Él era arrogante, misterioso, frío y hostil, pero también atractivo, varonil, dueño una voz gruesa –que hacía estragos con mi cordura– y unos ojos grises que me consumían como fuego. Y, aunque era hombre más estoico e indescifrable que había conocido en mi vida, con un ceño fruncido eterno y una arrogancia excedía los límites de lo razonable, sentía una poderosa e incomprensible atracción por él. Desde que lo conocí, supe que era una fuerza de la naturaleza de la que debía huir para buscar refugio. Aunque no creía estar en riesgo, él no mostraba interés por mí… hasta que me hizo una propuesta peligrosa en la que, según él, ambos saldríamos beneficiados. «He visto cómo reacciona cuando la toco, los cambios de su respiración, la forma en que se sonroja cuando susurro frases a su oído… hay química entre los dos, es innegable», exponía con petulancia y lo quise refutar, pero no tenía solidez. Y, mientras él más hablaba, mis razonamientos comenzaban a sesgarse. Lo que me ofrecía era descabellado, pero tenía motivos de fuerza mayor que me hacían dudar. Entonces, ¿qué hago? ¿Acepto el trato y resuelvo mis problemas o mantengo mi dignidad y digo no?
Leer másCapítulo 118Keira Hoy nuestro pequeño cumple dos meses de nacido, han sido semanas algo caóticas porque un bebé recién nacido demanda de muchas atenciones y, con Kim, tuve mucha ayuda de Sebastian; pero su condición le impide levantarse por la noche y atenderlo como hacía con ella. Ha estado asistiendo a terapia, y le ha ayudado, pero aún no se recupera de un todo y eso lo ha vuelto irritable. He sido comprensiva porque sé que es duro para él tener que depender de muletas para caminar, siendo un hombre tan activo y joven, pero si sigue con esa actitud, tendré que intervenir.—Ahí está el principito de mi vida —dice Serena entrando a la sala de juegos de los niños. Viene siempre que puede a verlo, es una hermana enamorada. Kim se encuentra en el jardín de niños a esta hora, de otro modo, estaría haciendo un berrinche. Quiere mucho a su hermanito, pero se pone muy celosa cuando es el centro de atención —. Ven aquí, precioso. —Lo toma de mis brazos y lo llena de mimos.—Iré a tomar un b
Capítulo 117Keira Miro a mamá y le pido que me diga la verdad, que si Sebastian ha muerto, tengo que saberlo. Necesito liberar esta opresión en mi pecho que me impide respirar. Necesito verlo y saber que sigue con vida, que está luchando, que va a superar esta prueba… Ella me toma de la mano y, mirándome a los ojos, me asegura que él sigue vivo, que no me ha mentido. Y me aferro a sus palabras porque no puedo imaginar un futuro donde él no esté conmigo. Sería injusto. La doctora Simons me examina de nuevo y anuncia que estoy lista para dar a luz. Me da algunas indicaciones y me preparo para traer a mi bebé al mundo. Tengo que ser fuete por él sin importar que por dentro esté desmoronándome. —Vas a pujar cuando te diga —indica la doctora sentándose en un taburete frente a mí. Sé lo que debo hacer, traje a Kim por parto natural porque ya había pasado tiempo suficiente desde le nacimiento de Ángel—. Puja, Keira —ordena en el momento preciso. Empujo con fuerza y me detengo cuando la c
Keira Dos meses después – Hamburgo, AlemaniaUn dolor punzante en mi vientre bajo me roba el aire. Una contracción. He estado teniendo contracciones de Braxton Hicks durante días, pero esta se sintió diferente. Creo que mi bebé nacerá hoy. Voy por mi teléfono en mi mesita de noche y llamo a Sebastian, dijo que iría a la oficina y que volvería pronto, pero ya han pasado dos horas y aún no llega.—Perdona, nena, ya estoy por salir. —La reunión tomó más de lo que esperaba porque no llegábamos a un consenso —se disculpa tan pronto responde.—Estoy teniendo contracciones cada diez minutos, creo que Sam va a nacer hoy —le cuento de camino al closet para buscar mi maleta y el bolso del bebé—. Le pediré a Dimitri que me lleve al hospital, nos vemos allá.—No, ya voy yo, espérame. Estaré en casa en cinco minutos —asegura escuchándose nervioso.—No corras, por favor.—No lo haré —promete—. Te amo, dulzura.—Te amo, alemán.Termino la llamada con Sebastian y llamo a mi obstetra para avisarle qu
KeiraCinco años después…—Justo aquí. ¿Lo sientes? —Sostengo su mano debajo de la mía y la ubico en el lugar correcto.Mi pequeña Kimberly me mira con asombro al sentir el movimiento de su hermanito en mi vientre. Mi niña tiene cuatro años, sus ojos son un reflejo de los de su padre, pero su cabello y color de piel son como los míos. Cuando supe que estaba embarazada, lloré de emoción. El recuerdo de Ángel sacudió heridas que había escondido profundamente en mi corazón, pero pronto las imágenes de los momentos duros fueron reemplazadas por aquellas muecas de sonrisas que él me regalaba, por la mirada dulce que irradiaban sus ojos, por todo lo hermoso que sintió mi corazón mientras él estuvo conmigo... Entonces sonreí.—Papi, papi, ven a tocar a Sam. —Llama Kim a su padre, agitando la mano. Sebastian sonríe y camina hacia nosotras con su andar seguro y seductor. No es que lo haga a propósito, está en él y no lo puede disimular. Pueden pasar siglos, pero él seguirá siendo mi debilidad.
Sebastian ¡Sabía que n o debía irme, joder! ¿Por qué le hice caso? Estoy que me vuelvo loco, no he sabido nada de ella en horas. Un maldito huracán golpeó la ciudad causando devastación a su paso y justo en la zona donde dejé a Keira. La última vez que hablamos, estaba evacuando a un sitio más seguro, pero no hay manera de comunicarme con ella y saber si se encuentra bien.Me subo al avión con una terrible sensación clavada en el pecho, Simon viene conmigo, me encuentro muy alterado para viajar solo. No paro de pensar en todos los escenarios posibles, los huracanes en Miami pueden llegar a ser catastróficos. ¿Y si no consiguieron llegar a salvo al refugio?—No pienses en lo peor, es normal que se corten las comunicaciones cuando pasa un huracán —menciona Simon intuyendo mis pensamientos. Soy fácil de leer cuando estoy angustiado, y más con él, porque no tengo que fingir con mi hermano.—Me conoces, sabes que no estaré tranquilo hasta que la tenga en mis brazos, segura y a salvo.—Sí,
Keira Una ambulancia viene en camino, Sebastian llamó a urgencias en cuanto logró reaccionar. Su rostro palideció cuando vio la sangre, le tomó un momento comprender lo que pasaba. Pero ha mantenido la calma y ha hecho todo lo que ha podido por tranquilizarme, pero no he parado de llorar, el miedo me supera, no quiero perder a mi nena. No sé qué pasó, todo estaba bien en la última ecografía, la doctora aseguró que podía hacer mi vida normal.Los paramédicos no demoran en llegar y me suben a la camilla para trasladarme al hospital. Sebastian me había limpiado y me ayudó a poner me un vestido y las sandalias. No sé qué haría si él no estuviera conmigo. Sebastian sujeta mi mano todo el camino desde el hotel hasta el hospital. Pero cuando llegamos, me llevan a la sala de examinación y no le permiten acompañarme. Una doctora ingresa a la sala presentándose como Allie Motgonmery y me pregunta mis síntomas, le digo entre gimote
Keira He amado cada minuto de nuestra boda y también de la celebración. Luego del primer baile oficial como esposos, tuvimos nuestra sesión de fotos con el atardecer cayendo detrás de nosotros. El fotógrafo me mostró algunas tomas y son magníficas. También me ha encantado compartir este momento con las personas más importantes de mi vida. He sido bendecida con una familia que me ama y me apoya y con amigos que me quieren como a una hermana.En medio de la velada, Sebastian me sorprendió con una canción preciosa que tenía frases compuestas por él, estuvo trabajando en la letra desde Alemania y contrató a un compositor para que creara la música que fue interpretada por una talentosa cantante. Lloré de la emoción, era perfecta, relata lo que somos y lo que siente por mí.Cuando cayó la noche, las luces se encendieron y crearon un ambiente acogedor y romántico. Me cambié el vestido por uno más ligero y bailé con mi esposo al ritmo de la salsa. Mi alemán baila muy bien y aprende rápido.—
Capítulo 111 Keira Hoy es mi boda con Sebastian y no me cabe la felicidad en el pecho. Solo necesitamos quince días para planearlo todo, contraté una planeadora de bodas, lo que hizo todo más fácil. Elegir el vestido fue lo que me tomó más tiempo, aunque no tanto como a Jess. Sebastian estuvo una semana conmigo en New York y asistimos juntos a la consulta obstétrica donde descubrimos que tendríamos una niña. Lloré de la emoción, aunque lo hubiera hecho de tratarse de un niño porque lo amaría igual. Estuvimos hablando de cómo la llamaríamos, pero aún no decidimos nada. despedirnos no fue fácil, ninguno quería separarse del otro, peor yo no podía irme con él y Sebastian tenía que ir a Alemania a atender asuntos de la empresa y a ver a su hija. Han pasado ocho días desde que se fue y lo extraño mucho, a pesar de que hemos hablado todos los días por videollamada. Pero no es igual vernos por una pantalla que estar juntos, donde entran en juego todos los sentidos. Estoy contando los minut
Capítulo 110 Keira Suspiro hondo y me preparo para confesarle a Sebastian el que secreto que le he estado ocultando. Él me mira expectante y mis nervios se disparan. Me toma un momento estar lista para decírselo. Suspiro hondo y me repito como un mantra «solo dilo». —Sebastian… Tendremos un bebé —confieso hablando entre susurros, la emoción me ha robado la voz. Sus ojos se abren como dos luceros y su mirada se dispara a mi vientre. Aún no se nota, es muy pronto, pero está ahí, creciendo sano y fuerte. Cuando me enteré, lloré de dicha porque no estaría sola y porque tendría a alguien conmigo que siempre me recordaría el amor que compartimos.—Estás embarazada —pronuncia con los ojos brillosos—. Nena, vas a darme un hijo —dice viniendo sobre mí y besándome toda la cara como un loco. Está tan feliz como yo cuando lo supe. Un hijo es una bendición que debemos agradecer—. ¿Ibas a decírmelo o pensabas tenerlo sola? —me pregunta cuando la noticia se asienta en su cabeza.Me mojo los lab