Las semanas que le siguieron a la boda de Ahmed y Nayla, todo fue felicidad para la familia. La pareja se trasladó a Grecia para su luna de miel y por los asuntos pendientes que Ahmed tenía en la ciudad de Atenas. Los negocios no paraban y la familia Rafiq iba ganando renombre y respeto a nivel empresarial, mientras en el seno familiar todo era dicha.—Entonces, ¿cuándo vamos a conocer al bebé? —preguntó Azahara, mientras compartían un té.Las mujeres se habían reunido el sábado por la mañana, una costumbre que habían tomado desde que Nayla y Ahmed partieron al extranjero. Sienna y Callie notaron la nostalgia de Azahara y se habían aventurado a organizar aquellas reuniones con el fin de hacerla sentir mejor y también reforzar sus lazos familiares, aunque no compartieran la misma sangre.—Pues…, el doctor ha dicho que puede ser en cualquiera de estos días, que no puede darme una fecha exacta, pues soy primeriza.—En eso le doy la razón, Hasin llegó antes de lo esperado, más bien, bastó
La llegada de Fatima, volvió loco al Emir de Dubái, quien, tan pronto como la más pequeña de sus nietos cumplió los tres meses de nacida, mandó buscar al mejor pintor de Europa para retratar a sus tres nietos. Hasin, Fatima y Amir fueron inmortalizados en un precioso cuadro, que se colgó en el salón principal de Abdel, para su deleite y el recuerdo de que su familia era primero, que su elección siempre sería, ellos, por encima de todo y de todos. —Me pregunto, ¿qué harás cuando los hijos de Ahmed y Amira lleguen? —susurró Azahara, sentándose al lado de su esposo, estaban solos en el palacio ese día. Jenna había regresado a casa con Assim y Fatima, Callie y Sienna se había ido a Abu Dabi para visitar a Scarlett y estar presentes en el nacimiento de su bebé, que estaba a pocos días de llegar y más, conociendo de antemano que los niños nacían cuando se les diera la gana y no cuando tenían que llegar, habían decidido irse con semanas de anticipación para no ser tomadas por sorpresa, pues
Sienna abrió la puerta de la oficina de su esposo sin llamar, se había estado preparando para ese momento durante varias semanas atrás; era su venganza personal en contra de Hasan por el secuestro de la última vez que había tenido consecuencias para ella y esa noche se lo haría saber, pero ella no sería tan radical, se las cobraría lentamente, poco a poco… —¿Sienna? —Hasan se mostró sorprendido ante la presencia de su esposa en la oficina, era algo totalmente inusual y de repente tuvo la impresión de que algo andaba mal. Pensó en su padre, su tía, sus hermanos, sobrinos, por último y no menos importante en Hasin; sin embargo, no podía tratarse de su hijo, de lo contrario, Sienna no estaría allí. —Cancela todo lo que tenga pendiente para el resto de la tarde —ordenó a su nuevo asistente. —Como usted lo ordene, señor Rafiq —respondió el hombre, hizo una ligera reverencia y salió de la habitación, dejando a Sienna y Hasan frente a frente. —¿Sucedió algo, cariño? —preguntó, acortando l
Un contrato matrimonialSienna miró fijamente el rostro de su madre, ella no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.—¿Qué estás diciendo? —preguntó.Sienna pensaba que la pérdida de su padre era la peor de las tragedias que podía haberle sucedido, verlo sufrir a causa de su enfermedad había sido duro, saber que ahora descansaba en paz y sin sufrimiento había sido un pequeño consuelo para ella, que ahora se veía alterado por las palabras de su madre.—Escucha Sienna, no tenemos más opciones, tu padre dejó todo dispuesto en caso de que esto llegara a suceder —dijo Fiona como si estuviera hablando del clima.—Dudo mucho que mi padre haya dispuesto mi matrimonio sin tomar en cuenta mi opinión, ¡papá no era ese tipo de hombre! —refutó con vehemencia y poniéndose de pie.—Tu padre solo quería lo mejor para sus hijas, Scarlett y tú son lo que Steven más amaba en la vida, no puedes culparlo por tratar de protegerlas desde la tumba —refutó Fiona caminando para tomar el brazo de Sienna.
Regla de oroHasan Rafiq sedujo a Sienna con una simple y sexi sonrisa o quizá era la necesidad de la muchacha por experimentar la pasión que le prometían aquellos ojos verdes. Ella no tenía ninguna posibilidad, había caído hechizada bajo el encanto del desconocido.—Esta noche te haré mía —le susurró al oído, provocando que el cuerpo de Sienna temblara como si fuera una hoja mecida por un bravo viento, pero no sentía frío. El fuego que recorrió cada centímetro de su piel fue como lava, derritiéndola y dejándola a merced del extraño.Sienna no fue consciente del momento que el hombre guapo la sacó del antro, ni supo exactamente el lugar al que la llevó. No se preocupó por ver el lujoso ático, sus ojos cielo estaban clavados en el rostro perfecto del hombre, Sienna llegó a pensar que todo se trataba de un sueño. ¡Eso era! Ese hombre no podía ser real, era demasiado guapo y perfecto.Un momento de lucidez se coló por los pensamientos de la muchacha, pero pronto fue borrado como si solam
¡Descarada! Hasan miró a Sienna con ojos que advertían peligro, el Emir jamás se había sentido engañado cómo en ese momento. Sus pensamientos fueron rápidos y recordó exactamente las palabras que su consejero había dicho mientras se preparaba para venir a este encuentro y cancelar el trato. «Quién se rehúse a contraer matrimonio, lo perderá todo». —Me gustaría decirle que es un placer conocerla, pero el placer ya lo hemos tenido —dijo de manera mordaz. Sienna tragó el nudo que se había formado en su garganta, sus manos se apretaron bajo la mesa mientras rogaba porque el hombre delante de ella no dijera nada sobre la noche que habían pasado juntos. —¿Qué quiere decir con eso? —preguntó Fiona mirando a Sienna y luego a Hasan. —Su hija sabe muy bien de lo que hablo, señora Mackenzie —dijo, tirando la piedra sobre el tejado de Sienna. —¿Cariño? —llamó Fiona. —Mamá, no tengo idea de lo que habla el señor Rafiq —mintió con voz temblorosa. ¡Descarada! ¡Eso era lo que Sienna era, ¿cómo
«Discúlpame con tu madre, no tengo estómago para quedarme y ver cómo finges inocencia»«Si tienes un poco de dignidad, espero que no te presentes al Ayuntamiento y solo entonces creeré en ti»«Espero que no te presentes al Ayuntamiento»Las palabras de Hasan se repitieron como un mantra en la cabeza de Sienna, la joven no tenía ningún interés en casarse con él y si esta era su oportunidad para escapar, ella no iba a dudarlo. No le importaba el concepto que el árabe podía tener de ella, eso era irrelevante para Sienna, pero si podía limpiar su imagen, aunque fuera un poco, tampoco iba a desaprovecharlo, ¿A quién le daban pan que llore?—¿Dónde está Hasan?La voz de Fiona sacó a Sienna de sus pensamientos.—Se ha marchado —dijo casi sin interés.—¿Se ha marchado? —preguntó como si Sienna no hubiese sido clara.—Sí.—¿Cómo pudo marcharse? ¿Qué fue lo que le hiciste o dijiste para que se fuera de esa manera? —preguntó acusándola en el proceso.—¿Por qué piensas que tuve que decirle o hac
Hasan se sintió insultado por el vestido que Sienna portaba como si fuera una reina, apretó sus manos en dos puños y caminó en su dirección.—¿Qué se supone que haces? —preguntó con los dientes apretados.—¿Casarme contigo? —respondió Sienna con una sonrisa retadora en el rostro.La joven había discutido con su madre por no aceptar venir con el vestido que Hasan le había enviado, pero Sienna había sido firme en su decisión y allí estaba ella, portando un vestido color dorado que para los árabes significaba no solo majestuosidad, sino también divinidad y honor. Porque Sienna estaba allí, parada frente a aquel oriental con dignidad. Con el honor de toda mujer que no le debía nada a nadie y menos a él.Hasan achicó los ojos al escuchar su pregunta como respuesta, ¿Qué es lo que esa mujer se creía para desobedecerle?—¿Por qué traes ese vestido? —preguntó con los dientes apretados, luchando para no perder la compostura y ceder al deseo de apretar el cuello de Sienna con sus propias manos.