Penélope está decidida a quedar embarazada, lo ha planeado por años. Ha decidido que el hombre perfecto para esta misión es Alessandro Bacheli: él podrá mejorar su descendencia. Pero tiene un problema: él parece que la odia, así que deberá idear un plan para arrastrarlo hasta su cama todas las veces que sean necesarias, hasta que quede embarazada. Lo que Penélope no sabe es que hay alguien que también la tiene en la mira y necesita que ella lleve una sortija de compromiso: Alessandro Bacheli. Su padre al descubrir que tiene una aventura con una mujer comprometida le ha exigido que consiga una esposa para fin de año o de lo contrario lo va a desheredar. Y él sabe que si debe obligarse a tener esposa la única idónea para ese puesto es Penélope, porque al menos con ella sabe a qué atenerse. ¿El problema? Penélope no se ve para nada interesada en querer contraer matrimonio.
Leer másAlex queda paralizado, después lentamente saca el dedo de su boca.Reina el silencio.—¿Puedo ir a jugar a la piscina? —pregunta Jenny pasado un minuto, donde claramente se ha aburrido de estar sentada.—Pueden ir, pero sin pelear —aclara Alessandro.Todos despliegan una amplia sonrisa y corren juntos, olvidándose por completo que minutos atrás estuvieron peleando.Una brisa sopla lentamente y Alessandro y yo observamos a lo lejos a los niños correr bordeando por la piscina, sabemos que es peligroso, que pueden resbalar y caer, pero estamos tan cansados que no queremos comenzar a gritar. Los trillizos empiezan a forcejear y se lanzan los unos a los otros al agua, empezando a nadar como perritos, soltando gritos y risas traviesas.Dejo caer mis hombros. Finalmente, no cantamos el feliz cumpleaños y la torta ha quedado picoteada por dedos.Alessandro empieza a cortar una rebanada de pastel y la echa en un plato, ofreciéndomela.—¿Qué te parece si hoy cenamos únicamente tú y yo? —pregunt
La noche está comenzando a caer, y el patio de nuestra casa brilla con una luz cálida que parece envolverlo todo. Hay luces colgando de los árboles y faroles flotando en la piscina, que reflejan el resplandor suave y dorado. Los globos rosados y azules, perfectamente distribuidos por todo el lugar, se mecen con la brisa. Los invitados, vestidos con ropa de estos mismos colores, se agrupan alrededor de las tres grandes cajas que hemos colocado al fondo del jardín. Las mujeres, en su mayoría con tonos de rosa, y los hombres con tonos de azul, crean un mar de colores que me hace sentir una alegría indescriptible.Me pican las manos por la ansiedad de por fin saber qué sexo serán mis bebés.Estoy de pie junto a Alessandro, mirando a mi alrededor. Llevo un vestido largo y rosado, que resalta la curvatura de mi barriga. Siento mariposas en el estómago, la emoción no me deja tranquila. Estoy tan nerviosa y tan feliz a la vez. El día que decidimos organizar esta revelación de género para nu
El murmullo de los invitados se desvanece mientras camino hacia el altar. Respiro profundamente, intentando que mi pecho deje de subir y bajar de forma tan evidente. La seda blanca de mi vestido parece flotar con cada paso, y la larga cola se desliza detrás de mí como una nube. El corsé ajustado, las mangas de encaje y la falda amplia estilo princesa hacen que me sienta como en un cuento de hadas.Mi padre sostiene mi brazo con firmeza, guiándome. Su mano temblorosa me reconforta; sé que este momento es tan emotivo para él como para mí. Se inclina hacia mí y me susurra al oído:—Eres la novia más hermosa que he visto, mi niña.Sonrío y lucho por contener las lágrimas que amenazan con arruinar el maquillaje perfecto que tanto esfuerzo costó. Levanto la mirada y allí está él. Alessandro.Espera al final del pasillo con un porte elegante, vestido con un impecable traje negro y una pajarita que parece ajustada justo a medida para él. Sus ojos me encuentran, y la expresión en su rostro cam
Estoy sentada en el sillón mullido del consultorio, rodeada de paredes cubiertas por estanterías llenas de libros y diplomas. La luz cálida de una lámpara de pie me baña suavemente, pero no logra disipar el nudo que siento en el pecho. La psicóloga, una mujer de mirada comprensiva y voz calmada, se sienta frente a mí con una libreta en mano.—Penélope, después de estas sesiones, creo que es importante que hablemos sobre lo que está ocurriendo —dice, haciendo una pausa que parece llenar todo el espacio. La miro, queriendo escuchar, pero temiendo lo que vendrá.Estas semanas no han sido fáciles, dar el primer paso para afrontar los problemas emocionales y mentales que he arrastrado por años ha creado en mí una oleada de emociones. Pero sé que lo necesito, para avanzar en mi vida debo dejar atrás todos los fantasmas que me persiguen.—Tienes depresión y ansiedad —continúa, con un tono que mezcla firmeza y empatía—. Esto no es algo que pueda solucionarse de la noche a la mañana. Va a ser
Siempre he creído que los consultorios médicos tienen un aire especial, algo entre la esperanza y el temor. Aquel día, mientras esperaba que el doctor revisara mis exámenes, no podía dejar de tamborilear los dedos sobre el reposabrazos de la silla. Cada segundo parecía eterno.Finalmente, el doctor levantó la mirada, y su expresión serena me arrancó un poco del nudo que llevaba en el pecho.—Penélope, tus resultados están perfectos —anunció, con esa voz tranquila que usan los médicos para calmar a los pacientes.—¿Perfectos? —repetí, como si la palabra no tuviera sentido en mi cabeza.—Así es. No hay ningún impedimento físico ni hormonal que te impida quedar embarazada.Por un instante, sentí un alivio fugaz, pero fue rápidamente reemplazado por una ola de confusión.
El salón de eventos está lleno con personas que discuten sobre lo que acaba de pasar, es una mezcla de confusión y sorpresa. Empieza a sonar una música suave que baja la tensión en el ambiente y empiezan a escucharse algunas risas de fondo y el tintineo de las copas.Todo debería sentirse perfecto, pues por fin se ha completado mi venganza, por fin Emiliano estará en la cárcel pagando por sus malvadas acciones. Y, ante todo, esta noche es un paso más hacia el día más importante de mi vida, y, sin embargo, algo en el aire me pone nerviosa.Estoy hablando con Rubiela, calmándola porque cree que Emiliano tomará represalias si llega a quedar en libertad, cuando un escalofrío recorre mi espalda. Al girarme, la veo. Serena. Su cabello rubio brilla bajo las luces del techo, pero es su mirada la que me hiela la sangre: gélida, llena de odio.De repente, levanta un br
Él se sorprende y aprieta los labios.—Lo siento, es que… —Paso una mano temblorosa por mi cabello—. Nada más quiero que esto se acabe.—Esta noche le pondrás fin, así que acabará pronto. —Me toma de una mano—. Yo creo en ti y en lo que eres capaz, así que terminarás con éxito lo que has comenzado.Sus palabras me reconfortan y siento que la tranquilidad vuelve a mi cuerpo.—¿Qué hace Serena aquí? —inquiero.—Me dijiste que me encargara de ella, eso haré —explica—. He invitado a su familia también, voy a exponerla, quiero que ellos vean el tipo de hija que tienen y lo mal que está, es la única forma en la que podré ayudarla. De hecho, necesito un favor tuyo.—¿Cuál?—Quiero que la provoques, has que se altere.Despliego
Esta es mi noche.Bajo del auto con ayuda de Alessandro. Esta fiesta, que inicialmente sería para recoger donaciones para los niños pobres que apadrina una fundación, terminó siendo una de las fiestas más importantes del año, la familia Bacheli ha extendido la invitación a todos sus allegados, así como también nuestra familia y los padres de Martyn, los cuales son los anfitriones.Hay una fila de autos que esperan para hacer su gran entrada en el salón de eventos, hasta la prensa está tomando fotos de los invitados. Claramente, cuando hay una fiesta donde se reúnen las familias más poderosas, esto crea expectativa; en este caso, se quiere saber quién podría hacer la donación más grande para la fundación.Hoy he traído un vestido rojo carmesí de mangas largas y corte de sirena. Si debo lucir como la prometida del magnate de l
Alessandro se arrodilla y estira sus brazos, dejándome ver que en sus manos tenía escondida una cajita negra, la ha abierto y puedo ver un radiante anillo de diamantes.Llevo las manos a mi boca, incapaz de soportar la fuga de emociones que hay en mi interior. Mis ojos se llenan de lágrimas.—Penélope —comienza a decir Alessandro, noto que hay un ligero temblor en su voz—, desde niño, siempre supe que tenerte a mi lado ha sido un regalo de la vida, y no puedo imaginar un solo día sin que tu sonrisa y personalidad extrovertida no esté acompañándome. Quiero conformar una familia a tu lado y tener todos los hijos que desees. —Sus palabras hacen que suelte una pequeña carcajada—. ¿Aceptas casarte conmigo? —pregunta.Dejo salir un largo suspiro. Agito mi cabeza con rapidez a modo de aprobación.—Sí, claro que sí —dig