Emmett entró en la biblioteca, se zafó la corbata y la dejó caer a un lado en el sillón junto a él.Estaba algo cansado por la velada, pero no podía quejarse de la comida ni tampoco del trago, aunque apenas si lo había probado, pocas veces un anfitrión ofrecía una celebración a esa altura, y eso tomando en cuanta que se codeaba con la creme de la creme en la ciudad.Tenía la garganta seca. Por iniciativa propia nunca se pasaba de copas en público, no fuera a soltar la legua y a cantar como un canario alguno de sus execrables secretos, sabía que solo necesitaba estar borracho y tener una buena plática para comenzar a entonar "las mañanitas".Había servido un trago de whisky doble y en las rocas, en casa no importaba quién lo escuchara decir algunas cosas, todo el personal era de confianza además de tener rabo de paja, así que nadie osaría traicionarlo, porque seguro que más tardaban en abrir la boca, que Emmett en cortarles la lengua.Se sentó pensativo con el vaso entre las manos. Apu
—¿Ya se fue toda la gente? — Isabella preguntó tumbándose en el fino sillón de piel de una de las salitas de estar de la mansión.—Si, señorita, ya se fueron los últimos invitados — respondió Amada, el ama de llaves de la mansión.—¡Qué bueno, pensé que no acabaría jamás!—¡Qué! ¿Pensaste que sería fácil? Te advertí que no sería así, no sé de qué te quejas — era James, que acababa de entrar y caminaba directo al bar para servirse una copa.—No. Nunca pensé que sería fácil, pero estoy agotada, y ya quiero irme a la cama.—Amada, ¿Puedes dejarnos solos, por favor? Tengo asuntos que tratar con mi hermana.—Sí, señor, que tengan buenas noches, con permiso — la mujer salió de la salita, dejando a Isabella revolviéndose incómoda en el sillón.—¿La conversación no puede esperar hasta mañana? De verdad, quiero irme a dormir — haciendo amago de levantarse.—Prefiero acabar con este asunto de una vez, “hermanita” — cada vez que pronunciaba la palabra “hermanita” dejaba escapar ese toque de desa
—Los desmayos… — Ella se dijo más para sí misma que para James — No estoy muy segura de cómo comenzaron, pero la primera vez que recuerdo haberme desvanecido fue en prisión. Mikel amenazó con prohibir que viera a mi Mat.Isabella no pudo evitar que la voz se le quebrase al mencionar el nombre de su amado hijo — El niño me abrazaba en la salita de visitas, era la primera vez que lo veía desde que todo comenzó, había pasado semanas y él lo había traído después de que el abogado lo obligara. ¡Pero fue un cobarde, un cretino!, lo arrancó de mis manos y lo sacó a la fuerza, apenas si pude despedirme.La mujer se llevó el Cosmopolitan de nuevo a la boca y apuró todo el contenido de la copa.—Voy a necesitar que me prepares otro de estos — Le dijo entregándole la copa a James.El joven Lennox se dispuso a preparar otro trago y volvió a sentarse devolviéndole la copa llena.—Hay más, si quieres… — Intentó bromear para aligerar la tensión del momento que amenazaba con cortar el aire entre los
Elisa respiró hondo cuando el abogado le extendió los documentos. Alargó la mano temblorosa para tomarlos y leyó con atención.—¿Comprende lo que dice ahí, señorita Alcalá?—Para serle franca comprendo la mitad — dejando escapar el aire.—Básicamente, la señora Beatriz Lennox dejó a su nombre el cincuenta por ciento de sus bienes, creo que no es muy difícil de entender.—Esa parte la comprendo perfectamente, lo que no entiendo es ¿Por qué decidió dejarme un porcentaje tan alto? — Elisa solo podía pensar en la reacción de James, el hijo de Beatriz.Mientras ella todavía hablaba, la puerta del despacho del abogado se abrió y James Lennox entró con elegancia y paso decidido.—Es la misma pregunta que me sigo haciendo — la voz de James era aplomada, pero glacial.—Llegas tarde, James — el abogado, observó ajustándose las gafas.—Tenía negocios que hacer, Robert, a diferencia de otras personas, yo sí me he ganado cada centavo.Elisa tragó grueso y se acomodó en la silla, no era su culpa qu
—¿Señor Wolf? ¿Sigue ahí? — Mikel enmudeció de pronto, sintiendo que un nudo comenzaba a formarse en su garganta.—¿Señor Mikel Wolf? — El policía insistió desde el otro lado de la línea — ¿Sabe si la señora Alcalá tenía otros familiares a quienes podamos informar?Mikel se aclaró la garganta para poder responder.—No, me temo que no.—¿Entonces solo su hijo es familiar directo?—Sí.—¿Tiene planes para el funeral? Si no los tiene, el Estado podrá hacerse cargo en el crematorio del presidio.Por un segundo, la mente de Mikel se quedó completamente en blanco. Si bien era cierto que hacía años, muchos, en realidad, había terminado por su propia decisión la relación con Elisa, el hecho de que muriera no lo hacía feliz, y menos cuando tenía un hijo de diez años a quien explicarle que su madre había muerto de una forma tan horrible, incendiada... ¿No era estúpido cremarla? Mikel sacudió la cabeza para apartar los fatídicos pensamientos.—Bien, ¿Entonces? — La voz del maldito policía comen
Los dedos de James tamborileaban nerviosamente en la mesita del café, mientras sus ojos reparaban cada dos minutos en el reloj de pulso herencia de familia que traía puesto, estaba a punto de levantarse y mandar todo al demonio.Los dedos se detuvieron de golpe al ver entrar a la chica desaliñada y curvilínea por la puerta del lugar. Nada especial había en ella, salvo sus hermosos ojos, James suspiró, incluso con esa hermosa mirada no sabía si ella lo lograría.« ¿Habrá algo que se pueda hacer con ella? », pensó, «¡Dudo mucho que tenga el temple para seducir a alguien, parece más un ángel herido que una mujer con sed de venganza, esto va a irse directo a la mierda! »Elisa se detuvo en la puerta y lo buscó con la mirada. Pocos especímenes masculinos pueden verse como James Lennox, rostro afilado, tez clara, labios llenos y mirada gris, tan pesada como el plomo.Suspiró. No sería fácil estar cerca de él con esos aires de grandeza que exudaba a kilómetros, era guapo, y el desgraciado lo
«Un, dos…», contaba mentalmente mientras hacía los ejercicios matutinos sin dejar de escuchar en sus auriculares la charla sobre "Crecimiento y desarrollo empresarial en el proceso de globalización económica" de F.J. Santos, publicado en la Revista de Economía Mundial. Estaba concentrada en los datos estadísticos cuando la voz de Ada la sacó de sus pensamientos.—Señorita Isabella, alguien quiere verla.—¿Ahora? Es un poco temprano — ella dijo mirando el costosísimo reloj de pulso que James le había enviado para que lo usara a diario y con una inscripción al reverso que decía: “Para mi amada hija Isabella, de su madre, con amor”. A ella le había parecido una broma de mal gusto, pero luego pensó que él se estaba asegurando de que ella tuviera algo “familiar” que mostrar en caso de necesitar apartar algunas dudas sobre su identidad en el futuro.—Es uno de los empleados de la mansión, trae un recado del joven James.—Está bien, Ada, puedes hacerlo pasar.Elisa ya se había metido en el p
UN MES DESPUÉS:Elisa... no, más bien Isabella se miró al espejo y suspiró profundamente. Del otro lado en el reflejo vio a una mujer casi irreconocible ante ella: rostro perfilado, labios llenos, ojos profundamente azules, escultural figura y una melena oscura abundantemente larga caía a los lados de su cara afinándola aún más y dándole, junto al maquillaje y al vestido de alta costura un aire de aristocracia moderna sin igual.—¿Estás lista para actuar? — La profunda y masculina voz de James la sacó de sus cavilaciones.Ella se giró para verlo a los ojos. Esos ojos grises y helados a los que todavía no lograba acostumbrarse.—Supongo que sí — dijo en baja voz con un asentimiento de la cabeza.—¿Supones? Me estoy jugando mucho con esto, Elisa, ¿O debería llamarte, Isabella? — Dejó salir cortante y decepcionado.James podría lucir como una pieza de arte monumentalmente exquisita, pero era rígido y glacial cuando se lo proponía.Elisa sintió un ligero frío en el estómago. Se puso de pi