Los dedos de James tamborileaban nerviosamente en la mesita del café, mientras sus ojos reparaban cada dos minutos en el reloj de pulso herencia de familia que traía puesto, estaba a punto de levantarse y mandar todo al demonio.Los dedos se detuvieron de golpe al ver entrar a la chica desaliñada y curvilínea por la puerta del lugar. Nada especial había en ella, salvo sus hermosos ojos, James suspiró, incluso con esa hermosa mirada no sabía si ella lo lograría.« ¿Habrá algo que se pueda hacer con ella? », pensó, «¡Dudo mucho que tenga el temple para seducir a alguien, parece más un ángel herido que una mujer con sed de venganza, esto va a irse directo a la mierda! »Elisa se detuvo en la puerta y lo buscó con la mirada. Pocos especímenes masculinos pueden verse como James Lennox, rostro afilado, tez clara, labios llenos y mirada gris, tan pesada como el plomo.Suspiró. No sería fácil estar cerca de él con esos aires de grandeza que exudaba a kilómetros, era guapo, y el desgraciado lo
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