Para esta noche me he dejado la piel de la entrepierna bien depilada que se siente suave y tersa como pétalo de rosa. Todo lo mejor para el futuro padre de mi hijo. Y he comprado lencería de encaje, además de un vestido rojo fuego.Hice una ardua investigación de todo lo que le gusta a Alessandro para preparar la fiesta con todo lo que él prefiere: alcohol, comida, diseño, música, todo. Mi padre me ayudó a que el padre de Alessandro lo obligara a asistir a la fiesta que claramente se ha hecho en su nombre.Siento que todo se ha dado muy fácil para poder verle, pues está la gran excusa de que somos socios y necesitamos mejorar nuestra amistad (si es que existe una), por lo que las dos familias hacen todo lo posible por cooperar. Algo que claramente se nota que le gusta a mi madre y al señor Bacheli que desde niños quieren que nosotros seamos pareja.He invitado a Claudio (mejor amigo de Alessandro) y a su familia para que la noche sea más amena y también a varios amigos cercanos de los
Ha llegado la hora de cenar y no despego la mirada de la entrada a la casa. Necesito que todo se de hoy, he gastado un dineral comprando su carísimo trago y me retorcí de dolor cuando me depilaron mi cosita, además, me puse extensiones, ¡extensiones de cabello, cosa que nunca hago!—Cariño, relájate, él va a llegar —me susurra mi padre a mi derecha—. Necesitas disimular tus nervios.—Pero, ya van a servir la comida, ¿cómo puede demorarse tanto? Es una grosería.Reniego a mis adentros por elegir para ser el padre de mi futuro hijo al hombre más grosero y ególatra que conozco. ¿Por qué no pude elegir a Claudio?Volteo para ver a Claudio que está al fondo, sentado a la mesa con sus padres y noto que intenta disimular cómo se está sacando un moco de la nariz. Hago mala cara y noto a su mamá regañarlo entre dientes. Ay no, nada que ver, por más guapo que sea, es un idiota y niñito de mamá.Entonces, pasa, Alessandro se asoma al patio de la casa, haciendo su imponente entrada. Viene usando
Corto un trozo del filete en mi plato y lo llevo a mi boca, mastico y mastico, pero al intentar tragar siento que no puedo, los nervios no me dejan. Dios mío, estoy teniendo una conversación con Alessandro Bacheli y está siendo amable, él muestra interés en mí, ¿acaso le han hecho brujería?—Es incómodo ver a todos con hijos —confieso y trago, la carne me pasa lenta y dolorosa por la garganta, así que me dispongo a tomar un trago de mi copa de vino.Alessandro me observa, está reparando en mi aspecto.—Hoy te ves muy bonita —suelta.Y yo estoy a punto de ahogarme, algo que él nota y me da golpecitos en la espalda con una mano. Los demás voltean a vernos y escucho una carcajada de Jairo.—¿Qué pasa, Penélope? —pregunta—. ¿Se te ha olvidado cómo hacer dos cosas a la vez?—Cállate, déjala en paz —espeta mi hermana.—¿Estás bien? —inquiere Alessandro.Mi padre nota la atención que él me está dando y despliega una sonrisa de satisfacción y comienza a preguntarle cosas a su amigo Bacheli pa
Bajo la mirada a la copa de vino vacía.—Deberías dejar de tomar tanto vino —le sugiero.—¿Me vas a arruinar mi noche, Pen? —cuestiona—. Después que te esforzaste tanto en hacerme esta celebración tan hermosa, ¿no me permitirás disfrutarla?Me ruborizo por completo. Me está hablando demasiado coqueto. Nos miramos fijamente y sé que Mariana nos ve sorprendidísima, como está frente a nosotros, puede escuchar todo lo que hablamos, es nuestra espectadora y hasta ella está ruborizada.—No, sólo que yo creo que estás… —intento hablar.Alessandro le quita peso al asunto y se termina de comer su filete, nota que Mariana no lo deja de observar y empieza a interrogarla.—¿Cómo está tu esposo? —pregunta.—Ah, bien.—¿Por qué no vino con
Jairo se lleva bien con Alessandro, cuando teníamos dieciséis años, recuerdo que ellos se volvieron bastante cercanos y lo veía llegar a la casa, se encerraban en el cuarto de Jairo por horas. Sabía que jugaban videojuegos y leían revistas investigativas, como unos buenos nerd. Debía suponer que se contaban todo.Mis ojos están que desbordan en lágrimas. Me siento demasiado humillada. ¿Cómo pudo mi hermano hablar con tanta ligereza de mí? ¿Así se referirán a mí cuando están en privado? Y yo como una tonta pidiéndole perdón por haber sido cruel con él en el pasado.Después de comer, los invitados comienzan a visitarse entre las mesas; la banda que toca en vivo empieza a tocar buenas canciones que animan el ambiente y los meseros van y vienen trayendo cocteles y copas de vino. Algunas parejas bailan animadamente en la pista de
—¿Y quiere tener en algún momento sus propios hijos?Hago silencio porque no sé qué decirle. No quiero que muchas personas sepan lo que quiero, no deseo que me vean como una mujer desesperada porque llegó a sus treinta sin novio y tiene miedo de quedar solterona. —Depende, no tengo novio, así que no sabría decirte —suelto y espero su reacción.Él me sonríe con todo su rostro. Sus ojos grises son lindísimos, hace que me cautiven en gran manera.—Es muy hermosa, Penélope, cualquier hombre estaría gustoso de tenerle como pareja —dice mientras se acerca a mí. El momento cambia, puedo sentir que se crea un ambiente diferente entre ambos. Me siento rara, así que decido salir de la habitación y él me sigue, pasando de una mano a otra la botella de vino.Le muestro una habitación de
Mis ojos se llenan de lágrimas.—Tienes razón, todo este tiempo he sido tan obvia —susurro—. Lo mejor es que me aleje y deje esta absurda idea de ser madre. —Las lágrimas se desbordan de mis ojos.Empiezo a llorar en silencio.Martyn espera a que me desahogue, hasta que dejo de llorar y me limpio las lágrimas con las palmas de mis manos.—¿Por qué no lo intenta con otros hombres? —pregunta mientras me sirve vino—. No debe renunciar a su meta de ser madre, todo lo contrario, si tanto quiere serlo, debe luchar por ello. Pero creo que sería bueno que se fijara en otros hombres; si el plan A no funcionó, puede crear un plan B.—¿Y quién puede ser ese plan B? —Le acepto la copa cuando me la ofrece—. ¿Tú?Sonríe ampliamente y por un momento se ruboriza.—Oh, yo estaría halagado &
—¿Me estás rechazando? —suelta con ironía.—Claro que sí —respondo con obviedad.Alessandro vuelve a sentarse en su puesto anterior, así está una vez más cerca de mí, pero esta vez muestra un ligero cambio, deja a un lado su sonrisa seductora y se ve serio.—¿Crees que no sé que hiciste la fiesta para acercarte a mí? —enfrenta—. ¿Crees que no me di cuenta de que querías tener sexo conmigo en esa fiesta porque estás intentando quedar embarazada y quieres que el hijo que tengas sea mío? Si no hubiera sido por la imprudencia de Jairo, eso habría pasado. Con lo controladora que eres seguro y sabías que estabas ovulando.Mi respiración se congela.—Ay, por favor, Penélope, ¿crees que aceptaré que tengas un hijo mío y que yo no esté cerca de é