Mikel subió al auto al lado de su padre, que le daba instrucciones al chofer para que avanzara. La fiesta había terminado en los buenos deseos para el venidero año nuevo; y los apretones de manos de rigor social solo para empatizar con los nuevos conocidos en la Compañía.—¿Qué te han parecido nuestros nuevos socios, hijo? — Emmett preguntó encendiendo un puro.—Creo que son obscenamente ricos — respondió con un deje de envidia en el fondo.—¿Noto algo de incomodidad con eso? — girándose a verlo.Mikel se revolvió en la silla y carraspeó la garganta.—Tal vez, solo un poco — admitió.Su padre dejó salir una risita burlona.—No está mal, no está mal. Esas son las cosas que nos sirven como incentivo, debes verte como ellos en el futuro, ¡Mentalizarte! Apuntar alto Mikel, ¡Muy bien! — palmeándole la espalda — Sin embargo, no es suficiente si solo se queda en el deseo de lograr llegar arriba, debes planear la estrategia adecuada, ¡Pensarla muy bien, hijo!, revisarla detalle a detalle y pu
Astrid seguía sacando sus cuentas, pero no iba a demostrar sus celos. Hacía varios años que se había convencido de que esa era una táctica estúpida. Nadie logra nada con hacerse la celosa, en estos casos lo mejor era mantenerse en calma y actuar inteligentemente.Además, las aventuras de Mikel generalmente no duraban más de un par de semanas cuando mucho, y ella seguía siendo la esposa, la dueña y señora de buena parte de su patrimonio y la mujer a la que regresaba siempre para compartir sus logros y pedirle opiniones, la que compartía secretos profundos y oscuros y a la que no podía traicionar de verdad, ¡Porque le saldría muy caro!¿Qué más quería? Tampoco era como si ella no se diera sus “Canitas al aire” cada vez que se iba de vacaciones con sus amigas al Caribe o a las Islas Griegas.Tenía deliciosos recuerdos de Santorini, por cierto.Mikel dejó salir un largo suspiro cuando su cabeza tocó la almohada.Sus pensamientos volaron hasta el enorme y lujoso salón de la mansión Lennox
Emmett entró en la biblioteca, se zafó la corbata y la dejó caer a un lado en el sillón junto a él.Estaba algo cansado por la velada, pero no podía quejarse de la comida ni tampoco del trago, aunque apenas si lo había probado, pocas veces un anfitrión ofrecía una celebración a esa altura, y eso tomando en cuanta que se codeaba con la creme de la creme en la ciudad.Tenía la garganta seca. Por iniciativa propia nunca se pasaba de copas en público, no fuera a soltar la legua y a cantar como un canario alguno de sus execrables secretos, sabía que solo necesitaba estar borracho y tener una buena plática para comenzar a entonar "las mañanitas".Había servido un trago de whisky doble y en las rocas, en casa no importaba quién lo escuchara decir algunas cosas, todo el personal era de confianza además de tener rabo de paja, así que nadie osaría traicionarlo, porque seguro que más tardaban en abrir la boca, que Emmett en cortarles la lengua.Se sentó pensativo con el vaso entre las manos. Apu
—¿Ya se fue toda la gente? — Isabella preguntó tumbándose en el fino sillón de piel de una de las salitas de estar de la mansión.—Si, señorita, ya se fueron los últimos invitados — respondió Amada, el ama de llaves de la mansión.—¡Qué bueno, pensé que no acabaría jamás!—¡Qué! ¿Pensaste que sería fácil? Te advertí que no sería así, no sé de qué te quejas — era James, que acababa de entrar y caminaba directo al bar para servirse una copa.—No. Nunca pensé que sería fácil, pero estoy agotada, y ya quiero irme a la cama.—Amada, ¿Puedes dejarnos solos, por favor? Tengo asuntos que tratar con mi hermana.—Sí, señor, que tengan buenas noches, con permiso — la mujer salió de la salita, dejando a Isabella revolviéndose incómoda en el sillón.—¿La conversación no puede esperar hasta mañana? De verdad, quiero irme a dormir — haciendo amago de levantarse.—Prefiero acabar con este asunto de una vez, “hermanita” — cada vez que pronunciaba la palabra “hermanita” dejaba escapar ese toque de desa
—Los desmayos… — Ella se dijo más para sí misma que para James — No estoy muy segura de cómo comenzaron, pero la primera vez que recuerdo haberme desvanecido fue en prisión. Mikel amenazó con prohibir que viera a mi Mat.Isabella no pudo evitar que la voz se le quebrase al mencionar el nombre de su amado hijo — El niño me abrazaba en la salita de visitas, era la primera vez que lo veía desde que todo comenzó, había pasado semanas y él lo había traído después de que el abogado lo obligara. ¡Pero fue un cobarde, un cretino!, lo arrancó de mis manos y lo sacó a la fuerza, apenas si pude despedirme.La mujer se llevó el Cosmopolitan de nuevo a la boca y apuró todo el contenido de la copa.—Voy a necesitar que me prepares otro de estos — Le dijo entregándole la copa a James.El joven Lennox se dispuso a preparar otro trago y volvió a sentarse devolviéndole la copa llena.—Hay más, si quieres… — Intentó bromear para aligerar la tensión del momento que amenazaba con cortar el aire entre los d
—¿Vas a calmarte? — Isabella preguntó sin aflojar su agarre un solo centímetro.James levantó ambas manos en señal de rendición.—Voy a soltarte lentamente — ella dijo con tiento mientras aflojaba su brazo. El hombre se llevó la mano al cuello y respiró hondo, mirándola con expresión incrédula.—Es la segunda vez que mientes hoy — reclamó.—No te he mentido, pensé que sabías que pasaba mucho tiempo entrenando en la cárcel, se supone que me investigaste, ¿Qué tu madre no te lo dijo?Él negó con la cabeza.—No, no me lo dijo, ¿Qué otro truco tienes bajo la manga? — preguntó molesto.—No hay trucos, lo que ves es lo que hay — aclaró — Esto es lo que soy, he trabajado mucho, aprendí defensa personal y lo hice porque sé cuál es el tamaño de mi enemigo, así como bajé de peso, o cómo aprendí cientos de cosas para asumir ser tu hermana.Él pensó para sus adentros que ella no era para nada lo que había pensado hacía unos meses, cuando la vio entrar al despacho de su abogado con ese vestido hor
Mikel se había levantado temprano, echó un vistazo a Astrid desnuda a su lado y la saboreó con los ojos antes de bajar a tomar su primera taza de café. Necesitaba aclarar las ideas.La noche anterior había sido toda una revelación. Los Lennox eran mucho más que lo que se decía de ellos en las altas esferas, ya había conocido a James, pero la conversación con él no había sido muy larga, todo el negocio se había hecho por medio de su Abogado, un tipo en extremo cuidadoso con la redacción de documentos y los términos del negocio.James no era el típico heredero que va por la vida ostentando sus riquezas. Era inteligente, tal vez demasiado para el gusto de Mikel, y lo rodeaba un halo de misterio, pero lo que más le había impactado era haber conocido a su hermana.Isabella Lennox era simplemente perfecta. Exquisita. Una belleza difícil de conseguir, y no solo eso, sino elegante, educada, refinada e incluso más misteriosa que su hermano.Mikel sirvió una taza de café caliente y se la llevó
Isabella miraba el desayuno, pensativa, algo en él le recordó tiempos pasados.—Señorita, ¿Hay algún problema con los panqueques? — Ada le preguntó — Puedo prepararle otra cosa si usted prefiere. En realidad fue el señor Lennox quien pidió este desayuno, pero sé que a usted le gustan las cosas más fitnes.La mujer había cocinado para Isabella desde hacía unos ocho meses y ahora estaba adaptándose al nuevo ritmo de trabajo mansión, pero sabía que ella solía desayunar comidas ligeras.—No, déjalo así, supongo que romper la dieta por una vez no hará la diferencia — dijo y algo en ella despertó una pequeña chispa — ¿Tienes sirope de chocolate?Ada miró con extrañeza a la cocinera y esta asintió con la mirada.—Sí, señorita, ya se lo traigo.Isabella probó el primer bocado de los deliciosos panqueques bañados en chocolate y cerró los ojos. Justo así le gustaba al pequeño Mat. Se trasladó hasta la mesa del desayunador de su antigua casa y casi pudo ver al niño de cuatro añitos con las mejil