El almuerzo trascurrió relativamente tranquilo, a pesar de que James no dejaba de mirar a su alrededor con la sospecha de que el viejo Emmett estaba vigilándolos.Al fin supuso que si era así, tal vez sería mejor que pensara que ganaba terreno, y eso era una buena maniobra: dejar pensar al enemigo que llevaba la delantera.—Mikel, ¿Y cuál es la historia detrás de la fortuna, Wolf? — preguntó malintencionadamente y con una sonrisa socarrona en los labios, llevándose un jugoso trozo de carne a la boca.Isabella se tensó y lo pateó bajo la mesa. ¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Acaso quería poner sobre aviso a los Wolf?—Pues, la verdad es que mi padre no da muchas explicaciones al respecto, pero lo que siempre dice es que ha sido producto de arduo trabajo — respondió de forma más que calculada, por su puesto.A James no le quedó claro si Mikel conocía los oscuros y reprobables secretos de su padre, o si solo era una marioneta más en el juego de poderes de Emmett Wolf. Necesitaba aclararlo
Isabella se echó a andar a paso largo y rápido, como queriendo escapar con rapidez del lugar. De pronto, el bullicio de la gente, las luces y los colores comenzaron a ejercer sobre ella un malestar más que evidente. Era como si todo el maldito edifico quisiera venirse encima con su peso aplastante sin haberla tocado, todavía, una sensación de claustrofobia recorrió su cuerpo, dificultándole respirar. James la observó en silencio, caminando junto a ella y manteniéndole el paso con dificultad. Hubo un momento en el que ella sintió que el aire le faltaba y necesitó abanicarse con la mano, pero no fue suficiente, trastabilló y estuvo a punto de irse al suelo, pero su firmeza era tal, que estaba convencida de que se necesitaría el doble de lo vivido en las últimas horas para obligarla a ceder.James la vio sonrojarse y también la vio tambalear, sintiendo una punzada en el estómago y algo de culpa. Levantó la mano para sujetarla, pero la mujer ya estaba recostándose contra el muro frente a
—¿Estás segura de que quieres irte sola? — James insistió, no quería perderla de vista en el estado en el que se encontraba.—Sí — respondió a secas y sin mirarlo a la cara.Ella se dio la vuelta y, sin siquiera despedirse, se dirigió hacia la calle en busca de un taxi.James la observó desaparecer con una extraña sensación de desasosiego en el estómago, nunca la había visto así, ni siquiera cuando Beatriz murió, ella había llorado mucho y se había desahogado, pero ahora simplemente se cerraba como una ostra sin mediar palabra y además quería desaparecer y buscar la soledad, y la soledad nunca es buena compañía.Inspiró hondo y subió al auto, no había nada más por hacer, salvo una cosa. Planear como diablos iba a entrar en el piso más alto de Wolf Company.En casa de los Wolf.Mikel detuvo el auto y Mat salió corriendo con las bolsas de las compras directo a su habitación, sacó todo el contenido y lo desparramó sobre la cama.—Nana, ¡Nana! ¿Puedes venir a ver las cosas que mi papá me
La nana se quedó helada, comprendiendo la insinuación de la señora de la casa y temiendo que involucrara al niño en semejante tontería.Astrid siempre buscaba la forma de amargarle la existencia al pobre pequeño, ella misma había tenido que limpiar sus lágrimas durante años por culpa de las injusticias a las que Astrid lo sometía constantemente, y lo peor era que el señor Mikel no lo notaba, era como si la mujer tuviera el poder de vendarle los ojos para que no se diera cuenta de lo cruel que podía ser con Mat.La nana apretó los puños e inspiró hondo, quería a Maty, lo había cuidado desde que nació, y le dolía que lo trataran como si fuera un estorbo.—A ver, mocoso. Cuéntale a tu mamá cómo estuvo eso de conocer a tu nueva amiga — le dijo encarando al pequeño.—Tú no eres mi mamá — Mat dijo, levantando la barbilla y mirándola a los ojos. La mirada azul profundo del niño le recordó a Astrid los ojos de Elisa.« ¡Maldita Elisa! Me dejó a su engendro para que me hiciera la vida un puré
James había tenido dos largos días para pensarlo muy bien, el comentario de Isabella había sido como una inyección fresca a su sistema, y necesitaba comprobar por sí solo si el viejo Emmett Wolf tenía algo en su oficina que pudiera usar en su contra, además, también necesitaba infiltrarse en su equipo de seguridad para conocer sus movimientos contra Lennox y Lennox.Había pasado los dos últimos días metido en el despacho maquinando una forma de hacerlo, y, mientras tanto, había podido observar a Isabella desde los ventanales hacia el jardín haciendo ejercicio matutino muy temprano y llorando en silencio por los rincones cuando pensaba que nadie la estaba viendo. Le preocupaba lo último, y no solo por sus planes, sino que ahora también comenzaba a surgir un interés más… personal en ella. No quería verla triste ni saber de nada que la lastimara, pero el tema de su hijo era demasiado para James, no sabría ni por dónde comenzar.Al fin dedujo una forma de lograr escabullirse en Wolf Compa
Mikel bajó del coche y fingió no haberse dado cuenta de quién era ella. Isabella, por su parte, aplicó la misma estrategia haciendo que se asomaba al cofre del vehículo para revisar algo.—Buenos días, señorita, ¿Tiene problemas con su auto? — Mikel preguntó impostando la voz de macho alfa que viene al rescate — ¿Necesita que la ayude?Isabella respondió manteniendo la mirada baja y también sus pechos para “mostrar un poco la mercancía”.—¡Oh! Gracias al cielo que usted se detuvo, ¿Tiene idea de lo difícil que es lograr que alguien te ayude hoy en día? Nadie quiere detenerse a prestar ayuda, es terrible, tengo una hora aquí — dijo en plan de necesidad extrema.Mikel sonrió y se acercó más a ella sin quitar la vista de su exuberante escote.—¿Isabella? — fingiendo sorpresa.—¿Mikel? — Ella hizo lo mismo — ¡Oh, Mikel! El cielo te ha enviado hacia mí, ¡Estoy segura! — dijo sacando la cabeza de debajo de la tapa del cofre y acercándose a él para abrazarlo con efusividad — Ah… disculpa, ta
James le dedicó una sonrisita burlona a la secretaria mientras las puertas del elevador se le cerraban justo en la cara.—¡Listo, James, ya estás aquí! Ahora debes hacer que esto valga la pena y encontrar algo que sea útil — se dijo a si mismo manteniendo la vista baja para eludir a la cámara.Arriba en presidencia, la hermosísima mujer vestida de rojo cruzaba la puerta de la oficina de Mikerl Wolf.—Siéntate Isabella, ¿Te apetece un café?—¿Tienes té? Creo que el tiempo en Londres me hizo amar el té — comentó de forma casi casual, aunque nada de lo que ella pudiera decir o hacer, era casual.Además, odiaba el té.—Llamaré a mi secretaria para que prepare uno.—Mikel, de verdad te estoy muy agradecida, te has portado como todo un caballero de brillante armadura, has sido mi héroe el día de hoy — Dijo zalamera para inflarle un poco el ego y mantenerse como la damisela que no quiebra un plato.—Nada de eso, Isabella, creo que un hombre siempre debe salir al rescate de una mujer en pelig
Isabella apuró el trago de la bebida dulce caliente, esperando que la ayudara a recomponerse, mientras luchaba por no desvanecerse.Siempre había sabido que Mikel era un canalla, o al menos lo supo cuando la rechazó aquel día de su séptimo aniversario de bodas creyéndola capaz de traicionarlo, cuando le lanzó las fotos de su supuesta infidelidad a la cara gritándole improperios y tratándola como si fuera una cualquiera capaz de hacer una cosa tan baja, ¡A ella!, que lo único que amaba más en la vida que a su esposo, era a su hijo.Tomó otro sorbo e inspiró hondo, recostando la cabeza contra el mueble. Mientras fijaba la mirada en el estúpido techo adornado con molduras de yeso con un estilo muy rococó que ella misma había elegido hacía mucho, le parecía que había pasado un siglo desde eso.Cerró los ojos y pensó que Mikel debía saber que no podría haberlo hecho, pero no fue así. En su lugar, él se lo creyó todo, se creyó la traición después de que ella hubiera sido víctima de secuestr