El aire aquí es diferente, más puro, más ligero. Casi como si con cada respiración pudiera purgar el peso que he estado cargando desde que me fui. Pero no es tan simple. No lo es, porque a pesar de lo idílico que es este lugar, a pesar de la serenidad que parece envolverlo todo, las sombras de mi pasado siguen persiguiéndome, siguen enredadas en mi piel como una segunda capa imposible de arrancar.
Estoy en una pequeña aldea, alejada de todo lo que alguna vez conocí. Es un refugio, un intento desesperado de encontrar la paz que tanto anhelo. Un intento de escapar de él... de Aiden.
Los aldeanos aquí no saben nada de lo que soy. Para ellos, solo soy una extraña que apareció una mañana fría y silenciosa, buscando asilo. Les dije que me llamaba Anya, pero omití el título que me define más de lo que quiero admitir: Luna. Ellos no entenderían. En este lugar, no hay manadas, ni Alfas, ni Lunas. Solo hay gente común, que vive una vida simple, sin las complejidades y las guerras que dominan el mundo que dejé atrás.
Y eso es lo que más me duele. Aquí, todo parece tan... tranquilo. Tan ajeno al caos que dejé en Silver Creek.
—Anya, ¿puedes ayudarme con estos? —me llama Fiona desde la puerta de la pequeña cabaña en la que me he estado quedando.
Fiona es amable. Una mujer mayor, que vive sola desde que su esposo murió años atrás. Me acogió sin hacer demasiadas preguntas, solo con una mirada que transmitía comprensión. Ella me ofreció un techo, comida, y lo más importante, silencio. No me presiona para hablar de lo que dejé atrás, aunque sé que lo intuye. Hay algo en su mirada, en la manera en que sus ojos me estudian cuando cree que no la veo, que me dice que ella sabe más de lo que aparenta.
Me acerco a ella, tomando el cesto lleno de hierbas que había recolectado en los campos cercanos.
—Claro —respondo con una sonrisa que no llega a mis ojos.
Estoy tratando, de verdad. Intento con todas mis fuerzas dejar atrás el pasado. Pero no importa cuánto lo intente, él sigue ahí. Aiden sigue ahí. Su rostro aparece en mis pensamientos en los momentos más inesperados. A veces, en el silencio de la noche, juro que puedo sentir su presencia, como si me estuviera buscando, como si nuestras almas todavía estuvieran entrelazadas, tirando una de la otra, incapaces de romper el lazo que compartimos.
Recuerdo la última vez que lo vi, la forma en que sus ojos se oscurecieron de rabia, de frustración... de dolor. Las palabras que me lanzó, cada una de ellas cortándome más profundamente de lo que jamás querría admitir. Fue una pelea estúpida, pero las palabras que se dijeron no fueron banales. Cada palabra fue una herida. Y aunque sabía que no lo decía en serio, no podía evitar sentir que algo se había roto en mí en ese momento.
Yo, su Luna, la mujer destinada a estar a su lado, me alejé. Me fui sin mirar atrás. Y ahora... aquí estoy.
—¿Te quedas para la cena? —pregunta Fiona, interrumpiendo mis pensamientos mientras coloca los últimos ingredientes en una olla al fuego.
—No lo sé —digo, tratando de sonar despreocupada, pero la verdad es que no estoy segura de poder soportar una velada más de silencios incómodos. El ruido en mi cabeza es ensordecedor.
El resto del día transcurre con la misma rutina de siempre. Ayudo a Fiona, camino por los campos, trato de perderme en la monotonía del trabajo físico. Pero incluso mientras mis manos se mueven, mi mente sigue vagando, siempre regresando a él. Siempre volviendo a Aiden.
En las noches, la aldea parece aún más silenciosa. Solo el murmullo del viento entre los árboles y el ocasional ulular de un búho rompen la quietud. A veces, cierro los ojos y finjo que soy otra persona, que nunca fui parte de una manada, que nunca conocí a Aiden, que nunca fui su Luna. Pero esos momentos son breves.
Es imposible olvidar lo que soy. Es imposible olvidar lo que Aiden y yo fuimos.
Los aldeanos hablan poco de lo que ocurre fuera de estos límites. En este lugar remoto, las noticias llegan de vez en cuando, traídas por viajeros que pasan y comercian. Pero yo no me acerco a ellos. No quiero saber. No quiero escuchar rumores sobre lo que está sucediendo en Silver Creek. No quiero saber si Aiden me ha olvidado.
Y sin embargo, cada vez que escucho a alguien mencionar algo de fuera, una pequeña chispa de esperanza se enciende en mí. ¿Estará buscándome? A veces me pregunto si él también siente esta conexión, si el vínculo entre Alfa y Luna sigue tirando de él como lo hace conmigo.
No quiero regresar, pero tampoco puedo evitar preguntarme si hay algo por lo que volver.
Esa noche, mientras me acuesto en la pequeña cama que Fiona me ha dado, el viento comienza a aullar más fuerte, como si el mundo mismo estuviera susurrando en mi oído. Me doy la vuelta una y otra vez, incapaz de encontrar el sueño, sintiendo la inquietud crecer dentro de mí.
Y entonces, lo siento. Una punzada en mi pecho.
Me quedo inmóvil, conteniendo el aliento. Es el vínculo. No hay otra manera de describirlo. Esa conexión que siempre está ahí, débil pero presente, se intensifica por un instante. Mi corazón se acelera, y por un segundo, siento a Aiden. Siento su dolor.
Me levanto de la cama, descalza, caminando hacia la ventana que da al campo. El cielo está despejado, y las estrellas parecen brillar más de lo normal, como si quisieran decirme algo. Me abrazo a mí misma, como si el frío de la noche pudiera ahuyentar esa sensación.
Pero no lo hace.
Porque por mucho que lo intente, no puedo escapar de lo que soy. No puedo escapar de él.
Al día siguiente, mientras me ocupo de mis tareas, escucho un rumor. Una conversación susurrada entre dos aldeanos que hablan sobre una posible guerra. No presto atención de inmediato, pero cuando escucho el nombre de Silver Creek, mi corazón se detiene.
—Dicen que los lobos de Blackwood se están movilizando —dice uno de los hombres.
Blackwood. Ese nombre me trae una oleada de miedo. Jax. El Alfa de Blackwood siempre fue un enemigo para Aiden, un líder despiadado que haría lo que fuera necesario para debilitar a la manada de Silver Creek. Y ahora que yo no estoy allí…
El hombre sigue hablando, pero ya no lo escucho. Todo lo que puedo pensar es en Aiden, en la manada. En el peligro que enfrentan.
Y en ese momento, lo sé. No puedo seguir huyendo.
El dolor sigue ahí, el resentimiento, la traición. Pero también está la responsabilidad, el lazo que nunca pude cortar. Mi manada me necesita.
Aiden me necesita.
Y aunque mi corazón está dividido, sé que mi tiempo aquí, en este pequeño refugio, ha llegado a su fin.
Narrado por AidenEl aire de la mañana está cargado de tensión. Se siente en cada rincón del territorio de Silver Creek. El cielo gris, el viento que susurra entre los árboles, todo parece augurar una tormenta. No solo en el clima, sino también en lo que se avecina. Lo puedo sentir en mis huesos.Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el paisaje mientras mi mente está lejos de aquí. Siempre lo está. Siempre está con ella.Anya.La culpa ha sido mi única compañera desde el día que desapareció. Cada minuto que pasa, cada segundo que respiro sin ella a mi lado es como un recordatorio punzante de mi fracaso. Mis palabras la alejaron, y mi orgullo me impidió detenerla antes de que fuera demasiado tarde. Ahora, mi manada está fragmentada, y yo no soy el Alfa que debería ser. No sin ella.Pero el lujo de lamentarme ha llegado a su fin.—Aiden —la voz de Marcus, mi beta, rompe el silencio, trayéndome de vuelta a la realidad. No hace falta que diga más. Su expresión lo dice todo.
Narrado por AnyaLas noches en la aldea son distintas. Hay algo en la quietud que parece intentar apaciguar el caos dentro de mí, pero no lo logra. Nunca lo hace. La serenidad del lugar, el aire limpio y el silencio, no pueden acallar las voces que llevo dentro. La aldea es mi refugio, sí, pero también es mi cárcel. Un lugar donde vine a esconderme del dolor, y sin embargo, sigo atrapada en él.Es extraño cómo el destino juega sus cartas. Hace solo unos meses, la vida que conocía desapareció. Todo lo que pensé que tenía bajo control, todo lo que creía saber sobre mí misma, se desmoronó en un instante. Unas palabras. Solo eso bastó para romperme.Aiden.No puedo decir que lo he olvidado, aunque lo he intentado. Lo intenté durante semanas, durante noches interminables en las que cerraba los ojos y rogaba por no soñar con él. Pero el vínculo que compartimos no es algo que simplemente se pueda borrar. La conexión entre un Alfa y su Luna es poderosa, casi insoportable. Se siente en la piel
Narrado por AidenEl aire en el campamento es pesado, saturado de la tensión que no necesita palabras para hacerse evidente. Mis guerreros se mueven en silencio, pero el eco de la incertidumbre retumba en sus pasos. Puedo sentirlo en la forma en que evitan mi mirada, en cómo sus hombros caen ligeramente cuando creen que no los observo. La manada está tambaleando, y sé que gran parte de eso es culpa mía.No soy el Alfa que solía ser. No puedo serlo. No sin ella.Me paro frente a la ventana de mi cabaña, observando el horizonte. La tierra que he protegido durante años parece más ajena ahora, como si cada roca y árbol me recordara la ausencia de Anya. Mis manos, que alguna vez fueron capaces de desmembrar a cualquier enemigo que se atreviera a amenazar nuestro territorio, ahora se sienten vacías. El vínculo entre un Alfa y su Luna no es algo que cualquiera pueda entender. Es una conexión que fortalece no solo a la pareja, sino a toda la manada. Y sin ella, no estoy completo.Mi mente reg
Narrado por AnyaEl aire en esta pequeña aldea siempre ha sido diferente. Aquí, las montañas parecen estar más cerca del cielo, y los días transcurren como si el tiempo no tuviera prisa en alcanzarlos. Los habitantes viven con una calma que he envidiado desde que llegué, buscando refugio. Intentando huir.Pero la paz externa no es capaz de sofocar las tormentas internas. Mi pasado me persigue, y no importa cuán lejos me aleje de Silver Creek, de Aiden, no puedo escapar de las sombras que me atan a él.Aiden. El nombre duele, pero sigue siendo familiar. Como un viejo eco que no desaparece. Me había prometido a mí misma que dejaría atrás todo lo que él representaba. El dolor, la traición, el resentimiento. Pero el peso de nuestra conexión, el vínculo que compartimos, es más fuerte de lo que jamás imaginé. Ser su Luna no fue solo un título; fue la promesa de una vida que nunca pensé que tendría, hasta que él la destruyó con unas pocas palabras llenas de ira.Estoy sentada junto a la vent
Narrado por Aiden El viento de las montañas me trae su recuerdo. No es el aroma exacto, pero hay algo en el aire que me recuerda a ella. A su esencia. Anya. Mi Luna. Mi todo. A veces, me pregunto si estoy volviéndome loco, si el dolor de su ausencia es tan profundo que mi mente empieza a crear fantasmas donde no los hay. Pero no. No puedo dudar del vínculo que compartimos, aunque ahora parezca desvanecido, apenas un eco lejano de lo que alguna vez fue.Me paro en lo alto de la colina que da vista al territorio de Silver Creek. Desde aquí, puedo ver los bordes de nuestras tierras, vigiladas con esmero, pero cada vez más acosadas por las manadas rivales. La amenaza de guerra ha crecido. El Alfa de la manada del sur, Jax, siempre ha sido ambicioso, y la ausencia de Anya no ha hecho más que darle una oportunidad para atacarnos. Sabe que estamos vulnerables.La falta de mi Luna me debilita. Los Alfas lo saben. Y ahora, mis guerreros comienzan a dudar. He notado cómo me miran de reojo en l
Narrado por AnyaEl sonido del viento silbando entre los árboles me despierta. Me giro en la cama, abrazando la manta que apenas me protege del frío de esta pequeña cabaña. La aldea es tranquila, demasiado tranquila. A veces pienso que la paz que buscaba al huir de Silver Creek fue un espejismo, una mentira que me conté para evitar enfrentar la realidad de lo que dejé atrás.Aquí, en este remoto rincón del mundo, la vida es simple. Las montañas son imponentes, el bosque siempre verde y lleno de vida. Pero yo... estoy atrapada. Tantas veces intenté convencerme de que huir era lo mejor, que alejarme de Aiden era lo correcto. Después de todo, ¿cómo podría volver a confiar en él después de lo que dijo? Las palabras hirientes siguen reverberando en mi mente, como si hubiera ocurrido ayer.Me levanto lentamente y camino hacia la pequeña ventana de la cabaña. Afuera, el sol apenas comienza a asomarse por las montañas. El amanecer aquí es hermoso, un lienzo de colores cálidos que tiñe el ciel
Narrado por AidenEl sol apenas comienza a alzarse sobre el horizonte, pero mi mente lleva horas despierta. El aire es frío, denso, cargado con la promesa de un conflicto que se avecina. La guerra está a nuestras puertas. El rugido de los guerreros en el campamento es un recordatorio constante de que cada minuto cuenta, que cada decisión puede significar la vida o la muerte para los nuestros. Pero dentro de mí, todo está en caos.Me quedo mirando el mapa extendido frente a mí, pero los límites del territorio de Silver Creek parecen un enredo confuso. Las marcas de los ataques recientes de la manada de Ethan están claramente dibujadas en rojo, cada punto más cercano a nuestras fronteras. Mis manos se aferran a los bordes del mapa, y siento la tensión en cada fibra de mi cuerpo.¿Cómo hemos llegado a esto?Las noches son cada vez más largas y vacías sin ella. Anya. Su nombre cruza mi mente y, como un veneno, me debilita. El lazo que compartimos, ese que solía fortalecerme, ahora es una
Narrado por AnyaEl viento frío me azota el rostro mientras camino por los senderos de esta aldea que, por un tiempo, había llegado a sentir como mi refugio. Lejos de Aiden, lejos de la guerra, lejos de mi pasado. Pero la paz que busqué nunca fue completa. Siempre estuvo incompleta. Siempre supe, en lo más profundo, que no podría escapar para siempre.Aquí, en este lugar remoto, intenté esconderme de todo. De mis recuerdos, de mi destino, y sobre todo, de él. Pero ahora, mientras me detengo a la orilla del río que bordea el pueblo, no puedo dejar de sentir que el pasado ha venido por mí. El eco del lazo que compartimos es más fuerte hoy, más tangible. Mis manos tiemblan levemente mientras froto mis brazos, buscando calidez. Pero no es el frío lo que me afecta. Es la idea de volver. La idea de enfrentar a Aiden.El mensajero llegó hace solo unos días, trayendo noticias de Silver Creek. Noticias de una guerra inminente, de un conflicto que crece cada día más. Pero lo que más me perturbó