UN MES DESPUÉS:
Elisa... no, más bien Isabella se miró al espejo y suspiró profundamente. Del otro lado en el reflejo vio a una mujer casi irreconocible ante ella: rostro perfilado, labios llenos, ojos profundamente azules, escultural figura y una melena oscura abundantemente larga caía a los lados de su cara afinándola aún más y dándole, junto al maquillaje y al vestido de alta costura un aire de aristocracia moderna sin igual.
—¿Estás lista para actuar? — La profunda y masculina voz de James la sacó de sus cavilaciones.
Ella se giró para verlo a los ojos. Esos ojos grises y helados a los que todavía no lograba acostumbrarse.
—Supongo que sí — dijo en baja voz con un asentimiento de la cabeza.
—¿Supones? Me estoy jugando mucho con esto, Elisa, ¿O debería llamarte, Isabella? — Dejó salir cortante y decepcionado.
James podría lucir como una pieza de arte monumentalmente exquisita, pero era rígido y glacial cuando se lo proponía.
Elisa sintió un ligero frío en el estómago. Se puso de pie y alisó su vestido.
—¡Estoy lista! — afirmó con seguridad, levantando la barbilla y devolviéndole la mirada inexpresiva y altanera.
Una sonrisa malévolamente satisfactoria se dibujó en los sensuales labios de James mientras le extendía el brazo antes de salir de la habitación.
Abajo, en el gran salón de la mansión Lennox, el ruido bullía por doquier. Los invitados a la cena de año nuevo del conglomerado Lennox y Lennox ansiaban conocer el esperado anuncio oficial que se había prometido para la ocasión.
Por un lado, estaban los ejecutivos más importantes con sus familias, y junto a estos, los empleados a los que la política de la empresa nunca los dejaba fuera en una celebración como esa.
Y al otro lado del salón, estaban los grandes inversionistas de la compañía que este año contaban con la importante anexión del señor Mikel Wolf, representando a un jugoso capital recién añadido recientemente.
La música dejó de sonar y en la parte superior de la escalera dos figuras imponentes aparecieron de pronto.
El cuchicheo no se hizo esperar, los invitados susurraban por lo bajo, preguntándose quién sería la belleza que bajaba tomada del brazo de James Lennox.
—¿La habías visto antes? —preguntó el hombre sentado junto a Mikel — ¿Sabes quién es?
Mikel apuró el último trago de un solo golpe y devolvió la copa a su lugar mientras negaba con la cabeza sin mediar palabra. — ¡Es muy hermosa! Pero no sé por qué me da un aire familiar… — Emmett ladeó la cabeza buscando ese rostro en alguna parte de su cerebro, pero sin hallarlo — ¡No sé! No tengo idea de dónde la conozco.
Los aplausos rompieron con el silencio mientras alguien le entregaba a James un micrófono en la mano.
—¡Buenas noches! Todos son bienvenidos a nuestra casa, el hogar de mis antepasados y la cuna del grupo empresarial Lennox y Lennox, del cual todos los aquí presentes forman parte — comenzó con ese aire aristocrático que lo caracterizaba — Esta noche es especial porque me acompaña la persona más importante en mi vida y la única familia que me queda — Dijo girándose para ver a la mujer a su lado mientras todo el mundo se preguntaba quién era.
«¿La persona más importante en su vida?, ¡Vaya actuación!» — Elisa pensó y tragó grueso, conteniendo la respiración mientras hacía un esfuerzo sobre humano por controlar sus nervios y continuar con la sonrisa intacta y la postura estoica.
— ¡Con ustedes, mi adorada hermana Isabella! — dejó salir al fin, levantando la mano de la chica a su lado con aire triunfante.
Una expresión de asombro se escuchó llenando el ambiente a medida que los aplausos lograban acallar los comentarios de los presentes.
La hermosísima mujer sonrió a James con elegancia mientras este le daba un delicado beso en la mejilla.
«Podría acostumbrarme a esto», James pensó cuando el aroma sutil de azahar inundó sus sentidos al acercarse demasiado a ella, «¡Control, James, para todos ella es tu hermanita!», se reprendió a sí mismo y continuó con su actuación:
—Quiero anunciar que Isabella es copropietaria de Lennox y Lennox, ¡Y que trabajará de la mano conmigo para hacer este negocio el mejor de sus vidas!
Mikel inspiró profundamente.
—No sabía que tuviéramos más socios en la directiva — comentó Wolf por lo bajo al otro hombre regordete y orgulloso frente a él en la mesa.
—¡Ni yo! — afirmó él — Pero confieso que no me molestaría tener presente a esa hermosura en las próximas juntas — soltó con sonrisa clavando la mirada lujuriosa sobre la chica Lennox.
James tomó la mano de su… hermana, y comenzó con el recorrido por el salón para hacer las respectivas presentaciones.
—Mucho gusto, señorita Lennox — alguien dijo amablemente.
—El gusto es mío — ella devolvió en el mismo tono.
—¡Señorita Lennox! Me alegra tanto conocerla. No había tenido el gusto, y eso es raro, conozco a casi toda la crema innata de esta ciudad — en tono orgulloso e imponente.
A Elisa se le heló la sangre. Se quedó muy quieta esperando que no fuera cierto.
—¡Soy Emmett Wolf! El padre de su nuevo socio, Mikel Wolf — continuó tras ella aquella m*****a y desagradable voz.
«¡Maldita sea!», Elisa inspiró hondo antes de darse la vuelta, pero al levantar la mirada se encontró con los ojos acerados de James que la miraban como advertencia y recordó que debía sonreír.
—Señor Wolf, el gusto es mío — dijo con gracia exquisita y luchando contra las náuseas al ver de nuevo a su exsuegro.
A veces cuando lo pensaba, no podría decidir quién era peor, si Emmett, o Mikel Wolf.
—Siempre es un honor codearse con una familia tan distinguida, supongo que nuestro nuevo acuerdo empresarial fortalecerá los lazos entre ambas familias, ¡Wolf y Lennox! — dijo con expresión lisonjera — Mikel, ¡Ven a conocer a la señorita Lennox!
Mikel levantó la vista para prestar atención a su padre, pero en su lugar se encontró de frente con esos ojos profundamente azules, y de pronto el momento pareció un deyabú de algo vivido hacía mucho tiempo.
«¡Mierda!», esos ojos, ¿Cómo podía tener esos ojos?, ¡No, no era posible! ¡Era un absurdo! Mikel sacudió la cabeza. La dueña de esos ojos había muerto hacía un año, de seguro era el efecto de la champaña.
—Señorita Lennox… — tartamudeó y el tiempo pareció detenerse.
La voz grave de Mikel quedó colgada en el aire por un instante, tal vez demasiado largo para Isabella, y luego se alejó a kilómetros de distancia cuando un recuerdo asaltó su mente como un tren en movimiento.
El roce de la mano de Mikel casi la hace estremecer, la última vez que había tocado su piel se había aferrado tan fuerte a esa mano que creyó que iba a rompérsela, mientras le rogaba que pusiera un poco de fe en ella, ¡Solo un poco!
—¡Por favor, amor! ¡Te lo ruego! ¡Créeme! ¡Soy inocente! — la voz de Elisa se había quebrado en mil pedazos afilados y cortantes como una navaja.
Mikel había soltado su mano sacudiéndola como si ella tuviera una enfermedad altamente contagiosa con la que no quería contaminarse.
—¡No te atrevas a llamarme amor! ¡No tienes derecho después de todo lo que has hecho! — bufó lleno de una ira mortal y aplastante.
—No, Mikel, tú no… por favor… — Ella continuó insistiendo mientras veía como el rostro de su amado esposo se trasformaba en ira pura y apretaba los puños.
—Te voy a hacer una promesa, Elisa, solo una… — levantando su dedo acusador hacia la mujer que había sido su esposa durante siete largos años y la madre de su hijo — …te juro por lo más sagrado que mientras esté de mi parte, no volverás a ver a Mat, ¡Nunca más!
—¡No! — ella se desgarró por dentro hasta lo más profundo de sus tuétanos y cayendo de rodillas se arrastró para abrazar sus piernas, pero un guardia se lo impidió.
—Maty crecerá pensando que su madre murió hoy, el día en que fue sentenciada por ser una criminal, y no sabrás más de él, mi hijo tiene derecho a vivir un duelo digno, y ser libre del peso de tener una madre como tú, ¡Olvidar que alguna vez existió!
—No me hagas esto Mikel, te lo ruego, no me alejes mi pequeño — rogó destrozada por dentro.
—Si realmente lo amas lo olvidarás, así como yo te olvidaré, haremos de cuenta que no estás, ¡Que ya no existes!
El dolor de la pérdida, que durante años había luchado por apagar, ahora parecía abrirse camino nuevamente como una burla a todo su esfuerzo y se mezclaba con las viejas heridas aún abiertas y de las que apenas si había logrado recuperarse después de tantos años de sangrar.
Casi podía ver aquellos barrotes de acero hirviente a punto de caerle encima, y volver a sentir la desesperación de estar sola, abandonada por el hombre al que amó, y encontrarse con la muerte cara a cara; pero ahora la vida le ponía a su verdugo de pie justo frente a ella una vez más.
La mano fuerte y segura de James sobre su hombro la trajo de regreso al lujoso salón de la mansión Lennox.
—Isabella, quiero presentarte al señor Wolf. Él es uno de nuestros nuevos socios, hijo del señor Emmett, tal vez recuerdes que te hablé de él.
Ella ladeó la cabeza como si quisiera recordar la referencia y luego negó.
Mikel alargó la mano para estrechar la suya mientras la mujer contenía la respiración por segunda vez esa noche, y fingía que no sentía como la tierra se hundía por completo bajo sus pies.
—Mikel Wolf, señorita Lennox. Es un gusto.
—Mikel Wolf, señorita Lennox. Es un gusto — la frase quedó colgada en el aire, repiqueteando como si fuera una campana, y aturdiendo a Isabella por un instante.James, que hacía esfuerzos por mantenerse impasible ante el esbirro que había condenado a su madre a cadena perpetua, notó la repentina palidez de la chica, se había metido muy bien en su papel y, tomándola suavemente por el codo, le dirigió una mirada segura para infundirle confianza.Ella no dijo nada, pero agradeció internamente el que su socio justiciero tuviera ese gesto.Mikel, por su parte, se quedó demasiado tiempo tomando la mano de Isabella hasta el punto de ser verdaderamente incómodo.Ella se liberó con delicadeza y estilo, haciendo un comentario sobre lo delicioso de los canapés y la excelente música instrumental que sonaba de fondo.—Señorita Lennox, ¿Puedo hacerle una pregunta? — lanzó el viejo zorro de Emmett Wolf.Isabella asintió con gracia, ocultando su animadversión.—¿La conozco de alguna parte? — pregunt
—Interesante pieza musical — Mikel comentó — ¿Es Tchaikovsky? — Intentando hacer gala de su fingido amplio acervo cultural.Nunca fue muy bueno para esas cosas, las artes se le daban mejor a Elisa.Isabella sonrió, acentuando un poco más su intención sensual y provocativa.—No. Es Johann Strauss, una hermosa pieza del siglo diecinueve.—¡Oh! Entonces… además de hermosamente encantadora, es usted también muy culta — afirmó con la intención de hacerle un cumplido. Isabella lo veía venir y jugaría con eso.—Un poco, sí — ella contestó paseando su mano sobre el hombro de Mikel hasta llegar cerca de su cuello — ¿Sabía que el vals fue un baile muy escandaloso cuando se comenzó a danzar en las cortes más importantes de Europa? — le dijo suavemente mientras movía las caderas con gracia al ritmo de la música sin dejar de mirarlo a los ojos.—No, no lo sabía, ¿Y por qué iba a ser escandaloso? — preguntó sintiendo un ligero cosquilleo en medio de las piernas bastante sugestivo.—Porque hasta ent
¡Oh, pero por favor! ¡Claro que Mikel comprendía a la perfección la insinuación de la hermosa chica Lennox!Por su puesto que una mujer de su linaje, cultura y clase social se daba el tupé de apartar a sombrerazos a los hombres que seguramente caían rendidos a sus pies como moscas, no sería fácil acercarse en plan de conquista a una mujer como ella.Sin embargo, a Mikel le encantaban los retos, ¡Mientras más difíciles, mejor!Nunca le gustaron las chicas fáciles, a menos que fueran para la diversión de un rato y nada más, pero alguien como Isabella no era para un rato, así que volviendo a sus turbios pensamientos tachó mentalmente la opción de haberla conocido en algún antro londinense en sus años mozos.No, definitivamente no era la aventura pasada de una noche de borrachera.Pero esos ojos… esos ojos seguían poniéndole los nervios de punta.—Lo noto pensativo — ella se aventuró a decir, no podía competir contra lo que fuera que lo mantuviera con la cabeza en otra parte.—Disculpe mi
El joven Lennox decidió que había sido suficiente del teatro por esa noche.La mirada acerada de James le indicó a Mikel que debe apartarse de su “Hermana”. El otro hombre comprendió el mensaje implícito, apartando elegantemente la mano de la espalda baja de Isabella y asintiendo sin perder la sonrisa fingida.—Ha sido todo un gusto, señorita Lennox, espero poder repetir esta hazaña en otra reunión social, por cierto, James, ¡Lo felicito por la magnífica velada!James asintió con gracia y empujó suavemente a Isabella, rodeándola por la cintura y girando junto con ella de forma exquisitamente fabulosa.—No sabía que bailabas tan bien.—No lo hacía. Ahora si lo hago, y… ¿Qué carajos fue todo eso? — ella preguntó molesta e intentando zafarse del agarre de James.—Eso fue ponerle límites al perro faldero de Mikel Wolf — afirmó con frialdad — concéntrate en la danza, mucha gente nos está mirando.—No te entiendo, ¿No se supone que el chiste era coquetearle a Mikel y metérmelo en un bolsill
Isabella pareció desplomarse en cámara lenta ante los ojos impactados de James.—¡Isabella! — él gritó y avanzó a todo correr hacia su falsa hermana, inclinándose sobre ella y levantándola a medias en su regazo mientras se cuestionaba lo duro que había sido con ella últimamente.—Isabella, por favor, vamos, ¡Despierta!«¡Maldición, he sido demasiado duro con ella! Esto es mi culpa, la he mantenido bajo mucho estrés» pensó para sus adentros intentando reanimarla, pero sin poder lograrlo.—Isabella, por favor, vamos, no estoy para bromas — dejó salir comenzando a preocuparse de veras — Vamos, Isabella ¡Dime algo!La mujer yacía pálida en el suelo cuando las fuertes manos de James la tomaron por los hombros para levantarla.—¡No! No la levantes, hay que ver sus signos vitales primero — Mikel apareció de la nada dando instrucciones. ¿De dónde había salido, acaso los estaba observando?Wolf había cumplido servicio militar, y tratar una eventualidad como esa era parte del entrenamiento.—Lev
Mikel subió al auto al lado de su padre, que le daba instrucciones al chofer para que avanzara. La fiesta había terminado en los buenos deseos para el venidero año nuevo; y los apretones de manos de rigor social solo para empatizar con los nuevos conocidos en la Compañía.—¿Qué te han parecido nuestros nuevos socios, hijo? — Emmett preguntó encendiendo un puro.—Creo que son obscenamente ricos — respondió con un deje de envidia en el fondo.—¿Noto algo de incomodidad con eso? — girándose a verlo.Mikel se revolvió en la silla y carraspeó la garganta.—Tal vez, solo un poco — admitió.Su padre dejó salir una risita burlona.—No está mal, no está mal. Esas son las cosas que nos sirven como incentivo, debes verte como ellos en el futuro, ¡Mentalizarte! Apuntar alto Mikel, ¡Muy bien! — palmeándole la espalda — Sin embargo, no es suficiente si solo se queda en el deseo de lograr llegar arriba, debes planear la estrategia adecuada, ¡Pensarla muy bien, hijo!, revisarla detalle a detalle y pu
Astrid seguía sacando sus cuentas, pero no iba a demostrar sus celos. Hacía varios años que se había convencido de que esa era una táctica estúpida. Nadie logra nada con hacerse la celosa, en estos casos lo mejor era mantenerse en calma y actuar inteligentemente.Además, las aventuras de Mikel generalmente no duraban más de un par de semanas cuando mucho, y ella seguía siendo la esposa, la dueña y señora de buena parte de su patrimonio y la mujer a la que regresaba siempre para compartir sus logros y pedirle opiniones, la que compartía secretos profundos y oscuros y a la que no podía traicionar de verdad, ¡Porque le saldría muy caro!¿Qué más quería? Tampoco era como si ella no se diera sus “Canitas al aire” cada vez que se iba de vacaciones con sus amigas al Caribe o a las Islas Griegas.Tenía deliciosos recuerdos de Santorini, por cierto.Mikel dejó salir un largo suspiro cuando su cabeza tocó la almohada.Sus pensamientos volaron hasta el enorme y lujoso salón de la mansión Lennox
Emmett entró en la biblioteca, se zafó la corbata y la dejó caer a un lado en el sillón junto a él.Estaba algo cansado por la velada, pero no podía quejarse de la comida ni tampoco del trago, aunque apenas si lo había probado, pocas veces un anfitrión ofrecía una celebración a esa altura, y eso tomando en cuanta que se codeaba con la creme de la creme en la ciudad.Tenía la garganta seca. Por iniciativa propia nunca se pasaba de copas en público, no fuera a soltar la legua y a cantar como un canario alguno de sus execrables secretos, sabía que solo necesitaba estar borracho y tener una buena plática para comenzar a entonar "las mañanitas".Había servido un trago de whisky doble y en las rocas, en casa no importaba quién lo escuchara decir algunas cosas, todo el personal era de confianza además de tener rabo de paja, así que nadie osaría traicionarlo, porque seguro que más tardaban en abrir la boca, que Emmett en cortarles la lengua.Se sentó pensativo con el vaso entre las manos. Apu