Narrado por Aiden
La noche me envuelve como un manto frío y opresivo. El viento silba entre los árboles de Silver Creek, y cada paso que doy sobre el suelo húmedo parece más pesado que el anterior. Mis pensamientos no me dan tregua; cada recuerdo de aquella m*****a discusión con Anya sigue repitiéndose en mi mente, una y otra vez, como un eco maldito. La oscuridad del bosque refleja el abismo en el que he caído desde que se fue.
«¿Cómo permití que ocurriera?»
La pregunta se agarra a mí como una garra. Me destroza el alma. Todo comenzó como un desacuerdo trivial, algo que podría haber manejado mejor. Pero mis palabras, tan cargadas de rabia y frustración, la hicieron huir. Ella, mi Luna. La mujer que debería haber protegido por encima de todo, la herí tan profundamente que ya no pude alcanzarla cuando salió por esa puerta.
Recuerdo cada palabra que le grité.
— ¡No puedes entender lo que significa estar al frente de la manada! ¡Todo recae sobre mí!
Las palabras se sintieron justas en ese momento, cargadas de presión y responsabilidad. Pero ahora, sabiendo que la he perdido, esas mismas palabras parecen veneno. No la estaba culpando, pero ella lo sintió así. Y cuando vi la expresión en su rostro… ese dolor reflejado en sus ojos… supe que había cruzado una línea de la que no habría vuelta atrás.
Mis pies me llevan más lejos de la manada, hacia el claro donde solíamos encontrarnos. La luna llena ilumina el cielo, pero no siento nada más que vacío. Este lugar, donde antes éramos felices, ahora es solo un recordatorio del desastre que he causado. Me detengo en medio del claro, mirando al cielo, buscando respuestas en la luz pálida de la luna.
«¿Dónde estás, Anya?»
El silencio me responde, burlándose de mi desesperación.
Mi pecho se siente como si una mano invisible lo apretara, sofocando cada respiración. El dolor no es físico, pero se siente como si lo fuera. Cada rincón de este maldito bosque me recuerda a ella, a su risa, a la manera en que sus ojos brillaban cuando me miraba con amor. Ahora, solo quedan sombras, recuerdos que no hacen más que atormentarme.
La culpa me consume. La discusión no fue más que una gota en un océano de problemas. Yo sabía que ella estaba luchando, que su lugar en la manada la había agotado. Pero, en mi ceguera, solo pensé en mí. Pensé en la responsabilidad que cargaba, en las expectativas de mi manada, en el maldito conflicto con la otra manada que amenazaba con destruirlo todo. Y la empujé. En lugar de acercarme a ella, en lugar de apoyarla, la empujé lejos.
«¿Cómo pude ser tan estúpido?»
Debería haberla buscado en ese mismo instante, haberla seguido antes de que desapareciera. Pero no lo hice. No me atreví. Quizás parte de mí no quería enfrentar lo que realmente significaban mis palabras. Tal vez tenía miedo de que ya no me quisiera, de que lo que teníamos estuviera roto más allá de la reparación.
Y ahora, aquí estoy, vagando por la oscuridad, buscando un rastro que quizás nunca encuentre. No sé dónde está, y la incertidumbre me está matando. ¿Está bien? Esa pregunta es la que más me atormenta. La idea de que esté herida, sola, me carcome por dentro. He enviado a los mejores rastreadores, he recorrido cada centímetro de Silver Creek, pero ella se ha ido. No sé a dónde. No sé si alguna vez volveré a verla.
Me dejo caer sobre una roca cubierta de musgo y cierro los ojos, intentando respirar profundamente. El aire frío llena mis pulmones, pero no hace nada por apaciguar el caos en mi interior. Los recuerdos de esa noche vuelven a invadirme, imágenes de su rostro mientras me gritaba con lágrimas en los ojos.
— ¿De verdad piensas que esto es fácil para mí? —su voz se resgo —¿Que no estoy luchando por nosotros?
Dioses, cómo me odio por lo que le respondí.
— ¡No necesito que luches por mí, Anya! ¡Sólo necesito que no te metas en mi camino!
En ese momento, estaba cegado por la furia, por la presión de liderar una manada bajo amenaza. Pero lo que realmente quería decir era que la necesitaba más que a nada en este mundo. Y ella se fue antes de que pudiera decírselo.
Maldigo mi silencio. Maldigo mi orgullo.
No sé cuánto tiempo he pasado aquí, bajo la luz de la luna, pero parece una eternidad. El bosque sigue en calma, ajeno a mi tormento. Siento que estoy atrapado, congelado en este momento, incapaz de avanzar o retroceder. Sólo quiero volver a verla. Necesito verla. No para suplicarle perdón, aunque lo haré, sin dudarlo. Necesito saber que está bien. Que no he arruinado todo.
Pero, ¿y si ya es demasiado tarde?
La duda me persigue, como un lobo hambriento acechando en la sombra. ¿Y si nunca me perdona? ¿Si nunca vuelve?
No puedo permitirme pensar en eso, pero el pensamiento se clava en mí como un cuchillo. No puedo dejar que todo lo que construimos se desmorone. No puedo perderla. No de esta manera.
Me levanto con dificultad, mi cuerpo pesado, pero mi resolución más firme. Aunque no sé dónde está, aunque no sé si alguna vez podré reparar el daño que hice, no puedo dejar de buscarla. No puedo rendirme.
Respiro hondo, dejando que el frío aire nocturno me devuelva algo de claridad. Debo encontrarla. Y cuando lo haga, cuando la vea de nuevo, le diré lo que nunca pude decirle. Le diré cuánto lamento haberla lastimado, cuánto la necesito. Le diré que, sin ella, todo lo que soy no tiene sentido.
La luna brilla sobre mí, pero no siento su luz. Sólo hay sombras en mi corazón. Pero aún así, avanzo. Porque, aunque esté perdido, la búsqueda de Anya es la única cosa que me mantiene en pie.
El aire aquí es diferente, más puro, más ligero. Casi como si con cada respiración pudiera purgar el peso que he estado cargando desde que me fui. Pero no es tan simple. No lo es, porque a pesar de lo idílico que es este lugar, a pesar de la serenidad que parece envolverlo todo, las sombras de mi pasado siguen persiguiéndome, siguen enredadas en mi piel como una segunda capa imposible de arrancar.Estoy en una pequeña aldea, alejada de todo lo que alguna vez conocí. Es un refugio, un intento desesperado de encontrar la paz que tanto anhelo. Un intento de escapar de él... de Aiden.Los aldeanos aquí no saben nada de lo que soy. Para ellos, solo soy una extraña que apareció una mañana fría y silenciosa, buscando asilo. Les dije que me llamaba Anya, pero omití el título que me define más de lo que quiero admitir: Luna. Ellos no entenderían. En este lugar, no hay manadas, ni Alfas, ni Lunas. Solo hay gente común, que vive una vida simple, sin las complejidades y las guerras que dominan el
Narrado por AidenEl aire de la mañana está cargado de tensión. Se siente en cada rincón del territorio de Silver Creek. El cielo gris, el viento que susurra entre los árboles, todo parece augurar una tormenta. No solo en el clima, sino también en lo que se avecina. Lo puedo sentir en mis huesos.Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el paisaje mientras mi mente está lejos de aquí. Siempre lo está. Siempre está con ella.Anya.La culpa ha sido mi única compañera desde el día que desapareció. Cada minuto que pasa, cada segundo que respiro sin ella a mi lado es como un recordatorio punzante de mi fracaso. Mis palabras la alejaron, y mi orgullo me impidió detenerla antes de que fuera demasiado tarde. Ahora, mi manada está fragmentada, y yo no soy el Alfa que debería ser. No sin ella.Pero el lujo de lamentarme ha llegado a su fin.—Aiden —la voz de Marcus, mi beta, rompe el silencio, trayéndome de vuelta a la realidad. No hace falta que diga más. Su expresión lo dice todo.
Narrado por AnyaLas noches en la aldea son distintas. Hay algo en la quietud que parece intentar apaciguar el caos dentro de mí, pero no lo logra. Nunca lo hace. La serenidad del lugar, el aire limpio y el silencio, no pueden acallar las voces que llevo dentro. La aldea es mi refugio, sí, pero también es mi cárcel. Un lugar donde vine a esconderme del dolor, y sin embargo, sigo atrapada en él.Es extraño cómo el destino juega sus cartas. Hace solo unos meses, la vida que conocía desapareció. Todo lo que pensé que tenía bajo control, todo lo que creía saber sobre mí misma, se desmoronó en un instante. Unas palabras. Solo eso bastó para romperme.Aiden.No puedo decir que lo he olvidado, aunque lo he intentado. Lo intenté durante semanas, durante noches interminables en las que cerraba los ojos y rogaba por no soñar con él. Pero el vínculo que compartimos no es algo que simplemente se pueda borrar. La conexión entre un Alfa y su Luna es poderosa, casi insoportable. Se siente en la piel
Narrado por AidenEl aire en el campamento es pesado, saturado de la tensión que no necesita palabras para hacerse evidente. Mis guerreros se mueven en silencio, pero el eco de la incertidumbre retumba en sus pasos. Puedo sentirlo en la forma en que evitan mi mirada, en cómo sus hombros caen ligeramente cuando creen que no los observo. La manada está tambaleando, y sé que gran parte de eso es culpa mía.No soy el Alfa que solía ser. No puedo serlo. No sin ella.Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el horizonte. La tierra que he protegido durante años parece más ajena ahora, como si cada roca y árbol me recordara la ausencia de Anya. Mis manos, que alguna vez fueron capaces de desmembrar a cualquier enemigo que se atreviera a amenazar nuestro territorio, ahora se sienten vacías. El vínculo entre un Alfa y su Luna no es algo que cualquiera pueda entender. Es una conexión que fortalece no solo a la pareja, sino a toda la manada. Y sin ella, no estoy completo.Mi mente reg
Narrado por AnyaEl aire en esta pequeña aldea siempre ha sido diferente. Aquí, las montañas parecen estar más cerca del cielo, y los días transcurren como si el tiempo no tuviera prisa en alcanzarlos. Los habitantes viven con una calma que he envidiado desde que llegué, buscando refugio. Intentando huir.Pero la paz externa no es capaz de sofocar las tormentas internas. Mi pasado me persigue, y no importa cuán lejos me aleje de Silver Creek, de Aiden, no puedo escapar de las sombras que me atan a él.Aiden. El nombre duele, pero sigue siendo familiar. Como un viejo eco que no desaparece. Me había prometido a mí misma que dejaría atrás todo lo que él representaba. El dolor, la traición, el resentimiento. Pero el peso de nuestra conexión, el vínculo que compartimos, es más fuerte de lo que jamás imaginé. Ser su Luna no fue solo un título; fue la promesa de una vida que nunca pensé que tendría, hasta que él la destruyó con unas pocas palabras llenas de ira.Estoy sentada junto a la vent
Narrado por Aiden El viento de las montañas me trae su recuerdo. No es el aroma exacto, pero hay algo en el aire que me recuerda a ella. A su esencia. Anya. Mi Luna. Mi todo. A veces, me pregunto si estoy volviéndome loco, si el dolor de su ausencia es tan profundo que mi mente empieza a crear fantasmas donde no los hay. Pero no. No puedo dudar del vínculo que compartimos, aunque ahora parezca desvanecido, apenas un eco lejano de lo que alguna vez fue.Me paro en lo alto de la colina que da vista al territorio de Silver Creek. Desde aquí, puedo ver los bordes de nuestras tierras, vigiladas con esmero, pero cada vez más acosadas por las manadas rivales. La amenaza de guerra ha crecido. El Alfa de la manada del sur, Jax, siempre ha sido ambicioso, y la ausencia de Anya no ha hecho más que darle una oportunidad para atacarnos. Sabe que estamos vulnerables.La falta de mi Luna me debilita. Los Alfas lo saben. Y ahora, mis guerreros comienzan a dudar. He notado cómo me miran de reojo en l
Narrado por AnyaEl sonido del viento silbando entre los árboles me despierta. Me giro en la cama, abrazando la manta que apenas me protege del frío de esta pequeña cabaña. La aldea es tranquila, demasiado tranquila. A veces pienso que la paz que buscaba al huir de Silver Creek fue un espejismo, una mentira que me conté para evitar enfrentar la realidad de lo que dejé atrás.Aquí, en este remoto rincón del mundo, la vida es simple. Las montañas son imponentes, el bosque siempre verde y lleno de vida. Pero yo... estoy atrapada. Tantas veces intenté convencerme de que huir era lo mejor, que alejarme de Aiden era lo correcto. Después de todo, ¿cómo podría volver a confiar en él después de lo que dijo? Las palabras hirientes siguen reverberando en mi mente, como si hubiera ocurrido ayer.Me levanto lentamente y camino hacia la pequeña ventana de la cabaña. Afuera, el sol apenas comienza a asomarse por las montañas. El amanecer aquí es hermoso, un lienzo de colores cálidos que tiñe el ciel
Narrado por AidenEl sol apenas comienza a alzarse sobre el horizonte, pero mi mente lleva horas despierta. El aire es frío, denso, cargado con la promesa de un conflicto que se avecina. La guerra está a nuestras puertas. El rugido de los guerreros en el campamento es un recordatorio constante de que cada minuto cuenta, que cada decisión puede significar la vida o la muerte para los nuestros. Pero dentro de mí, todo está en caos.Me quedo mirando el mapa extendido frente a mí, pero los límites del territorio de Silver Creek parecen un enredo confuso. Las marcas de los ataques recientes de la manada de Ethan están claramente dibujadas en rojo, cada punto más cercano a nuestras fronteras. Mis manos se aferran a los bordes del mapa, y siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo.¿Cómo hemos llegado a esto?Las noches son cada vez más largas y vacías sin ella. Anya. Su nombre cruza mi mente y, como un veneno, me debilita. El lazo que compartimos, ese que solía fortalecerme, ahora es una