Erik llegó al consultorio del doctor Richmond temprano por la mañana, cargando la bolsa con los medicamentos que Verónica había enviado insistentemente para Charles. Aunque el hallazgo del veneno ya había salido a la luz, Erik quería asegurarse de que los medicamentos que su madrastra había proporcionado no fueran parte de aquel siniestro plan.El doctor Richmond lo recibió con gesto sereno, pero su mirada mostraba preocupación.—Erik, ¿qué es lo que necesitas que hagamos con estos medicamentos?—Doctor, quiero que los analices. Sabemos que alguien ha estado envenenando a mi padre, y sospecho que los medicamentos que mi madrastra le envió podrían ser parte de esa estrategia. Necesito estar completamente seguro —respondió Erik con firmeza.Richmond asintió.—Muy bien. Dame un momento, voy a pasar esto al laboratorio. Con los equipos que tenemos, podremos detectar cualquier irregularidad en las fórmulas.Erik observó cómo el doctor desaparecía en el fondo del consultorio. Se sentó en la
La opulenta residencia de los Hathaway estaba decorada con elegancia, reflejando el poder y la riqueza que Verónica tanto ansiaba para su familia. Mientras se acercaban a la entrada, Mark miraba de reojo a su madre, sintiendo el peso de sus palabras y la presión que siempre ejercía sobre él.Cuando la puerta se abrió, la madre de Karen los recibió con una sonrisa cálida, ajena a las oscuras intenciones que Verónica traía consigo.—¡Qué alegría tenerlos en esta su casa! Verónica, Mark, pasen, Karen y mi esposo están adentro —dijo la señora Hathaway con entusiasmo.—Muchas gracias, querida, para nosotros es un honor estar aquí. ¿Verdad, hijo? —respondió Verónica con una sonrisa ensayada, apretando ligeramente el brazo de Mark como recordatorio de lo que debía hacer.—Por supuesto, señora Hathaway. Hoy daremos un paso muy importante para ambas familias, y pronto seremos uno solo cuando me case con su hija —replicó Mark con un tono formal que a Verónica le pareció casi perfecto.—Así será
El jefe de seguridad, David Coleman, se encontraba frente a Erik en el despacho de la casa, con un semblante serio y un informe detallado en sus manos. Erik lo escuchaba con atención, tratando de mantener la calma mientras las piezas del rompecabezas se unían de manera inquietante.—Señor, después de revisar las cámaras de seguridad de la casa del señor Davis y su esposa, no hay duda. Sólo Verónica tuvo acceso directo a los medicamentos de su padre y a los jugos que ella misma preparaba para él.Erik tensó la mandíbula, sus ojos fijos en David.—¿Estás completamente seguro? —preguntó, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.—Sí, señor. También investigamos con los empleados. Nadie más tocó esos medicamentos, ni tuvo acceso a la cocina mientras ella preparaba los jugos. Los horarios coinciden perfectamente, y en las grabaciones se ve claramente cómo ella administra las dosis antes de entregarle los frascos a Charles.Erik apoyó las manos en el escritorio, tratando de contener la ira
En el estudio de la casa de Erik, un ambiente sombrío envolvía la habitación. Erik y Kristen estaban sentados frente a Charles, quien parecía más recuperado físicamente pero aún mostraba signos de fragilidad. El silencio pesaba mientras los dos jóvenes intercambiaban miradas, tratando de encontrar las palabras correctas para lo que estaban a punto de revelar.Charles notó la tensión en el aire y rompió el hielo.—Digan lo que tengan que decir. Puedo soportarlo —afirmó con voz temblorosa, aunque su mirada reflejaba una mezcla de ansiedad y resignación.Erik suspiró profundamente y tomó la mano de su padre, entrelazando sus dedos con los de él como un gesto de apoyo.—Papá, no hay una forma fácil de decir esto. La investigación del jefe de seguridad y las pruebas que mandé a analizar confirman que… Verónica es la responsable de lo que te ocurrió. Ella envenenó tus medicamentos y manipuló lo que consumías para dañarte.El rostro de Charles se congeló, como si las palabras de Erik tardara
La noche era oscura, y las calles estaban desiertas en el punto de encuentro señalado para la operación. Agentes encubiertos se movían con cautela, asegurándose de no levantar sospechas mientras se posicionaban estratégicamente alrededor del almacén donde tendría lugar la transacción millonaria organizada por Zayn Black.Dentro del almacén, los hombres de confianza de Zayn ultimaban detalles de la operación. Maletines llenos de dinero y cajas selladas con mercancía ilegal se apilaban bajo la luz tenue de una lámpara industrial. Había un ambiente de tensión, pero también de seguridad. Estaban convencidos de que nadie los seguiría, mucho menos que serían descubiertos.Mientras tanto, en una sala de monitoreo, el comandante a cargo del operativo daba las últimas instrucciones a los agentes.—Recuerden, queremos capturar a tantos como sea posible. Este es nuestro momento para desmantelar una gran parte de esta organización. Tengan cuidado, estos hombres son peligrosos y no dudarán en disp
Los días habían transcurrido con la expectativa latente de las pruebas de ADN. Finalmente, el resultado estaba en manos de Erik y Kristen: Amélie era su hija biológica. La noticia trajo un torbellino de emociones, y ambos sabían que debían manejar la situación con tacto y amor.Esa tarde, en la sala de su hogar, Kristen y Erik decidieron hablar con Amélie. La niña estaba jugando con Sofía, su compañera inseparable y ahora su hermana en más de un sentido.—Amélie, cariño, ¿puedes venir un momento? —dijo Kristen, con una sonrisa suave para no inquietarla.La niña dejó su juego y corrió hacia ellos. Se sentó en el sofá, mirando a Kristen y a Erik con curiosidad.—¿Qué pasó? —preguntó, abrazando su muñeca.Erik tomó aire, sabiendo que debía explicarse con cuidado.—Amélie, queremos contarte algo muy importante, algo que hemos descubierto hace poco y que cambia todo para nosotros —empezó, mientras Kristen le tomaba la mano, dándole fuerza.Amélie los miraba con sus grandes ojos llenos de a
El aroma a café recién hecho y pasteles horneados llenaba el aire, envolviendo a Kristen en un cálido abrazo. Era un día especial, su cumpleaños, y había decidido sorprender a Mark con algo que jamás había imaginado. Mientras las primeras luces del amanecer se filtraban a través de las ventanas de la elegante cafetería, Kristen sintió que su corazón latía con fuerza, tanto por la anticipación de su regalo como por la emoción de dar un paso tan importante en su relación.Desde que había empezado a trabajar allí, su vida había dado un giro inesperado. Mark, el propietario de la cafetería, había entrado en su vida como un torbellino, trayendo consigo risas, caricias furtivas y un magnetismo que la había dejado anhelante. Ella creía en sus dulces promesas, en cada mirada intensa que compartían. Para ella, él era mucho más que un jefe; era el hombre que la hacía sentir viva. Pero hoy, estaba dispuesta a traicionar su promesa de mantener su virginidad hasta el matrimonio, impulsada por el a
En otro piso del edificio, Kristen Lawrence tarareaba suavemente mientras pasaba la mopa por los pasillos impecables de la compañía Davis Fragrances, se había prometido a si misma no derramar ni una sola lágrima más por aquel infeliz que la había traicionado, decidió continuar adelante manteniendo su espíritu inquebrantable y no volver a creer en ningún hombre nunca más. Los altos ventanales dejaban entrar la luz de la tarde, dándole a todo un resplandor dorado. El sonido de las risas y las bromas entre sus compañeros hacía su trabajo más ameno.—¡Kristen, no trabajes tanto, que nos vas a dejar mal a todos! —bromeó uno de sus compañeros, Max, un tipo robusto con una sonrisa constante.—Ya sabes cómo soy, Max —respondió Kristen con una sonrisa traviesa—. Si no hago esto, no me siento en paz.—Siempre tan entregada, ¿eh? —comentó Sara, otra trabajadora, mientras pasaba a su lado con un carrito de limpieza—. Por eso todo el mundo te adora aquí.Kristen sonrió, encogiéndose de hombros. Di