—Ya sabía que ibas a llegar tarde, así que la fui a buscar —dice mi madre mientras le sirve a Mariana un pedazo de pastel—. Toma, cariño, debes estar hambrienta.—Pues pudieron avisarme, para no tener que conducir hasta el otro lado de la ciudad —protesto.Acabo de llegar a la casa, ya son las siete de la noche. Me siento mareada del cansancio. No he comido por dos días, he sobrevivido con café y nada más.—Por eso te llamé, pero como no contestabas —suelta Mariana y empieza a comer su rebanada de pastel—. Pero bueno, eso te mereces por nunca contestarme las llamadas.—Estaba en una reunión importante… —intenté decir con impotencia. El malestar en mi interior no hace nada más que empeorar.—Tan extraño —dice ella y pone los ojos en blanco—. ¿Acaso el que tu hermana viniera a visitarlos no es importante?—Déjala Mariana, sabes que uno nunca cuenta con ella —reniega mi madre—. ¿Quieres que te traiga más jugo?—Oh no, mami, así está bien —comenta ella con una amplia sonrisa.Mi mamá se si
—¿Gay? —cuestiono—. Alessandro no es gay.Mariana suelta una carcajada que resuena por el comedor, está sentada frente a mí y me parece que se ve hermosísima con su largo cabello negro y mejillas rosadas. Aunque lleva una pijama, su porte siempre se ve elegante. Es tan hermosa que se ve como una muñequita perfecta, por eso desde muy joven tenía muchos pretendientes y fue astuta al escoger al mejor postor: un billonario petrolero.—Pues eso fue lo que mamá me contó —dice—. Además, le dijo que, si no se consigue una esposa pronto, tendrá que dejar su cargo en la compañía.—¿Qué? ¿Así de fuerte escaló la discusión? —exclamo—. Humm… se lo advertí, le dije que arreglara las cosas con su padre.—¿Tú estuviste ahí?—Pues la discusión comenzó mientras desayunábamos, él dijo que no quería tener hijos y le habló feo a su padre, algo que evidentemente lastimó mucho al señor Bacheli, sabes lo orgulloso que es. Pero no sé qué pasó después, pero por lo visto siguieron discutiendo.—Alessandro desde
A Mariana le gustó la idea de preparar una fiesta, aunque le sorprendió que yo quisiera planearlo todo.—Hay que celebrarlo, ¿no? Acabo de cerrar un negocio millonario —le digo mientras cambio a los gemelos que no dejan de saltar en la cama—. Necesitaba que no se perdiera esta asociación ahora que Alessandro ha tomado la sucesión de la compañía Bacheli.Ya he hecho el conteo de mi ciclo, el próximo viernes estaré en mi día más fértil, necesito que esa noche Alessandro se acueste conmigo. No importa que después me diga que fue un error y que lo olvidemos.—Eso es cierto, además, será bueno hacer una fiesta —comenta—. Cada vez que vengo a visitarlos mi mamá está ocupadísima con sus amigas del club y mi padre es tan aburridísimo, pasando todo el día en la empresa. Y tú, ni se diga… siempre trabajando. Salir de la rutina nos vendrá bien.Acepto con un sacudón de cabeza. Ella se acomoda en la cama y toma a uno de los niños para acomodarle la camisa.—Dime, ¿qué tal te ha ido con Alessandro
Para esta noche me he dejado la piel de la entrepierna bien depilada que se siente suave y tersa como pétalo de rosa. Todo lo mejor para el futuro padre de mi hijo. Y he comprado lencería de encaje, además de un vestido rojo fuego.Hice una ardua investigación de todo lo que le gusta a Alessandro para preparar la fiesta con todo lo que él prefiere: alcohol, comida, diseño, música, todo. Mi padre me ayudó a que el padre de Alessandro lo obligara a asistir a la fiesta que claramente se ha hecho en su nombre.Siento que todo se ha dado muy fácil para poder verle, pues está la gran excusa de que somos socios y necesitamos mejorar nuestra amistad (si es que existe una), por lo que las dos familias hacen todo lo posible por cooperar. Algo que claramente se nota que le gusta a mi madre y al señor Bacheli que desde niños quieren que nosotros seamos pareja.He invitado a Claudio (mejor amigo de Alessandro) y a su familia para que la noche sea más amena y también a varios amigos cercanos de los
Ha llegado la hora de cenar y no despego la mirada de la entrada a la casa. Necesito que todo se de hoy, he gastado un dineral comprando su carísimo trago y me retorcí de dolor cuando me depilaron mi cosita, además, me puse extensiones, ¡extensiones de cabello, cosa que nunca hago!—Cariño, relájate, él va a llegar —me susurra mi padre a mi derecha—. Necesitas disimular tus nervios.—Pero, ya van a servir la comida, ¿cómo puede demorarse tanto? Es una grosería.Reniego a mis adentros por elegir para ser el padre de mi futuro hijo al hombre más grosero y ególatra que conozco. ¿Por qué no pude elegir a Claudio?Volteo para ver a Claudio que está al fondo, sentado a la mesa con sus padres y noto que intenta disimular cómo se está sacando un moco de la nariz. Hago mala cara y noto a su mamá regañarlo entre dientes. Ay no, nada que ver, por más guapo que sea, es un idiota y niñito de mamá.Entonces, pasa, Alessandro se asoma al patio de la casa, haciendo su imponente entrada. Viene usando
Corto un trozo del filete en mi plato y lo llevo a mi boca, mastico y mastico, pero al intentar tragar siento que no puedo, los nervios no me dejan. Dios mío, estoy teniendo una conversación con Alessandro Bacheli y está siendo amable, él muestra interés en mí, ¿acaso le han hecho brujería?—Es incómodo ver a todos con hijos —confieso y trago, la carne me pasa lenta y dolorosa por la garganta, así que me dispongo a tomar un trago de mi copa de vino.Alessandro me observa, está reparando en mi aspecto.—Hoy te ves muy bonita —suelta.Y yo estoy a punto de ahogarme, algo que él nota y me da golpecitos en la espalda con una mano. Los demás voltean a vernos y escucho una carcajada de Jairo.—¿Qué pasa, Penélope? —pregunta—. ¿Se te ha olvidado cómo hacer dos cosas a la vez?—Cállate, déjala en paz —espeta mi hermana.—¿Estás bien? —inquiere Alessandro.Mi padre nota la atención que él me está dando y despliega una sonrisa de satisfacción y comienza a preguntarle cosas a su amigo Bacheli pa
Bajo la mirada a la copa de vino vacía.—Deberías dejar de tomar tanto vino —le sugiero.—¿Me vas a arruinar mi noche, Pen? —cuestiona—. Después que te esforzaste tanto en hacerme esta celebración tan hermosa, ¿no me permitirás disfrutarla?Me ruborizo por completo. Me está hablando demasiado coqueto. Nos miramos fijamente y sé que Mariana nos ve sorprendidísima, como está frente a nosotros, puede escuchar todo lo que hablamos, es nuestra espectadora y hasta ella está ruborizada.—No, sólo que yo creo que estás… —intento hablar.Alessandro le quita peso al asunto y se termina de comer su filete, nota que Mariana no lo deja de observar y empieza a interrogarla.—¿Cómo está tu esposo? —pregunta.—Ah, bien.—¿Por qué no vino con
Jairo se lleva bien con Alessandro, cuando teníamos dieciséis años, recuerdo que ellos se volvieron bastante cercanos y lo veía llegar a la casa, se encerraban en el cuarto de Jairo por horas. Sabía que jugaban videojuegos y leían revistas investigativas, como unos buenos nerd. Debía suponer que se contaban todo.Mis ojos están que desbordan en lágrimas. Me siento demasiado humillada. ¿Cómo pudo mi hermano hablar con tanta ligereza de mí? ¿Así se referirán a mí cuando están en privado? Y yo como una tonta pidiéndole perdón por haber sido cruel con él en el pasado.Después de comer, los invitados comienzan a visitarse entre las mesas; la banda que toca en vivo empieza a tocar buenas canciones que animan el ambiente y los meseros van y vienen trayendo cocteles y copas de vino. Algunas parejas bailan animadamente en la pista de