—Alessandro, debes darle una oportunidad a Penélope —siguió diciendo el señor mientras observaba a su hijo—. Ella tiene toda la disposición para que puedan tener una relación laboral sana.
—Así es —dije, aunque no habían pedido mi opinión.
Alessandro permanece en silencio, sin emoción alguna. Me daba la impresión de estar esperando a que su padre terminara de hablar para después marcharse.
Lo único que puedo pensar es en la mala cara que hice cuando lo vi a primera hora trotando, seguro y lo ofendió, así que… va a rechazar darme una oportunidad.
Iba a hablar cuando Alessandro me interrumpió.
—Está bien, papá, lo que quieres es que le dé una oportunidad con la propuesta, ¿es así?
No me mira, todo el tiempo observa a su padre. Es evidente que quiere evitar todo contacto conmigo, así que esta situación para él debe ser de lo peor.
—Claro que sí —acepta el señor Bacheli y enarca una sonrisa—. Hemos trabajado por años con Penélope y conoce bien nuestras necesidades en cuanto a publicidad, debes darle una oportunidad. Seguramente harán un gran equipo.
Con esto, lo más probable es que Alessandro entenderá que su padre no va a aceptar que deshaga las alianzas que él por años mantuvo mientras era presidente del imperio Bacheli. No le está dando mucha libertad para que su hijo maneje la compañía; pero no puedo decir nada, a mi empresa en crecimiento le conviene tener entre sus clientes al grupo Bacheli, así que debo permanecer con la boca cerrada.
—El jueves, a las cuatro de la tarde —informa Alessandro y voltea a verme con severidad—. Es la única oportunidad que voy a darte.
El jueves es en dos días. Y el jueves a las cinco de la tarde llegará Mariana y tengo que recogerla en el aeropuerto. Pero no puedo desaprovechar esta oportunidad.
—Claro, sí, haremos la mejor presentación que habrás visto en tu vida —aseguro.
—¡Muy bien, muy bien! —suelta el señor Bacheli con alivio, es evidente que su alma volvió a su cuerpo.
Volvemos a desayunar, sorprendentemente me está dando mucha hambre, había tenido el estómago hecho un nudo. Por momentos ojeo a Alessandro, se le ven los hombros entumecidos, es evidente que algo le molesta y sé perfectamente la razón: yo. Siempre he sido su piedra en el zapato. Ay, querido, si supieras que quiero sacarte un hijo… seguramente escupirías tu café.
—Manuel, ¿recuerdas cuando estuvimos con nuestras esposas hablando de tener hijos? —pregunta el señor Bacheli a mi padre.
Ahí van otra vez, dos viejos nostálgicos.
—Oh sí, fue cuando hablamos de un día estar así, con nuestros hijos ya grandes —comenta mi padre y me ve con mirada de cariño—. Cómo pasa el tiempo, mira lo grande que están.
Alessandro se ha quedado con el café en una mano, suspendido en el aire, sus ojos van de mi padre al suyo. Parece que él no sabía nada de esta historia, no como en mi casa, que todos los fines de semana se ponen a echar historias.
—Tu mamá y Ángela justo en este restaurante se pusieron de acuerdo para entrar en un proceso de fertilidad —relata el señor Bacheli con una amplia sonrisa—. Era evidente que Ángela lo hizo por su mejor amiga que no lograba quedar embarazada, porque Ángela ya tenía dos hijos. Pero fue gracias a que la animó que volvió a intentarlo y así fue como naciste tú. —Ahora empezó a mirarme—. Y así fue como Ángela se animó de tenerte. Las dos se emocionaron tanto cuando supieron que quedaron embarazadas… los esperaron con mucha alegría.
—Sí, no dejaban de hablar que sus hijos debían casarse —agrega mi padre.
Mis mejillas se ponen rojísimas y noto la incomodidad en Alessandro, sus hombros se han puesto más rígidos.
Nuestros padres sueltan una gran carcajada. Por un momento volteo a ver a Alesandro y me sorprendo a ver que también se ha sonrojado. ¡Qué hermoso se ve! Con sus mejillas todas rojas y hasta las orejas se le han puesto coloradas.
—Qué íbamos a saber nosotros que nuestros hijos se iban a caer tan mal —suelta mi padre a bocajarro—. Tener que intervenir para que se lleven bien…
—Sí, las vueltas que da la vida —dice el señor Bacheli y se limpia la boca con una servilleta.
Empiezo a carcajear al sentir que el ambiente se ha relajado mucho más.
—Pues yo estoy dispuesta a tener hijos con él, pero el problema es que Alessandro no quiere —digo y empiezo a carcajear.
Silencio…
Todos empiezan a verme con impresión.
Volteo para ver a Alessandro, ha empezado a cubrirse el rostro con una mano, todo su rostro se ha ruborizado y sus hombros han empezado a temblar, claramente no de emoción…
—Es… un chiste… —Intento arreglar la situación—. Es una broma, quiten esas caras —pido y empiezo a ruborizarme otra vez.—Ay, Penélope… tú y tus imprudencias —regaña mi padre—. Mira cómo has dejado a Alessandro, está que le da algo de la vergüenza. Ya mijo, ¿quieres más café? —Con una mano llama a un dependiente—. Tráiganos otra taza de café, por favor.El señor Bacheli sí se lo ha tomado con humor, cuando pasa la sorpresa empieza a carcajear.—Bueno, ¿y cuántos hijos quieres, Pen? —me pregunta.Despliego una enorme sonrisa.—Bueno, con uno me conformo —le sigo la corriente.—Ah, no, yo quiero varios nietos —replica—. Que sean al menos dos hijos. —Palmea al joven en la espalda—. Debes darte prisa y comenzar, que serán varios hijos.Alessandro se ha repuesto también de la sorpresa y se ha tomado lo último del café de un solo trago; eso se veía caliente…El dependiente quita la tacita de café y coloca la nueva, la cual Alessandro toma con rapidez y le da un largo sorbo. Seguro y se está
Soy incapaz de mantener silencio en el camino, así que se me pasan muchos temas por la cabeza.—Sólo a ti se te ocurre decirle a tu papá que no quieres tener hijos —comento y observo por el retrovisor, está cruzado de brazos y observa por la ventana derecha, se le ve triste.—No es asunto tuyo —espeta.—Tú papá ahora cree que eres homosexual —digo con tono casual.Alessandro lleva su mirada al frente y nos observamos por el retrovisor. He soltado una enorme sonrisa de satisfacción.—Eso fue lo que lograste con tu confesión —suelto.—Pero no lo soy…—Bueno, es evidente que no sabes hacer bien tus cosas, al menos las familiares. —Me detengo en un semáforo en rojo—. O sea, a menos que quieras que te desherede, vas por buen camino.—Nada más le dije para que no se ilusione, porque no tendré hijos —explica.—Sólo a ti se te ocurre decirle a un anciano que tiene un solo hijo que no tendrá nietos —regaño—. Y en frente de su mejor amigo, en un restaurante, cuando la conversación es de bebés…A
Veo a mitad de la reunión a Alessandro Bacheli. Dios mío, qué hombre más guapo. Por más que intento no mirarlo mientras hago la presentación, es imposible, su presencia me llama. Genéticamente tiene un cuerpo atlético, sé que es sumamente sano, pues lo conozco desde que era un niño y rara vez estuvo enfermo. Y su piel es blanca y limpia, de adolescente nunca sufrió de acné; lo contrario a mí que una vez el novio de mi hermana me preguntó que si tenía varicela (no salí de mi casa por una semana después de eso). Tiene un sedoso cabello negro y liso; sé que su familia no sufre de calvicie, porque su padre aún conserva su cabello; no como mi padre, que tiene amplias entradas y debe cambiarse periódicamente el peinado para que no se vea sus pelones.Vaya, si sigo enumerando los pros y contras de la familia de Alessandro y la mía, a él es a quien no le conviene tener hijos conmigo…Sacudo la cabeza e intento concentrarme en la reunión. Volteo a ver la presentación para recordar la línea de
—Ya sabía que ibas a llegar tarde, así que la fui a buscar —dice mi madre mientras le sirve a Mariana un pedazo de pastel—. Toma, cariño, debes estar hambrienta.—Pues pudieron avisarme, para no tener que conducir hasta el otro lado de la ciudad —protesto.Acabo de llegar a la casa, ya son las siete de la noche. Me siento mareada del cansancio. No he comido por dos días, he sobrevivido con café y nada más.—Por eso te llamé, pero como no contestabas —suelta Mariana y empieza a comer su rebanada de pastel—. Pero bueno, eso te mereces por nunca contestarme las llamadas.—Estaba en una reunión importante… —intenté decir con impotencia. El malestar en mi interior no hace nada más que empeorar.—Tan extraño —dice ella y pone los ojos en blanco—. ¿Acaso el que tu hermana viniera a visitarlos no es importante?—Déjala Mariana, sabes que uno nunca cuenta con ella —reniega mi madre—. ¿Quieres que te traiga más jugo?—Oh no, mami, así está bien —comenta ella con una amplia sonrisa.Mi mamá se si
—¿Gay? —cuestiono—. Alessandro no es gay.Mariana suelta una carcajada que resuena por el comedor, está sentada frente a mí y me parece que se ve hermosísima con su largo cabello negro y mejillas rosadas. Aunque lleva una pijama, su porte siempre se ve elegante. Es tan hermosa que se ve como una muñequita perfecta, por eso desde muy joven tenía muchos pretendientes y fue astuta al escoger al mejor postor: un billonario petrolero.—Pues eso fue lo que mamá me contó —dice—. Además, le dijo que, si no se consigue una esposa pronto, tendrá que dejar su cargo en la compañía.—¿Qué? ¿Así de fuerte escaló la discusión? —exclamo—. Humm… se lo advertí, le dije que arreglara las cosas con su padre.—¿Tú estuviste ahí?—Pues la discusión comenzó mientras desayunábamos, él dijo que no quería tener hijos y le habló feo a su padre, algo que evidentemente lastimó mucho al señor Bacheli, sabes lo orgulloso que es. Pero no sé qué pasó después, pero por lo visto siguieron discutiendo.—Alessandro desde
A Mariana le gustó la idea de preparar una fiesta, aunque le sorprendió que yo quisiera planearlo todo.—Hay que celebrarlo, ¿no? Acabo de cerrar un negocio millonario —le digo mientras cambio a los gemelos que no dejan de saltar en la cama—. Necesitaba que no se perdiera esta asociación ahora que Alessandro ha tomado la sucesión de la compañía Bacheli.Ya he hecho el conteo de mi ciclo, el próximo viernes estaré en mi día más fértil, necesito que esa noche Alessandro se acueste conmigo. No importa que después me diga que fue un error y que lo olvidemos.—Eso es cierto, además, será bueno hacer una fiesta —comenta—. Cada vez que vengo a visitarlos mi mamá está ocupadísima con sus amigas del club y mi padre es tan aburridísimo, pasando todo el día en la empresa. Y tú, ni se diga… siempre trabajando. Salir de la rutina nos vendrá bien.Acepto con un sacudón de cabeza. Ella se acomoda en la cama y toma a uno de los niños para acomodarle la camisa.—Dime, ¿qué tal te ha ido con Alessandro
Para esta noche me he dejado la piel de la entrepierna bien depilada que se siente suave y tersa como pétalo de rosa. Todo lo mejor para el futuro padre de mi hijo. Y he comprado lencería de encaje, además de un vestido rojo fuego.Hice una ardua investigación de todo lo que le gusta a Alessandro para preparar la fiesta con todo lo que él prefiere: alcohol, comida, diseño, música, todo. Mi padre me ayudó a que el padre de Alessandro lo obligara a asistir a la fiesta que claramente se ha hecho en su nombre.Siento que todo se ha dado muy fácil para poder verle, pues está la gran excusa de que somos socios y necesitamos mejorar nuestra amistad (si es que existe una), por lo que las dos familias hacen todo lo posible por cooperar. Algo que claramente se nota que le gusta a mi madre y al señor Bacheli que desde niños quieren que nosotros seamos pareja.He invitado a Claudio (mejor amigo de Alessandro) y a su familia para que la noche sea más amena y también a varios amigos cercanos de los
Ha llegado la hora de cenar y no despego la mirada de la entrada a la casa. Necesito que todo se de hoy, he gastado un dineral comprando su carísimo trago y me retorcí de dolor cuando me depilaron mi cosita, además, me puse extensiones, ¡extensiones de cabello, cosa que nunca hago!—Cariño, relájate, él va a llegar —me susurra mi padre a mi derecha—. Necesitas disimular tus nervios.—Pero, ya van a servir la comida, ¿cómo puede demorarse tanto? Es una grosería.Reniego a mis adentros por elegir para ser el padre de mi futuro hijo al hombre más grosero y ególatra que conozco. ¿Por qué no pude elegir a Claudio?Volteo para ver a Claudio que está al fondo, sentado a la mesa con sus padres y noto que intenta disimular cómo se está sacando un moco de la nariz. Hago mala cara y noto a su mamá regañarlo entre dientes. Ay no, nada que ver, por más guapo que sea, es un idiota y niñito de mamá.Entonces, pasa, Alessandro se asoma al patio de la casa, haciendo su imponente entrada. Viene usando