—Está hecho, Kael. La humana ya está fuera de la Reserva. —Nox se acercó a su líder con paso firme, sus ojos grises reflejaban determinación.
Kira, otra miembro de la manada, dio un paso adelante. Su presencia, aunque menos imponente, irradiaba una autoridad serena.
—La llevamos hasta el límite norte, cerca del viejo puente. Está a salvo, pero… no tardará en darse cuenta de que algo no está bien.
Kael asintió con un gruñido bajo, mostrando su satisfacción. Su mente, sin embargo, seguía trabajando en los posibles escenarios que podían desatarse ahora que Lina estaba fuera de su alcance.
***
Nox y Kira habían llegado al lugar donde aún permanecía Lina, siguiendo las órdenes de Kael. Como líder de la Manada de Valragh, él mismo les había encomendado la misión: sacar a la humana antes de que el caos se desatara.
Kira caminaba delante, con pasos ágiles y seguros. Su cabello rojizo, tan intenso como las hojas de otoño, parecía arder bajo los últimos rayos del sol. Su rostro, de facciones delicadas pero llenas de determinación, reflejaba el carácter que compartía con su hermano, Kael. Aunque era joven, había demostrado ser una guerrera feroz y leal, siempre dispuesta a proteger a los suyos.
Nox, en cambio, caminaba unos pasos detrás de ella, observándola con una mezcla de respeto y cariño. Alto y de complexión fuerte, Nox tenía un aura imponente que intimidaba a cualquiera que se atreviera a mirarlo por más de unos segundos. Su cabello oscuro y su barba corta le daban un aspecto salvaje, y sus ojos, de un gris casi plateado, parecían leer hasta los pensamientos más profundos. Había sido parte de Valragh durante años, y aunque era conocido por su carácter reservado, con Kira era diferente. Ella era su pareja, su ancla en medio de la tormenta que era la vida de un hombre lobo.
Ambos habían llegado al pequeño claro donde Lina estaba, ajena a la verdad. Para ella, ellos no eran más que guardabosques amables que querían ayudarla a salir de la reserva, donde, según ellos, “las rutas eran peligrosas por la fauna local”.
—Gracias por venir…—dijo Lina, sonriendo con alivio mientras se incorporaba lentamente.
Kira le devolvió la sonrisa, aunque había algo en sus ojos que delataba la tensión que llevaba dentro. No era fácil estar tan cerca de la mujer por la que Kael haría cualquier cosa, una humana que, sin saberlo, había capturado el alma del líder de Valragh.
—No te preocupes, estás a salvo con nosotros—respondió Kira con una voz suave pero firme.
Nox asintió, manteniendo su distancia. Su mirada recorría los alrededores en busca de cualquier peligro. Aunque no lo mostrara, sentía el peso de la responsabilidad que Kael había depositado en ellos. Sacar a Lina de la reserva no solo era una orden; era un acto de protección hacia alguien importante para el alfa, y fallar no era una opción.
Mientras avanzaban por el bosque, Lina comenzó a hacer preguntas, pero Kira fue rápida para desviarlas con respuestas convincentes. Sabía que ella no podía saber la verdad: que no eran guardabosques, sino lobos que la escoltaban lejos de la reserva porque Kael temía que algo le ocurriera si se quedaba.
Cuando finalmente llegaron al borde de la reserva, Kira se detuvo y miró a Nox. Sus ojos se encontraron en un intercambio silencioso; la misión estaba cumplida, pero los dos sabían que esto solo era el principio. Lina estaba fuera de peligro, al menos por ahora, pero la tormenta que se avecinaba era algo que ni siquiera ellos podrían contener.
Sin esperar una respuesta, ambos dieron media vuelta y desaparecieron entre las sombras del bosque, dejando a Lina al borde de la reserva, con más preguntas que respuestas.
***
Kael asintió con un gruñido bajo, mostrando su satisfacción. Justo cuando iba a darles nuevas órdenes, su cuerpo comenzó a convulsionar. Un dolor agudo recorrió cada fibra de su ser. Sus patas traseras se doblaron mientras su lomo se encorvaba y sus músculos se estiraban de forma antinatural.
—¡Kael! —exclamó Kira, dando un paso hacia él.
La transformación de Kael fue tan repentina como dolorosa. Al principio, un gruñido profundo escapó de su garganta, mezclándose con el sonido de sus huesos crujientes que se reacomodaban con violencia. Su pelaje comenzó a retroceder como si fuera consumido por llamas invisibles, dejando a la vista una piel pálida y cubierta de sudor. Cada contracción muscular era un espasmo visible, como olas que recorrían su cuerpo sin descanso.
El aire alrededor se llenó de un olor acre, mezcla de tierra, sangre y la energía primordial que emanaba de él. El crujir de sus costillas ajustándose y elongándose resonaba como un eco escalofriante en el silencio del bosque. Kael jadeaba con fuerza, sus colmillos desapareciendo en su boca mientras el dolor arrancaba de él un aullido desgarrador.
Los ojos de Kira estaban llenos de angustia. Ella quería acercarse, pero algo en su instinto la detuvo. Nox, en cambio, miraba fijamente la escena, sus puños cerrados y la tensión acumulándose en sus hombros. Podía sentir el peso de la transformación, la energía cruda que irradiaba Kael, y también el tormento emocional que estaba enfrentando su hermano.
Cuando finalmente la transición llegó a su fin, Kael se desplomó sobre sus rodillas, su respiración entrecortada. Sus manos, ahora humanas, quedaron clavadas en la tierra. Sus hombros subían y bajaban al ritmo de su agitada respiración, mientras gotas de sudor corrían por su piel.
Kira contuvo la respiración antes de hablar. —Kael… —susurró, pero la palabra quedó suspendida en el aire, incapaz de llegar a él.
Kael se incorporó lentamente, con los ojos todavía brillando con un dejo de ferocidad. Respiró hondo antes de dirigirse a ellos.
—Gracias por cumplir mi orden —dijo con voz ronca pero firme.
Kira observó a su hermano en silencio, notando la tensión en su mandíbula y la mirada perdida que lo delataban. Aunque él no dijera nada, ella podía sentirlo. Esa conexión especial entre lobos iba más allá de las palabras, y su instinto le revelaba lo que le estaba sucediendo.
Un ligero pesar se instaló en su pecho. Sabía lo que significaba ese cambio en él: se había imprimado con la humana. No necesitaba que lo admitiera, porque lo percibía en cada fibra de su ser, en la forma en que su energía vibraba diferente cuando hablaba de ella o siquiera la pensaba.
Kira suspiró, compadeciéndose en silencio. Imprimarse era una bendición y una condena al mismo tiempo, especialmente cuando la otra persona era tan... diferente.
—Kael, —dijo al fin, con una voz suave pero cargada de empatía—, ¿qué vas a hacer?
Pero Kael no respondió. Solo guardó silencio, su mirada fija en un punto invisible, mientras su lucha interna rugía más fuerte que cualquier palabra.
Lina condujo de regreso al pueblo de Luzbria, ubicado a ocho kilómetros de la Reserva de Blackwood. La carretera serpenteaba entre densos árboles que parecían cerrar el paso, envolviéndola en una penumbra inquietante. Su mente era un torbellino de pensamientos que iban y venían a una velocidad vertiginosa.Todavía podía sentir esa sensación extraña que aquel hombre le había provocado. Había algo en él, en su voz grave y en su mirada intensa, que la había dejado desorientada, como si hubiera sido tocada por una energía desconocida. Pero esa sensación se mezclaba ahora con el miedo que la había invadido momentos antes. Recordaba cómo su corazón había latido con fuerza, convencida de que sería devorada por aquellos animales salvajes. Incluso ahora, su respiración se volvía errática al recordar esos ojos brillando en la oscuridad, esas sombras que parecían moverse con una inteligencia aterradora.Sin embargo, hubo un pensamiento que le erizó la piel por completo. Clara. La posibilidad de
La alarma del móvil sonó a las 7 a.m., cortando el silencio de la habitación con su tono insistente. Lina despertó sobresaltada, entrecerrando los ojos mientras estiraba una mano hacia la mesita de noche para apagar el dispositivo. Se sentó en la cama unos segundos, tratando de despejar su mente, pero la verdad era que no había dormido bien. Llevó ambas manos a su rostro, intentando contener el torbellino de emociones que la invadía. Todo lo que había vivido en la reserva desfilaba por su mente como un torrente incontrolable. Cerró los ojos con fuerza, deseando que todo aquello fuera sólo una pesadilla, algo de lo que pudiera despertar. Pero no, sabía que había sucedido realmente. Cada imagen, cada sensación estaba grabada en su memoria con una nitidez dolorosa. Sus manos temblaban al bajar lentamente, mientras un suspiro cargado de resignación escapaba de sus labios.Después de salir del baño, se vistió con rapidez. Eligió un pantalón ajustado que resaltaba su figura, una camisa d
—Eres un inutil —gritaba el líder de la manada Shadowfang, Dorian Howlstone. Su voz resonaba en el aire mientras, con un movimiento rápido y preciso, desató un latigazo sobre uno de sus hombres. El sonido del látigo cortando el aire fue seguido por un fuerte crack cuando impactó contra la piel del hombre, que apenas pudo reaccionar antes de que otro latigazo lo alcanzara.Uno de los lobos de su manada había atacado a un humano, pero, a pesar de la brutalidad del ataque, lo había dejado gravemente herido, apenas aferrándose a la vida. El humano fue rescatado y llevado al hospital, pero para Dorian, el simple hecho de que hubiera sobrevivido era una violación de las estrictas normas de su manada. Según su código, no podían dejar a ningún humano vivo, quienes siempre eran presas para ellos.Dorian, líder de su propia facción de licántropos, era conocido por su naturaleza cruel y despiadada. No había compasión en su corazón, ni remordimientos por sus actos sangrientos. Para él, los humano
Nyssa se había alejado hacia una parte remota de la reserva, donde la vegetación era más espesa y el aire tenía un aroma salvaje y terroso. Su cuerpo aún ardía de energía por el momento que había compartido con Dorian, pero la conexión con él también había desatado un hambre voraz, una necesidad primaria que no podía ignorar.Sus patas comenzaron a hundirse ligeramente en el suelo húmedo mientras avanzaba, con los sentidos alerta. La noche avanzaba, un movimiento llamó su atención. Entre los árboles, un ciervo joven se deslizaba con cautela, ajeno a la presencia del depredador. Nyssa se ocultó, sus ojos dorados centellearon bajo la luz de la luna y, a los pocos segundos, en un salto rápido y letal, lo alcanzó, derribándolo al suelo. Sus colmillos se hundieron en la carne del animal, y el sabor metálico de la sangre llenó su boca. Permanecía agazapada sobre su presa, devorando los restos del ciervo con ansia, sus colmillos desgarraban carne mientras la sangre tibia manchaba su hocico
El aullido rompió la calma en la Reserva, esparciéndose como un eco entre los árboles. Un lobo de la manada de Valragh había dado el aviso. En lo profundo del bosque, un grupo de hombres se agrupaba, sus rostros tensos bajo la sombra de los árboles. Las armas estaban listas, el acero frío en sus manos, mientras sus corazones latían con fuerza, anticipando lo que estaba por venir.Al escuchar el aullido, se erizaron. Un escalofrío recorrió sus espinas dorsales, y sus corazones comenzaron a latir con fuerza.—¿Qué fue eso? —preguntó uno de ellos, su voz tensa, tratando de esconder su nerviosismo.—Un lobo… —murmuró otro, su rostro pálido bajo la luz de la linterna—. Es uno de ellos.El líder de los cazadores apretó los dientes y levantó la vista, los ojos ardientes de rabia.—Es solo un lamento, nada más —gruñó, intentando reprimir el miedo que empezaba a apoderarse del grupo—. ¡Vamos! —Pero, a pesar de sus palabras, los cazadores no pudieron evitar mirar con nerviosismo a su alrededor.
Ese viento rozó la piel del alfa, pero un calor que empezó a arder en su interior no tenía nada que ver con el clima. Sus ojos seguían fijos en el punto donde Ragnar y su compañera habían desaparecido, entrelazados en un vínculo irrompible.Un anhelo primitivo lo golpeó con fuerza. Un deseo profundo y feroz, imposible de ignorar. Su mate.Solo pensar en ella encendió cada fibra de su cuerpo. Un escalofrío placentero recorrió su espalda, seguido de un calor abrasador que le tensó los músculos. Sus garras querían liberarse, como respuesta a la urgencia que lo dominaba. Sus sentidos se agudizaron. El viento cambió de dirección, y entonces lo sintió. Su aroma. Dulce, inconfundible, una mezcla de flores silvestres y algo más, algo que lo volvía loco. Su rastro se alejaba del bosque y se perdía entre las calles del pueblo. Kael entrecerró los ojos. Ya sabía dónde encontrarla.El latido en su pecho se aceleró. Cerró los ojos y la imaginó: sus labios entreabiertos, su piel tibia bajo sus ma
Lina llevaba una semana en Luzbria y, aunque se sentía cómoda en el Roca Sombra, sabía que eventualmente necesitaría un lugar propio. No había vuelto a ver al director del hospital desde aquel primer día de trabajo.Una noche, antes de dormir, revisaba las cartas que su hermana le enviaba. Una en especial llamaba su atención cada vez que volvía a leerla. Ella mencionaba lo mucho que le gustaba la tranquilidad de su hogar: “Aquí en mi pequeña cabaña, el silencio es un bálsamo. Sólo el viento y los árboles me acompañan. A veces siento que no estoy sola, pero no de una manera aterradora…sino como si este lugar me acogiera.” “Calle Brumas No. 12.” Leyó la dirección en la parte superior de la carta. No estaba en el centro del pueblo, sino más cerca del límite de la Reserva. ¿Por qué su hermana había elegido vivir en un lugar tan apartado?Se frotó los ojos mientras miraba el reloj de su teléfono: 09:37 p.m. Era tarde y, estaba cansada. Dudó por un momento, sopesando los pros y los contra
Dorian no respondió de inmediato. La había imaginado diferente. No tan… atractiva. Su belleza lo sorprendió, pero su odio era más fuerte que cualquier admiración.—Una dama, aquí, a estas horas… —musitó, como si hablara para sí mismo. Luego, sonrió de lado, una sonrisa que no traía nada bueno—. ¿Sabes que este bosque no es seguro para alguien como tú?Lina sintió una punzada de advertencia en el pecho y quiso retroceder, pero él ya se movía hacia ella con una rapidez inquietante.—No se acerque —dijo con firmeza.Dorian inclinó la cabeza con burla.—¿Y si… eso es lo que quiero?En un parpadeo, la tenía acorralada contra la cabaña. Sus manos atraparon sus muñecas, presionándolas con fuerza contra la pared.Lina forcejeó, pero su agarre era inhumano.—¡Suéltame! —gritó, su corazón golpeando con furia contra su pecho.Dorian la miró fijamente, sentirla tan cerca fue como recibir un golpe en la oscuridad. Su cuerpo reaccionó antes que su mente, una fuerza salvaje y antigua despertó en él,