Cloe siempre ha sido una chica alegre y de buenos principios, criada por su abuela, quien la ha cuidado toda su vida. Sin embargo, hay una condición para que Cloe herede la fortuna familiar: debe casarse. Aunque tiene novio, su abuela sospecha que él no es el indicado y le propone algo inesperado: tener tres citas a ciegas antes de tomar una decisión. Cloe, confiada en su relación, rechaza la idea y decide pedirle matrimonio a su novio. Pero lo que jamás imaginó fue escuchar las frías palabras que destrozarían sus ilusiones: —Quiero a Cloe, pero no me veo casándome con ella o viviendo un futuro a su lado. Mientras Cloe lidia con esta devastadora verdad, su destino toma un giro inesperado. Ethan Chandra, el Alfa Supremo, quien ha perdido a su primera luna, ha puesto los ojos en ella. Él, obligado por las circunstancias, ha decidido reclamarla como su segunda luna, y hará lo que sea necesario para conquistarla, aunque Cloe no tiene idea de que existen los hombres lobo. ¿Podrá una simple humana controlar a un lobo oscuro? ¿O se verá consumida por los secretos y peligros que acechan en su nuevo mundo?
Leer másAños después, cuando los niños habían alcanzado los diez años, la verdad sobre Alirya finalmente salió a la luz: no solo era una semidiosa, sino que también albergaba en su interior un alfa supremo, una entidad poderosa y ancestral que despertaba asombro y respeto en todos a su alrededor. El viento gélido de Alaska soplaba con fuerza sobre la vasta extensión nevada, haciendo que los copos de nieve danzaran en el aire como pequeños fragmentos de estrellas. Los niños reían emocionados mientras corrían descalzos sobre la nieve, deslizándose con agilidad de lobo. Samira y Teresa se divertían a su lado como si fueran niños de su edad.Ethan observaba a sus hijos con orgullo, lleno de amor y satisfacción. A su lado, Cloe abrazaba su abrigo de piel, sintiendo cómo el frío intentaba atravesarlo sin éxito. Thalia, quien ya era toda una adolescente, se aferraba a su mano, observando con fascinación a su familia.—¿Puedo correr con ellos? —preguntó con entusiasmo.—Thalia ellos son tus h
Dejando a los trillizos bajo el cuidado de Aria, y de varias lobas niñeras que Ethan había contratado, él y Cloe decidieron tomarse un respiro de todo lo que tenía que ver con el mundo sobrenatural. Aunque ellos mismos eran parte de ese mundo, anhelaban disfrutar como una pareja humana, sin la carga de responsabilidades, sin profecías ni destinos marcados. Solo ellos dos, sin más.Ethan había planeado todo con precisión. Un viaje a la zona costera, donde un velero los esperaba listo para zarpar. Cloe estaba encantada; nunca antes había navegado en alta mar, y la idea la emocionaba como una niña. Cuando lo vio a bordo bajando las velas con destreza, no pudo evitar preguntar: —¿Y el capitán? —inquirió, recorriendo con la mirada la cubierta en busca de alguien más.Ethan le dedicó una sonrisa traviesa antes de señalarse a sí mismo.—¿Acaso las mujeres no sueñan con que sus esposos sean los capitanes sexis?Le guiñó un ojo con una seguridad arrolladora. Cloe soltó una carcajada cristal
Era este su primer beso, y la actitud de Aria lo llenó de inseguridad.—Ve… vete —tartamudeó Aria, sin dejar de ver cómo Ethan avanzaba hacia ellos con una expresión tan endurecida que causaba pavor.Leon parpadeó, confundido. Pero antes de poder reaccionar, el gruñido de Ethan retumbó en la atmósfera.A pesar de la tensión, Ethan no golpeó a Leon como Aria temía.—Madre, debemos irnos —pidió con los dientes apretados.Leon, sin entender del todo la situación, instintivamente puso a Aria detrás de él.—¿Él es tu hijo? —le preguntó, con el ceño fruncido.Aria asintió, sintiendo una punzada de vergüenza por no haberle contado antes.—Sí, soy su hijo. Y tú te mantendrás lejos de mi madre —amenazó Ethan, dejando que su aura se desbordara con un frío que caló hasta los huesos de Leon.—No me alejaré solo porque me lo pidas.Ethan lo miró con desprecio. No valía la pena seguir discutiendo con un humano que ni siquiera comprendía con quién estaba tratando. Sin perder más tiempo, tomó la mano
Más tarde.Cuando llegó al spa, una empleada en la recepción se quedó mirándola con los ojos abiertos como platos.—Señora, su piel está... —Cloe frunció el ceño y miró a Ethan.(¿Me ves diferente?) le preguntó a través del vínculo mental. Ethan negó con la cabeza.(Tú sigues siendo igual de hermosa). Cloe se sonrojó, pero rápidamente volvió a su actitud serena.—¿Qué tiene mi piel? —preguntó a la empleada, manteniendo la compostura.—Está radiante, parece como si hubiera ido a un lugar mágico —dijo la mujer, anonadada.—Ah, tal vez es la maternidad la que me hace ver más rejuvenecida —respondió Cloe con una sonrisa tranquila.La empleada abrió la boca, asombrada.—¿Maternidad? —exclamó, incapaz de creer que Cloe tuviera hijos.—Sí, tengo tres hermosos bebés, pero necesito que me digas quién era ese hombre que me buscaba.—Señora, ese hombre lleva horas en la sala de espera. Es extraño, cualquier otro en su lugar ya se habría marchado.Cloe caminó lista para enfrentarse a lo que fuera
El problema era que no sabía por dónde empezar. Había tantas cosas que nunca había hecho, que ni siquiera las había considerado. Pero un día, mientras observaba a un grupo de humanos en la ciudad, riendo y charlando con despreocupación en una cafetería, lo supo: jamás había salido a tomar un café por el simple placer de hacerlo.Así que lo hizo.La primera vez que cruzó la puerta de la pequeña de una cafetería, sintió que todos la miraban. Por supuesto, era solo su imaginación, pero su instinto le gritaba que no pertenecía allí.«No pienses en eso. Solo siéntate, pide algo, como cualquier otra persona», se dijo, intentando calmar su corazón acelerado.Se sentó junto a la ventana y pidió un café con leche, sin azúcar. Le temblaban un poco las manos cuando llevó la taza a sus labios. «Es absurdo que esto me ponga nerviosa», pensó, pero era la primera vez que tomaba una decisión sin que la manada estuviera involucrada. Era su elección, y eso lo hacía tan emocionante como aterrador.Y
Aria no dudó. Su corazón latía con fuerza, pero en su interior sabía que aquello era lo correcto. Después de toda una vida marcada por el sufrimiento, por primera vez tenía la posibilidad de elegir su destino. Merecía vivir en paz. Un nudo se formó en su garganta mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, pero no vaciló. Llevó la copa a sus labios y bebió hasta la última gota, sintiendo el líquido cálido recorrer su garganta, impregnándola con un poder que jamás había experimentado.La copa resbaló de sus manos y cayó al suelo con un sonido sordo. Apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando un ardor abrasador le recorrió el cuello. Un dolor punzante, como si ácido hirviendo le quemara la piel desde dentro, la hizo llevarse las manos al lugar donde, por tanto tiempo, había llevado la marca de su verdugo. La sensación era insoportable, pero cuando retiró los dedos, la cicatriz estaba desapareciendo.Un aullido desgarrador brotó de su pecho y, de repente, su cuerpo entero se estremec
Siguiendo las indicaciones de Cloe, Ethan llamó a su beta y delta a través de la conexión mental.(Noa, ve por la copa ancestral), ordenó con el tono firme de un Alfa.Noa frunció el ceño, intrigado, pero no hizo preguntas y salió de inmediato hacia el cuarto de antigüedades que habían construido detrás del despacho. Al llegar, retiró con cuidado un cuadro de la pared, revelando un acceso oculto a un espacio oscuro y silencioso. Entró sin vacilar, tomó una stilius dorada con dos argollas y la copa ancestral; una reliquia creada bajo la luz de la luna con un material desconocido para ellos, aunque tenía un parecido inquietante con la corona que portaba el alfa supremo.Cuando regresó con los objetos, encontró a Ethan sosteniendo a Aria entre sus brazos.—Supremo, ¿vas a realizar un ritual? —preguntó Kael, observando con atención los materiales en las manos de Noa—. Supongo que se trata del ritual para presentar a los trillizos a la manada y bañarlos con la bendición de nuestra diosa.
Caleb la miró con horror. Antes de que Ethan pudiera alejarse, un instinto extraño guió a Cloe. Posó una mano en el pecho de él y otra en el de Aria, dejando fluir su energía curativa de alfa supremo, iniciando un flujo de energía sanadora que brilló como una tormenta de luz en el cuerpo de Aria.Ethan quedó pasmado ante lo que presenciaba. Y Caleb, por primera vez en su vida, sintió miedo.—Qué patético... Te dejarás mandar por una mujer. Por muy diosa que sea, un alfa jamás permite que le digan qué hacer —bramó Caleb con desprecio, observando a Ethan avanzar hacia él.Ethan no respondió. No había necesidad. Sus ojos llameaban con una furia, y sus garras emergieron con un brillo letal.—Tan mamita eres que vas a desechar la vida de tu madre solo por un par de piernas calientes —insistió Caleb tratando de provocarlo.El golpe de Ethan fue instantáneo y devastador. Que Caleb voló hacia atrás, estrellándose contra las cunas de los trillizos, reduciéndolas a astillas.—¿Piensas que co
Los lobos retrocedieron aturdidos.—Supremo... —murmuraron algunos al unísono, con la sorpresa reflejada en sus rostros. Y el horror los golpeó con la fuerza de un relámpago cuando se dieron cuenta de lo que había sucedido.—Mi alfa… perdoné nuestras vidas —. Una guerrera se adelantó, temblando de miedo—. Juro que no sabíamos lo que hacíamos... era como si estuviéramos hechizados.Ethan no les dedicó más que una mirada fría.—Nunca lastimaría a mi pueblo por las mañas de un ser tan despreciable como mi padre.Dentro de la habitación, el mundo de Ethan se redujo al ver a Caleb sentado en la mecedora que Cloe debía usar para amamantar a los bebés.El descaro de la imagen hizo que su sangre hirviera en su interior.Entre tanto, Cloe estaba de pie, usando su magia de sanación y protección, que rodeaba su cuerpo de un resplandor que parecía consumirla.—¡Infeliz! —rugió Ethan, dejando salir sus garras. Su cuerpo comenzó a transformarse, y su esencia de alfa supremo amenazaba con desatarse