En el estudio de la casa de Erik, un ambiente sombrío envolvía la habitación. Erik y Kristen estaban sentados frente a Charles, quien parecía más recuperado físicamente pero aún mostraba signos de fragilidad. El silencio pesaba mientras los dos jóvenes intercambiaban miradas, tratando de encontrar las palabras correctas para lo que estaban a punto de revelar.Charles notó la tensión en el aire y rompió el hielo.—Digan lo que tengan que decir. Puedo soportarlo —afirmó con voz temblorosa, aunque su mirada reflejaba una mezcla de ansiedad y resignación.Erik suspiró profundamente y tomó la mano de su padre, entrelazando sus dedos con los de él como un gesto de apoyo.—Papá, no hay una forma fácil de decir esto. La investigación del jefe de seguridad y las pruebas que mandé a analizar confirman que… Verónica es la responsable de lo que te ocurrió. Ella envenenó tus medicamentos y manipuló lo que consumías para dañarte.El rostro de Charles se congeló, como si las palabras de Erik tardara
La noche era oscura, y las calles estaban desiertas en el punto de encuentro señalado para la operación. Agentes encubiertos se movían con cautela, asegurándose de no levantar sospechas mientras se posicionaban estratégicamente alrededor del almacén donde tendría lugar la transacción millonaria organizada por Zayn Black.Dentro del almacén, los hombres de confianza de Zayn ultimaban detalles de la operación. Maletines llenos de dinero y cajas selladas con mercancía ilegal se apilaban bajo la luz tenue de una lámpara industrial. Había un ambiente de tensión, pero también de seguridad. Estaban convencidos de que nadie los seguiría, mucho menos que serían descubiertos.Mientras tanto, en una sala de monitoreo, el comandante a cargo del operativo daba las últimas instrucciones a los agentes.—Recuerden, queremos capturar a tantos como sea posible. Este es nuestro momento para desmantelar una gran parte de esta organización. Tengan cuidado, estos hombres son peligrosos y no dudarán en disp
Los días habían transcurrido con la expectativa latente de las pruebas de ADN. Finalmente, el resultado estaba en manos de Erik y Kristen: Amélie era su hija biológica. La noticia trajo un torbellino de emociones, y ambos sabían que debían manejar la situación con tacto y amor.Esa tarde, en la sala de su hogar, Kristen y Erik decidieron hablar con Amélie. La niña estaba jugando con Sofía, su compañera inseparable y ahora su hermana en más de un sentido.—Amélie, cariño, ¿puedes venir un momento? —dijo Kristen, con una sonrisa suave para no inquietarla.La niña dejó su juego y corrió hacia ellos. Se sentó en el sofá, mirando a Kristen y a Erik con curiosidad.—¿Qué pasó? —preguntó, abrazando su muñeca.Erik tomó aire, sabiendo que debía explicarse con cuidado.—Amélie, queremos contarte algo muy importante, algo que hemos descubierto hace poco y que cambia todo para nosotros —empezó, mientras Kristen le tomaba la mano, dándole fuerza.Amélie los miraba con sus grandes ojos llenos de a
El aroma a café recién hecho y pasteles horneados llenaba el aire, envolviendo a Kristen en un cálido abrazo. Era un día especial, su cumpleaños, y había decidido sorprender a Mark con algo que jamás había imaginado. Mientras las primeras luces del amanecer se filtraban a través de las ventanas de la elegante cafetería, Kristen sintió que su corazón latía con fuerza, tanto por la anticipación de su regalo como por la emoción de dar un paso tan importante en su relación.Desde que había empezado a trabajar allí, su vida había dado un giro inesperado. Mark, el propietario de la cafetería, había entrado en su vida como un torbellino, trayendo consigo risas, caricias furtivas y un magnetismo que la había dejado anhelante. Ella creía en sus dulces promesas, en cada mirada intensa que compartían. Para ella, él era mucho más que un jefe; era el hombre que la hacía sentir viva. Pero hoy, estaba dispuesta a traicionar su promesa de mantener su virginidad hasta el matrimonio, impulsada por el a
En otro piso del edificio, Kristen Lawrence tarareaba suavemente mientras pasaba la mopa por los pasillos impecables de la compañía Davis Fragrances, se había prometido a si misma no derramar ni una sola lágrima más por aquel infeliz que la había traicionado, decidió continuar adelante manteniendo su espíritu inquebrantable y no volver a creer en ningún hombre nunca más. Los altos ventanales dejaban entrar la luz de la tarde, dándole a todo un resplandor dorado. El sonido de las risas y las bromas entre sus compañeros hacía su trabajo más ameno.—¡Kristen, no trabajes tanto, que nos vas a dejar mal a todos! —bromeó uno de sus compañeros, Max, un tipo robusto con una sonrisa constante.—Ya sabes cómo soy, Max —respondió Kristen con una sonrisa traviesa—. Si no hago esto, no me siento en paz.—Siempre tan entregada, ¿eh? —comentó Sara, otra trabajadora, mientras pasaba a su lado con un carrito de limpieza—. Por eso todo el mundo te adora aquí.Kristen sonrió, encogiéndose de hombros. Di
—Esther, llama a la chica que estuvo aquí hace un rato. Que venga ahora a mi oficina.Hubo una breve pausa antes de que Esther respondiera:—Kristen Lawrence?—.—No tengo idea de como rayos se llama, solo pídele que venga inmediatamente.Kristen había terminado de almorzar en la sala de descanso cuando recibió la llamada de la secretaria. Algo en su tono la hizo preguntarse qué quería exactamente Erik Davis de ella. ¿Había otro desastre en su oficina? No le parecía probable, pero tampoco era el tipo de persona que cuestionaba sus órdenes.Con un suspiro, se dirigió al ascensor y subió al piso ejecutivo. Al llegar, tocó la puerta con suavidad.—Adelante —dijo la voz autoritaria de Erik desde el otro lado.Kristen abrió la puerta y se encontró nuevamente con la escena: Sofía sentada en la silla con su peluche, y Erik de pie junto a su escritorio, con los brazos cruzados y una expresión que revelaba su frustración.—Señor Davis, ¿en qué puedo ayudarlo? —preguntó con su habitual profesion
Erik se sentía incómodo con la reacción que Kristen le provocaba, no era común que ese tipo de cosas le sucedieran, y mucho menos con una empleada.—Suban al coche —dijo con su tono habitual, aunque con un leve matiz de confusión que no pudo esconder del todo.Kristen, sin percatarse del impacto que había causado en él, ayudó a Sofía a entrar en el asiento trasero, asegurándose de que estuviera cómoda antes de ocupar su lugar en el asiento delantero.Mientras arrancaba el coche, Erik no podía evitar echar miradas rápidas a Kristen de reojo. A pesar de su irritación, algo en su presencia lo descolocaba. Hasta ese momento, ella había sido solo una trabajadora más en su empresa, alguien que cumplía con su deber sin destacar. Pero ahora, sentada a su lado, Kristen parecía más que eso. Había algo en su calma, en la forma en que había manejado a Sofía, y en cómo, sin proponérselo, había logrado despertar en él una mezcla de emociones que no sabía cómo procesar.Sacudió la cabeza, centrando
—Cuidado con lo que dices —le advirtió, acercándose un paso—. No sabes nada sobre mi vida.—Sé suficiente —contestó Kristen, sin dar un paso atrás—. Sé que Sofía está aquí, sola, sin su madre, y la única persona que debería darle estabilidad está más preocupada por mantener su agenda intacta que por la niña que, le guste o no, podría ser su hija.Erik la observó en silencio, su respiración pesada. Por un instante, no supo qué contestar. Kristen, con su mirada firme y su postura desafiante, parecía alguien completamente diferente a la empleada de limpieza que él conocía. Y algo en eso lo intrigaba, más de lo que quería admitir.—Regresa con la niña y deja de meterte en mis asuntos y ocúpate de Sofía que para eso se te paga—murmuró finalmente, utilizando el mismo tono arrogante—.Kristen lo miró con una mezcla de frustración y algo que no podía descifrar. Sin decir más, giró sobre sus talones y regresó al comedor.Erik llegó a la entrada de una de las discotecas más exclusivas de Londre