Lina emergió del agua con una calma hipnótica, como si el tiempo mismo se rindiera a su andar. Cada paso que daba, el lago parecía inclinarse ante ella, rendido, como si las gotas que resbalaban por su piel quisieran aferrarse un poco más. Su cuerpo, bañado por el reflejo plateado de la luna, se contorneaba con una gracia casi irreal.Kael la observó, inmóvil, con el pulso desbocado. El aire pareció densificarse entre ellos cuando su mirada descendió por su figura. El agua corría por sus curvas con una devoción envidiable, delineando su cintura, resaltando sus pechos tensos bajo un corpiño de encaje sencillo que apenas dejaba algo a la imaginación. Eran como una provocación sutil, húmedos, firmes, palpitantes.Sus ojos siguieron bajando, atrapados por el vaivén de sus caderas, por la forma en que su piel brillaba por la luz del atardecer.Kael tragó saliva. El mundo se redujo a ella, a cada curva que su mirada devoraba, a la promesa que había en cada paso. Sus ojos se detuvieron en l
—¿Piensas quedarte ahí parado o vas a entrar, Kael?La voz de Thor suena rasposa, con ese tono grave que siempre tiene, aunque esta vez viene acompañada de una tos leve. Kael avanza y empuja la puerta de madera que ya estaba entreabierta. El interior huele a hierbas secas, madera quemada y algo más… sangre reciente, aunque disimulada.—¿Cómo estás? —pregunta, cerrando la puerta tras él. Sus ojos recorren a Thor de pies a cabeza. El anciano lobo está sentado frente al fuego, envuelto en una manta de lana gruesa. Aunque su cuerpo sigue siendo fuerte, hay señales del último enfrentamiento que no puede ocultar: un vendaje en el abdomen, moretones en los brazos y una ligera rigidez al moverse.—Mejor de lo que esperabas, seguro —responde Thor con una sonrisa torcida—. A los viejos nos cuesta caer.Kael se acerca y se sienta en el sillón frente a él. El crepitar del fuego llena el silencio que se instala por un momento.—Deberías estar descansando, no gruñendo.—Y tú deberías estar menos te
“Entonces prepárala. Enséñale lo que significa caminar entre nosotros. Porque si Lina va a estar en la manada… no puede ser solo por amor. Tendrá que ganárselo también”. Las palabras de Thor no se desvanecieron con el viento. Se hundieron en Kael como raíces profundas, recordándole que el amor no bastaba. Que Lina debía caminar entre ellos… con dignidad, no solo con el corazón. La manada no se sostenía con sentimientos, sino con vínculos forjados en la verdad, el sacrificio y la lealtad.Mientras pensaba en esas palabras, sus pasos lo llevaron hasta ella, como si su aroma fuera un faro que lo llamara sin querer. El aire se llenó de su esencia, un rastro que lo arrastraba con la misma fuerza que su corazón latía por ella. No necesitaba verla para saber dónde estaba; su presencia, su perfume… todo en ella lo guiaba. Lina estaba sentada en el césped, dejando que Emma diera pasitos a su alrededor. La niña reía cada vez se tropezaba con una hoja crujiente.—¡Eso, pequeñita! —decía Lina e
Un lobo entró en la cabaña arrastrando consigo el olor del bosque y la tensión de una noticia que no podía esperar.—Estuve en el pueblo —gruñó, sacudiéndose la lluvia del lomo al tomar forma humana—. Está casi vacío. Muchos se han ido… tienen miedo.Dorian, sentado junto al fuego, no levantó la mirada de inmediato. Jugaba con una daga entre los dedos, su expresión ausente, pero su oído atento. Al escuchar aquellas palabras, una mueca de fastidio le cruzó el rostro. La mandíbula se le tensó y apretó los dientes, conteniendo una furia que no necesitaba estallar aún.—Cobardes —masculló entre dientes.Luego se puso de pie lentamente. Caminó hacia la ventana y miró el horizonte con los ojos encendidos, como si pudiera ver más allá de los árboles, hasta el mismo corazón del pueblo que ahora lo eludía.—Quería matarlos a todos… uno por uno —dijo, con una calma escalofriante—. Hacerlos gritar. Que supieran lo que era el miedo real.El silencio se volvió espeso, como si el aire mismo temiera
Lina entró en la cabaña sin tocar la puerta. Estaba entreabierta, y el crujido de la madera al empujarla pareció despertar un silencio denso, cargado de cosas no dichas.Clara estaba de espaldas, sentada frente al fuego. Sus ojos entrecerrados reflejaban el vaivén de las llamas, como si esperara algo... o a alguien.—Pasa, Lina —dijo, antes de que su hermana pudiera pronunciar palabra.Clara no se giró. Tenía el cabello recogido en una trenza suelta y el cuello mostraba restos de antiguas heridas. Pero ya no sangraban.Las cicatrices se estaban cerrando, al igual que las de sus brazos y su espalda.Estaba más erguida, más fuerte. Como si poco a poco la energía volviera a habitarla.Lina se quedó quieta en el umbral por un segundo. Aún no entendía cómo Clara sabía que era ella, cómo siempre parecía saberlo todo antes de que ocurriera. Entró, cerrando la puerta con suavidad.—¿Cómo sabías que era yo? —preguntó, dando un paso.—Porque lo sentí. Como siento el viento antes de que sople, o
Lina Winters apretó el volante del Jeep, el sonido de las ruedas sobre el camino de tierra resonaba a través del silencio denso del atardecer. La Reserva natural de Blackwood estaba en lo profundo de un valle. Las montañas cubiertas de pinos se alzaban como sombras gigantes contra un cielo que comenzaba a oscurecer, pintando todo con tonos de gris y azul. El aire fresco traía consigo el olor a tierra mojada y madera, una fragancia cruda que parecía invadir sus pulmones con cada respiro.Al llegar al borde de la reserva, se detuvo en un claro solitario y observó la vasta extensión de árboles que se extendían ante ella. El paisaje era tan hermoso como inquietante: vastas colinas cubiertas de un espeso manto de árboles, y en el horizonte, una cadena montañosa que parecía abrazar el cielo.—Este es el lugar donde Clara desapareció —susurró, como si al decirlo, las palabras pudieran explicarle algo que llevaba un año preguntándose. Su corazón latía con fuerza mientras miraba hacia el bosqu
El alfa sentía una feroz guerra dentro de él, una batalla entre lo que sabía que debía hacer y lo que su corazón le dictaba. El vínculo que se había formado con la humana, era un peligro que no había anticipado. Su mente estaba llena de tormentas oscuras, pensamientos que se mezclaban con la preocupación por la manada, por el futuro incierto que podría desatarse si esta situación continuaba."Esto no debía pasar," pensaba, mientras sus ojos recorrían a Lina con una mezcla de urgencia y desespero. Sabía que su presencia en ese lugar ponía en riesgo no solo su vida, sino la de todos los que él amaba, los de su manada. Pero el instinto lo había llevado hasta ella, y ahora su única prioridad era mantenerla a salvo, sin importar las consecuencias.Con voz grave, casi rota, le dijo:—Tienes que irte. Este lugar no es seguro. Es mejor que te vayas, antes de que todo empeore.Lina, desorientada y aterrada, aún no lograba procesar lo que había ocurrido. La confusión y el miedo la envolvían. Co
—Está hecho, Kael. La humana ya está fuera de la Reserva. —Nox se acercó a su líder con paso firme, sus ojos grises reflejaban determinación.Kira, otra miembro de la manada, dio un paso adelante. Su presencia, aunque menos imponente, irradiaba una autoridad serena.—La llevamos hasta el límite norte, cerca del viejo puente. Está a salvo, pero… no tardará en darse cuenta de que algo no está bien.Kael asintió con un gruñido bajo, mostrando su satisfacción. Su mente, sin embargo, seguía trabajando en los posibles escenarios que podían desatarse ahora que Lina estaba fuera de su alcance.***Nox y Kira habían llegado al lugar donde aún permanecía Lina, siguiendo las órdenes de Kael. Como líder de la Manada de Valragh, él mismo les había encomendado la misión: sacar a la humana antes de que el caos se desatara.Kira caminaba delante, con pasos ágiles y seguros. Su cabello rojizo, tan intenso como las hojas de otoño, parecía arder bajo los últimos rayos del sol. Su rostro, de facciones de