«¡No es mujer para ti!»«¡No es mujer para ti!»Las palabras de la madre de Hasan penetraron en la cabeza de Sienna, ella sonrió, porque no podía estar más de acuerdo con la extraña y dura mujer.—Es exactamente lo que yo pensé, señora, pero su hijo es más terco que una mula y aquí estamos, casados por su plena voluntad y en contra de la mía —respondió Sienna, dejando perplejos momentáneamente a sus suegros.Entre tanto, Hasan sintió de nuevo esa corriente eléctrica atravesarle el cuerpo, ¡su esposa era rebelde como solo ella podía serlo! ¿Así sería su relación? ¿Una constante guerra?—Sienna…La mano del hombre mayor se elevó y Hasan guardó silencio en señal de respeto, lo que sorprendió a Sienna.—Permítame presentarme, soy Abdel Rafiq, mi hijo menor, Farid y mi esposa, Zaida —dijo con voz cordial, pero formal y distante.Sienna asintió.—Sienna Mackenzie —dijo, no se atrevió a extender la mano, recordaba haber buscado información sobre la cultura árabe, pero ahora mismo era incapaz
Hasan echó la cabeza atrás, se había olvidado de solicitar a Adila una habitación para Sienna, aunque tampoco es que estarían mucho tiempo en Dubái, él tenía reuniones y negocios que hacer en el golfo pérsico, por lo que su estadía en la ciudad era breve, pero ¿Qué tan breve sería? Esperaba que no tanto, de lo contrario, tendría que soportar a su madre despotricar en contra de Sienna.«Esa mujer es de un mundo distinto al nuestro, debe tener sus mañas, seguramente te ha engañado»Hasan trató de no pensar en las palabras de Zaida que habían sido dichas con enojo, además, no había manera de que Sienna lo engañara, ¿verdad? Entonces recordó que había sido ella quién se había despertado primero y huyó de su lado, dejando únicamente las sábanas manchadas con la evidencia de su inocencia.¿Sería posible que…?Hasan apartó los pensamientos de su cabeza, no quería pensar de más. No sería capaz de soportar no haber sido el primero en la vida de Sienna, no ser quién tuviera su cuerpo por primer
—¿Sentenciada? —preguntó Sienna, pese al apretón de Hasan sobre su brazo.—¿No has escuchado? ¿O aparte de sinvergüenza estás sorda? —cuestionó Zaida con rapidez.—Escuché perfectamente, señora —gruñó Sienna con rabia.—¡Basta, Sienna! —gritó Hasan elevando la voz, ganándose una mirada furiosa por su parte.—¿Basta? —refutó ella con un brillo peligroso en la mirada—. ¡Ningún basta, Hasan!, te dije claramente que no quería casarme contigo, que si tu madre quería que me marchara lo haría sin dudarlo. Has sido tú quien se ha empeñado en traerme a este país y a esta cultura que no conozco. ¿Por qué tengo que ser yo quién pague por tu necedad? —preguntó airada, sabiendo que bien podía complicarse más la vida, pero ella no iba a quedarse callada, ni mucho menos cargar con toda la culpa.Había sido Hasan el necio.—¡Silencio! —ordenó Abdel haciendo que todos se callaran, incluso Sienna.—He dicho que serán cinco latigazos y en adelante, por tu propio bien, espero que te comportes y aprendas
Sienna abrió los ojos cuando unos golpes a la puerta se escucharon, pareció aturdida por unos pocos segundos, intentó levantarse de la cama, pero la mano de Hasan se lo impidió.—No te muevas, Sienna, y por lo que más quieras hazme caso —pidió con voz neutra.Sienna asintió, fue en ese momento que se dio cuenta de que estaba acostada de medio lado sobre la cama, de tal manera que su espalda quedara libre de miradas curiosas.Hasan se puso de pie, se cuadró los hombros pese al dolor y concedió el permiso para que quien fuera el visitante no tuviera ninguna mirada de Sienna.—Hijo —dijo Zaida entrando a la habitación con un séquito de mujeres, quienes traían ropa, comida y medicinas.—Madre —respondió él, mirando a las mujeres en su habitación—. ¿Qué haces aquí? —preguntó ante el silencio que le concedió Zaida.—Mi personal se hará cargo de curar las heridas de Sienna, la alimentarán y vestirán —dijo mientras hacía una señal para que las mujeres pasaran de Hasan.—¡Alto ahí! —pronunció
«¿Por qué hay sangre manchando tus ropas?» Hasan se tensó como la cuerda de un violín ante la pregunta de Zaida, su madre no podía descubrir la verdad, por el bien de Sienna, de Assim y de sí mismo, pues su reputación no podía ser puesto entredicho.—¿Sangre? —preguntó dejando ver la sorpresa en su rostro.Zaida asintió.—No tengo idea, madre, he estado todo el día en reuniones y apenas he tenido tiempo de nada, ahora mismo me haré cargo —dijo dando un paso al frente.Zaida frunció el ceño, estiró la mano y golpeó la espalda de Hasan.Hasan se detuvo, se giró y miró a su madre con el ceño fruncido y unos ojos penetrantes.—¿Qué es lo que estás haciendo? —preguntó con seriedad.Zaida dio dos pasos atrás, ella esperó que su hijo dejara escapar algún tipo de lamentación, gemido o queja. Lo que fuera para demostrar sus sospechas, sin embargo, ni la túnica se manchó más de sangre, ni Hasan demostró sentir ningún dolor. Más bien, parecía furioso.—Hijo…—Hay límites para todo, madre, entie
A la mañana siguiente, Assim llamó a la puerta de Hasan con más ímpetu que de costumbre, los golpes fueron tan ruidosos que despertaron al Emir antes de su hora acostumbrada. Hasan frunció el ceño, se giró ligeramente y chocó contra el cuerpo de Sienna.La visión de la hermosa rubia en su cama habría sido la cosa más bella de ver si su espalda no hubiese golpeado en el proceso. Hasan apretó los dientes y se apartó con lentitud de ella y se levantó con cuidado para no despertarla, se colocó una doble bata en caso de que se tratara de su amadísima madre, ya no sabía qué esperar de ella.Hasan caminó a la puerta, se cuadró los hombros y colocó un semblante frío y distante antes de abrir la preciosa y lujosa madera para encontrarse con el rostro preocupado de Assim.—¿Por qué no entraste? —preguntó al verlo, el hombre negó.—No quiero ser inoportuno —dijo.Hasan bufó algo impropio de él.—¿Qué sucede? —cuestionó, echando un ojo al interior de la habitación.—La señorita Jenna se quedó esp
El gemido que abandonó los labios de Sienna fue casi desgarrador, al tiempo que la mano de Zaida se apartaba y se manchaba de sangre.—¡Zaida! —gritó Abdel por primera vez mostrando su enojo.Zaida abrió los ojos al ver la humedad en la espalda de Sienna, miró su mano y luego a su marido, mientras Sienna caía en los brazos de Hasan.—-Yo… —Zaida trató de justificarse tan pronto como se dio cuenta de que había cometido un error garrafal.—¡Silencio! —ordenó Abdel caminando hasta Hasan y Sienna.—Abdel…—He dicho que guardes silencio, Zaida, esto que has hecho es una crueldad, solicitaste el castigo para Sienna, la sabías herida, aun así, lo has hecho con intención de causarle más daño —dijo Abdel.—No fue mi intención, Abdel…—Llévate a Sienna —ordenó Abdel al ver las lágrimas en los ojos de la joven y el rostro furioso de Hasan.—Me la llevaré, por supuesto que me la llevaré, pero no será a mi habitación. Nos marchamos del palacio, esperaba hacerlo en un tiempo prudente, pero dadas la
Callie frunció el ceño al ver que el hombre sonreía. La joven trató de ser prudente y educada en medida de lo posible, pero la sonrisa idiota del hombre finalmente la rompió.—¿Se puede saber qué es lo que le causa tanta gracia? —preguntó.Farid parpadeó.—Ha sido usted quien se ha subido a mi taxi, señorita —dijo.Ella lo miró y negó.—Yo he subido primero, usted llegó más tarde, así que, tendrá que disculparme, pero este es mi taxi —debatió.Farid suspiró, el auto ni siquiera era un taxi, ¿Cómo es que la chica no podía verlo? ¿O cómo era posible que no se diera cuenta de que él no era un extranjero?—¿Señor? —llamó el chofer al escuchar la discusión en la parte de atrás del auto.—Llevemos a la señorita a su hotel y luego puedes llevarme a casa —ordenó.Callie frunció el ceño ante la orden del hombre.—¿No piensa bajarse? ¿Es normal compartir taxi? —preguntó confundida.Farid negó.—Este es mi auto, pero puedo dejarla en su hotel —aseguró.Callie se sonrojó hasta la raíz del cabello