Cuando Lina Winters llega al misterioso pueblo de Luzbria para investigar la desaparición de su hermana, nunca imaginó lo que descubriría. Un secreto oscuro acecha entre los bosques. Pronto Lina se encontrará atrapada entre las garras de un lobo alfa, cuya presencia despierta en ella una pasión intensa, desatando al mismo tiempo una guerra entre dos manadas. ¿Podrá Lina descubrir qué le sucedió a su hermana sin perderse a sí misma? ¿O el oscuro corazón de Luzbria terminará por consumirla también?
Leer másKael abrió la puerta con suavidad, dejando que Lina entrara primero. La habitación era luminosa y estaba decorada con tonos suaves. Arthur yacía en la cama, su respiración era pausada, aunque su rostro aún reflejaba el cansancio.Ella se acercó despacio, como si temiera despertarlo, y se sentó en una silla al lado de la cama. Sus ojos recorrieron el rostro pálido de Arthur, notando lo frágil que se veía. Kael permaneció junto a la puerta, observándolos en silencio por un momento antes de hablar.—Lina... —dijo en voz baja, llamando su atención.Ella levantó la vista y lo miró con curiosidad.—Tengo que ausentarme un par de días —continuó Kael con tono serio.Lina frunció el ceño. —¿Sucede algo? —preguntó con un hilo de preocupación en la voz.—No es nada grave. Solo un trámite que no puedo posponer —respondió él, pero había algo en su mirada que Lina no pudo descifrar del todo.—¿Puedo ayudarte en algo? —insistió, queriendo comprender si había algo más detrás de sus palabras.Kael vac
Lina despertó en la cama, rodeada por la suave luz de la mañana que se filtraba a través de las cortinas. El lugar parecía en silencio, y al mirar a su alrededor, notó que Kael no estaba a su lado. Recordaba el calor de su piel en la ducha, pero ahora, el espacio estaba vacío, dejando un leve eco de su ausencia. Un nudo se formó en su estómago mientras se levantaba y, sin pensarlo demasiado, se vistió rápidamente. Se puso un vestido blanco, simple pero elegante, que abrazaba su figura de manera natural, resaltando sus curvas con una suavidad que la hacía sentir cómoda.Al salir de la habitación, se dirigió hacia la cocina, y allí encontró algo inesperado: un desayuno perfectamente dispuesto sobre la mesa. Huevos revueltos, pan recién tostado, frutas frescas y una taza de té humeante. Todo parecía hecho con esmero.Antes de que pudiera preguntarse quién lo había preparado, una voz suave interrumpió sus pensamientos: —Siéntate, querida, yo me encargaré —Una señora mayor, con una expres
El vapor aún flotaba en el aire cuando Lina se recostó contra la pared de la ducha, con el corazón acelerado y la piel sensible bajo el roce de las gotas que seguían deslizándose lentamente. Kael, frente a ella, mantenía las manos en su cintura, su aliento cálido acariciando su cuello mientras le depositaba un beso suave, casi reverente, en la clavícula.La intensidad de lo que acababan de compartir aún ardía entre ellos. Ella cerró los ojos, tratando de controlar el temblor que recorría su cuerpo, pero la forma en la que Kael la acariciaba, como si no pudiera apartarse de ella, la hacía sentir atrapada en ese fuego que él provocaba.—Deberíamos salir antes de que nos quedemos sin agua caliente —murmuró ella, con una sonrisa suave.Kael no respondió. Sintió que el calor en él aumentaba nuevamente y un impulso lo atravesó. Su cuerpo respondía sin control, su miembro despertando de nuevo, erecto por la excitación. La presión en su entrepierna era inconfundible, un recordatorio de lo que
Kael exhaló con fuerza y pasó una mano por su cabello, sintiendo cómo la tensión se disipaba poco a poco. Ragnar había encontrado a Clara. Por ahora, todo estaba en aparente calma.Su mente lo llevó a Lina, a su aroma, a la calidez de su cuerpo. —Necesito verla. Necesito estar con ella —pensó, y sin dudarlo más, se encaminó de regreso a casa.Empujó la puerta y entró, sus sentidos inmediatamente captaron su aroma.El sonido del agua corriendo lo hizo detenerse. Su lobo reaccionó al instante, reconociendo su cercanía. Avanzó sin hacer ruido, siguiendo el sonido hasta llegar al baño. La puerta de vidrio estaba cubierta de vapor, pero aún así, la silueta de Lina se perfilaba con claridad. Su piel resplandecía bajo el agua, sus manos se deslizaban por su cuerpo, enjabonándose con lentitud, disfrutando de la sensación del agua caliente.Kael sintió que el calor que lo invadía no provenía sólo de la temperatura del baño. Su mirada quedó atrapada en cada movimiento de ella, en la forma en q
—Tenemos que encontrarla —dijo Kael con voz firme—. No puede haber desaparecido sin dejar rastro.Ragnar, que hasta ese momento se mantenía en silencio, miró a Kael con gravedad. En sus brazos descansaba Emma, su pequeña hija de apenas un año. La niña murmuró algo en su media lengua infantil y se acomodó contra su pecho, ajena a la tensión que llenaba el aire.—Yo me encargaré —respondió Ragnar sin titubeos.Caminó hasta donde estaba Kira y con una suavidad impropia de su imponente figura le entregó a la niña.—Cuídala bien —susurró. Ragnar se inclinó sobre ella y le depositó un beso en la frente, su aliento cálido rozando su piel. Luego, con la misma dulzura, añadió—: Traeré a tu madre de vuelta.La niña lo miró en silencio, sus ojos grandes reflejando una mezcla de inocencia y confianza, como si en sus palabras no hubiera ninguna duda, solo certeza.Kira tomó a Emma con cuidado, su mirada alternando entre la niña y su padre. Entendía lo que estaba en juego.—Está en buenas manos, n
La luna llena se alzaba sobre la reserva, bañando la espesura del bosque con su luz plateada. El aire era denso, y la presencia de los lobos reunidos en el claro sagrado llenaba el ambiente. Aquel era un lugar ancestral, un círculo de piedras desgastadas por el tiempo donde generaciones de líderes habían tomado decisiones cruciales para la manada.Kael se encontraba de pie en el centro, con la mirada fija en los ancianos que había convocado. Sus ojos dorados reflejaban la luz de la luna, y su postura firme transmitía autoridad. Frente a él, sentados en los troncos dispuestos en semicírculo, estaban los lobos más viejos y sabios de la manada. Entre ellos, Thorn, el más antiguo de todos, con su cabello gris y su rostro surcado de cicatrices, observaba a Kael con un gesto severo. A su lado estaba Selene, su madre, la hembra más respetada entre ellos. Sus ojos reflejaban la misma intensidad que los de su hijo.Kael respiró hondo antes de comenzar.—Los he convocado esta noche porque neces
Arthur yacía en la cama del hospital, conectado a una red de máquinas que pitaban con un ritmo irregular, como si estuvieran peleando por mantenerlo con vida. La luz blanca de la sala de terapia intensiva le confería un aire frío y aséptico, acentuado por el constante murmullo de los aparatos que monitorizaban cada latido de su corazón debilitado.—La presión sigue inestable —anunció una de las enfermeras mientras revisaba la pantalla del monitor.—Aumenten la dosis de norepinefrina. Necesitamos estabilizarlo ahora —ordenó el cardiólogo con firmeza.Lina asintió y ayudó a preparar la medicación. Sus manos, por lo general firmes y seguras, ahora temblaban ligeramente. Respiró hondo, obligándose a recuperar el control. Arthur no podía irse. No así.Los minutos transcurrieron con una tensión insoportable. Cada vez que el monitor emitía un pitido más agudo, el corazón de Lina daba un vuelco. Su mirada se posó en el rostro pálido de Arthur, en la forma en que su pecho subía y bajaba débilm
Las llamas devoraban la cabaña con furia, envolviendo las paredes de madera y consumiendo todo a su paso. El fuego crepitaba como una bestia hambrienta, iluminando la noche con su resplandor anaranjado. Dorian y sus lobos observaban desde la distancia, sus siluetas apenas visibles entre la espesura del bosque. La venganza tenía un olor dulce, el de la madera quemada y la desesperación ajena.—¡Arthur! ¡La cabaña! ¡Está ardiendo! —Arthur estaba en el hotel cuando la gente del pueblo irrumpió, gritando su nombre.El mundo se detuvo por un segundo. Luego, su corazón se desbocó. Salió apresurado, su respiración entrecortada, y al llegar vio las llamas devorando la estructura frente a él.Varias personas ya intentaban contener el fuego con baldes de agua y mantas húmedas.—¡No se acerque, Arthur! —gritó un hombre entre el caos—. ¡Es peligroso!—¡Apártese de ahí! —insistió otra voz—. ¡La estructura puede derrumbarse en cualquier momento!Pero Arthur no escuchó. O no quiso hacerlo. Su instin
Lina se retiró con el corazón latiéndole con furia en el pecho. Sus pasos resonaban en el pasillo mientras la imagen de Kael y la desconocida se repetía en su mente. Sintió un nudo en la garganta y aceleró el paso hasta llegar a su consultorio. Entró rápidamente y cerró la puerta tras de sí, apoyando la espalda contra ella, con la respiración entrecortada. No pudo contener más las lágrimas y se cubrió el rostro con las manos, dejando escapar un sollozo silencioso.Unos segundos después, unos golpes firmes sonaron en la puerta.—Lina, ábreme —pidió Kael desde el otro lado.Ella apretó los labios y negó con la cabeza, aunque sabía que él no podía verla.—Por favor —insistió su voz, más baja esta vez.Lina respiró hondo y se apartó lentamente de la puerta. No quería enfrentarlo, pero tampoco quería mostrarse débil. Se secó las lágrimas apresuradamente y caminó hasta su escritorio, sentándose con la mayor compostura que pudo fingir. Su bata de médico caía abierta sobre su vestido corto, d