—Es… un chiste… —Intento arreglar la situación—. Es una broma, quiten esas caras —pido y empiezo a ruborizarme otra vez.
—Ay, Penélope… tú y tus imprudencias —regaña mi padre—. Mira cómo has dejado a Alessandro, está que le da algo de la vergüenza. Ya mijo, ¿quieres más café? —Con una mano llama a un dependiente—. Tráiganos otra taza de café, por favor.
El señor Bacheli sí se lo ha tomado con humor, cuando pasa la sorpresa empieza a carcajear.
—Bueno, ¿y cuántos hijos quieres, Pen? —me pregunta.
Despliego una enorme sonrisa.
—Bueno, con uno me conformo —le sigo la corriente.
—Ah, no, yo quiero varios nietos —replica—. Que sean al menos dos hijos. —Palmea al joven en la espalda—. Debes darte prisa y comenzar, que serán varios hijos.
Alessandro se ha repuesto también de la sorpresa y se ha tomado lo último del café de un solo trago; eso se veía caliente…
El dependiente quita la tacita de café y coloca la nueva, la cual Alessandro toma con rapidez y le da un largo sorbo. Seguro y se está quemando la boca.
—Bueno, papá, espero que te acomodes bien en tu silla —le dice con aire endurecido—, porque yo no pienso tener hijos.
La sonrisa del señor Bacheli se borra repentinamente. Ay, qué incómodo.
Mi papá y yo bajamos la mirada a nuestros desayunos, como si encontráramos en ellos algo demasiado interesante y empezamos a comer con animosidad.
—Tiene mucho queso, ¿verdad? —le digo a mi padre.
—Sí, aquí preparan la mejor comida, por eso me gusta venir seguido con tu madre —comenta.
Mientras, el señor Bacheli asesinaba a su hijo con la mirada.
—No me gusta este tipo de bromas —espeta el señor.
—No es broma, hablo en serio, yo no quiero tener hijos.
—¡¿De qué rayos estás…?! —Se detiene abruptamente al recordar que está en un lugar público.
—Es mi decisión, lo he pensado bien, yo no quiero tener hijos y mucho menos casarme —aclara Alessandro.
No, querido, no, eso no va a pasar, tú vas a tener mis hijos. Y sonrío mientras lo pienso, algo que ve mi papá y se confunde por mi actitud.
El señor Bacheli tiene la boca abierta, incapaz de creer lo que está escuchando.
—Po-por eso sabía que tener un solo hijo era una muy mala idea —dice entre dientes.
—Pues qué mal —replica Alessandro y se levanta—, pues esto es lo que tienes. Es una pena que mamá y tú sean tan malos procreando hijos.
—Óyeme, tampoco te pases de la raya —intervengo ofendida—. Agradece que te han dado todo en la vida. Deja de ser tan mal hijo, ingrato.
—Cállate, no te metas —gruñe mi padre y me toma de un brazo.
Alessandro voltea a verme, desde mi perspectiva se ve imponente, alto y acuerpado. Y me mira con tanto desagrado y odio. Jum, si las miradas mataran…
Y se va, no dice nada y simplemente se va.
El señor Bacheli se queda con los ojos llenos de lágrimas. Pasó de estar carcajeando a llorar. Pobrecito.
—Es… sólo una etapa de rebeldía, no le haga caso —intento consolarlo.
—Es verdad, Jacobo, no le hagas caso —dice mi padre y le da palmadas en un hombro—. Debe estar enojado porque…
—Está estresado, ahora es el presidente —agrego al ver que mi padre no sabía qué decir—. Yo lo veo todas las mañanas correr bien temprano hacia el parque. Se ve que tiene muchos problemas, Dios, pobre muchacho… Seguro y por eso no tiene ni tiempo de conocer mujeres.
—¿Y si su razón es porque le gustan los hombres? —pregunta el señor de la nada y escurre las lágrimas con la servilleta—. ¿Y si mi hijo es gay?
—Oh… —No sé qué decir—. Bueno… eso no es impedimento para no tener hijos —repongo—. O sea, puede conseguirse un vientre de alquiler… —Subo los hombros.
Pero la idea es igual de horrible para un señor tan tradicionalista como Bacheli.
.
Aún no se ha ido, parece que Alessandro está esperando algo o alguien. Seguro y es su chofer que otra vez se ha demorado en ir a recogerlo. No entiendo cómo a su edad no logra manejar por sí solo.
Bajo el vidrio de la ventana y nos observamos fijamente.
—Súbete, te llevo —le digo. Y me gusta que se me escucha genial, así que despliego una enorme sonrisa.
—No, pero gracias —niega y vuelve a mirar al frente, como recogiendo su dignidad.
—¡Que te subas, carajo! —le grito exasperada.
Le doy un golpe al volante y maldigo por lo bajo por tener que volver a ser ruda con él. A este paso si quedo embarazada de él será porque lo obligaré.
Alessandro se sorprende por mi vozarrón y después obedece, pero se acomoda en los puestos de pasajeros. Bueno, algo es algo.
Soy incapaz de mantener silencio en el camino, así que se me pasan muchos temas por la cabeza.—Sólo a ti se te ocurre decirle a tu papá que no quieres tener hijos —comento y observo por el retrovisor, está cruzado de brazos y observa por la ventana derecha, se le ve triste.—No es asunto tuyo —espeta.—Tú papá ahora cree que eres homosexual —digo con tono casual.Alessandro lleva su mirada al frente y nos observamos por el retrovisor. He soltado una enorme sonrisa de satisfacción.—Eso fue lo que lograste con tu confesión —suelto.—Pero no lo soy…—Bueno, es evidente que no sabes hacer bien tus cosas, al menos las familiares. —Me detengo en un semáforo en rojo—. O sea, a menos que quieras que te desherede, vas por buen camino.—Nada más le dije para que no se ilusione, porque no tendré hijos —explica.—Sólo a ti se te ocurre decirle a un anciano que tiene un solo hijo que no tendrá nietos —regaño—. Y en frente de su mejor amigo, en un restaurante, cuando la conversación es de bebés…A
Veo a mitad de la reunión a Alessandro Bacheli. Dios mío, qué hombre más guapo. Por más que intento no mirarlo mientras hago la presentación, es imposible, su presencia me llama. Genéticamente tiene un cuerpo atlético, sé que es sumamente sano, pues lo conozco desde que era un niño y rara vez estuvo enfermo. Y su piel es blanca y limpia, de adolescente nunca sufrió de acné; lo contrario a mí que una vez el novio de mi hermana me preguntó que si tenía varicela (no salí de mi casa por una semana después de eso). Tiene un sedoso cabello negro y liso; sé que su familia no sufre de calvicie, porque su padre aún conserva su cabello; no como mi padre, que tiene amplias entradas y debe cambiarse periódicamente el peinado para que no se vea sus pelones.Vaya, si sigo enumerando los pros y contras de la familia de Alessandro y la mía, a él es a quien no le conviene tener hijos conmigo…Sacudo la cabeza e intento concentrarme en la reunión. Volteo a ver la presentación para recordar la línea de
—Ya sabía que ibas a llegar tarde, así que la fui a buscar —dice mi madre mientras le sirve a Mariana un pedazo de pastel—. Toma, cariño, debes estar hambrienta.—Pues pudieron avisarme, para no tener que conducir hasta el otro lado de la ciudad —protesto.Acabo de llegar a la casa, ya son las siete de la noche. Me siento mareada del cansancio. No he comido por dos días, he sobrevivido con café y nada más.—Por eso te llamé, pero como no contestabas —suelta Mariana y empieza a comer su rebanada de pastel—. Pero bueno, eso te mereces por nunca contestarme las llamadas.—Estaba en una reunión importante… —intenté decir con impotencia. El malestar en mi interior no hace nada más que empeorar.—Tan extraño —dice ella y pone los ojos en blanco—. ¿Acaso el que tu hermana viniera a visitarlos no es importante?—Déjala Mariana, sabes que uno nunca cuenta con ella —reniega mi madre—. ¿Quieres que te traiga más jugo?—Oh no, mami, así está bien —comenta ella con una amplia sonrisa.Mi mamá se si
—¿Gay? —cuestiono—. Alessandro no es gay.Mariana suelta una carcajada que resuena por el comedor, está sentada frente a mí y me parece que se ve hermosísima con su largo cabello negro y mejillas rosadas. Aunque lleva una pijama, su porte siempre se ve elegante. Es tan hermosa que se ve como una muñequita perfecta, por eso desde muy joven tenía muchos pretendientes y fue astuta al escoger al mejor postor: un billonario petrolero.—Pues eso fue lo que mamá me contó —dice—. Además, le dijo que, si no se consigue una esposa pronto, tendrá que dejar su cargo en la compañía.—¿Qué? ¿Así de fuerte escaló la discusión? —exclamo—. Humm… se lo advertí, le dije que arreglara las cosas con su padre.—¿Tú estuviste ahí?—Pues la discusión comenzó mientras desayunábamos, él dijo que no quería tener hijos y le habló feo a su padre, algo que evidentemente lastimó mucho al señor Bacheli, sabes lo orgulloso que es. Pero no sé qué pasó después, pero por lo visto siguieron discutiendo.—Alessandro desde
A Mariana le gustó la idea de preparar una fiesta, aunque le sorprendió que yo quisiera planearlo todo.—Hay que celebrarlo, ¿no? Acabo de cerrar un negocio millonario —le digo mientras cambio a los gemelos que no dejan de saltar en la cama—. Necesitaba que no se perdiera esta asociación ahora que Alessandro ha tomado la sucesión de la compañía Bacheli.Ya he hecho el conteo de mi ciclo, el próximo viernes estaré en mi día más fértil, necesito que esa noche Alessandro se acueste conmigo. No importa que después me diga que fue un error y que lo olvidemos.—Eso es cierto, además, será bueno hacer una fiesta —comenta—. Cada vez que vengo a visitarlos mi mamá está ocupadísima con sus amigas del club y mi padre es tan aburridísimo, pasando todo el día en la empresa. Y tú, ni se diga… siempre trabajando. Salir de la rutina nos vendrá bien.Acepto con un sacudón de cabeza. Ella se acomoda en la cama y toma a uno de los niños para acomodarle la camisa.—Dime, ¿qué tal te ha ido con Alessandro
Para esta noche me he dejado la piel de la entrepierna bien depilada que se siente suave y tersa como pétalo de rosa. Todo lo mejor para el futuro padre de mi hijo. Y he comprado lencería de encaje, además de un vestido rojo fuego.Hice una ardua investigación de todo lo que le gusta a Alessandro para preparar la fiesta con todo lo que él prefiere: alcohol, comida, diseño, música, todo. Mi padre me ayudó a que el padre de Alessandro lo obligara a asistir a la fiesta que claramente se ha hecho en su nombre.Siento que todo se ha dado muy fácil para poder verle, pues está la gran excusa de que somos socios y necesitamos mejorar nuestra amistad (si es que existe una), por lo que las dos familias hacen todo lo posible por cooperar. Algo que claramente se nota que le gusta a mi madre y al señor Bacheli que desde niños quieren que nosotros seamos pareja.He invitado a Claudio (mejor amigo de Alessandro) y a su familia para que la noche sea más amena y también a varios amigos cercanos de los
Ha llegado la hora de cenar y no despego la mirada de la entrada a la casa. Necesito que todo se de hoy, he gastado un dineral comprando su carísimo trago y me retorcí de dolor cuando me depilaron mi cosita, además, me puse extensiones, ¡extensiones de cabello, cosa que nunca hago!—Cariño, relájate, él va a llegar —me susurra mi padre a mi derecha—. Necesitas disimular tus nervios.—Pero, ya van a servir la comida, ¿cómo puede demorarse tanto? Es una grosería.Reniego a mis adentros por elegir para ser el padre de mi futuro hijo al hombre más grosero y ególatra que conozco. ¿Por qué no pude elegir a Claudio?Volteo para ver a Claudio que está al fondo, sentado a la mesa con sus padres y noto que intenta disimular cómo se está sacando un moco de la nariz. Hago mala cara y noto a su mamá regañarlo entre dientes. Ay no, nada que ver, por más guapo que sea, es un idiota y niñito de mamá.Entonces, pasa, Alessandro se asoma al patio de la casa, haciendo su imponente entrada. Viene usando
Corto un trozo del filete en mi plato y lo llevo a mi boca, mastico y mastico, pero al intentar tragar siento que no puedo, los nervios no me dejan. Dios mío, estoy teniendo una conversación con Alessandro Bacheli y está siendo amable, él muestra interés en mí, ¿acaso le han hecho brujería?—Es incómodo ver a todos con hijos —confieso y trago, la carne me pasa lenta y dolorosa por la garganta, así que me dispongo a tomar un trago de mi copa de vino.Alessandro me observa, está reparando en mi aspecto.—Hoy te ves muy bonita —suelta.Y yo estoy a punto de ahogarme, algo que él nota y me da golpecitos en la espalda con una mano. Los demás voltean a vernos y escucho una carcajada de Jairo.—¿Qué pasa, Penélope? —pregunta—. ¿Se te ha olvidado cómo hacer dos cosas a la vez?—Cállate, déjala en paz —espeta mi hermana.—¿Estás bien? —inquiere Alessandro.Mi padre nota la atención que él me está dando y despliega una sonrisa de satisfacción y comienza a preguntarle cosas a su amigo Bacheli pa