—¿Vas a calmarte? — Isabella preguntó sin aflojar su agarre un solo centímetro.James levantó ambas manos en señal de rendición.—Voy a soltarte lentamente — ella dijo con tiento mientras aflojaba su brazo. El hombre se llevó la mano al cuello y respiró hondo, mirándola con expresión incrédula.—Es la segunda vez que mientes hoy — reclamó.—No te he mentido, pensé que sabías que pasaba mucho tiempo entrenando en la cárcel, se supone que me investigaste, ¿Qué tu madre no te lo dijo?Él negó con la cabeza.—No, no me lo dijo, ¿Qué otro truco tienes bajo la manga? — preguntó molesto.—No hay trucos, lo que ves es lo que hay — aclaró — Esto es lo que soy, he trabajado mucho, aprendí defensa personal y lo hice porque sé cuál es el tamaño de mi enemigo, así como bajé de peso, o cómo aprendí cientos de cosas para asumir ser tu hermana.Él pensó para sus adentros que ella no era para nada lo que había pensado hacía unos meses, cuando la vio entrar al despacho de su abogado con ese vestido hor
Mikel se había levantado temprano, echó un vistazo a Astrid desnuda a su lado y la saboreó con los ojos antes de bajar a tomar su primera taza de café. Necesitaba aclarar las ideas.La noche anterior había sido toda una revelación. Los Lennox eran mucho más que lo que se decía de ellos en las altas esferas, ya había conocido a James, pero la conversación con él no había sido muy larga, todo el negocio se había hecho por medio de su Abogado, un tipo en extremo cuidadoso con la redacción de documentos y los términos del negocio.James no era el típico heredero que va por la vida ostentando sus riquezas. Era inteligente, tal vez demasiado para el gusto de Mikel, y lo rodeaba un halo de misterio, pero lo que más le había impactado era haber conocido a su hermana.Isabella Lennox era simplemente perfecta. Exquisita. Una belleza difícil de conseguir, y no solo eso, sino elegante, educada, refinada e incluso más misteriosa que su hermano.Mikel sirvió una taza de café caliente y se la llevó
Isabella miraba el desayuno, pensativa, algo en él le recordó tiempos pasados.—Señorita, ¿Hay algún problema con los panqueques? — Ada le preguntó — Puedo prepararle otra cosa si usted prefiere. En realidad fue el señor Lennox quien pidió este desayuno, pero sé que a usted le gustan las cosas más fitnes.La mujer había cocinado para Isabella desde hacía unos ocho meses y ahora estaba adaptándose al nuevo ritmo de trabajo mansión, pero sabía que ella solía desayunar comidas ligeras.—No, déjalo así, supongo que romper la dieta por una vez no hará la diferencia — dijo y algo en ella despertó una pequeña chispa — ¿Tienes sirope de chocolate?Ada miró con extrañeza a la cocinera y esta asintió con la mirada.—Sí, señorita, ya se lo traigo.Isabella probó el primer bocado de los deliciosos panqueques bañados en chocolate y cerró los ojos. Justo así le gustaba al pequeño Mat. Se trasladó hasta la mesa del desayunador de su antigua casa y casi pudo ver al niño de cuatro añitos con las mejil
—Busco a mi padre — al fin contestó con un deje de duda en su voz.—Soy Isabella, si quieres, podemos esperarlo juntos, para que no estés solito — ofreciéndole una sonrisa.—Sí, gracias — asintiendo con la mirada profundamente azul que desconcertaba a Isabella y le parecía tan familiar.—¿Quieres comer algo?El niño volvió a dudar y ella lo notó. Prefirió no presionarlo.—Si no quieres, no importa, es mejor así, no debes recibirle nada a personas extrañas, es peligroso.—Mi mami me decía eso… — con una extraña melancolía en el tono de su voz.—¡Entonces es una mamá muy inteligente, te ama y te cuida mucho!—Ya no me cuida, ella ya no está.La mirada del pequeño se oscureció e Isabella sintió un fuerte deseo de abrazarlo, pero se contuvo.—¿Por qué ya no está tu mami? — inclinándose hasta la estatura del niño.—Ella murió — dijo con tristeza — Ya no importa, hacía mucho que ya no vivía con ella, así que no la vi desde hace mucho tiempo.Isabella dedujo que sus padres estarían divorciad
Mikel sonrió con un toque de seducción implícito que no supo disimular, buscando la mirada de Isabella que se mantenía inmóvil con una mano sobre el hombro del guardia de seguridad, y la otra en la mano de James, apretándola con tanta fuerza que sus nudillos blanquearon como un papel.James hubiera querido borrarle la estúpida sonrisa de la cara a Wolf, ¡Cómo era tan descarado de pavonearse con Isabella después de haber dejado su propio hijo en cualquier parte! «¡Es un idiota!», pensó, « Cómo me encantaría tumbarle todos los dientes! »Inspiró hondo y se obligó a sonreír a la fuerza, pero pensó para sus adentros que hacía más una mueca ridícula que otra cosa.Isabella asumió una postura insigne, levantando la barbilla como si no sucediera nada.« ¿Cómo carajos lo hace? », James observó la excelente actuación de Isabella digna de un Oscar.Eso solo tenía una respuesta. Mientras las motivaciones de James para vengarse eran unas, las de Isabella eran otras, ella era madre, y además de v
—¿Sí, diga?—¿Jofrey?—¡Sí, señor Emmett! — contestó el otro al darse cuenta de quién le hablaba.Jofrey era uno de los perros falderos de Emmett Wolf, el mandadero, el tipo al que Emmett llamaba para hacer su trabajo sucio, su mejor sujeto, aunque no lo admitiera.—¿Me enviaste toda la investigación sobre los Lennox que te pedí? — preguntó de forma altanera mientras revisaba por quinta vez el material del folder.—¡Sí, señor! Por supuesto, todo lo que me pidió — aseguró con vehemencia, sabía que el viejo Wolf no era hombre de aceptar errores, ni de perdonarlos tampoco. Era peligroso.—Evidentemente, no está todo aquí — insistió lanzando el folder contra la pared.—Señor, le juro que se lo envié completo — dijo con exceso de cuidado.—Entonces no investigaste en profundidad, estoy seguro de que faltan datos.—Señor, le aseguro que levanté piedras para conseguir todo lo que está en el informe, los Lennox no son del tipo de gente que deje migas de pan para seguir, son una familia muy re
El almuerzo trascurrió relativamente tranquilo, a pesar de que James no dejaba de mirar a su alrededor con la sospecha de que el viejo Emmett estaba vigilándolos.Al fin supuso que si era así, tal vez sería mejor que pensara que ganaba terreno, y eso era una buena maniobra: dejar pensar al enemigo que llevaba la delantera.—Mikel, ¿Y cuál es la historia detrás de la fortuna, Wolf? — preguntó malintencionadamente y con una sonrisa socarrona en los labios, llevándose un jugoso trozo de carne a la boca.Isabella se tensó y lo pateó bajo la mesa. ¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Acaso quería poner sobre aviso a los Wolf?—Pues, la verdad es que mi padre no da muchas explicaciones al respecto, pero lo que siempre dice es que ha sido producto de arduo trabajo — respondió de forma más que calculada, por su puesto.A James no le quedó claro si Mikel conocía los oscuros y reprobables secretos de su padre, o si solo era una marioneta más en el juego de poderes de Emmett Wolf. Necesitaba aclararlo
Isabella se echó a andar a paso largo y rápido, como queriendo escapar con rapidez del lugar. De pronto, el bullicio de la gente, las luces y los colores comenzaron a ejercer sobre ella un malestar más que evidente. Era como si todo el maldito edifico quisiera venirse encima con su peso aplastante sin haberla tocado, todavía, una sensación de claustrofobia recorrió su cuerpo, dificultándole respirar. James la observó en silencio, caminando junto a ella y manteniéndole el paso con dificultad. Hubo un momento en el que ella sintió que el aire le faltaba y necesitó abanicarse con la mano, pero no fue suficiente, trastabilló y estuvo a punto de irse al suelo, pero su firmeza era tal, que estaba convencida de que se necesitaría el doble de lo vivido en las últimas horas para obligarla a ceder.James la vio sonrojarse y también la vio tambalear, sintiendo una punzada en el estómago y algo de culpa. Levantó la mano para sujetarla, pero la mujer ya estaba recostándose contra el muro frente a