Capítulo 6: Sombras del pasado

Narrado por Anya

El aire en esta pequeña aldea siempre ha sido diferente. Aquí, las montañas parecen estar más cerca del cielo, y los días transcurren como si el tiempo no tuviera prisa en alcanzarlos. Los habitantes viven con una calma que he envidiado desde que llegué, buscando refugio. Intentando huir.

Pero la paz externa no es capaz de sofocar las tormentas internas. Mi pasado me persigue, y no importa cuán lejos me aleje de Silver Creek, de Aiden, no puedo escapar de las sombras que me atan a él.

Aiden. El nombre duele, pero sigue siendo familiar. Como un viejo eco que no desaparece. Me había prometido a mí misma que dejaría atrás todo lo que él representaba. El dolor, la traición, el resentimiento. Pero el peso de nuestra conexión, el vínculo que compartimos, es más fuerte de lo que jamás imaginé. Ser su Luna no fue solo un título; fue la promesa de una vida que nunca pensé que tendría, hasta que él la destruyó con unas pocas palabras llenas de ira.

Estoy sentada junto a la ventana de la pequeña cabaña que ahora llamo hogar. El sol está comenzando a bajar, tiñendo el cielo de tonos naranjas y violetas. Es hermoso, y a veces, me pregunto si podría quedarme aquí para siempre, vivir una vida sencilla, lejos de la guerra de territorios, de la política de manadas, de él. Sin embargo, en el fondo sé que es una mentira. Por más que lo intente, él siempre está conmigo. El vínculo no se rompe solo porque yo lo deseo. Es más profundo que el simple resentimiento. Es parte de lo que soy.

Pero Aiden no es todo lo que soy.

Mi vida antes de él era diferente. Simple, sí, pero también fuerte, libre. Era solo una loba entre muchos otros, pero me destacaba por mi independencia, mi capacidad para ser quien quería ser, sin rendir cuentas a nadie. Hasta que lo conocí.

Los recuerdos del pasado fluyen como una marea inevitable, arrastrándome hacia atrás. Recuerdo cuando éramos jóvenes, antes de que nuestras vidas se entrelazaran en la complejidad de ser Alfa y Luna. Había una libertad en mí, una alegría que a veces parece tan distante que casi no la reconozco. Era fuerte, sí, pero también vulnerable, aunque me negaba a admitirlo.

Recuerdo el primer momento en que supe que él sería mi Alfa. Fue en una reunión de manadas, una de esas ceremonias destinadas a reafirmar alianzas y mostrar poder. Yo lo había visto antes, desde lejos, pero nunca habíamos hablado. Aiden era imponente incluso entonces. Un lobo joven, pero ya fuerte, con un aire de autoridad que hacía que cualquiera que lo mirara supiera quién era el líder. Su pelo oscuro y ojos penetrantes lo distinguían, pero era su energía, esa fuerza inquebrantable, lo que me atraía sin que pudiera evitarlo.

Fue en esa reunión que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, y algo en mí cambió para siempre. Supe, en ese momento, que estábamos destinados. El vínculo se sintió instantáneo, como una chispa en la oscuridad. Pero en lugar de alegría, lo que sentí fue miedo. Miedo a perderme a mí misma, a perder la libertad que tanto valoraba.

Y, en muchos sentidos, eso es exactamente lo que ocurrió. Mi vida, desde ese momento, se definió por él. Por ser su Luna, su compañera. Y aunque hubo momentos en que me sentí más fuerte junto a él, también hubo otros en los que sentí que me desmoronaba lentamente, pieza por pieza.

Uno de esos momentos fue nuestra última pelea. Una discusión estúpida, realmente, pero llena de resentimientos acumulados durante meses, quizás años. Las palabras de Aiden eran filosas, cada una como una puñalada que encontraba su camino a mi corazón. Me acusaba de ser distante, de no entender las presiones de ser Alfa. Y yo, en mi enojo, lo acusaba de ser arrogante, de no valorar lo que significaba ser su Luna. Ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder, a dar el brazo a torcer.

Recuerdo la mirada en sus ojos cuando finalmente exploté. Dolor, sí, pero también una furia fría. Él era un Alfa acostumbrado a tener el control, y cuando lo perdía, se volvía destructivo. Pero lo que más me hirió fue su desprecio. Esa única frase que lanzó al final, cargada de veneno:

—Si no puedes soportar el peso de ser mi Luna, entonces no sé para qué sigues aquí.

Esa fue la gota que colmó el vaso. Me fui esa misma noche, huyendo bajo la protección de la oscuridad, tratando de escapar no solo de él, sino de lo que yo misma me había convertido.

Mis pensamientos vuelven al presente mientras el sol se oculta tras las montañas. Me he escondido aquí, en esta aldea remota, tratando de reconstruirme lejos del caos de la manada, lejos de él. Pero no puedo escapar de mí misma. Los recuerdos me asfixian, y el vínculo sigue ahí, vivo, palpitante, recordándome que no puedo simplemente borrarlo de mi vida.

El problema es que no sé qué hacer. Una parte de mí quiere olvidarlo todo, empezar de nuevo sin mirar atrás. Pero otra parte... la parte de mí que todavía es su Luna, sigue aferrándose al recuerdo de lo que éramos, a la esperanza de que tal vez... solo tal vez... las cosas podrían ser diferentes.

Y entonces, como si el destino estuviera jugando una broma cruel, los rumores llegan a mí. En esta aldea tranquila y apartada, donde pensé que estaría a salvo de las noticias de Silver Creek, me entero de que Aiden me está buscando. Ha estado preguntando por mí, rastreando cada pista que pueda encontrar. ¿Por qué ahora? ¿Es la culpa la que lo impulsa, o el miedo de haberme perdido para siempre?

Mi corazón se acelera con la noticia. No quiero que me encuentre. No estoy lista para enfrentar todo lo que dejamos atrás. Pero al mismo tiempo, la idea de que él esté dispuesto a cruzar cualquier frontera por mí despierta algo profundo dentro de mí, una llama que creía extinguida.

Y luego está el rumor de la guerra. Los enfrentamientos entre manadas. El territorio de Silver Creek está siendo atacado, y su liderazgo se está poniendo a prueba. ¿Puede Aiden realmente mantener todo en pie sin mí? ¿Debería importarme, siquiera?

Cierro los ojos y respiro hondo, tratando de calmar el torbellino de emociones dentro de mí. Tengo que tomar una decisión. Puedo seguir escondiéndome aquí, vivir una vida de tranquilidad mientras mi pasado se desmorona en la distancia. O puedo enfrentar lo que dejé atrás, confrontar a Aiden y todo lo que él significa.

Las sombras del pasado siempre han estado conmigo, pero tal vez... tal vez es hora de enfrentarlas.

Mientras la noche envuelve la aldea, una cosa es clara: No puedo huir para siempre.

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