Isabella miraba el desayuno, pensativa, algo en él le recordó tiempos pasados.—Señorita, ¿Hay algún problema con los panqueques? — Ada le preguntó — Puedo prepararle otra cosa si usted prefiere. En realidad fue el señor Lennox quien pidió este desayuno, pero sé que a usted le gustan las cosas más fitnes.La mujer había cocinado para Isabella desde hacía unos ocho meses y ahora estaba adaptándose al nuevo ritmo de trabajo mansión, pero sabía que ella solía desayunar comidas ligeras.—No, déjalo así, supongo que romper la dieta por una vez no hará la diferencia — dijo y algo en ella despertó una pequeña chispa — ¿Tienes sirope de chocolate?Ada miró con extrañeza a la cocinera y esta asintió con la mirada.—Sí, señorita, ya se lo traigo.Isabella probó el primer bocado de los deliciosos panqueques bañados en chocolate y cerró los ojos. Justo así le gustaba al pequeño Mat. Se trasladó hasta la mesa del desayunador de su antigua casa y casi pudo ver al niño de cuatro añitos con las mejil
—Busco a mi padre — al fin contestó con un deje de duda en su voz.—Soy Isabella, si quieres, podemos esperarlo juntos, para que no estés solito — ofreciéndole una sonrisa.—Sí, gracias — asintiendo con la mirada profundamente azul que desconcertaba a Isabella y le parecía tan familiar.—¿Quieres comer algo?El niño volvió a dudar y ella lo notó. Prefirió no presionarlo.—Si no quieres, no importa, es mejor así, no debes recibirle nada a personas extrañas, es peligroso.—Mi mami me decía eso… — con una extraña melancolía en el tono de su voz.—¡Entonces es una mamá muy inteligente, te ama y te cuida mucho!—Ya no me cuida, ella ya no está.La mirada del pequeño se oscureció e Isabella sintió un fuerte deseo de abrazarlo, pero se contuvo.—¿Por qué ya no está tu mami? — inclinándose hasta la estatura del niño.—Ella murió — dijo con tristeza — Ya no importa, hacía mucho que ya no vivía con ella, así que no la vi desde hace mucho tiempo.Isabella dedujo que sus padres estarían divorciad
Mikel sonrió con un toque de seducción implícito que no supo disimular, buscando la mirada de Isabella que se mantenía inmóvil con una mano sobre el hombro del guardia de seguridad, y la otra en la mano de James, apretándola con tanta fuerza que sus nudillos blanquearon como un papel.James hubiera querido borrarle la estúpida sonrisa de la cara a Wolf, ¡Cómo era tan descarado de pavonearse con Isabella después de haber dejado su propio hijo en cualquier parte! «¡Es un idiota!», pensó, « Cómo me encantaría tumbarle todos los dientes! »Inspiró hondo y se obligó a sonreír a la fuerza, pero pensó para sus adentros que hacía más una mueca ridícula que otra cosa.Isabella asumió una postura insigne, levantando la barbilla como si no sucediera nada.« ¿Cómo carajos lo hace? », James observó la excelente actuación de Isabella digna de un Oscar.Eso solo tenía una respuesta. Mientras las motivaciones de James para vengarse eran unas, las de Isabella eran otras, ella era madre, y además de v
—¿Sí, diga?—¿Jofrey?—¡Sí, señor Emmett! — contestó el otro al darse cuenta de quién le hablaba.Jofrey era uno de los perros falderos de Emmett Wolf, el mandadero, el tipo al que Emmett llamaba para hacer su trabajo sucio, su mejor sujeto, aunque no lo admitiera.—¿Me enviaste toda la investigación sobre los Lennox que te pedí? — preguntó de forma altanera mientras revisaba por quinta vez el material del folder.—¡Sí, señor! Por supuesto, todo lo que me pidió — aseguró con vehemencia, sabía que el viejo Wolf no era hombre de aceptar errores, ni de perdonarlos tampoco. Era peligroso.—Evidentemente, no está todo aquí — insistió lanzando el folder contra la pared.—Señor, le juro que se lo envié completo — dijo con exceso de cuidado.—Entonces no investigaste en profundidad, estoy seguro de que faltan datos.—Señor, le aseguro que levanté piedras para conseguir todo lo que está en el informe, los Lennox no son del tipo de gente que deje migas de pan para seguir, son una familia muy re
El almuerzo trascurrió relativamente tranquilo, a pesar de que James no dejaba de mirar a su alrededor con la sospecha de que el viejo Emmett estaba vigilándolos.Al fin supuso que si era así, tal vez sería mejor que pensara que ganaba terreno, y eso era una buena maniobra: dejar pensar al enemigo que llevaba la delantera.—Mikel, ¿Y cuál es la historia detrás de la fortuna, Wolf? — preguntó malintencionadamente y con una sonrisa socarrona en los labios, llevándose un jugoso trozo de carne a la boca.Isabella se tensó y lo pateó bajo la mesa. ¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Acaso quería poner sobre aviso a los Wolf?—Pues, la verdad es que mi padre no da muchas explicaciones al respecto, pero lo que siempre dice es que ha sido producto de arduo trabajo — respondió de forma más que calculada, por su puesto.A James no le quedó claro si Mikel conocía los oscuros y reprobables secretos de su padre, o si solo era una marioneta más en el juego de poderes de Emmett Wolf. Necesitaba aclararlo
Isabella se echó a andar a paso largo y rápido, como queriendo escapar con rapidez del lugar. De pronto, el bullicio de la gente, las luces y los colores comenzaron a ejercer sobre ella un malestar más que evidente. Era como si todo el maldito edifico quisiera venirse encima con su peso aplastante sin haberla tocado, todavía, una sensación de claustrofobia recorrió su cuerpo, dificultándole respirar. James la observó en silencio, caminando junto a ella y manteniéndole el paso con dificultad. Hubo un momento en el que ella sintió que el aire le faltaba y necesitó abanicarse con la mano, pero no fue suficiente, trastabilló y estuvo a punto de irse al suelo, pero su firmeza era tal, que estaba convencida de que se necesitaría el doble de lo vivido en las últimas horas para obligarla a ceder.James la vio sonrojarse y también la vio tambalear, sintiendo una punzada en el estómago y algo de culpa. Levantó la mano para sujetarla, pero la mujer ya estaba recostándose contra el muro frente a
—¿Estás segura de que quieres irte sola? — James insistió, no quería perderla de vista en el estado en el que se encontraba.—Sí — respondió a secas y sin mirarlo a la cara.Ella se dio la vuelta y, sin siquiera despedirse, se dirigió hacia la calle en busca de un taxi.James la observó desaparecer con una extraña sensación de desasosiego en el estómago, nunca la había visto así, ni siquiera cuando Beatriz murió, ella había llorado mucho y se había desahogado, pero ahora simplemente se cerraba como una ostra sin mediar palabra y además quería desaparecer y buscar la soledad, y la soledad nunca es buena compañía.Inspiró hondo y subió al auto, no había nada más por hacer, salvo una cosa. Planear como diablos iba a entrar en el piso más alto de Wolf Company.En casa de los Wolf.Mikel detuvo el auto y Mat salió corriendo con las bolsas de las compras directo a su habitación, sacó todo el contenido y lo desparramó sobre la cama.—Nana, ¡Nana! ¿Puedes venir a ver las cosas que mi papá me
La nana se quedó helada, comprendiendo la insinuación de la señora de la casa y temiendo que involucrara al niño en semejante tontería.Astrid siempre buscaba la forma de amargarle la existencia al pobre pequeño, ella misma había tenido que limpiar sus lágrimas durante años por culpa de las injusticias a las que Astrid lo sometía constantemente, y lo peor era que el señor Mikel no lo notaba, era como si la mujer tuviera el poder de vendarle los ojos para que no se diera cuenta de lo cruel que podía ser con Mat.La nana apretó los puños e inspiró hondo, quería a Maty, lo había cuidado desde que nació, y le dolía que lo trataran como si fuera un estorbo.—A ver, mocoso. Cuéntale a tu mamá cómo estuvo eso de conocer a tu nueva amiga — le dijo encarando al pequeño.—Tú no eres mi mamá — Mat dijo, levantando la barbilla y mirándola a los ojos. La mirada azul profundo del niño le recordó a Astrid los ojos de Elisa.« ¡Maldita Elisa! Me dejó a su engendro para que me hiciera la vida un puré