Isabella Lennox, una nueva identidad, una antigua venganza. Elisa, una mujer marcada por el pasado, escapa de la cárcel y, bajo una nueva identidad, se une a James en una peligrosa misión, vengarse de los Wolf, y de su verdugo Mikel Wolf, su exesposo. James, un hombre frío y calculador, desconfía de ella. ¿Será capaz esta mujer, con un pasado turbio, de encajar en su mundo y llevar a cabo su plan de venganza? A medida que ambos se adentran en un juego de seducción y traición, una atracción irresistible comienza a surgir entre ellos. Amor y venganza, una combinación explosiva. Mientras Isabella y James tejen una red de mentiras para acercarse a sus enemigos, su amor crece cada día más. Pero el pasado los acecha, y Astrid, dispuesta a todo para proteger su imperio, hará lo imposible por destruirlos. En un clímax lleno de acción y emoción, Isabella y James se enfrentarán a sus enemigos más feroces, descubriendo el verdadero significado del amor y la redención. ¿Podrán lograr su venganza sin perderse a sí mismos en el proceso? Si te gustan las historias apasionadas, de venganza y redención, no te puedes perder esta novela que te mantendrá al borde del asiento hasta la última página.
Leer másAstrid seguía mirando a la otra mujer con más confusión que otra cosa, casi había estado segura de que era Elisa, por un momento lo pensó de verdad, ¿Y si se había equivocado? ¡Oh, no, Mikel! ¡Mikel la odiaría, estaba acabada!— No comprendo su risa, ¿Qué es tan gracioso?— Es que es tan improbable que suceda una cosa así, esa mujer de la que me habla debió ser muy estúpida para no darse cuenta de que varios de sus amantes la esperaban en el mismo lugar, sinceramente, la historia es buena, ¡Pero es totalmente inverosímil! — Comentó de forma tan casual que Astrid continuaba llena de interrogantes y ninguna aclaratoria.— ¿No me cree? — La pregunta retumbó más en su propia cabeza que en la Isabella Lennox, rindiéndose al fin a lo evidente: ¡Se había equivocado! Esa mujer no
— Aún no me dice a qué ha venido, Astrid. ¿Puedo llamarla Astrid? ¿No es así? — sin dejar de lado su actitud de mujer ganadora.Astrid le devolvió una sonrisa hipócrita, un gesto que le trajo amargos recuerdos a Isabella:Estaba en la casa de la playa luego de haber pasado toda la tormenta del divorcio, hacía apenas unas semanas que Mikel había interpuesto la demanda y con su dinero y las fotografías de su supuesta traición matrimonial todo se había agilizado a favor de él.Se había levantado con el rostro cansado y los ojos inflamados de tanto llorar, el cabello despeinado y ninguna motivación para vivir más que pensar en un plan para poder ver a Maty.Había puesto la cafetera, necesitaba un trago muy oscuro de cafeína para despabilarse y poner su cabeza en orden, revisó el teléfono y no halló más mensajes que los de Astrid en los que le preguntaba los próximos pasos a tomar y le recomendaba no hacer nada que pudiera invocar la furia de los Wolf contra ella.La mujer había exhalado un
— Siéntese, por favor — señalándole el sillón — ¿Qué quiere hablar conmigo?Hubo algo en ese timbre de voz que a Astrid no le gustó, algo en ella era demasiado familiar, pero todavía no sabía qué, y eso, no saber, la enojaba más que cualquier otra cosa.¿Acaso conocía a la zorra de otro lugar? O ¿Habría sido una de las antiguas amantes de Mikel que ahora se mostraba en persona?, estaba confundida, y no le gustaba sentirse así, necesitaba seguridad para actuar. Inspiró profundo y mantuvo la sonrisa impoluta como si no estuviera partiéndose el cráneo.« ¡Ya lo pilló!, sabe que algo raro en mí, ¡Pero no se ha dado cuenta qué es! », Isabella caviló tomando asintió frente a ella sin quitarle el ojo de encima mientras ponía en práctico todo a
El lunes por la mañana, cuando Isabella se levantó, parecía flotar en las nubes. Acababa de pasar el mejor fin de semana de su vida y había llegado con las baterías recargadas para enfrentar lo que fuera por recuperar a su hijo, ahora estaba totalmente segura de los sentimientos y del amor de James por ella, así usaría eso como muleta de apoyo para sentirse un poquito más segura.Se apresuró para estar lista temprano y poder compartir el desayuno con James, pero comieron fuera, así podrían tener libertad de conversar, reír y de tratarse como pareja sin que nadie los viera. Ese tema de fingir ser hermanos los obligaba a ser en extremo prudentes, si no querían ocasionar incomodidades entre la servidumbre.— De nuevo, gracias, James, el fin de semana fue una maravilla.Él sonrió, tomando sus manos entre las suyas.— Me alegra mucho haber aclarado las cosas contigo, quiero que sepas que te amo, y que ahora tú eres mi prioridad.Isabella le devolvió la
Isabella continuaba con sus dudas. Se quitó el traje de baño y lo puso a un lado para meterse a la ducha y sacar el salitre de su piel mientras seguía repitiéndose que solo sería cuestión de tiempo para que una flacuchenta sin curvas se le metiera a James por los ojos.— Debo ser sincera conmigo misma, esto durará mientras pueda mantener esta figura, en cuanto comience a subir de peso ya no será igual — se dijo mientras se enjuagaba el jabón.Salió de la ducha y buscó que ponerse, pero su vestido vaporoso estaba sudado, así que lo lavó en el lavamanos junto con sus bragas y lo extendió en la puerta de la ducha.— Hace calor, amanecerá seco — pensó.Regresó a la habitación a buscar algo para ponerse y encontró unas camisas de James.Se puso una camisa blanca con las mangas largas, le quedaba gra
¡Ese sábado fue mágico! James llevó a Isabella a recorrer el pueblo por la mañana, y luego por la tarde pasearon en bote.La arena blanca, las olas rompiendo en la playa, el suave sonido del viento y el ambiente costero hicieron mucho bien en ella, que dejaba perder su mirada sobre el hermosísimo paisaje de Nerja frente al mar. Pero lo que más disfrutó, fue la compañía y el amor de James, un amor que la colmaba de gustos y atenciones.Un amor como el que siempre soñó, y ahora parecía que todo iba a estar bien. Pero ella no podía saber que el viaje descubriera ciertas inseguridades que creía desaparecidas y ocultas.— ¿Te gusta el paseo en mar? — el le dijo atrayéndola hacia su cuerpo con un tierno abrazo.— ¡Me encanta! ¡Hacía tantos años que no lo visitaba, que hasta se me había olv
En la mañana, Isabella se estiró como un gato para desperezarse.Había despertado con una enorme sonrisa en los labios, y una sensación de bienestar y felicidad tan especial que, francamente, no recordaba cuando había sido la última vez que se había sentido de esa forma.Era diferente a la primera vez que intentó tener una relación con James, seguramente por aquello de que las reconciliaciones saben mejor.Alargó los brazos hacia un lado, tanteando con cuidado en busca de James, pero la almohada estaba sola y el espacio vacío.Tomó la almohada y la abrazó contra su cuerpo, inhalando profundamente el delicioso aroma del perfume masculino de James antes de levantarse.Se dio una ducha y se arregló con un vestido corto, vaporoso y sandalias bajas y cómodas.Se aventuró a caminar por la propiedad y se impresionó al ver el paisaj
Isabella había hecho de nuevo ese gesto que lo sacaba de su eje, de su centro, de su órbita.James observó como ella dejaba escapar el deseo contenido mordiéndose el labio y sintió de inmediato como una corriente eléctrica comenzaba a recorrer sus piernas y sus caderas, hasta un poco más arriba, algo allá abajo comenzó a endurecerse y él solo podía pensar en esa boca deliciosa que anhelaba con urgencia volver a saborear.Ella se mordió de nuevo, y él lo supo. Lo deseaba, pero se estaba conteniendo. Era evidente la lucha interna de Isabella entre lo que pensaba y lo que realmente deseaba.James se preguntó si podría dejar salir al hombre enamorado y lleno de pasión para darle a ella lo quería sin que hubiera consecuencias.« ¡Carajo! La deseo, ¡La deseo más que nunca! »— No te muerdas el labio de ese modo — Casi la amenazó, pero ella se mantuvo firme, clavando su mirada azul sobre su rostro, retándolo a que lo hiciera.« ¡Al diablo! Que pase lo que tenga que pasar », pensó antes de írs
Astrid había estado revisando algunas cosas en su habitación. Parecía que la mujer de la limpieza, estaba haciendo el trabajo a medias, abrió el cesto de la ropa sucia y estaba hasta el tope.— Será mejor que saque esto de aquí y lo deje a la vista o la muy perezosa no va a llevarlo a lavar — dijo con fastidio tomando el cesto y arrastrándolo hasta el pasillo — Mañana, esa mujer me va a oír. ¡Si no hace las cosas como le dijo, la voy a poner de patitas en la calle!Ella dejó salir con arrogancia, empujando en cesto con tanta fuerza que hizo volcar en el suelo.Soltó un par de maldiciones y se inclinó a recoger las cosas cuando vio la camisa y la corbata que Mikel había usado ese día. Tomó ambas prendas para meterlas de regreso al cesto cuando notó algo extraño y fuera de lugar.Una pequeña mancha de labial de otro tono diferente al suyo estaba en la corbata de su marido. Revisó con cuidado y tomó la camisa para comprobar que otra mancha del mismo color estaba también en esa prenda.As