“Yo siempre he querido ser buena. Luego recuerdo todo lo que me hicieron, y se me pasa”. ... ¿Cómo se convierte una MUJER en una VILLANA? Cuando lo pierde todo… ¡NO! Cuando LE QUITAN todo. Regina lo supo cuando se vio caminando sola en medio de la noche mientras empezaba a nevar. Le habían quitado matrimonio, amor, familia, y lo peor: a sus hijos. Su esposo acababa de obligarla a firmar el divorcio y la había echado a la calle literalmente con lo que llevaba puesto. Quizás por eso pasar la noche con aquel desconocido que era un huracán de sudor y lujuria, fue como un alivio para el corazón de Regina… sin saber que Viggo Massari se convertiría en uno de los hombres más importantes de su vida. … “—Christian St Jhon, Toshiro Ren, Viggo Massari: —Mi amiga Verónica los señala, sentados al fondo del club—. Los tres reyes de Wall Street, y milagrosamente, ninguno tiene reina todavía. La pregunta es: ¿A cuál vas a elegir para que sea la lanza y el escudo de tu venganza? —¿Y quién dijo que tengo que elegir? —Sonrío despacio mientras mi vista pasa sobre ellos—. Los quiero a los tres”.
Leer másREINA DEL MAR. CAPITULO 17. Un engaño casi creíbleMis manos intentan aferrarse a algo, pero solo hay una pared detrás de mí.—¿Lista? —pregunta en un susurro travieso, y antes de que pueda contestar, sus dedos encuentran mi clítoris con una mezcla de fuerza y delicadeza que hace que se me doblen las rodillas.—¡Ah…! —gimo bajito, perdiéndome en esa sensación y siento la forma en que me aprieta con su pecho mientras una de sus manos sigue castigándome y la otra sube una de mis piernas sobre su cintura—. No pares… por favor, no pares…—Ni lo sueñes, bonita. Pero no te confíes —añade, con esa sonrisa de lobo que conozco tan bien—. Apenas estamos comenzando.Siento la presión en mi vientre en cuestión de pocos minutos, su boca hace una fiesta sobre mi piel y me encanta cada espasmo que me recorre. Mi corazón se acelera presagiando el orgasmo y mi sexo se cierra en duras contracciones a su alrededor.—Así no lo quiero… —protesto sin poder evitarlo y un segundo después estoy de espaldas, c
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 16. ¿Mujer o esposa?Puedo ver la duda en sus ojos, es casi tierna cuando decide que quiere saber.—¿Y yo? —pregunta Ren, con esa calma suya que a veces me desconcierta por lo maliciosa que es—. ¿Yo soy parte de las cosas que tú quieres?Levanto una ceja, y me doy un segundo para pensarlo. No por falta de respuesta, sino porque sé que le va a molestar que no se la dé de inmediato.—A veces sí —digo al fin, estirándome como una gata perezosa—. A veces no. —Él no dice nada, pero su ceño se frunce un poco y puedo oler la decepción—. Me das mucha curiosidad, kenshi. Pero no tanto como me da curiosidad desafiarte.Suelta una risa corta, de esas que no se hacen con la boca sino con los ojos; y ladea la cabeza, sin dejar de observarme.—Estás loca.—Lo sé —respondo, sonriendo—. Pero entiendo bien las arenas movedizas en las que ando. Y tú… tú eres la peor de todas ellas, pero solo por esta noche, voy a portarme bien.—¿Y eso qué significa, exactamente? —me increpa y y
REINA DEL MAR. CAPITULO 15. Sorpresas inesperadas.La gala se lleva a cabo en el salón dorado del edificio de la Bolsa, y sí, es tan ostentoso como parece. Candelabros de cristal, alfombras que deben costar más que mi apartamento, y música de cuerdas en vivo como si estuviéramos en una película de época.Ren camina a mi lado como un general, firme, silencioso, controlado. Yo saludo a un par de inversionistas, me robo un par de miradas; pero siento los ojos de Ren clavados en mi espalda cada vez que me alejo un paso.Nos dan una copa de champagne a cada uno y justo cuando voy a beber, él me dice:—¿Qué es lo que planeas?—¿No prefieres sorprenderte?—No. Ya te conozco lo suficiente como para saber que tus sorpresas nunca son suaves.Le guiño un ojo y bebo.—No me conoces ni mucho ni poco, kenshi. Pero para todo lo que va a pasar esta noche, quiero que sepas que agradezco que estés de mi lado —le digo y él achica los ojos con sospecha, pero no dice nada.—Jamás habría creído que necesit
REINA DEL MAR. CAPITULO 14. Una operación exitosaLos encerramos sin violencia, solo un par de quejas, algunos insultos… nada que no haya oído antes. Una vez asegurados, Isaías se acerca con la lista que tiene los números y los coteja con la bitácora y con el informe de carga.—¿Estás segura que estos son los contenedores correctos?—Como que me llamo Ruby —respondo—. Ábrelos.La seguridad es fuerte, pero traemos equipo especializado, así que uno por uno, los candados ceden. Las puertas metálicas se abren y ahí están: Seis coches. Italianos. Negros y rojos. Brillantes incluso bajo la tenue luz del barco.—¡Dios bendiga la codicia! —dice Isaías, admirándolos.—Que la bendiga —repito mientras le doy la vuelta a cada auto: dos Ferraris, dos Lamborghini, dos Pagani.¡Este es el paraíso de los coches de lujo! Pero no es una carga legal y me pregunto por qué.—¿Tienes la lista de los precios? —pregunto y un minuto después Isaías me la extiende.Ferrari Purosangue: cuatrocientos mil dólares.
REINA DEL MAR. CAPITULO 13. Una aventura en la noche.Salgo de la casa de Ren antes de que amanezca del todo. El kimono lo dejé sobre su cama, bien doblado, como si no acabara de robarle una noche ni su orgullo.La ciudad está húmeda, tibia, perfecta para desaparecer en ella, pero después de la dosis de intensidad que me acaba de dar el maestro de espadas, no puedo dejar que se siga involucrando con la gente equivocada. Digamos que no es por mí, sino porque odiaría que alguien tan cercano a Regina tenga negocios con la plaga en la que se han convertido mis queridos hermanos.Conduzco hasta el puerto y luego camino con paso firme por los muelles. Nadie me sigue, aunque siento miradas. Siempre hay ojos, pero no me importa porque a lo largo de los años incluso las ratas del puerto han sabido con quién no deben meterse.Y hoy es un día demasiado importante… porque hoy cambiamos los planes.Isaías está en el viejo almacén, organizando algo con sus chicos. Tiene una radio en la mano y cara
REINA DEL MAR. CAPITULO 12. Justificaciones para un deseo.Ren pregunta sin siquiera abrir del todo los ojos, como si después de todo pudiera saber lo que hago incluso sin verme.—Lo siento, no soy tan poética —respondo, cerrando la laptop—. Tu alma digital no me interesa, solo tu información.—¿Eso es todo lo que significo para ti? ¿Un montón de bytes? —dice sentándose en la cama y ni siquiera se molesta en cubrirse.—No, también tienes un cuerpo muy útil —respondo con una sonrisa ladeada, mirándolo a los ojos.Lo escucho reír y se pasa una mano por el cabello desordenado. No debería verse tan bien tan temprano, cuando yo me siento como si me hubiera pasado un tren por encima. Bueno, no fue un tren, pero fue en Ren. ¡O sea peor!—¿La puerta ya está abierta? —pregunta, señalando con la cabeza y yo me acerco para abrirla con un movimiento suave. El clic es inmediato y se abre enseguida—. Vaya, el abuelo se apiadó.—¿Crees que fue compasión lo que lo motivó? —Me río antes de tomar mi rop
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 11. CaramelosSiento sus manos firmes sobre el nacimiento de mis muslos, y sé sin dudar que encajan con naturalidad. Sus dedos exploran con confianza, y un estremecimiento recorre mi cuerpo cuando su boca sigue el camino de mi piel.Va subiendo de nuevo, dejando un rastro de besos, mordidas y caricias que encienden cada parte de mí como si pasara electricidad pura por mi piel. Y “desesperación” no alcanza para describir lo que siento.—¿Estás esperando que te suplique, “kenshi”? Porque eso no va a pasar… —Contradictorio ¿verdad? Teniendo en cuenta que mi tono de voz parece un helado derretido al sol.—No hay problema, soy paciente —murmura junto a mi oído, y su lengua roza justo donde más me estremece.Suelta la coleta de mi cabello, pero solo para enredarlo de nuevo entre sus dedos, sujetándome como si muy en el fondo creyera que así puede controlarme. Y se toma su tiempo, disfrutando la tensión que me recorre el cuerpo.—Pídemelo… —un poco ordena y otro poco p
REINA DEL MAR. CAPITULO 10. Consentimiento de por medio—Me siento rara… esto es un problema… —jadeo y de verdad parece que trato de mantener la calma.—Yo también —dice Ren—. Ruby, escucha. Yo no soy de los que pierden el control.—Lo sé. Esa es mi maldit@ línea —murmuro-. Pero tenemos aquí un problema más grande entre manos… y por más que quisiera tener todo “tu grande” en las manos, ahora no podemos… ¡Joder, qué puto calor! -exclamo desesperada caminando de un lado a otro y Ren se levanta; cruza la habitación con pasos medidos, como si peleara contra algo en su interior, y me toma de la mano antes de arrastrarme al baño.—Vamos a bajar la temperatura —dice con más seguridad de la que realmente tiene.Abre el grifo, mete mis manos bajo el agua fría y luego me echa agua en la nuca. Me estremezco y él me mira a los ojos.-¡No está funcionando! -protesta mientras me empuja debajo de la ducha fría.-¡¿Tú crees?! -le replico porque se nota que el agua no hace nada y que él está mucho peor
REINA DEL MAR. CAPITULO 9. Un poco más que deseoEn el mundo hay gente con ojos temperamentales y supongo que yo soy una de ellos, porque puedo ver la forma en que Ren mira mis ojos y estoy bastante segura del color que está viendo.—Si conoces ese sobrenombre, Toshiro, es porque has estado hablando con gente con la que no te conviene hablar —le digo, sin apartar los ojos de los suyos, porque así solo me conoce el círculo cercano a mi padre—. Es una pena que tenga que perderte el respeto sin que hayas tenido tiempo de ganártelo todavía.La mano de Ren titubea sobre mi garganta y se acerca aún más a mí.—Sylus me lo dijo —responde con un siseo entre dientes—. Fue tu hermano el que me aseguró que nos arruinaste un cargamento el año pasado.Suelto una risa baja, sin humor, y sujeto su dedo meñique, doblándolo hacia atrás despacio hasta que me suelta con un gruñido feroz y contenido. Me levanto de la cama, alejándome de él y caminando por la habitación mientras trato de controlarme.—Los