Después de enfrentarse a sí mismo y a su arrepentimiento, con un suspiro, Denzel siguió a Alice y las demás hasta el borde de la pista de baile, donde los bailarines se movían con gracia bajo la mirada atenta de todos los presentes. Después de la ronda de rigor, los novios volvieron a bailar juntos. El amor entre Rani y Kiet era tan evidente que casi podía tocarse, y Denzel no pudo evitar sentir una punzada de envidia. No porque deseara estar en su lugar, sino porque recordó un tiempo en el que soñó con algo similar junto a Estella; incluso si solo pensó de manera mecánica, durante los primeros años de su relación, Denzel siempre pensó que Estella era la indicada. Ahora, no obstante, no podía permitirse fantasear. Había perdido esa oportunidad, y lo sabía.
De fondo, las risas y murmullos de los invitados se mezclaban con la música, creando una a
La música animada resonaba por todo el salón, mezclándose con las risas y las conversaciones de los invitados. Estella, con una copa en mano, se mantuvo al margen de la pista de baile observando a los novios moverse con sincronía entre los vítores de los presentes. Había un ambiente casi mágico en la sala, una atmósfera de felicidad compartida que era difícil de ignorar.Sin embargo, Estella no pudo evitar que sus pensamientos volvieran al hombre que había estado evitando mirar directamente toda la noche, Denzel. Incluso después de tanto tiempo, su presencia seguía teniendo el poder de desestabilizarla. Cada vez que lo veía reír, con una de esas sonrisas que parecían iluminar el lugar, sentía un pinchazo en el corazón.Cerró los ojos por un momento, intentando calmar la tormenta que se desataba en su interior. Los recuerdos de sus últimas
El aire en el pequeño espacio del elevador se tornó denso, casi tangible, como si las emociones entre Denzel y Estella lo hubieran llenado por completo. El sonido suave de las puertas deslizándose se perdió en el zumbido en sus oídos. Estella se separó lentamente de Denzel, sus labios aún hormigueando por el contacto, su respiración acelerada. Durante un breve instante, el mundo pareció detenerse.La realidad la golpeó de pronto: estaba en el elevador de su edificio, con Denzel frente a ella, el hombre al que juró no volver a dejar entrar en su vida, y acababa de besarlo. «Oh, no…», musitó en su cabeza, tratando de poner en orden el torbellino de emociones que la estaba asfixiando. Debía parar, eso era lo correcto, terminar esa locura y darse la vuelta; aunque una parte de ella, esa que nunca dejó de amarlo, gritaba lo contrario, deseando quedarse entr
Denzel tamborileó los dedos sobre la taza de café, su mirada perdida en el vapor que ascendía en espirales desde la oscura infusión. El bullicio del café, aún temprano en la mañana, llenó el aire con murmullos y risas acompasadas, pero para él, el mundo se sentía suspendido en un limbo silencioso.—Entonces… ¿qué vas a hacer? —preguntó Thomas, rompiendo el silencio con su tono calmado. Sostuvo su taza con ambas manos, observando a Denzel con una expresión comprensiva.La pregunta se sintió como un puñal directo a su corazón. Habían pasado dos días desde la noche que compartió con Estella, dos días en los que no había podido sacarla de su mente, ni encontrar el valor para buscarla. Denzel dejó escapar un suspiro largo y pesado, bajando la vista hacia la mesa.—No lo sé &mda
Los fuegos artificiales explotaban en la noche dibujando hermosas siluetas de luces, el espectáculo arrancaba ‘oh’ y ‘ah’ de los espectadores que, tomados por sorpresa, muchos ni siquiera tuvieron oportunidad de sacar sus móviles para grabar.El Paseo del Río era uno de los lugares más románticos de la ciudad, una zona especial de más de dos kilómetros en el que el río se abría en un ancho canal, permitiendo que los barcos navegaran plácidamente, dándole a los pasajeros la oportunidad de disfrutar de las vistas de los rascacielos a lo lejos, mientras la orilla estaba rodeada de frondosos árboles que flanqueaban los caminos empedrados.Restaurantes para parejas, parques con espacios para picnics, caminos adornados con flores, los árboles frondosos y verdes llenos de vitalidad, los muelles ubicados estratégicamente a lo largo de la orilla, todo era perfecto en ese lugar, el mejor sitio para tener una cita, proponer matrimonio, dar una sorpresa, o… encontrarse con un viejo amor.Estella
Denzel Taylor era un prometedor emprendedor en el mundo de los video juegos e innovaciones de hardware y software. Lejos de ser un magnate, tenía una decente cuenta bancaria y cierta fama en el círculo tecnológico.Proveniente de una familia acomodada, Denzel no tenía un pasado lacrimoso que explotar para hacerse popular, tampoco era como que importase, en realidad, lo único que siempre quiso hacer fue diseñar videojuegos y venderlos, una aventura que comenzó desde la preparatoria y con la cual llevaba quince años trabajando.Sin embargo, a pesar de no ser el gigante del mercado, era una presencia conocida, pues no solo se dedicaba a los videojuegos, una vez finalizó la universidad y durante los últimos años de estudio, ya se había aventurado al diseño de tarjetas de video, memorias, discos y demás, incluidos algunos programas ―la mayoría de ellos relacionados a los
…No sabía que podías sonreír de esa manera…Denzel miró anonadado la foto en su mano, en contraste con el resto esta era como un trozo de hierro al rojo vivo que se estaba fundiendo con su piel y no podía soltar.Se vio a sí mismo sonriendo de una forma tan excepcional que era imposible negarlo, tampoco era tan cara dura como para hacerlo.Poseído por una necesidad enloquecedora de contradecir esas palabras nefastas, con su mano libre removió frenético las cientos de fotos sobre la mesa; le llevó varios minutos examinarlas, sin embargo, en ninguna, ni una sola, encontró una donde él sonriera de esa manera.Incluso la forma en que sus ojos se iluminaron al ver a Aurora, esa luz estaba ausente en todas las imágenes. Era como si todos esos años atestiguados en las fotos le dijeran al mundo que no era feliz, que solo estaba pasando la vida
El sonido de la llamada entrante reverberó furioso en la silenciosa oscuridad sacándolo de su paseo por la memoria; el brillo de la pantalla le indicó quien llamaba e intuyó que le sobrevendría un torrente de insultos una vez más al ver que era Alice.Resignado, respondió la llamada.―¡DENZEL TAYLOR! ¿CÓMO PUDISTE HACERLE ESO A ESTELLA? Por un segundo pensó que su novia había hablado con su hermana, lo cual le dio algo de alivio; si Estella estaba dispuesta a quejarse de lo sucedido con Alice, entonces era señal de que aún pensaba en él y en su relación.―¿Hablaste con ella? ―preguntó con voz ronca y cansada.―¿Hablar con ella? ¡Hablar con ella? ―era notable el tono casi histérico de su hermana―. ¡No he sabido nada de Estella desde ayer en la mañana! Y la intenté
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!Denzel golpeó la puerta por cuarta vez, estaba a punto de perder la paciencia y al borde de sumirse en la furia.Después de que Zack se marchara cayó en una espiral de miseria. A pesar de querer actuar de forma racional, no pudo detener los pensamientos en su cabeza; incluso si ignoró el mensaje de Aurora, esta le escribió varias veces, en lapsos de veinte a treinta minutos, hasta casi la medianoche. Para ese momento, Denzel intentó comer algo, se duchó y procuró dormir, solo para encontrarse en la cama, con la vista perdida en la oscuridad.Media caja de cigarrillos y tres cuartos de botella de bourbon después logró quedarse dormido, justo en el momento en que la noche empezaba a clarear. Durmió solo un par de horas, levantándose con jaqueca y mal humorado.A medida que fue arreglándose, notó que la ropa y otros e