CAPÍTULO 7. El hombre de los ojos negros
Llego al restaurante con los labios morados y temblando por el frío, mis pies se arrastran por la acera resbaladiza mientras los copos de nieve empiezan a caer. Y los escalofríos son tan fuertes que siento que hasta el último de mis órganos duele horriblemente.
Empujo la puerta con dificultad y entro. El calor del lugar me envuelve de inmediato, pero no me alivia. Miro alrededor, buscando con la mirada al camarero. Al principio no lo veo y el pánico me invade. ¿Y si no está aquí? ¡Dios, ni siquiera recuerdo cómo se llamaba…!
De repente lo veo. Está atendiendo una mesa en la esquina, y cuando levanta la vista y me ve, su expresión cambia por completo.
—Señora… —dice, sorprendido y acerca rápidamente, mirando mi rostro pálido y mi ropa liviana—. ¿Qué le pasó? Está…
—Necesito ayuda —lo interrumpo, y mi voz es apenas un susurro mientras miro el nombre en su insignia—. …Luke.
Él asiente, nervioso, y me hace un gesto para que lo siga.
—Venga. Hay una mesa libre por aquí, ahí estará más cómoda.
Escucho algunos murmullos alrededor y gente que mira en nuestra dirección con curiosidad, pero no me importa, así que lo sigo hasta una mesa muy discreta al fondo del comedor principal. Me hace sentarme y se inclina hacia mí.
—Mi turno está a punto de terminar. Deme un momento.
—Solo… solo necesito hacer una llamada —murmuro y él me mira con un poco de lástima.
—¿Está sola, señora? —pregunta y yo le hago un cansado gesto de afirmación con la cabeza.
—Sí.
—¿Tiene dinero? ¿A dónde ir? —insiste y yo niego restregando mis manos para darles un poco de calor.
—No, pero… tengo amigas… ellas… ellas pueden venir por mí, solo necesito que me prestes un celular por un momento, por favor.
—¡Claro, claro! —responde él—. El capitán de salón confisca los teléfonos durante el turno, pero me lo devolverá en un momento, mientras tanto… espere aquí. —Se va por un instante y regresa con un vaso sencillo lleno de vino tinto—. Esto la ayudará a entrar en calor.
Dudo un momento, pero finalmente lo tomo porque de lo contrario jamás dejaré de temblar. Un sorbo, luego otro, y siento el calor extenderse por mi cuerpo.
—Ahora vuelvo —asegura y espero cinco minutos, diez… se sienten como horas y mi cuerpo se relaja, al punto de que cuando regresa y me entrega un celular, me doy cuenta de que mis dedos hormiguean y ni siquiera puedo sostenerlo.
—¿Qué… qué está pasando? —balbuceo mirando a Luke y él solo me sonríe con ¿amabilidad? Una que no tiene nada de sincera—. ¿Qué… qué me hiciste? —pregunto, sintiéndome cada vez más mareada.
Él sonríe de nuevo de una manera que hace que mi piel se erice.
—Nada malo, señora. Solo algo para ayudarla a relajarse. Usted se veía tan… tensa.
—¿Me… me drogaste? —logro decir golpeándome le pecho como si con eso pudiera hacer salir lo que me tomé.
Él se inclina un poco más cerca y acaricia mi cabello mientras yo trato de apartarlo.
—Usted una mujer tan bonita, tan… caritativa… Solo quería…
Intento alejarme, me levanto a tropezones pero mis piernas no responden. Mi visión se vuelve borrosa, y cuando intento caminar, él me sostiene por los hombros.
—No se preocupe. Yo me encargo.
—¡Déjame! —trato de gritar, pero mi voz apenas sale, y entiendo por qué me llevó a la mesa más discreta, porque es la que está pegada a la puerta trasera del restaurante.
Mi mente está borrosa, y siento que voy a perder el conocimiento en cualquier instante. Trato de gritar, trato de resistirme… hay frío de nuevo... una oscuridad a medias…. ¿Eso es una farola?... ¿Dónde estoy?... Alguien me empuja y mi cuerpo se va de espaldas… Escucho un ruido seco, como el impacto de un golpe… y soy yo, estoy en el suelo… pero Luke también… tres metros más allá. Hay sangre en su cara y antes de que se levante un gigante lo patea con ferocidad en el estómago.
—¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! —escupe una voz profunda y autoritaria entre nosotros y luego el gigante patea su cabeza.
El gigante camina hacia mí mientras yo solo miro al cielo, no hay estrellas, pero la nieve cae…
Entra en mi campo de visión y mis ojos se quedan en los suyos, son negros, como un abismo negros, como el infierno negros… como si pudieran perforarme el alma.
—¿Quién…? —trato de hablar, pero no puedo terminar la frase.
Siento que me levanta en brazos con facilidad, como si no pesara nada, y el mundo pasa a mi lado, algo suave debajo de mí… más mundo, luces… el hombre de los ojos negros… edificios…
No sé cuánto tiempo pasa, pero no pierdo el conocimiento, simplemente todo pasa a mi alrededor mientras él me acuesta en una cama y se sienta a mi lado. Llega un punto, no sé cuál, en el que simplemente me puedo mover, y logro sentarme lentamente.
El hombre de los ojos negros está frente a mí, mirando por una ventana enorme con una copa de licor en la mano.
—¿Qué me dio? —pregunto con tono rasposo y él me mira con calma, pero sus ojos siguen siendo feroces y amenazantes.
—Probablemente algo de mala calidad. Algo que solo le permitiera manipularte para poder violarte a gusto —dice sin pelos en la lengua y es extraño, pero a pesar de su crudeza no siento ni un escalofrío.
—¿Y tú tienes algo de mejorcalidad? —pregunto con sarcasmo y él deja todo a un lado para acercarse a mí.
Gatea sobre la cama como un depredador y se queda a menos de diez centímetros de mi cara. Es asquerosamente atractivo, piel bronceada, cabello oscuro, ropa extra cara y una cicatriz sobre la ceja izquierda que grita “peligro” por todos lados.
—Estás rota —murmura y mis ojos se llenan de lágrimas en un segundo porque no entiendo cómo ha podido leerme. Él sonríe con amargura y luego hace una mueca alcanzando un vaso de licor—. Esto es de calidad, pero solo es licor, yo no me meto mierd@ —advierte con tono ronco y veo que en efecto, la botella de la que sirve debe costar al menos unos dos mil dólares.
Lo miro con desconfianza, pero él bebe antes de dármela, y termino aceptando la copa. El licor es fuerte, pero reconfortante.
—Gracias… —susurro—. Gracias por… rescatarme.
—No me des las gracias todavía —sisea mirándome con una expresión impenetrable—. No soy un príncipe azul, así que este “rescate” no será gratuito.
CAPÍTULO 8: Escapando del dolorEl licor quema cuando baja por mi garganta, pero no lo dejo. Lo necesito, como si ese calor momentáneo pudiera llenar el hueco enorme que siento en el pecho.Afuera ya debe ser de madrugada, y adentro los ojos del hombre frente a mí solo… me estudian. Ni siquiera intenta ocultar que me está analizando. Pero hay algo en su expresión, en la manera en que se recarga en la silla, como si el mundo entero no fuera suficiente para él, que me hace pensar que también está roto. Tal vez más que yo.—¿Tú y el infeliz al que le rompí las costillas esta noche? —Al parecer esa es toda su pregunta y yo aprieto los labios.—Salvé su trabajo hace una semana… creí que podía pedirle un favor… hacer una llamada. —Río amargamente antes de volver a beber—. Todo lo que quería hacer era una puta llamada…—¡Lenguaje! —gruñe haciendo que me sobresalte, pero me siento tan impotente que las lágrimas saltan de mis ojos—. Regla número uno para sobrevivir en el infierno: No creas en
CAPÍTULO 9. SometidaMis manos tiemblan un poco mientras abro el cinturón de cuero italiano y trato de que su pregunta no me haga ahogarme antes de tiempo. No va a regalarme ningún puto diamante, va a presumírmelo, va a hacer que me lo trague porque lo tiene en ese piercing que puedo acariciar aun por encima del bóxer negro. Su erección es descomunal, y mi respiración se corta por un segundo cuando lo veo abrirse uno a uno de los botones de la camisa, regalándome esa franja de abdomen que parece esculpido en mármol.Se pasa de atractivo y lo sabe, pero también tiene ese magnetismo animal que es en sí mismo una amenaza, como si la llevara escrita en el rostro.—“Esto te va a doler, pero lo vas a disfrutar” —murmuro y él frunce el ceño divertido.—¿Perdón?—Eso dicen tus ojos —respondo y se muerde el labio inferior con un asentimiento mientras acaricia mi cara y una de sus manos se detiene en mi cabello.—Qué bueno que nos vamos conociendo —gruñe con satisfacción y no cierra los ojos ni
CAPÍTULO 10. Un corazón en garantíaCuando vuelvo a abrir los ojos, apenas está amaneciendo. No tengo formas de explicar en cuantas formas me duele el cuerpo, pero él tiene razón, al menos por algunas horas todo lo demás ha quedado como… entumecido.Lo observo en silencio, y en silencio le agradezco hacerme sentir al menos un poco menos sola, aunque no haya sido por mucho tiempo.Con cuidado, me levanto de la cama, asegurándome de no despertarlo. Miro alrededor y me doy cuenta por primera vez que el lugar en el que estoy es absurdamente lujoso, este hombre debe ser terriblemente rico, tanto que cuando apoyo las manos en el tocador, lo primero que veo en su caja fuerte abierta y decenas de fajos de billetes apilados hasta el techo.¡Maldición, y yo sin tener ni con qué pagar un taxi!Sin embargo la Regina que debe recoger sus pedazos, esa que acaba de despertar, es mucho más decidida que la que era hace doce horas, así que tomo uno de los fajos de billetes sin siquiera contarlos. Alcan
CAPÍTULO 11. Sangre—De verdad lo lamento, señora Sand. Es evidente que le han hecho una muy mala jugada aquí, pero por desgracia esto significa que no tiene derechos sobre la empresa. No puede reclamar nada.Las palabras me golpean con tanta fuerza que siento que me falta el aire. Eso no puede ser. Yo ayudé a construir esa empresa desde cero. Fue mi idea, mi esfuerzo.—Él… ellos, Devon y su madre, ellos jugaron sucio… —murmuro con los ojos llenos de lágrimas.—Entiendo, pero últimamente me he dado cuenta de que esa es la única forma válida de jugar para quienes quien ganar.Me quedo en silencio, mirando los documentos frente a mí. Sé que pelar supondría una batalla larga y costosa, y aun si tuviera dinero para librarla, que no lo tengo, la verdad es que preferiría hundir esa empresa hasta los cimientos antes que permitir que Devon se llevara ni una décima parte de ella.—Si no puedo tener la empresa… —digo, levantándome de la silla mientras la rabia estalla en mi interior como una b
CAPÍTULO 12. El club de los poderososMientras el gerente y su nuevo ex empleado salen de mi vista, Ruby me pasa un pañuelo húmedo por el labio y la barbilla, y Verónica me observa fijamente con los brazos cruzados. No dice nada al principio, pero esa mirada suya es más que suficiente porque me conoce. Me conoce demasiado bien como para saber que yo no soy de las que va exigiendo despidos ni arruinándole la vida a la gente.Unos segundos después su voz por fin rompe el silencio.—¿Vas a decirnos qué fue lo que pasó con el mesero? Porque tú no eres así.Sus palabras me producen un alivio infinito. No, yo no ERA así, pero acabo de demostrarme a mí misma que puedo serlo.—Estaba cerca de aquí cuando Devon me echó de la casa y vine a buscar ayuda. No tenía a nadie más, estaba sola, congelándome... así que vine a pedirle de favor que me prestara un teléfono para llamarte… pero en lugar de eso me drogó y trató de violarme —les cuento y el pañuelo cae de las manos de Ruby.Su rostro, que sie
CAPÍTULO 13. Cómo nace una villana—¿Estás segura de esto, Regina? —La voz de Verónica resuena a mi lado, mientras doy otro sorbo a la copa de champaña que tengo en la mano.La música en el club late en el fondo, pero yo apenas lo noto. Cada movimiento, cada mirada, cada palabra que pronuncian se convierte en piezas de un tablero que ahora empiezo a construir en mi mente.—¿De qué? —pregunto, sin mirarla, como si realmente no entendiera la pregunta.—De la persona en la que vas a convertirte —dice Verónica con un tono más bajo—. No me malentiendas, podrías ser una asesina serial y seguirías siendo mi amiga, pero quiero que estés segura.Sonrío, pero no porque me haga gracia. Es un tipo de sonrisa que ni siquiera reconozco como mía. Me giro hacia Verónica y respiro profundamente mientras trato es esbozar esta respuesta.—¿Sabes cómo nace una villana, Vero? —Le pregunto y ella no responde porque sabe que necesito desahogarme con la mayor crudeza—. Una villana no nace cuando lo pierde to
CAPÍTULO 14. Piezas en el campo de batallaHe pasado toda mi vida luchando por construir algo, por mantenerlo, por protegerlo. Y Ahora estoy aquí, empezando desde cero, como si nunca hubiera existido nada antes. Verónica insiste en que me quede con ella por un tiempo.—Hasta que te sientas mejor, cariño —insiste, pero ambas sabemos que eso no va a pasar. Aun así, accedo, porque tampoco es como si tuviera muchas opciones.Ni siquiera tengo un sitio para vivir y si quiero poner todo el dinero que tengo en inversiones, entonces tengo que economizar en otras cosas tanto como pueda.—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras —me dice mientras me abraza y yo trato de dormir, de verdad trato, pero mi cabeza está ocupada en otra cosa, en ellos.Christian St Jhon.Toshiro Ren.Viggo Massari.Ahora ellos son mis objetivos. Uno de sus grupos será el respaldo de Devon y Bonnie y tengo que evitarlo. Así que estos tres “reyes” son ahora mis piezas en este juego. Tengo que conocerlos, aprender cómo
CAPÍTULO 15. Una entrevista de trabajoDos días pasan, dos días tensos hasta que por fin recibo la llamada que estoy esperando.Me miro al espejo una última vez antes de salir y no puedo evitar reírme un poco de mi reflejo. Llevo moño deshecho que parece a punto de caer, unos lentes de pasta gruesa que encontré en la parte trasera de un cajón de Verónica y una blusa que parece sacada de una venta de garaje. La falda lápiz y los tacones oscuros completan el look. Es irónico: nunca me he visto menos como yo, y al mismo tiempo, sé que es el disfraz perfecto.—¿A dónde vas vestida así? —pregunta Ruby desde el sofá, mirándome con espanto.—¡A una entrevista de trabajo!Ella suelta una carcajada exagerada, pero no me detengo.—¡Así no te van a dar ni el saludo! —me advierte y yo le hago un guiño desde la puerta.—¡Ya veremos! ¡Me llevo tu coche!Conduzco en el tráfico vespertino y por supuesto que dejo el auto de Ruby lejos de mi destino. Digamos que un Jaguar no pega mucho con la criatura