—Lo siento, pero ya no te amo... —No...tú me amabas ¡me amas, lo sé! Ella se apartó, y lo miró con una frialdad cortante. —Bien dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y tú, Giovanni D'Angelo, me has perdido para siempre. **** El día de su boda, Adeline Winchester camina al altar sabiendo que el corazón de su futuro marido, no le pertenece. Con la esperanza de conquistar su amor, acepta el desafío. Pero un año después, la realidad la golpea con fuerza: el solo tiene ojos para otra mujer, su hermana. Y la traición alcanza su punto más cruel al descubrir que su hermana espera un hijo de su esposo. Devastada, exige el divorcio, pero Giovanni, consumido por una inesperada obsesión, se niega a dejarla ir. Con el corazón en pedazos y enfrentando una enfermedad mortal, decide desaparecer y reconstruir su vida desde las cenizas. Pero no imagino que Giovanni, lamentaría perderla y la buscaría por cielo y tierra. Cuando sus caminos se cruzan nuevamente, Adeline ya no es la misma; además, ahora un atractivo médico le ofrece una nueva oportunidad de felicidad. Pero Giovanni no está dispuesto a perderla de nuevo. —¿Ya tienes a otro hombre? —le espetó, consumido por los celos—. No mientras yo viva, Adeline ―sus labios rozaron los de ella con lentitud ― porque en esta vida solo a mí perteneces. En un torbellino de emociones, Adeline se encuentra atrapada entre el nuevo amor que promete sanarla y el hombre que aún la reclama con fervor. ¿Podrá romper las cadenas de su pasado y encontrar la libertad que tanto ansía, o está destinada a sucumbir una vez más ante el hombre que juró no volver a amar? La decisión final podría cambiarlo todo.
Leer másCAPÍTULO 95: LA SEGUNDA VEZ QUE ME DICES QUE ME AMAS.Giovanni no perdió más tiempo. En el momento en que Adeline le dio permiso, la besó con una pasión que había estado reteniendo. Sus labios capturaron los de ella con urgencia, moviéndose con hambre, y Adeline se entregó por completo. Sus manos subieron para perderse en el cabello revuelto de Giovanni, tirando de él con un gemido suave que escapó de su garganta.Él se presionó contra ella, dejándola sentir claramente lo duro que estaba. Sus manos, ya fuera de control, se colaron debajo de su blusa, acariciando su piel desnuda, subiendo lentamente por su abdomen, provocándole escalofríos. La cercanía, el deseo mutuo, la piel contra piel... todo era demasiado, pero nada era suficiente. Adeline abrió más sus labios para él, permitiéndole explorarla más profundamente, sus lenguas se encontraron en un baile que los envolvió a ambos en una ola de deseo.Giovanni soltó un gruñido bajo, mientras sus manos exploraban la suave piel de Adeline,
CAPÍTULO 94: NO TE CONTENGAS.―Giovanni… ―susurró Adeline, casi sin darse cuenta.Los dedos de Giovanni seguían acariciando su cintura, y su pulgar dibujaba círculos lentos en su piel, cada caricia más tentadora que la anterior. Él inclinó su cabeza, su rostro peligrosamente cerca del suyo, y Adeline sintió su aliento mezclarse con el de ella, cálido y provocador.―¿Qué pasa? ―preguntó él con voz baja―. ¿Ya no tienes miedo?Ella intentó hablar, pero su voz se quedó atrapada en su garganta. Su cuerpo respondía antes que su mente, y sin darse cuenta, sus manos se habían apoyado en el pecho de Giovanni, sintiendo el calor que emanaba de él, la firmeza de su cuerpo bajo la tela. Había algo primitivo en la forma en que él la miraba, algo que despertaba un deseo que sospechaba no podría controlar.―No es eso... ―murmuró finalmente―. Es que…―Yo, ¿qué? ―preguntó bajando la mirada hacia sus labios, inclinándose aún más, su nariz rozando apenas la suya.Ella abrió la boca para decir algo, pero
CAPÍTULO 93: ANIMALES SALVAJES. Adeline lo acomodó como pudo en el asiento trasero del auto, su respiración aún agitada mientras lo miraba con preocupación y miedo. Ajustó su postura para que estuviera lo más cómodo posible y se inclinó hacia él. —¿Giovanni? —dijo en voz baja, nerviosa, mientras lo observaba con atención—. Por favor… responde… Pero él no respondía y la desesperación comenzó a tomar control de Adeline. Ella tragó más nerviosa que nunca y se inclinó acariciando su cabello con manos temblorosas. —Por favor… abre los ojos… —susurró—. ábrelos… Como si la hubiera escuchado, él abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces como si intentara enfocar su mirada. Cuando finalmente la reconoció, frunció el ceño al ver su expresión angustiada. —¿Qué pasó? —preguntó. —¿Cómo te sientes? —dijo Adeline, tratando de sonar firme. Giovanni intentó incorporarse, pero ella lo detuvo colocando una mano firme en su hombro. —No. Quédate acostado. —Su voz era autoritaria, sin esp
CAPÍTULO 92: EL PRINCIPIO DE DÍAS FELICES.Lucien estaba en su consultorio, revisando algunos informes sobre nuevos tratamientos cuando la puerta se abrió de golpe. Un médico de mediana edad entró, con una carpeta bajo el brazo y una sonrisa despreocupada.—Doctor Stanton, ¿tiene un momento? —preguntó el hombre mientras se acercaba al escritorio.Lucien levantó la mirada, su expresión fría como siempre, y asintió levemente.—Claro, Dr. Ramos, ¿qué sucede?El hombre se dejó caer en la silla frente a él, colocando un grupo de papeles sobre el escritorio de manera descuidada.—Es sobre el área de oncología. Hay unos pacientes que han solicitado cambios en sus horarios de tratamiento, y quería que revisara las modificaciones antes de que las apruebe.Lucien tomó los papeles sin mucho interés al principio, hojeándolos con rapidez. Sin embargo, su mano se detuvo de golpe al leer un nombre que lo hizo tensarse: Giovanni D’Ángelo.Sus cejas se fruncieron ligeramente, y su mirada se quedó fija
CAPÍTULO 91: VEN CON NOSTROS.Lucien no rompió el beso mientras guiaba a Adeline hacia la cama y cuando llegaron al borde, la hizo caer suavemente, cubriéndola con su cuerpo. Adeline cerró los ojos, intentando ignorar el nudo de incomodidad que se formaba en su pecho.«Tengo que intentarlo», pensó. «Ha sido bueno conmigo, ha estado a mi lado todos estos años. Se lo debo».Pero su cuerpo no respondía.En lugar de desearlo, cada roce parecía erigir una barrera invisible entre ellos. Lucien empezó a besarle el cuello, mientras sus dedos delineaban con firmeza la curva de su cintura. Adeline respiró profundamente, tratando de calmar su mente, pero la incomodidad creció hasta que ya no pudo contenerla.—Lucien... espera... —susurró.Él no se detuvo. Parecía no haberla escuchado, o tal vez decidió ignorarla. Sus caricias continuaron, ahora más insistentes. Adeline empezó a agitarse. Su voz, esta vez más firme, lo llamó de nuevo.—Lucien... no.Pero él siguió, como si las palabras no signifi
CAPÍTULO 90: ¿ELLA PUEDE SER MI MAMÁ?En la habitación del hospital, Giovanni acariciaba suavemente la cabeza de su hijo mientras cerraba el libro de cuentos que había terminado de leerle y Gabriel apenas había prestado atención. Su mirada estaba perdida y delataba que algo le rondaba por la cabeza.—Papá… —dijo el pequeño con duda en la voz.—¿Sí, hijo? —Giovanni dejó el libro a un lado y lo miró con ternura.Gabriel vaciló un instante antes de formular su pregunta, bajando un poco la mirada como si temiera la respuesta.—¿Mamá no volverá a verme?El cuerpo de Giovanni se tensó. Era una pregunta cargada de emociones y temía lo que significaba. Si Gabriel se negaba a separarse de Dayana, la situación podría complicarse aún más.—Hijo… sé que amas a tu madre y que… —No es eso, papá —lo interrumpió el pequeño, agachando la cabeza, avergonzado—. Solo quiero saber si ella ya no será mi mamá porque… —se detuvo un momento antes de murmurar— porque quiero saber si la mamá de Zoe puede ser mi
CAPÍTULO 89: NO TE ILUSIONES.Una mezcla de emociones le invadió el pecho: sorpresa, miedo, y una punzada de algo más… algo que se parecía peligrosamente a las ganas de decir que sí. Por un lado, comprendía el deseo de su hija; después de todo, Zoe solo veía lo hermoso de tener a sus dos figuras paternas juntas.Pero, por otro, Adeline sabía que aceptar implicaría enfrentarse a emociones enterradas, recuerdos incómodos, y una conexión con Giovanni que aún latía, aunque tratara de negarlo.—Hija… —empezó a decir buscando las palabras correctas. Pero vio los ojos de su hija llenos de ilusión. Tragó con fuerza, su corazón latía rápido, luchando entre la lógica y el deseo de regalarle a su hija lo que pedía. Ella inspiró hondo, intentando calmar el temblor de su voz.—Está bien, amor… —dijo finalmente—. Iré contigo.[.]En el consultorio, Lucien miraba a la mujer frente a él. La chica entró con pasos vacilantes.—¿Qué haces aquí? —preguntó él, su tono helado, cargado de desaprobación—. Cr
CAPÍTULO 88: UN PEDIDO ESPECIAL.Adeline revisaba unos informes financieros cuando recibió una llamada.—¿A qué hora irás por Zoe? —preguntó Lucien con tono directo.Ella dejó los papeles y esbozó una sonrisa tranquila.—En un rato. No te preocupes, ella está bien.Del otro lado, Lucien apretó los labios, una línea tensa que delataba su molestia contenida. Desvió la mirada hacia un punto fijo en la ventana antes de hablar.—Seguiré preocupándome por ella… aun cuando Zoe sepa que Giovanni es su padre. Yo la he tenido más tiempo.Adeline se puso de pie y dejó salir un suspiro cansado.—Ya hablamos sobre esto, Lucien. Zoe está feliz y eso es lo que debería importar, ¿no?—No creo que fuera necesario decírselo —dijo casi como un reproche—. Es una niña, lo hubiera olvidado fácilmente.—Si lo que te preocupa es que Zoe deje de quererte, te equivocas. —Adeline caminó hacia su abrigo y lo tomó—. Esta mañana me dijo que ahora tenía dos papás. Así que… tú sigues siendo especial, Lucien.Él no d
CAPITULO 87: QUIERO QUE PAGUE.Los ojos de Dayana se llenaron de una furia venenosa mientras negaba con la cabeza.—Te guste o no, soy su madre. Y tengo derechos.Giovanni dio un paso amenazador hacia ella.—Derechos que vas a perder. Porque cuando el juez sepa que eres una maltratadora de niños, no dudará en quitarte la custodia y ponerte una orden de alejamiento. Y ten por seguro que voy a hacer todo lo posible para mandarte a donde mereces: a la cárcel.Ella apretó las manos en puños, su mirada oscilando entre el pánico y el odio. Sus ojos se dirigieron rápidamente a Gabriel, quien seguía llorando mientras Zoe lo consolaba. Al ver a la niña, su furia se intensificó.«Esto es por la m*****a de Adeline y su hija», pensó con frialdad. Curvó los labios en una sonrisa gélida y desafiante.—Así que ahora estás con Adeline, ¿eh?Giovanni no se inmutó, su mirada siguió fija como un cuchillo en su garganta.—Ese no es tu maldito problema, Dayana.Ella bufó con una risa sarcástica y su tono c