5 Peligroso encuentro

UN MES DESPUÉS:

Elisa... no, más bien Isabella se miró al espejo y suspiró profundamente. Del otro lado en el reflejo vio a una mujer casi irreconocible ante ella: rostro perfilado, labios llenos, ojos profundamente azules, escultural figura y una melena oscura abundantemente larga caía a los lados de su cara afinándola aún más y dándole, junto al maquillaje y al vestido de alta costura un aire de aristocracia moderna sin igual.

—¿Estás lista para actuar? — La profunda y masculina voz de James la sacó de sus cavilaciones.

Ella se giró para verlo a los ojos. Esos ojos grises y helados a los que todavía no lograba acostumbrarse.

—Supongo que sí — dijo en baja voz con un asentimiento de la cabeza.

—¿Supones? Me estoy jugando mucho con esto, Elisa, ¿O debería llamarte, Isabella? — Dejó salir cortante y decepcionado.

James podría lucir como una pieza de arte monumentalmente exquisita, pero era rígido y glacial cuando se lo proponía.

Elisa sintió un ligero frío en el estómago. Se puso de pie y alisó su vestido.

—¡Estoy lista! — afirmó con seguridad, levantando la barbilla y devolviéndole la mirada inexpresiva y altanera.

Una sonrisa malévolamente satisfactoria se dibujó en los sensuales labios de James mientras le extendía el brazo antes de salir de la habitación.

Abajo, en el gran salón de la mansión Lennox, el ruido bullía por doquier. Los invitados a la cena de año nuevo del conglomerado Lennox y Lennox ansiaban conocer el esperado anuncio oficial que se había prometido para la ocasión.

Por un lado, estaban los ejecutivos más importantes con sus familias, y junto a estos, los empleados a los que la política de la empresa nunca los dejaba fuera en una celebración como esa.

Y al otro lado del salón, estaban los grandes inversionistas de la compañía que este año contaban con la importante anexión del señor Mikel Wolf, representando a un jugoso capital recién añadido recientemente.

La música dejó de sonar y en la parte superior de la escalera dos figuras imponentes aparecieron de pronto.

El cuchicheo no se hizo esperar, los invitados susurraban por lo bajo, preguntándose quién sería la belleza que bajaba tomada del brazo de James Lennox.

—¿La habías visto antes? —preguntó el hombre sentado junto a Mikel — ¿Sabes quién es?

Mikel apuró el último trago de un solo golpe y devolvió la copa a su lugar mientras negaba con la cabeza sin mediar palabra. — ¡Es muy hermosa! Pero no sé por qué me da un aire familiar… — Emmett ladeó la cabeza buscando ese rostro en alguna parte de su cerebro, pero sin hallarlo — ¡No sé! No tengo idea de dónde la conozco.

Los aplausos rompieron con el silencio mientras alguien le entregaba a James un micrófono en la mano.

—¡Buenas noches! Todos son bienvenidos a nuestra casa, el hogar de mis antepasados y la cuna del grupo empresarial Lennox y Lennox, del cual todos los aquí presentes forman parte — comenzó con ese aire aristocrático que lo caracterizaba — Esta noche es especial porque me acompaña la persona más importante en mi vida y la única familia que me queda — Dijo girándose para ver a la mujer a su lado mientras todo el mundo se preguntaba quién era.

«¿La persona más importante en su vida?, ¡Vaya actuación!» — Elisa pensó y tragó grueso, conteniendo la respiración mientras hacía un esfuerzo sobre humano por controlar sus nervios y continuar con la sonrisa intacta y la postura estoica.

— ¡Con ustedes, mi adorada hermana Isabella! — dejó salir al fin, levantando la mano de la chica a su lado con aire triunfante.

Una expresión de asombro se escuchó llenando el ambiente a medida que los aplausos lograban acallar los comentarios de los presentes.

La hermosísima mujer sonrió a James con elegancia mientras este le daba un delicado beso en la mejilla.

«Podría acostumbrarme a esto», James pensó cuando el aroma sutil de azahar inundó sus sentidos al acercarse demasiado a ella, «¡Control, James, para todos ella es tu hermanita!», se reprendió a sí mismo y continuó con su actuación:

—Quiero anunciar que Isabella es copropietaria de Lennox y Lennox, ¡Y que trabajará de la mano conmigo para hacer este negocio el mejor de sus vidas!

Mikel inspiró profundamente.

—No sabía que tuviéramos más socios en la directiva — comentó Wolf por lo bajo al otro hombre regordete y orgulloso frente a él en la mesa.

—¡Ni yo! — afirmó él — Pero confieso que no me molestaría tener presente a esa hermosura en las próximas juntas — soltó con sonrisa clavando la mirada lujuriosa sobre la chica Lennox.

James tomó la mano de su… hermana, y comenzó con el recorrido por el salón para hacer las respectivas presentaciones.

—Mucho gusto, señorita Lennox — alguien dijo amablemente.

—El gusto es mío — ella devolvió en el mismo tono.

—¡Señorita Lennox! Me alegra tanto conocerla. No había tenido el gusto, y eso es raro, conozco a casi toda la crema innata de esta ciudad — en tono orgulloso e imponente.

A Elisa se le heló la sangre. Se quedó muy quieta esperando que no fuera cierto.

—¡Soy Emmett Wolf! El padre de su nuevo socio, Mikel Wolf — continuó tras ella aquella m*****a y desagradable voz.

«¡Maldita sea!», Elisa inspiró hondo antes de darse la vuelta, pero al levantar la mirada se encontró con los ojos acerados de James que la miraban como advertencia y recordó que debía sonreír.

—Señor Wolf, el gusto es mío — dijo con gracia exquisita y luchando contra las náuseas al ver de nuevo a su exsuegro.

A veces cuando lo pensaba, no podría decidir quién era peor, si Emmett, o Mikel Wolf.

—Siempre es un honor codearse con una familia tan distinguida, supongo que nuestro nuevo acuerdo empresarial fortalecerá los lazos entre ambas familias, ¡Wolf y Lennox!  — dijo con expresión lisonjera — Mikel, ¡Ven a conocer a la señorita Lennox!

Mikel levantó la vista para prestar atención a su padre, pero en su lugar se encontró de frente con esos ojos profundamente azules, y de pronto el momento pareció un deyabú de algo vivido hacía mucho tiempo.

«¡Mierda!», esos ojos, ¿Cómo podía tener esos ojos?, ¡No, no era posible! ¡Era un absurdo! Mikel sacudió la cabeza. La dueña de esos ojos había muerto hacía un año, de seguro era el efecto de la champaña.

—Señorita Lennox… — tartamudeó y el tiempo pareció detenerse.

La voz grave de Mikel quedó colgada en el aire por un instante, tal vez demasiado largo para Isabella, y luego se alejó a kilómetros de distancia cuando un recuerdo asaltó su mente como un tren en movimiento.

El roce de la mano de Mikel casi la hace estremecer, la última vez que había tocado su piel se había aferrado tan fuerte a esa mano que creyó que iba a rompérsela, mientras le rogaba que pusiera un poco de fe en ella, ¡Solo un poco!

—¡Por favor, amor! ¡Te lo ruego! ¡Créeme! ¡Soy inocente! — la voz de Elisa se había quebrado en mil pedazos afilados y cortantes como una navaja.

Mikel había soltado su mano sacudiéndola como si ella tuviera una enfermedad altamente contagiosa con la que no quería contaminarse.

—¡No te atrevas a llamarme amor! ¡No tienes derecho después de todo lo que has hecho! — bufó lleno de una ira mortal y aplastante.

—No, Mikel, tú no… por favor… — Ella continuó insistiendo mientras veía como el rostro de su amado esposo se trasformaba en ira pura y apretaba los puños.

—Te voy a hacer una promesa, Elisa, solo una… — levantando su dedo acusador hacia la mujer que había sido su esposa durante siete largos años y la madre de su hijo — …te juro por lo más sagrado que mientras esté de mi parte, no volverás a ver a Mat, ¡Nunca más!

—¡No! — ella se desgarró por dentro hasta lo más profundo de sus tuétanos y cayendo de rodillas se arrastró para abrazar sus piernas, pero un guardia se lo impidió.

—Maty crecerá pensando que su madre murió hoy, el día en que fue sentenciada por ser una criminal, y no sabrás más de él, mi hijo tiene derecho a vivir un duelo digno, y ser libre del peso de tener una madre como tú, ¡Olvidar que alguna vez existió!

—No me hagas esto Mikel, te lo ruego, no me alejes mi pequeño — rogó destrozada por dentro.

—Si realmente lo amas lo olvidarás, así como yo te olvidaré, haremos de cuenta que no estás, ¡Que ya no existes!

El dolor de la pérdida, que durante años había luchado por apagar, ahora parecía abrirse camino nuevamente como una burla a todo su esfuerzo y se mezclaba con las viejas heridas aún abiertas y de las que apenas si había logrado recuperarse después de tantos años de sangrar.

Casi podía ver aquellos barrotes de acero hirviente a punto de caerle encima, y volver a sentir la desesperación de estar sola, abandonada por el hombre al que amó, y encontrarse con la muerte cara a cara; pero ahora la vida le ponía a su verdugo de pie justo frente a ella una vez más.

La mano fuerte y segura de James sobre su hombro la trajo de regreso al lujoso salón de la mansión Lennox.

—Isabella, quiero presentarte al señor Wolf. Él es uno de nuestros nuevos socios, hijo del señor Emmett, tal vez recuerdes que te hablé de él.

Ella ladeó la cabeza como si quisiera recordar la referencia y luego negó.

Mikel alargó la mano para estrechar la suya mientras la mujer contenía la respiración por segunda vez esa noche, y fingía que no sentía como la tierra se hundía por completo bajo sus pies.

—Mikel Wolf, señorita Lennox. Es un gusto.

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