una serenidad que contrastaba con el día previo. En el comedor, la familia Davis intentaba disfrutar de una cena tranquila. Sin embargo, los eventos recientes pendían sobre ellos como una nube oscura.Charles, sentado en la cabecera de la mesa, dirigió una mirada a cada miembro de la familia. Su semblante seguía siendo rígido, reflejando la tensión que aún no se disipaba.—Espero que después de la tormenta todos puedan relajarse un poco —dijo, rompiendo el silencio.—Es difícil relajarse cuando un extraño irrumpió en nuestra casa con acusaciones serias —respondió Erik, dejando su copa sobre la mesa con fuerza—. Creo que deberíamos tomar esto más en serio.Veronica suspiró, frustrada.—¿Vas a seguir con ese tema, Erik? Ya basta. Charles dijo que lo investigará, y eso debería ser suficiente.—Tal vez para ti lo sea, Veronica —replicó—, pero para mí no. Quiero respuestas, y las quiero ahora.Charles intervino, intentando calmar los ánimos.—Erik,
El amanecer trajo consigo cielos despejados y un aire fresco que se colaba por las ventanas de la casa de campo. La tormenta había dejado su huella: ramas caídas, charcos por doquier y una sensación de pesadez en el ambiente. Sin embargo, en el interior de la casa, todo parecía tranquilo. Charles observaba la vista desde su estudio, su expresión seria. El resto de la familia se encontraba en el salón, donde intentaban reanudar sus actividades cotidianas, aunque la tensión aún era palpable.Kristen entró con una bandeja de café, intentando disipar el silencio.—He preparado algo para todos. Creo que lo necesitamos después de la noche que tuvimos.—Gracias, mi amor —dijo Erik, tomando una taza y mirándola con ternura.Mark, sentado en el sofá con el ceño fruncido, lanzó un suspiro.—¿Nadie va a hablar de lo que pasó anoche?Veronica, quien hojeaba una revista sin interés real, alzó una ceja.—¿Qué quieres que digamos, Mark? Ese hombre era un estafador. La policía se lo llevó, y el asunt
La tormenta rugía con más fuerza. Afuera, el viento azotaba los árboles y las gotas de lluvia golpeaban como pequeños proyectiles contra las ventanas. Dentro de la casa, el ambiente era igual de turbulento. Mark seguía sentado en el suelo, incapaz de calmarse completamente, mientras Kristen trataba de analizar la situación.En el centro del salón, Charles se levantó con decisión.—Escuchen bien todos —dijo con voz grave—. No podemos permitir que el pánico nos domine. Sea lo que sea lo que está pasando, lo resolveremos.—¿Y cómo piensas resolverlo? —interrumpió Veronica, cruzando los brazos—. Tienes a un extraño bajo nuestro techo, y ahora resulta que hay sombras rondando por la casa. ¿Qué será lo próximo?Grayson, apoyado contra una pared, dejó escapar una risa suave, apenas perceptible.—¿Algo gracioso, señor Grayson? —preguntó Charles, sin disimular su desconfianza.—Solo me parece interesante cómo todos asumen que soy el culpable, cuando no hay pruebas de nada —respondió, con su to
El golpe en la puerta resonó una vez más, esta vez con mayor fuerza, haciendo eco por toda la casa de campo. La lluvia y el viento rugían afuera, y los relámpagos iluminaban brevemente el amplio salón donde la familia Davis y sus invitados se habían reunido tras el apagón.—¿Quién diablos estaría aquí en medio de esta tormenta? —gruñó Charles, levantándose de su silla.—Tal vez sea alguien que necesita ayuda —sugirió Kristen, con los ojos fijos en la puerta, ignorando la mirada de desaprobación de Veronica.—O un ladrón que quiere aprovecharse del caos —añadió Mark con una sonrisa sarcástica mientras se recostaba en el sofá, sin intención de moverse.Erik cruzó la sala, decidido, y Kristen lo siguió.—Déjame abrirla contigo —dijo ella, sujetándole el brazo—. Podría ser peligroso.—Yo me ocupo de esto, pequeña. No te preocupes.Erik abrió la puerta con precaución, y allí, bajo el torrencial aguacero, estaba un hombre empapado y desaliñado. Su rostro era delgado y pálido, sus ojos parec
La mañana siguiente, la casa de campo estaba envuelta en un inusual silencio. Kristen se levantó temprano, todavía inquieta por los acontecimientos de la noche anterior. A pesar de que Erik había decidido no cuestionarla, sabía que el incidente con Mark era una bomba de tiempo. Bajó al comedor, esperando disfrutar de un momento de calma antes de que la tensión familiar volviera a apoderarse del día.Sin embargo, no estaba sola. Charles ya estaba allí, sentado en la cabecera con una taza de café y un periódico en las manos. Su expresión era pensativa, y su presencia, aunque no agresiva, tenía una autoridad que resultaba intimidante.—Buenos días, Kristen —dijo sin apartar la mirada del periódico.—Buenos días, señor Davis.—¿Dormiste bien?—Sí, gracias.Charles dejó el periódico a un lado y se inclinó ligeramente hacia adelante, como si estuviera evaluándola.—Kristen, hay algo que quiero discutir contigo.Kristen se tensó, preguntándose qué podría querer de ella el patriarca de la fam
Mark revisaba su reflejo en el retrovisor del auto, asegurándose de que su peinado estuviera impecable. Karen, sentada a su lado, hojeaba distraídamente una revista de moda, aunque su expresión mostraba que su mente estaba en otro lugar.—¿Segura que no necesitas algo más? —preguntó Mark, tratando de sonar casual, pero claramente ansioso por agradar.Karen levantó la mirada, sorprendida por su tono amable.—No, todo está bien.Mark asintió y sonrió.—Sabes, me alegra que estemos haciendo este viaje juntos. Creo que es una buena oportunidad para que nos conozcamos mejor, sin tanta presión.Karen arqueó una ceja.—¿Sin presión? Mark, nuestras familias prácticamente nos están empujando al altar.Mark soltó una risa nerviosa.—Bueno, no es que sea una mala idea, ¿no crees?Karen suspiró, cerrando la revista.—¿Hablas en serio?—Claro que sí —respondió Mark con una sonrisa que trataba de ser sincera—. Somos una buena pareja, y si nuestras familias ven algo especial en esto, tal vez debería
Zayn cerró los ojos en la penumbra de su habitación, pero la oscuridad solo trajo consigo los recuerdos que tanto intentaba enterrar. La pesadilla lo envolvió de inmediato, arrastrándolo a un pasado que aún lo atormentaba.Ahí estaba él, un niño asustado frente al imponente patriarca de los Black, que examinaba sus notas con frialdad. El silencio era insoportable, pero cuando el hombre levantó la mirada, Zayn supo que lo peor estaba por venir.—¿Así pretendes ser mi heredero, Zayn? — tronó su voz, llena de desprecio—. En mi familia no hay lugar para la mediocridad, y lo vas a entender, aunque tenga que obligarte.—Perdón, papá... —murmuró el joven Zayn, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con salir—. Te prometo que mejoraré en el próximo examen.El patriarca golpeó la mesa con el puño, haciendo que Zayn se estremeciera.—En la vida no hay segundas oportunidades, Zayn. Te saqué de la miseria de aquel lugar, puse mis esperanzas en ti, y no voy a descansar hasta que te conviertas en m
Charles Davis se encontraba en la biblioteca, inclinado sobre el tablero de ajedrez. Movía las piezas con cautela, recreando la partida en la que Kristen lo había derrotado. Esa victoria seguía dando vueltas en su cabeza. ¿Cómo pudo ganarme?, se preguntaba, incrédulo. No era la joven ignorante que él había imaginado. Tal vez había juzgado mal a Kristen. Tal vez… estaba subestimando su inteligencia.De pronto, un dolor agudo atravesó su pecho. Soltó un quejido, llevándose la mano al lado izquierdo. El grito alertó a los sirvientes, pero fue Veronica quien apareció primero. Su rostro mostraba preocupación, aunque sus ojos no lograban ocultar cierta frialdad.—¡Llamen al médico de inmediato! —ordenó con voz firme, mientras posaba una mano en el hombro de Charles.Pocos minutos después, el médico de cabecera de la familia llegó al lugar. Revisó a Charles con rapidez y lo miró con semblante serio.—Señor Davis, su presión arterial está peligrosamente alta. Necesita descansar. Si sigue acum
Zayn Black caminó con paso decidido hacia la habitación donde Amélie pasaba sus días. La pequeña era su debilidad, su única conexión con algo parecido a la ternura. Aunque su origen le recordaba constantemente a Erik, el hombre que más odiaba en el mundo, Zayn no podía evitar sentir una adoración inexplicable por ella. De alguna manera, la presencia de Amélie hacía tambalear los cimientos del hombre despiadado que era, aunque no lo suficiente como para evitar que la usara como parte de su plan de venganza.Al abrir la puerta, encontró a la niña sentada junto a la ventana, abrazando una pequeña muñeca de trapo. Su figura delicada, casi frágil, y su expresión melancólica lo hicieron sentir algo que rara vez experimentaba: culpa.Se acercó en silencio y tomó asiento frente a ella. Durante un momento, simplemente la observó. Era increíblemente parecida a su madre, pero con los ojos de Erik, un recordatorio constante de lo que más despreciaba.—El destino quiso que fueras la hija de ese im