CAPÍTULO 3: Empezar de Nuevo

…No sabía que podías sonreír de esa manera…

Denzel miró anonadado la foto en su mano, en contraste con el resto esta era como un trozo de hierro al rojo vivo que se estaba fundiendo con su piel y no podía soltar.

Se vio a sí mismo sonriendo de una forma tan excepcional que era imposible negarlo, tampoco era tan cara dura como para hacerlo.

Poseído por una necesidad enloquecedora de contradecir esas palabras nefastas, con su mano libre removió frenético las cientos de fotos sobre la mesa; le llevó varios minutos examinarlas, sin embargo, en ninguna, ni una sola, encontró una donde él sonriera de esa manera.

Incluso la forma en que sus ojos se iluminaron al ver a Aurora, esa luz estaba ausente en todas las imágenes. Era como si todos esos años atestiguados en las fotos le dijeran al mundo que no era feliz, que solo estaba pasando la vida pero la vida no estaba pasando en él.

El monstruo escondido dentro de él rugió con ferocidad, aunque no estaba muy en claro a qué o quién le rugía. Tomó su móvil y le marcó a Estella, necesitaba hablarle, explicarle que todo había sido una confusión, que él no se sentía así…

Detuvo sus pensamientos al mismo momento en que la mecánica voz del móvil le indicó que el otro móvil no estaba disponible.

Volvió a intentarlo, pero la voz repitió lo mismo:

―Su llamada será transferida después del tono…

―Su llamada será transferida después del tono…

―Su llamada será transferida después del tono…

Aun sabiendo que era ridículo continuar llamando y que Estella tenía el teléfono apagado, no pudo evitar marcar de nuevo.

Una y otra vez.

En realidad, Denzel no sabía qué hacer, ni cómo reaccionar. Seis años atrás, Aurora se marchó del país alegando que deseaba enfocarse en su carrera y que si se quedaba sus padres iban a interferir. En aquel entonces, ambos de veintitrés y veinticuatro años respectivamente, habían pasado varios años juntos, desde su último año de preparatoria hasta graduarse en sus respectivas carreras; Denzel nunca pensó que su antigua novia iba a terminar su relación con el fin de escapar de sus padres conservadores que, desde el principio, desaprobaban su relación por la diferencia de estatus.

Los Taylor no eran millonarios y vivían en grandes mansiones, al menos no en ese entonces. Sin embargo, eran una familia pudiente que envió a sus cuatro hijos a buenas escuelas y universidades. Anna Taylor era una servidora pública con más de veinte años de servicio, trabajando directamente en el poder judicial como secretaria; había visto cambiar jueces y fiscales más de una docena de veces, pero ella continuó en su puesto, escalando poco a poco en su posición administrativa hasta llegar a ser una de las secretarias de la oficina principal.

Por otro lado, su padre era dueño de su propio negocio, uno que comenzó desde la secundaria y con el cual ayudó a sostener a sus hermanos y madre cuando perdieron a la cabeza de familia en una de las misiones militares a las que tuvo que ir. Antes de casarse con su madre, Darek Taylor había convertido su humilde taller mecánico en el principal establecimiento de la ciudad, y cuando ya Denzel había alcanzado la escuela, el taller pasó a ser una cadena que se extendió por todo el estado e iba rumbo a expandirse a otros lugares.

En términos generales, los Taylor eran una familia adecuada, centrados y humildes, que se enfocaron en ser buenos ciudadanos, buenos trabajadores y educar a sus hijos para ser mejores cada día. Denzel y sus hermanos eran, por más estar decir, personas exitosas dentro de cada una de sus carreras; y el más destacado de todos y que presentaba un mejor y más prominente futuro era Denzel.

No obstante, para los Carlson, eso no importaba, pues Aurora era la única hija de la familia, con una posición más que envidiable y que debía casarse con un hombre que estuviese a la altura de una familia como la de ellos, que ostentaba poder y riquezas más que considerables.

En comparación, los Carlson eran elefantes y los Taylor eran osos hormigueros, palabras dichas por la propia madre de Aurora.

Sabiendo de la oposición, Denzel no se sintió intimidado, todo lo contrario, eso lo llenó de motivación, pero de nada sirvió porque, aunque él le asegurase que al cabo de cinco años iba a poder ser del agrado de sus padres, Aurora le aseveró a su vez que, para ese entonces, ella se vería obligada a casarse, incluso en contra de su voluntad.

Sumido en sus recuerdos no notó el paso de las horas, la oscuridad lo envolvió definitivamente y Denzel sintió desesperación.

De forma repentina comenzó a reírse, se burlaba de sí mismo por la situación tan estúpida en la que había caído. Comprendía muy bien por qué Estella estaba reaccionando de esa manera, de haber sido él… detuvo su pensamiento en ese momento; cuando fue su turno de enfrentarse a la ruptura y la pérdida, Denzel perdió todo el sentido de vivir y la motivación para continuar; por suerte la empresa ya iba viento en popa y sus amigos y socios entendieron su situación, dándole tiempo al tiempo para que él saliese de donde estaba sumido.

Agobiado por las emociones de desesperanza y melancolía, Denzel perdió las fuerzas para sonreír; Aurora le había pasado un último correo pidiéndole que no se contactaran más, porque conversar continuamente solo hacía más difícil todo, adicional a eso, si los Carlson se enteraban de que continuaban juntos solo iban a presionarla con una relación no deseada; finalizó ese correo con una frase que lo rompió en mil pedazos pero también le dio algo de esperanzas, y eso fue lo más cruel de todo aquello.

…Si en unos años volvemos a encontrarnos y no me odias demasiado, entonces tal vez podamos empezar de nuevo. No obstante, no esperes por mí, sigue adelante, ama, sé feliz, yo voy a intentarlo también, aunque sea difícil, aunque duela como el infierno…

Denzel realmente no creyó que volvería a tener una relación en ese momento, pensó que lo ideal sería enfocarse en su carrera, pero la idea de que volviesen a encontrarse sin la oportunidad de continuar, minó sus ímpetus.

Si no podía estar con la mujer que había amado durante más de cinco años, entonces para qué se esforzaba tanto.

Él quiso brillar por ella.

Quiso ser importante por ella.

Denzel perseguía la luz como una polilla, solo que antes de que pudiese siquiera alcanzarla, su luz se alejó, convirtiéndose en un sol distante.

Continuó trabajando, continuó diseñando, solo que no de la misma forma ni con la misma inspiración. Sus socios no se quejaron, al menos no se convirtió en un lastre, y por el contrario, con el cambio radical en su personalidad, terminó por ser los cimientos firmes que ellos necesitaron, haciendo que el crecimiento de su compañía fuese más despacio pero también más seguro.

Y un año pasó desde la marcha de Aurora, Denzel no era el de siempre, pero al menos estaba mejor.

Un día decidió aceptar una invitación de su alma mater para una entrevista de radio en la emisora local de la universidad; Denzel Taylor era una leyenda entre esas paredes, como emprendedor exitoso, hombre de negocios formidable y ejemplo de progreso y dedicación; además, de sus otros dos socios era el que no continuaba pareciendo estudiante universitario, vistiendo con sudaderas y jeanes rasgados.

Tras la entrevista, conversaba con el locutor fuera del edificio de la radio universitaria, fue entonces que conoció a Estella.

Ella se acercó a él, sonriendo con entusiasmo, su cabellera oscura estaba alborotada por el viento y algunos mechones escapaban de su crineja; las mejillas tenían un toque de rubor y su frente estaba perlada de sudor. Se detuvo delante de ellos, apoyó las manos en las rodillas y recuperó el aliento por unos minutos antes de erguirse.

―Hola, guapo ―lo saludó sin un ápice de timidez―. Estoy corriendo el tradicional rally antes de graduarme ―le informó entre amplias respiraciones, fue demasiado obvio que había corrido hasta allí, le extendió una tarjeta de color naranja y Denzel la tomó.

―¿Besa al hombre más atractivo que encuentres? ―leyó en tono dubitativo, frunciendo el ceño; ella asintió.

―Todas mis compañeras votaron unánimemente de que Denzel Taylor es el hombre más atractivo de la universidad el día de hoy… ―explicó ella con su sonrisa deslumbrante―. Vine corriendo desde la escuela de ciencias. ―Señaló con un dedo hacia su espalda, él pudo ver al grupo de mujeres que se acercaba corriendo, todas llevaban camisas con el mismo eslogan, el escudo de la universidad pero de distintos colores. Estella ostentaba una camiseta de color verde manzana y unos pantaloncillos de color negro que dejaban al descubierto sus muslos de bronceados―. Ellas son testigos de que cumplí el desafío. ¿Te puedo dar un beso, guapo?

La solicitud fue hecha con bastante inocencia y simplicidad, Denzel lo supo de inmediato, no había segundas intenciones detrás de esa petición; Estella solo estaba disfrutando la última actividad universitaria antes de graduarse, exactamente como lo hizo él año y medio atrás.

―Está bien ―accedió, y antes de que pudiese hacer algo, ella se aproximó y poniéndose de puntas, se inclinó a darle un sonoro beso en la mejilla.

―Gracias, guapo ―le susurró al oído y le guiñó un ojo.

―Buuuuu…

Los abucheos se hicieron estridentes y las críticas de las amigas de Estella no se hicieron esperar, alegando que aquello no era el beso que estaban esperando y se suponía que debía darle un beso de verdad para que el reto se considerase resuelto.

Denzel se sintió invadido por la energía revitalizadora de las mujeres, las buenas memorias de sus años allí cobraron color de nuevo, todas eran buenas, incluso las difíciles eran buenas; después de un año sumido en un mundo descolorido y sin vida, sintió su corazón latir con fuerza de nuevo, con renovados ánimos y deseos de divertirse.

Antes de que Estella pudiese marcharse, la aferró por la muñeca y la haló hacia él, con su otra mano la tomó del cuello y acercó sus labios a él.

Aquel fue el primer beso que dio después de Aurora, y aunque habían pasado varios meses desde su partida, el beso fue cálido, dulce y divertido. Estella ni él cerraron los ojos, Denzel vio su sorpresa al ser tomada de improviso y él no pudo ocultar su diversión.

Los abucheos se convirtieron en vítores y cuando Denzel la soltó, el contuvo la carcajada que quiso soltar porque Estela le pareció extremadamente adorable con sus cejas alzadas y su expresión de sorpresa que aún no se desvanecía.

―Ese es el beso que esperaban tus amigos ―se mofó él, Estella solo asintió.

Luego, como si hubiese comprendido lo sucedido, salió de su ensimismamiento, soltó una risita y le arrebató la tarjeta naranja del reto.

―Gracias, encanto. ―Le guiñó un ojo―. Esta es la mejor oferta del día, dos por uno.

Estella salió corriendo, el grupo de mujeres la rodeó, todas rieron y brincaron emocionadas, algunas voltearon a verlo de vez en cuando, examinándolo sin pudor ni vergüenza; en cambio ella, no se giró ni una sola vez; y fue ese pequeño e inesperado detalle lo que hizo que se acordase de ella, porque le demostró que no había malicia ni segundas intenciones, aun cuando sabía quién era él y los motivos que lo llevaron a visitar la universidad.

En aquel momento no lo comprendió, pero fue Estella quien lo hizo querer empezar de nuevo, pero no por alguien más, sino por sí mismo.

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