Narrado por Aiden
El aire de la mañana está cargado de tensión. Se siente en cada rincón del territorio de Silver Creek. El cielo gris, el viento que susurra entre los árboles, todo parece augurar una tormenta. No solo en el clima, sino también en lo que se avecina. Lo puedo sentir en mis huesos.
Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el paisaje mientras mi mente está lejos de aquí. Siempre lo está. Siempre está con ella.
Anya.
La culpa ha sido mi única compañera desde el día que desapareció. Cada minuto que pasa, cada segundo que respiro sin ella a mi lado es como un recordatorio punzante de mi fracaso. Mis palabras la alejaron, y mi orgullo me impidió detenerla antes de que fuera demasiado tarde. Ahora, mi manada está fragmentada, y yo no soy el Alfa que debería ser. No sin ella.
Pero el lujo de lamentarme ha llegado a su fin.
—Aiden —la voz de Marcus, mi beta, rompe el silencio, trayéndome de vuelta a la realidad. No hace falta que diga más. Su expresión lo dice todo. Lo que habíamos estado temiendo finalmente ha ocurrido.
Me doy la vuelta lentamente, sin dejar que mi rostro revele demasiado. Mi manada necesita fuerza, liderazgo, y no puedo permitirme mostrar debilidad, no cuando ya he dejado tantas grietas a la vista. Pero incluso en mi intento de parecer firme, puedo sentir el peso de la incertidumbre en mis hombros. Anya debería estar aquí. Ella siempre sabía cómo equilibrar la tempestad dentro de mí.
—¿Qué noticias tienes? —pregunto, mi voz más firme de lo que me siento por dentro.
Marcus avanza, su postura rígida y su rostro sombrío. Él sabe, al igual que yo, lo que esto significa. El Alfa de la manada rival ha estado esperando este momento, esperando mi caída. Mi ausencia mental, mi falta de enfoque, todo es evidente. Y ahora, quieren aprovecharse de ello.
—Los lobos de la manada de Blackwood han sido vistos en nuestras fronteras —informa Marcus, cruzando los brazos—. Han estado moviéndose sigilosamente, pero su presencia es evidente. Parece que están buscando una oportunidad para atacar.
Blackwood. Jax. Su nombre me atraviesa como una espina. Sabía que él estaría esperando el momento perfecto para hacer su jugada. Y qué mejor oportunidad que ahora, cuando estoy debilitado. Sin mi Luna, el equilibrio de poder en mi manada ha tambaleado, y Jax es lo suficientemente astuto como para darse cuenta de eso. Ha estado olfateando alrededor de nuestras fronteras, esperando cualquier señal de debilidad.
Mi mandíbula se tensa, y mis manos se cierran en puños a los costados. Los recuerdos de nuestras antiguas rivalidades resurgen, y mi sangre hierve. No solo es la amenaza que representa Jax; es el hecho de que él sabe lo que significa que Anya no esté a mi lado. La ausencia de mi Luna no es solo un vacío emocional, es una vulnerabilidad que podría costarnos todo.
—¿Cuántos son? —pregunto, mi voz baja pero cargada de tensión.
—Alrededor de una docena, según nuestros exploradores —responde Marcus—. No han cruzado la frontera todavía, pero están acechando demasiado cerca como para ignorarlo. Están buscando un enfrentamiento, eso está claro.
Me quedo en silencio por un momento, procesando la información. Doce lobos en nuestras fronteras no es una amenaza que pueda tomarse a la ligera. Jax no es estúpido. Nunca lo ha sido. Si está moviendo a sus lobos de esa manera, significa que está preparando algo más grande, algo que va más allá de simples escaramuzas territoriales.
Pero también sé que no puedo permitirme dar el primer golpe. No en este estado.
—Dile a los exploradores que mantengan su distancia —ordeno, girándome hacia Marcus—. No quiero provocaciones. Si cruzan la frontera, responderemos, pero no vamos a iniciar una guerra... aún.
Marcus asiente, aunque puedo ver la preocupación en sus ojos. La tensión entre nuestras manadas ha estado aumentando durante meses, y la desaparición de Anya ha puesto todo en un delicado equilibrio. Una chispa más, y todo esto podría explotar en un conflicto que no estamos preparados para enfrentar. No mientras yo siga con la cabeza en otra parte.
Una parte de mí, la parte que aún se aferra a la culpa, se pregunta si esto es exactamente lo que Jax quiere. Si sabe que, al presionarme, logrará que cometa errores. Sin Anya aquí, no soy el Alfa que debería ser.
Pero no puedo permitirme pensar así. No ahora.
—Hay algo más —agrega Marcus, interrumpiendo mis pensamientos. Su tono sugiere que no va a ser una buena noticia.
—¿Qué es? —pregunto con un suspiro contenido.
—Los rumores sobre tu búsqueda de Anya han llegado a Blackwood. Jax lo sabe. Y está usando eso en tu contra.
El peso de sus palabras cae sobre mí como un yunque. Por supuesto que lo sabe. El hecho de que he estado más enfocado en encontrarla que en liderar mi manada no es un secreto para nadie. Y Jax es lo suficientemente manipulador como para usar eso a su favor. Este es el momento que ha estado esperando.
—Ese maldito bastardo —gruño entre dientes, la ira quemando en mi pecho.
Jax ha estado al acecho, esperando cualquier señal de debilidad. Y con Anya desaparecida, he estado más débil de lo que jamás quise admitir. El vínculo entre un Alfa y su Luna no es solo simbólico. Nos fortalece, nos mantiene enfocados. Sin ella, es como si una parte de mí estuviera perdida.
Pero no puedo permitirme perder el control. Jax quiere que reaccione impulsivamente, que cometa un error. No le daré ese placer. No esta vez.
—Quiero que nuestros guerreros estén listos, pero no quiero que hagan movimientos precipitados —digo, manteniendo mi voz baja pero firme—. Vamos a observar y esperar. Si cruzan la línea, responderemos con fuerza, pero hasta entonces, no quiero provocaciones.
Marcus asiente, aunque sé que está tan tenso como yo. Ambos entendemos que estamos caminando sobre una cuerda floja, y cualquier movimiento en falso podría resultar en una guerra total. Pero tampoco puedo mostrar debilidad. No ahora, no frente a Jax, y ciertamente no frente a mi propia manada.
—Y una cosa más —agrego, deteniéndome un momento para asegurarme de que mis palabras queden claras—. No quiero que la búsqueda de Anya se detenga. Quiero que sigan rastreando cada pista, cada rumor. No importa lo pequeño que sea.
El silencio que sigue a mis palabras es pesado, lleno de la incomodidad que ambos sabemos que conlleva. Buscar a Anya y proteger el territorio al mismo tiempo es una tarea monumental, y lo estoy pidiendo a pesar de saber que pone a todos en riesgo.
—Lo haremos, Aiden —responde Marcus después de unos segundos—. Pero debes saber que la manada... la manada necesita verte fuerte. No podemos permitirnos que te sigan viendo distraído.
Asiento, aunque sus palabras me golpean como un puño. Sé que está en lo cierto. Y sin embargo, no puedo alejarme de esta búsqueda. No cuando sé que Anya está ahí afuera, en algún lugar, quizás tan perdida como yo me siento.
—Lo sé —susurro, más para mí que para él.
Marcus sale de la habitación, dejándome solo con mis pensamientos. Miro por la ventana una vez más, hacia el bosque que rodea nuestro territorio. Las sombras de guerra ya están sobre nosotros, pero la verdadera batalla es la que tengo dentro de mí.
Sin Anya, no soy el Alfa que mi manada necesita. Pero si no la encuentro pronto, la guerra que se avecina será el menor de nuestros problemas.
Narrado por AnyaLas noches en la aldea son distintas. Hay algo en la quietud que parece intentar apaciguar el caos dentro de mí, pero no lo logra. Nunca lo hace. La serenidad del lugar, el aire limpio y el silencio, no pueden acallar las voces que llevo dentro. La aldea es mi refugio, sí, pero también es mi cárcel. Un lugar donde vine a esconderme del dolor, y sin embargo, sigo atrapada en él.Es extraño cómo el destino juega sus cartas. Hace solo unos meses, la vida que conocía desapareció. Todo lo que pensé que tenía bajo control, todo lo que creía saber sobre mí misma, se desmoronó en un instante. Unas palabras. Solo eso bastó para romperme.Aiden.No puedo decir que lo he olvidado, aunque lo he intentado. Lo intenté durante semanas, durante noches interminables en las que cerraba los ojos y rogaba por no soñar con él. Pero el vínculo que compartimos no es algo que simplemente se pueda borrar. La conexión entre un Alfa y su Luna es poderosa, casi insoportable. Se siente en la piel
Narrado por AidenEl aire en el campamento es pesado, saturado de la tensión que no necesita palabras para hacerse evidente. Mis guerreros se mueven en silencio, pero el eco de la incertidumbre retumba en sus pasos. Puedo sentirlo en la forma en que evitan mi mirada, en cómo sus hombros caen ligeramente cuando creen que no los observo. La manada está tambaleando, y sé que gran parte de eso es culpa mía.No soy el Alfa que solía ser. No puedo serlo. No sin ella.Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el horizonte. La tierra que he protegido durante años parece más ajena ahora, como si cada roca y árbol me recordara la ausencia de Anya. Mis manos, que alguna vez fueron capaces de desmembrar a cualquier enemigo que se atreviera a amenazar nuestro territorio, ahora se sienten vacías. El vínculo entre un Alfa y su Luna no es algo que cualquiera pueda entender. Es una conexión que fortalece no solo a la pareja, sino a toda la manada. Y sin ella, no estoy completo.Mi mente reg
Narrado por AnyaEl aire en esta pequeña aldea siempre ha sido diferente. Aquí, las montañas parecen estar más cerca del cielo, y los días transcurren como si el tiempo no tuviera prisa en alcanzarlos. Los habitantes viven con una calma que he envidiado desde que llegué, buscando refugio. Intentando huir.Pero la paz externa no es capaz de sofocar las tormentas internas. Mi pasado me persigue, y no importa cuán lejos me aleje de Silver Creek, de Aiden, no puedo escapar de las sombras que me atan a él.Aiden. El nombre duele, pero sigue siendo familiar. Como un viejo eco que no desaparece. Me había prometido a mí misma que dejaría atrás todo lo que él representaba. El dolor, la traición, el resentimiento. Pero el peso de nuestra conexión, el vínculo que compartimos, es más fuerte de lo que jamás imaginé. Ser su Luna no fue solo un título; fue la promesa de una vida que nunca pensé que tendría, hasta que él la destruyó con unas pocas palabras llenas de ira.Estoy sentada junto a la vent
Narrado por Aiden El viento de las montañas me trae su recuerdo. No es el aroma exacto, pero hay algo en el aire que me recuerda a ella. A su esencia. Anya. Mi Luna. Mi todo. A veces, me pregunto si estoy volviéndome loco, si el dolor de su ausencia es tan profundo que mi mente empieza a crear fantasmas donde no los hay. Pero no. No puedo dudar del vínculo que compartimos, aunque ahora parezca desvanecido, apenas un eco lejano de lo que alguna vez fue.Me paro en lo alto de la colina que da vista al territorio de Silver Creek. Desde aquí, puedo ver los bordes de nuestras tierras, vigiladas con esmero, pero cada vez más acosadas por las manadas rivales. La amenaza de guerra ha crecido. El Alfa de la manada del sur, Jax, siempre ha sido ambicioso, y la ausencia de Anya no ha hecho más que darle una oportunidad para atacarnos. Sabe que estamos vulnerables.La falta de mi Luna me debilita. Los Alfas lo saben. Y ahora, mis guerreros comienzan a dudar. He notado cómo me miran de reojo en l
Narrado por AnyaEl sonido del viento silbando entre los árboles me despierta. Me giro en la cama, abrazando la manta que apenas me protege del frío de esta pequeña cabaña. La aldea es tranquila, demasiado tranquila. A veces pienso que la paz que buscaba al huir de Silver Creek fue un espejismo, una mentira que me conté para evitar enfrentar la realidad de lo que dejé atrás.Aquí, en este remoto rincón del mundo, la vida es simple. Las montañas son imponentes, el bosque siempre verde y lleno de vida. Pero yo... estoy atrapada. Tantas veces intenté convencerme de que huir era lo mejor, que alejarme de Aiden era lo correcto. Después de todo, ¿cómo podría volver a confiar en él después de lo que dijo? Las palabras hirientes siguen reverberando en mi mente, como si hubiera ocurrido ayer.Me levanto lentamente y camino hacia la pequeña ventana de la cabaña. Afuera, el sol apenas comienza a asomarse por las montañas. El amanecer aquí es hermoso, un lienzo de colores cálidos que tiñe el ciel
Narrado por AidenEl sol apenas comienza a alzarse sobre el horizonte, pero mi mente lleva horas despierta. El aire es frío, denso, cargado con la promesa de un conflicto que se avecina. La guerra está a nuestras puertas. El rugido de los guerreros en el campamento es un recordatorio constante de que cada minuto cuenta, que cada decisión puede significar la vida o la muerte para los nuestros. Pero dentro de mí, todo está en caos.Me quedo mirando el mapa extendido frente a mí, pero los límites del territorio de Silver Creek parecen un enredo confuso. Las marcas de los ataques recientes de la manada de Ethan están claramente dibujadas en rojo, cada punto más cercano a nuestras fronteras. Mis manos se aferran a los bordes del mapa, y siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo.¿Cómo hemos llegado a esto?Las noches son cada vez más largas y vacías sin ella. Anya. Su nombre cruza mi mente y, como un veneno, me debilita. El lazo que compartimos, ese que solía fortalecerme, ahora es una
Narrado por AnyaEl viento frío me azota el rostro mientras camino por los senderos de esta aldea que, por un tiempo, había llegado a sentir como mi refugio. Lejos de Aiden, lejos de la guerra, lejos de mi pasado. Pero la paz que busqué nunca fue completa. Siempre estuvo incompleta. Siempre supe, en lo más profundo, que no podría escapar para siempre.Aquí, en este lugar remoto, intenté esconderme de todo. De mis recuerdos, de mi destino, y sobre todo, de él. Pero ahora, mientras me detengo a la orilla del río que bordea el pueblo, no puedo dejar de sentir que el pasado ha venido por mí. El eco del lazo que compartimos es más fuerte hoy, más tangible. Mis manos tiemblan levemente mientras froto mis brazos, buscando calidez. Pero no es el frío lo que me afecta. Es la idea de volver. La idea de enfrentar a Aiden.El mensajero llegó hace solo unos días, trayendo noticias de Silver Creek. Noticias de una guerra inminente, de un conflicto que crece cada día más. Pero lo que más me perturbó
Narrado por AidenEl aire en Silver Creek tenía un peso distinto aquella noche. La luna llena brillaba sobre los árboles, pero no sentía su fuerza en mi piel como antes. Mis sentidos estaban adormecidos por el dolor y la incertidumbre. Sin Anya, todo había perdido su color. Ella era mi Luna, mi ancla, y sin ella, aunque intentara mantener la fachada de un Alfa fuerte, sabía que todo se estaba desmoronando.Mientras caminaba hacia el campamento, los susurros del viento traían recuerdos que me atormentaban. La última vez que vi a Anya, nuestras palabras habían sido duras, llenas de resentimiento. Mi frustración la había empujado lejos, y mi orgullo la había dejado ir. Desde entonces, me maldigo cada día por no haber corrido tras ella. Su ausencia me estaba matando lentamente, y con cada día que pasaba, la manada lo sentía. Los lazos entre nosotros, una vez tan firmes, ahora parecían frágiles, tensados al máximo.Hoy, sin embargo, algo era diferente. Una chispa de esperanza había surgido