Hasan Rafiq, es el Emir de los Emiratos Árabes Unidos. Un hombre ambicioso y con una visión de negocios que ha llevado a su familia a ser la más rica del Medio Oriente. Su deseo de extender su poder y riqueza al resto del mundo lo lleva a Nueva York donde conoce a una joven que lo cautiva a primera vista y con quien pasa una noche de ardiente pasión. Una noche que le hace desistir de su matrimonio por contrato con la hija de uno de sus socios que recién ha fallecido. Sienna es una joven que se ve obligada a aceptar el acuerdo matrimonial que su padre firmó con un extranjero para no perder su empresa. Sin embargo, en un acto de rebeldía, Sienna pasa la noche con un extraño de quién huye a la mañana siguiente. Horas más tarde, Sienna descubre que se ha acostado con su futuro marido.
Leer másSienna abrió la puerta de la oficina de su esposo sin llamar, se había estado preparando para ese momento durante varias semanas atrás; era su venganza personal en contra de Hasan por el secuestro de la última vez que había tenido consecuencias para ella y esa noche se lo haría saber, pero ella no sería tan radical, se las cobraría lentamente, poco a poco… —¿Sienna? —Hasan se mostró sorprendido ante la presencia de su esposa en la oficina, era algo totalmente inusual y de repente tuvo la impresión de que algo andaba mal. Pensó en su padre, su tía, sus hermanos, sobrinos, por último y no menos importante en Hasin; sin embargo, no podía tratarse de su hijo, de lo contrario, Sienna no estaría allí. —Cancela todo lo que tenga pendiente para el resto de la tarde —ordenó a su nuevo asistente. —Como usted lo ordene, señor Rafiq —respondió el hombre, hizo una ligera reverencia y salió de la habitación, dejando a Sienna y Hasan frente a frente. —¿Sucedió algo, cariño? —preguntó, acortando l
La llegada de Fatima, volvió loco al Emir de Dubái, quien, tan pronto como la más pequeña de sus nietos cumplió los tres meses de nacida, mandó buscar al mejor pintor de Europa para retratar a sus tres nietos. Hasin, Fatima y Amir fueron inmortalizados en un precioso cuadro, que se colgó en el salón principal de Abdel, para su deleite y el recuerdo de que su familia era primero, que su elección siempre sería, ellos, por encima de todo y de todos. —Me pregunto, ¿qué harás cuando los hijos de Ahmed y Amira lleguen? —susurró Azahara, sentándose al lado de su esposo, estaban solos en el palacio ese día. Jenna había regresado a casa con Assim y Fatima, Callie y Sienna se había ido a Abu Dabi para visitar a Scarlett y estar presentes en el nacimiento de su bebé, que estaba a pocos días de llegar y más, conociendo de antemano que los niños nacían cuando se les diera la gana y no cuando tenían que llegar, habían decidido irse con semanas de anticipación para no ser tomadas por sorpresa, pues
Las semanas que le siguieron a la boda de Ahmed y Nayla, todo fue felicidad para la familia. La pareja se trasladó a Grecia para su luna de miel y por los asuntos pendientes que Ahmed tenía en la ciudad de Atenas. Los negocios no paraban y la familia Rafiq iba ganando renombre y respeto a nivel empresarial, mientras en el seno familiar todo era dicha.—Entonces, ¿cuándo vamos a conocer al bebé? —preguntó Azahara, mientras compartían un té.Las mujeres se habían reunido el sábado por la mañana, una costumbre que habían tomado desde que Nayla y Ahmed partieron al extranjero. Sienna y Callie notaron la nostalgia de Azahara y se habían aventurado a organizar aquellas reuniones con el fin de hacerla sentir mejor y también reforzar sus lazos familiares, aunque no compartieran la misma sangre.—Pues…, el doctor ha dicho que puede ser en cualquiera de estos días, que no puede darme una fecha exacta, pues soy primeriza.—En eso le doy la razón, Hasin llegó antes de lo esperado, más bien, bastó
Nayla sintió los azotes tan reales, como si de nuevo estuviera siendo golpeada por aquel látigo que marcó su piel.—Nayla —la voz de Ahmed, junto a la caricia sobre su rostro la sacaron de sus cavilaciones y la trajeron de nuevo a la realidad.—Ahmed, yo…—Shhhh —el dedo masculino le hizo guardar silencio cuando se posó sobre sus labios—. No hay pasado, Nayla, solo somos tú y yo —murmuró.Ella tembló y tomó la mano de Ahmed cuando él se la volvió a ofrecer y la llevó a la cama. El cuerpo de Nayla cayó con suavidad sobre las sábanas y pétalos de rosas, mientras Ahmed apartó las prendas de su propio cuerpo, se acercó a ella y la cubrió totalmente, haciendo que sus cuerpos se rozaran entre sí.—Solo somos tú y yo —repitió con voz ronca.Ahmed no le dejó responder, ocupó su boca nuevamente, fue un beso casto y tierno. Un beso que empezó a cambiar conforme Nayla se abrió para él y le correspondió.Ahmed profundizó el beso, enredó su lengua con la lengua de Nayla, él saqueó la boca femenina
«Yo los declaro marido y mujer… en mi presencia… y en la presencia de este público»Las palabras seguían sonando en la mente de los novios. Tomados de la mano, esperaron el momento de la bendición de Abdel, se giraron y caminaron por el pasillo donde ambos habían desfilado solos y ahora lo hacían en pareja, como un solo ser.Abdel rompió una regla en la celebración del matrimonio de su hijo y sería lo único que cambiaría de manera permanente y era la celebración de la walima. La fiesta de recepción era acostumbraba a llevarse a cabo luego de la consumación del matrimonio, pero dadas las circunstancias y el amor que la pareja destilaba, dudaba que esa noche pudieran probar bocado y no tendría a sus invitados hasta la luz de un nuevo día a la espera por la celebración.Así, la celebración dio inicio, las puertas del salón donde el banquete aguardaba por los invitados se abrieron y cada uno pasó a degustar de la comida preparada para la ocasión. Nayla y Ahmed apenas tuvieron tiempo de pr
Tras la despedida de la familia Rafiq, los siguientes días pasaron casi en una bruma para Scarlett, pues Jahir se encargó de que ninguna noticia indeseada llegara a sus oídos, por lo que, cuando la invitación para la boda de Ahmed y Nayla llegó, él no dudó ni un solo segundo en aceptar y trasladarse a la ciudad de Dubái en compañía de Scarlett y Kalila. La boda se llevaría dentro de las próximas cuatro semanas, pero Nayla le había pedido un único favor y quizá regalo de boda, y no era otro, que Jahir le permitiera a Scarlett estar presente con ella en la antesala de tan importante acontecimiento. —Estoy tan nerviosa, siento que cada día lo estoy más y más —dijo Nayla, mientras bordaba su hiyab, el que usaría el día de la boda; era blando, grande y el bordado era de color dorado. Unos preciosos hilos de oro. —No eres la única, Azahara corre de un lado al otro, pues para ella es una boda doblemente importante —mencionó Sienna, quien se ocupaba de bordar pequeñas bolsas que entregarían
Aida corrió hasta su habitación, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, le latía de prisa, sus manos temblaban y sudaban. Ella tragó saliva, buscó un nuevo hiyab, uno que Anisa le había obsequiado, lo aguardó entre la manga de su túnica, tomó unas cuantas monedas de su cajón y volvió a salir con prisa, rogando a Alá, que nadie se diera cuenta de lo que estaba haciendo…Entre tanto, Jahir y compañía, entraban por la puerta principal del palacio. Había sido un día difícil con un resultado satisfactorio.—¡Jahir! —gritó Scarlett en el mismo momento que la puerta de la habitación se abrió y dejaba ver la llegada de los hombres a la sala.Scarlett corrió para abrazarlo, importándole poco las reglas y todo lo que tenía que ver con costumbres, ella solo quería abrazar a Jahir, sentirlo junto a su cuerpo.—Todo está bien —susurró el Emir, al sentirla estremecerse por su llanto.Scarlett escondió el rostro entre el cuello y el hombro de Jahir y dejó que todas sus emociones fluyeran
Un silencio absoluto se adueñó del salón, mientras Anisa pensaba que era todo lo que ella necesitaba, hacerles dudar de la palabra de Jahir. Darles todos los argumentos para que las pruebas en contra de su marido no fueran condenatorias y obligarlo a desistir de su demanda.—La sábana manchada con sangre…, jamás sería una prueba condenatoria. Pudo haber sido manchada con la sangre de cualquier animal. No es la primera vez que nos enfrentamos a una situación parecida, tampoco será la primera vez, que una mujer mienta al respecto de su pureza para someter a un hombre a su voluntad —expresó Abdel, tomando la palabra, y con semblante frío, esperó a que Anisa respondiera.No era muy usual que el Consejo le diera la palabra a un acusado, en este caso era mucho más sorprendente, pues se trataba de una mujer; sin embargo, las cosas podían resolverse casi de inmediato en la medida en que ella fuera hablando.—¡Jamás me atrevería a jugar con algo tan importante para mí! —rebatió Anisa, moviéndo
Scarlett se paseó de un lado a otro frente a la puerta doble de madera, estaba a punto de perder la paciencia y entrar para saber lo que ocurría con Jahir. Se había llevado un susto de muerte cuando lo miró desplomarse delante de sus ojos, su corazón se llenó de angustia y pidió a gritos un médico.—Tranquila, Scarlett, esto no le hará ningún bien al bebé —dijo Kalila, tomándola del brazo para detener sus pasos.—Estoy angustiada, Kalila. ¿Qué fue lo que pasó con Jahir? —preguntó—, necesito saberlo o me volveré loca —añadió.Scarlett se mordió el labio, sus ojos estaban llenos de lágrimas y de angustia. Esperaba que nada tuviera que ver con Anisa, aunque lo dudaba. Esa arpía no se había aparecido desde que se había marchado dos días atrás y si no daba señales de vida, era porque estaba tramando algo y le preocupaba que fuera en contra de Jahir.—Jahir es fuerte, Scarlett —susurró Kalila, como si quisiera convencerse a sí misma, pues la preocupación en su voz dejaba en evidencia que no