—¿Sentenciada? —preguntó Sienna, pese al apretón de Hasan sobre su brazo.—¿No has escuchado? ¿O aparte de sinvergüenza estás sorda? —cuestionó Zaida con rapidez.—Escuché perfectamente, señora —gruñó Sienna con rabia.—¡Basta, Sienna! —gritó Hasan elevando la voz, ganándose una mirada furiosa por su parte.—¿Basta? —refutó ella con un brillo peligroso en la mirada—. ¡Ningún basta, Hasan!, te dije claramente que no quería casarme contigo, que si tu madre quería que me marchara lo haría sin dudarlo. Has sido tú quien se ha empeñado en traerme a este país y a esta cultura que no conozco. ¿Por qué tengo que ser yo quién pague por tu necedad? —preguntó airada, sabiendo que bien podía complicarse más la vida, pero ella no iba a quedarse callada, ni mucho menos cargar con toda la culpa.Había sido Hasan el necio.—¡Silencio! —ordenó Abdel haciendo que todos se callaran, incluso Sienna.—He dicho que serán cinco latigazos y en adelante, por tu propio bien, espero que te comportes y aprendas
Sienna abrió los ojos cuando unos golpes a la puerta se escucharon, pareció aturdida por unos pocos segundos, intentó levantarse de la cama, pero la mano de Hasan se lo impidió.—No te muevas, Sienna, y por lo que más quieras hazme caso —pidió con voz neutra.Sienna asintió, fue en ese momento que se dio cuenta de que estaba acostada de medio lado sobre la cama, de tal manera que su espalda quedara libre de miradas curiosas.Hasan se puso de pie, se cuadró los hombros pese al dolor y concedió el permiso para que quien fuera el visitante no tuviera ninguna mirada de Sienna.—Hijo —dijo Zaida entrando a la habitación con un séquito de mujeres, quienes traían ropa, comida y medicinas.—Madre —respondió él, mirando a las mujeres en su habitación—. ¿Qué haces aquí? —preguntó ante el silencio que le concedió Zaida.—Mi personal se hará cargo de curar las heridas de Sienna, la alimentarán y vestirán —dijo mientras hacía una señal para que las mujeres pasaran de Hasan.—¡Alto ahí! —pronunció
«¿Por qué hay sangre manchando tus ropas?» Hasan se tensó como la cuerda de un violín ante la pregunta de Zaida, su madre no podía descubrir la verdad, por el bien de Sienna, de Assim y de sí mismo, pues su reputación no podía ser puesto entredicho.—¿Sangre? —preguntó dejando ver la sorpresa en su rostro.Zaida asintió.—No tengo idea, madre, he estado todo el día en reuniones y apenas he tenido tiempo de nada, ahora mismo me haré cargo —dijo dando un paso al frente.Zaida frunció el ceño, estiró la mano y golpeó la espalda de Hasan.Hasan se detuvo, se giró y miró a su madre con el ceño fruncido y unos ojos penetrantes.—¿Qué es lo que estás haciendo? —preguntó con seriedad.Zaida dio dos pasos atrás, ella esperó que su hijo dejara escapar algún tipo de lamentación, gemido o queja. Lo que fuera para demostrar sus sospechas, sin embargo, ni la túnica se manchó más de sangre, ni Hasan demostró sentir ningún dolor. Más bien, parecía furioso.—Hijo…—Hay límites para todo, madre, entie
A la mañana siguiente, Assim llamó a la puerta de Hasan con más ímpetu que de costumbre, los golpes fueron tan ruidosos que despertaron al Emir antes de su hora acostumbrada. Hasan frunció el ceño, se giró ligeramente y chocó contra el cuerpo de Sienna.La visión de la hermosa rubia en su cama habría sido la cosa más bella de ver si su espalda no hubiese golpeado en el proceso. Hasan apretó los dientes y se apartó con lentitud de ella y se levantó con cuidado para no despertarla, se colocó una doble bata en caso de que se tratara de su amadísima madre, ya no sabía qué esperar de ella.Hasan caminó a la puerta, se cuadró los hombros y colocó un semblante frío y distante antes de abrir la preciosa y lujosa madera para encontrarse con el rostro preocupado de Assim.—¿Por qué no entraste? —preguntó al verlo, el hombre negó.—No quiero ser inoportuno —dijo.Hasan bufó algo impropio de él.—¿Qué sucede? —cuestionó, echando un ojo al interior de la habitación.—La señorita Jenna se quedó esp
El gemido que abandonó los labios de Sienna fue casi desgarrador, al tiempo que la mano de Zaida se apartaba y se manchaba de sangre.—¡Zaida! —gritó Abdel por primera vez mostrando su enojo.Zaida abrió los ojos al ver la humedad en la espalda de Sienna, miró su mano y luego a su marido, mientras Sienna caía en los brazos de Hasan.—-Yo… —Zaida trató de justificarse tan pronto como se dio cuenta de que había cometido un error garrafal.—¡Silencio! —ordenó Abdel caminando hasta Hasan y Sienna.—Abdel…—He dicho que guardes silencio, Zaida, esto que has hecho es una crueldad, solicitaste el castigo para Sienna, la sabías herida, aun así, lo has hecho con intención de causarle más daño —dijo Abdel.—No fue mi intención, Abdel…—Llévate a Sienna —ordenó Abdel al ver las lágrimas en los ojos de la joven y el rostro furioso de Hasan.—Me la llevaré, por supuesto que me la llevaré, pero no será a mi habitación. Nos marchamos del palacio, esperaba hacerlo en un tiempo prudente, pero dadas la
Callie frunció el ceño al ver que el hombre sonreía. La joven trató de ser prudente y educada en medida de lo posible, pero la sonrisa idiota del hombre finalmente la rompió.—¿Se puede saber qué es lo que le causa tanta gracia? —preguntó.Farid parpadeó.—Ha sido usted quien se ha subido a mi taxi, señorita —dijo.Ella lo miró y negó.—Yo he subido primero, usted llegó más tarde, así que, tendrá que disculparme, pero este es mi taxi —debatió.Farid suspiró, el auto ni siquiera era un taxi, ¿Cómo es que la chica no podía verlo? ¿O cómo era posible que no se diera cuenta de que él no era un extranjero?—¿Señor? —llamó el chofer al escuchar la discusión en la parte de atrás del auto.—Llevemos a la señorita a su hotel y luego puedes llevarme a casa —ordenó.Callie frunció el ceño ante la orden del hombre.—¿No piensa bajarse? ¿Es normal compartir taxi? —preguntó confundida.Farid negó.—Este es mi auto, pero puedo dejarla en su hotel —aseguró.Callie se sonrojó hasta la raíz del cabello
Sienna cerró los ojos al sentir el cálido aliento de Hasan rozar sus labios y sin poder evitarlo le dio completo acceso a su boca.El cuerpo de Sienna se estremeció al sentir la lengua de Hasan, saquear su interior, tocar cada rincón de su cavidad, deleitándose en ella. Llenándola de un deseo voraz que corría por su cuerpo como pólvora hasta llegar a su centro, deseosa de explotar por el placer que sabía que solo Hasan podía darle, pues era él, el único que conocía su cuerpo.Un sonoro gemido escapó de los labios de Sienna que envió al cuerpo de Hasan todas las señales para no detenerse y él no pensaba hacerlo. Hasan arrastró el cuerpo de Sienna hasta la cama, depositó su cuerpo sobre las finas sábanas y se recostó sobre ella, dominando el beso, tocando el perfecto cuerpo de la muchacha bajo aquella holgada bata.Hasan ardía en deseo como aquella primera vez que deseó a la joven con tan solo verla, era algo que él no podía explicar, no era un hombre que se dejara llevar por sus bajos
Sienna se quedó de piedra y por un momento no supo qué hacer o que pensar. Bien podía retirarse sin que la pareja se diera cuenta de que los había sorprendido o también podía interrumpirlos y evitar una tragedia, pues si alguien más los veía podían estar en grandes problemas.«¡Hasan!»Cuando Sienna pensó en su marido, un sinfín de escenarios se abrió paso por su mente y ninguno que pudiera tener un final feliz. Sienna dio un paso atrás chocando con la puerta y haciendo el ruido que deseó no hacer, captando la atención de Assim y Jenna.La pareja miró con terror a Sienna parada junto a la puerta, el cuerpo de Jenna tembló con violencia y sus ojos se llenaron de lágrimas debido al miedo.—¡Sienna!—¡Señora!La pareja gritó al unísono, pero Sienna giró sobre sus pies y salió de la habitación, la joven no sabía si lo hizo para escapar o para sacar a Jenna de la habitación, ella tenía que seguirle de alguna manera, ¿verdad?—¡Sienna, espera! —la escuchó gritar y sus pasos aproximarse a el