Narrado por Aiden
El viento de las montañas me trae su recuerdo. No es el aroma exacto, pero hay algo en el aire que me recuerda a ella. A su esencia. Anya. Mi Luna. Mi todo. A veces, me pregunto si estoy volviéndome loco, si el dolor de su ausencia es tan profundo que mi mente empieza a crear fantasmas donde no los hay. Pero no. No puedo dudar del vínculo que compartimos, aunque ahora parezca desvanecido, apenas un eco lejano de lo que alguna vez fue. Me paro en lo alto de la colina que da vista al territorio de Silver Creek. Desde aquí, puedo ver los bordes de nuestras tierras, vigiladas con esmero, pero cada vez más acosadas por las manadas rivales. La amenaza de guerra ha crecido. El Alfa de la manada del sur, Jax, siempre ha sido ambicioso, y la ausencia de Anya no ha hecho más que darle una oportunidad para atacarnos. Sabe que estamos vulnerables. La falta de mi Luna me debilita. Los Alfas lo saben. Y ahora, mis guerreros comienzan a dudar. He notado cómo me miran de reojo en los entrenamientos, cómo susurros recorren los pasillos de la fortaleza. Antes, bastaba con mi presencia para calmar cualquier inquietud. Mi liderazgo era firme, incuestionable. Pero sin Anya, todo es más difícil. Incluso yo lo siento. Algo se ha roto en mí, una parte esencial de lo que significa ser Alfa. Intento bloquear esos pensamientos, pero el lazo entre Anya y yo sigue latiendo, débil, pero presente, como si se resistiera a desaparecer del todo. Es extraño, porque ha estado tan apagado desde el día que se fue. Desde el día que la empujé lejos con mis palabras estúpidas. El eco del vínculo ha comenzado a volver en pequeños momentos. A veces en medio de la noche, en el silencio absoluto, puedo sentir una especie de tirón en mi pecho. Un recordatorio de que ella sigue viva. Está lejos, pero no tanto como para que nuestro lazo se rompa por completo. Ese débil contacto es lo único que me mantiene en pie. Lo único que me hace seguir buscándola. —Mi Alfa —dice una voz detrás de mí. Me giro para ver a Marcus, mi segundo al mando, un guerrero leal que ha estado a mi lado durante años. Uno de los pocos que aún confía plenamente en mí.— Hemos recibido informes de movimientos en las fronteras del este. La manada de Jax ha estado explorando nuestros límites, más cerca de lo que deberíamos permitir. Asiento, aunque mi mente está a medio camino entre la preocupación por la guerra inminente y la necesidad de encontrar a Anya. —Fortalece las patrullas —le ordeno con una voz firme, aunque en mi interior, la agitación crece. Marcus no necesita saberlo, pero cada día que pasa sin ella, me siento más debilitado. Un Alfa incompleto. —¿Y sobre la búsqueda? —pregunta él, con una mirada que refleja su preocupación por la misión más personal. He sido claro con mi manada: encontrar a Anya es tan importante como proteger Silver Creek. Cada recurso disponible está destinado a ambas cosas. Pero no todos lo entienden. —Continúa con los exploradores —respondo, tratando de sonar más confiado de lo que realmente estoy. No podemos detenernos. No hasta que la encuentre. No me importa lo que cueste, o a quién tenga que enfrentar en el proceso. Marcus asiente y se aleja, dejando solo el sonido del viento en mis oídos. Regreso mi mirada al horizonte, donde el cielo comienza a oscurecerse. Anya está en algún lugar allá afuera, y aunque el lazo entre nosotros se haya debilitado, sigue siendo lo suficientemente fuerte como para guiarme hacia ella. Tengo que creer en eso. Bajo la colina, mis guerreros están entrenando. Observo sus movimientos, cómo sus cuerpos chocan y se mueven en sincronía. Eran mis guerreros, cada uno de ellos dispuesto a dar la vida por mí, pero ahora, con la incertidumbre de Anya fuera de mi lado, puedo sentir cómo la lealtad empieza a resquebrajarse. Un Alfa es solo tan fuerte como su Luna, y sin ella, soy una sombra de lo que fui. Me adentro en la fortaleza. Los pasillos están llenos de actividad, pero todo parece más frío, más vacío sin ella aquí. Su risa solía llenar estos espacios, y su presencia era una constante, algo en lo que todos confiaban. Ahora, el vacío que ha dejado es palpable. No solo para mí, sino para toda la manada. La estabilidad que ofrecía como Luna no puede ser reemplazada. Una vez en mi despacho, cierro la puerta tras de mí y me dejo caer en la silla. Sobre el escritorio, un mapa de la región está desplegado, con marcas de todas las aldeas y ciudades cercanas. He enviado exploradores a cada una de ellas. Cada rincón del territorio ha sido revisado, pero hasta ahora no ha habido señales de ella. Sin embargo, en mi interior, sé que no está lejos. Lo siento en mi sangre. Tomo un profundo suspiro, recordando la última vez que la vi. Su mirada, llena de furia y dolor, todavía me persigue. Fui un idiota. Debería haberla detenido, debería haberme disculpado en ese momento, pero mi orgullo me cegó. Nunca pensé que realmente se iría. Pero lo hizo, y ahora estoy pagando el precio. Mi mano se cierra en un puño sobre el escritorio. No puedo dejar que esto continúe. No puedo perderla. No solo porque mi manada lo necesite, sino porque yo la necesito. Mi vida no es nada sin ella. Ningún título, ningún poder de Alfa, puede reemplazar lo que ella significa para mí. Entonces, de repente, siento algo. Un tirón, apenas perceptible, pero lo suficiente como para hacer que me detenga. El lazo. Es débil, pero está ahí. Es como si hubiera una línea invisible que conectara nuestros corazones, y aunque esté estirada hasta su límite, aún no se ha roto. Me levanto de golpe, con el corazón acelerado. Anya está viva. Salgo del despacho, buscando a Marcus. Tengo que enviar más exploradores, extender la búsqueda. No importa cuán lejos haya ido, la encontraré. Y cuando lo haga, haré todo lo que esté en mi poder para enmendar lo que rompí. Porque sin ella, soy solo un Alfa a medias. Y eso no es suficiente.Narrado por AnyaEl sonido del viento silbando entre los árboles me despierta. Me giro en la cama, abrazando la manta que apenas me protege del frío de esta pequeña cabaña. La aldea es tranquila, demasiado tranquila. A veces pienso que la paz que buscaba al huir de Silver Creek fue un espejismo, una mentira que me conté para evitar enfrentar la realidad de lo que dejé atrás.Aquí, en este remoto rincón del mundo, la vida es simple. Las montañas son imponentes, el bosque siempre verde y lleno de vida. Pero yo... estoy atrapada. Tantas veces intenté convencerme de que huir era lo mejor, que alejarme de Aiden era lo correcto. Después de todo, ¿cómo podría volver a confiar en él después de lo que dijo? Las palabras hirientes siguen reverberando en mi mente, como si hubiera ocurrido ayer.Me levanto lentamente y camino hacia la pequeña ventana de la cabaña. Afuera, el sol apenas comienza a asomarse por las montañas. El amanecer aquí es hermoso, un lienzo de colores cálidos que tiñe el ciel
Narrado por AidenEl sol apenas comienza a alzarse sobre el horizonte, pero mi mente lleva horas despierta. El aire es frío, denso, cargado con la promesa de un conflicto que se avecina. La guerra está a nuestras puertas. El rugido de los guerreros en el campamento es un recordatorio constante de que cada minuto cuenta, que cada decisión puede significar la vida o la muerte para los nuestros. Pero dentro de mí, todo está en caos.Me quedo mirando el mapa extendido frente a mí, pero los límites del territorio de Silver Creek parecen un enredo confuso. Las marcas de los ataques recientes de la manada de Ethan están claramente dibujadas en rojo, cada punto más cercano a nuestras fronteras. Mis manos se aferran a los bordes del mapa, y siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo.¿Cómo hemos llegado a esto?Las noches son cada vez más largas y vacías sin ella. Anya. Su nombre cruza mi mente y, como un veneno, me debilita. El lazo que compartimos, ese que solía fortalecerme, ahora es una
Narrado por AnyaEl viento frío me azota el rostro mientras camino por los senderos de esta aldea que, por un tiempo, había llegado a sentir como mi refugio. Lejos de Aiden, lejos de la guerra, lejos de mi pasado. Pero la paz que busqué nunca fue completa. Siempre estuvo incompleta. Siempre supe, en lo más profundo, que no podría escapar para siempre.Aquí, en este lugar remoto, intenté esconderme de todo. De mis recuerdos, de mi destino, y sobre todo, de él. Pero ahora, mientras me detengo a la orilla del río que bordea el pueblo, no puedo dejar de sentir que el pasado ha venido por mí. El eco del lazo que compartimos es más fuerte hoy, más tangible. Mis manos tiemblan levemente mientras froto mis brazos, buscando calidez. Pero no es el frío lo que me afecta. Es la idea de volver. La idea de enfrentar a Aiden.El mensajero llegó hace solo unos días, trayendo noticias de Silver Creek. Noticias de una guerra inminente, de un conflicto que crece cada día más. Pero lo que más me perturbó
Narrado por AidenEl aire en Silver Creek tenía un peso distinto aquella noche. La luna llena brillaba sobre los árboles, pero no sentía su fuerza en mi piel como antes. Mis sentidos estaban adormecidos por el dolor y la incertidumbre. Sin Anya, todo había perdido su color. Ella era mi Luna, mi ancla, y sin ella, aunque intentara mantener la fachada de un Alfa fuerte, sabía que todo se estaba desmoronando.Mientras caminaba hacia el campamento, los susurros del viento traían recuerdos que me atormentaban. La última vez que vi a Anya, nuestras palabras habían sido duras, llenas de resentimiento. Mi frustración la había empujado lejos, y mi orgullo la había dejado ir. Desde entonces, me maldigo cada día por no haber corrido tras ella. Su ausencia me estaba matando lentamente, y con cada día que pasaba, la manada lo sentía. Los lazos entre nosotros, una vez tan firmes, ahora parecían frágiles, tensados al máximo.Hoy, sin embargo, algo era diferente. Una chispa de esperanza había surgido
Narrado por AnyaEl aire en Silver Creek era fresco, cargado de un olor a tierra húmeda y pinos, un recordatorio de todo lo que había dejado atrás. A medida que me acercaba, la familiaridad del paisaje me envolvía, pero en lugar de la calidez que una vez había sentido, me invadía una fría sensación de desasosiego. La manada había sido mi hogar, un lugar donde pertenecía, pero ahora parecía distante, como un sueño que se desvanecía al despertar.El camino serpenteante se extendía frente a mí, cubierto de hojas caídas que crujían bajo mis pies. Las sombras de los árboles se alargaban con el sol bajo, y aunque la belleza del entorno era indiscutible, mi corazón estaba dividido. Había tomado la decisión de regresar por el bienestar de la manada, al menos eso me decía a mí misma, pero el resentimiento hacia Aiden me consumía como una llama. Las palabras hirientes de nuestra última discusión resonaban en mi mente como un eco constante, recordándome el dolor que había sufrido.Al llegar al c
Narrado por AidenLa luna llena se alzaba sobre Silver Creek, proyectando una luz fría que parecía penetrar hasta el alma. Esa misma luna que en otro tiempo había sido testigo de momentos de fuerza y unión en la manada, ahora parecía un recordatorio constante de lo que había perdido. La ausencia de Anya se sentía como una herida abierta que nunca terminaba de cicatrizar, y cada día que pasaba sin ella, esa herida se hacía más profunda.Los árboles, ennegrecidos por la oscuridad, se alzaban como sombras amenazantes a mi alrededor mientras recorría el límite de nuestro territorio. Había una tensión palpable en el aire, como si incluso la naturaleza supiera que algo estaba a punto de romperse. Jax, el Alfa de la manada rival, había estado incrementando su presión, y nuestros recursos comenzaban a agotarse. Sabía que tenía que actuar rápido, pero la constante sombra de Anya dificultaba mi enfoque.Marcus, mi beta y mano derecha, se acercó a mi lado en silencio. Había estado conmigo desde
Narrado por AnyaEl frío de la mañana en Silver Creek me despertó antes del amanecer, envolviendo mi cuerpo en un manto helado que contrastaba con el calor del lugar que una vez había sido mi hogar. Habían pasado días desde que regresé a la aldea, y aunque todo aquí parecía igual, yo sabía que nada lo era. El peso de las decisiones no tomadas y de las palabras no dichas se acumulaba sobre mí, volviéndose insoportable. Mi conexión con Aiden, ese lazo que alguna vez fue tan fuerte y que me había mantenido atada a él en cuerpo y alma, ahora parecía un eco distante, un murmullo apenas audible en la vastedad de mi mente.Caminé hacia el bosque, siguiendo un sendero que solía recorrer cuando necesitaba estar sola, cuando las responsabilidades de ser la Luna de la manada se volvían demasiado abrumadoras. Aquí, entre los árboles, podía escuchar mis propios pensamientos, aunque últimamente eran más confusos que nunca. Cada paso crujía bajo mis pies, el sonido amplificado en la quietud del aman
Narrado por AidenEl sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte, bañando el paisaje de Silver Creek en un resplandor dorado, cuando me encontré de pie en la cima de la colina que dominaba nuestro territorio. El aire fresco de la mañana llenaba mis pulmones, pero en lugar de ser un bálsamo, sentía como si estuviera inhalando cuchillas. El enfrentamiento con Ethan era inminente, y cada segundo que pasaba me acercaba a una batalla que definiría el destino de mi manada.Desde el día en que Anya se fue, había sentido que algo en mí se había roto, como si el núcleo mismo de mi ser estuviera fragmentado. Sin ella, la seguridad con la que siempre había liderado a mi manada se tambaleaba. Mi espíritu, una vez indomable, ahora estaba plagado de dudas y fantasmas. Los guerreros de Silver Creek, que alguna vez me miraron con total devoción, ahora observaban cada uno de mis movimientos con una mezcla de incertidumbre y temor.Mi mente se desvió hacia Anya, una vez más, como había sucedido ta