Azrael: El más dulce pecado

Azrael: El más dulce pecadoES

Romance
D. Meiler  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Venus es el seudónimo de la belleza que ilumina aquel burdel en las noches. No hay un hombre que no se sienta atraído por aquella diosa que danza sobre la tarima principal. Esos ojos felinos bajo el antifaz negro, unos labios carnosos tan rojos y jugosos que piden a gritos ser mordidos sin piedad. Cómo no ver las curvas matadoras que tan bien se marcan bajo aquellos escasos trozos de tela que no dejan mucho a la imaginación. Pero esa diosa que deslumbra en las noches, no es más que una chica común en los días. Con un traumático pasado y un difícil presente; Gabriella se ve obligada a trabajar en las noches en aquel burdel para poder sustentar a su hermana los medicamentos necesarios para su vida. Pero lo que ella no imaginó esa noche de luna llena, cuando marcó la media noche y subió al escenario para dar su show como de costumbre, era que entre sus espectadores se encontraría aquel mítico ser, que marcaría su vida convirtiéndose en su destino, su perdición y la mayor pasión de su vida.

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Capítulo 1
Trato de mantener la calma, pero mis manos temblorosas me delatan. Cruzo mis dedos sobre mi regazo y respiro hondo. —¿Qué está pasando con ella, doctor? —miro preocupada al médico que se encuentra ligeramente recostado en la silla de su escritorio. Tiene una expresión amable en un rostro surcado de arrugas. —Señorita, lo que está sucediendo con su hermana es normal para una niña que padece leucemia mieloide aguda. —Lo sé, pero últimamente está muy deprimida, pálida y siempre parece muy cansada. —Todos esos son síntomas normales. Recuerde que está siendo sometida a quimioterapia. Es un proceso que tiende a traer muchas consecuencias, entre ellas la anemia, que es la razón de la debilidad de Mara. —¿Debo preocuparme? —pregunté mientras me ponía de pie. —Es inevitable que se preocupe; la leucemia es muy peligrosa. Pero por ahora, todo está controlado, Mara está en buenas manos. —Muchas gracias, doctor —estreché amablemente su mano y tomé mi bolso, encaminándome a la salida. El ho
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Capítulo 2
Me golpeo una y otra vez internamente. No puedo creer que haya considerado aceptar semejante propuesta. Yo no soy así. Tengo dignidad y amor propio; no me convertiré en una fulana. Huí de mi casa, crié sola a mi hermana pequeña y hasta ahora he trabajado para pagar su tratamiento. Mis sacrificios no serán en vano; no luché tanto para caer ante esta oferta. —No —respondí tajante. —Te recomiendo reconsiderarlo. Si trabajas aquí, es porque necesitas el dinero. —Usted no sabe nada de mí. Puedo trabajar aquí solo porque quiero. —Claro que no —sonrió confiado—. Una mujer como tú —recorrió mi cuerpo de arriba abajo, como si estuviera detallando cada parte— no tiene la necesidad de hacer algo como esto, y mucho menos por simple placer. La mayoría son más listas; buscan un tipo al cual sacarle dinero. —Prefiero bailar aquí todas las noches; al menos estaría ganando mi propio dinero. Pero no sería capaz de estar con un hombre solo para que pagara mis cuentas. Entonces sí sería una prostitu
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Capítulo 3
Salí del hospital y decidí caminar un poco para despejarme. Además, necesitaba pensar con claridad.Podría quedarme trabajando un par de horas extras en el burdel, tal vez incluso conseguir un empleo durante el día, pero eso sería difícil. No tengo mucha formación académica, ni siquiera terminé la universidad.Por ahora, todo lo que me queda es el burdel. Así que decidí llamar a Susan, ya que hoy era mi noche libre y no la vería.—¿Qué pasa? —respondió, notándose la irritación en su tono.—¿A qué se debe ese mal humor? —pregunté, un poco sorprendida.—Estoy lidiando con problemas legales.—¿Qué? —mi voz sonó confundida.—No es nada, solo dime para qué llamaste.—Necesito trabajar más horas.—Vaya, vaya. ¿Y esto por qué ahora?—Porque necesito más dinero.—¿Tienes algo planeado para la noche?—No.—Entonces ven al burdel. Hablaremos aquí, pero no me pidas mucho dinero.—Nos vemos en la noche, Susan —colgué y guardé mi teléfono en el bolso mientras cruzaba la calle.Después de un buen r
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Capítulo 4
La noche llegó, pero el sueño no. Me movía de un lado a otro, incapaz de hallar calma. Por un lado, temía volver a dormir y escuchar la voz de mi madre resonando en mi mente. Por otro, me aterraba el paso que estaba a punto de dar. No conocía nada de ese hombre. Hasta el momento, solo sabía que se alojaba en uno de los hoteles más lujosos de Nueva York. Lo que menos necesitaba ahora era tratar con un millonario egocéntrico. Finalmente, logré dormir, pero no por mucho tiempo. Un fuerte golpe en la puerta me despertó, casi derribándola. Al abrir, me encontré con la señora Miller y uno de los guardias. —Buenos días —dije entrecortada, aún adormilada. —Es necesario que desaloje inmediatamente —me respondió con frialdad. —Lo haré —respondí con una mirada cargada de resentimiento—, solo necesito unos minutos para prepararme. —Una hora —contestó sin inmutarse—. Ni más ni menos. Con esas palabras, se retiró. Me apresuré al baño y comencé a alistarme. Pensé por un momento qué ropa elegir
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Capítulo 5
Le lanzo una mirada fulminante, pero me pongo de pie sin perder la compostura. Tomo el borde de mi vestido y, con calma, empiezo a levantarlo hasta que lo retiro por completo, quedando solo en bragas. Él, el muy sinvergüenza, me inspecciona sin pudor, recorriéndome con la mirada de arriba a abajo. No me dejo intimidar. Levanto la cabeza con firmeza, sin una pizca de vergüenza ni incomodidad. —¿Las bragas también? —pregunto, con una calma calculada. —No es necesario —se lame los labios, sin desviar la mirada. Luego, con una sonrisa arrogante, añade—: ¿No te da ni un poco de vergüenza desnudarte? —No —respondo sin titubear. —Ya veo. Supongo que son gajes del oficio, por eso de ser prostituta —su tono es despectivo, como si buscara provocarme. —Soy bailarina exótica —repito la respuesta, ahora con un atisbo de cansancio en mi voz. —¿En serio? —levanta una ceja con escepticismo—. Esto que estás haciendo ahora, ¿cómo se llama? Porque si mal no recuerdo, te estás prostituyendo. Cie
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Capítulo 6
Detuve sus manos, que ya comenzaban a explorar mi cuerpo.—Antes quiero dejarte algo claro —dije, ganándome su total atención—. No soy masoquista, y con eso espero dejarlo todo claro.—Nunca dije que yo fuera un sádico —me miró con una sonrisa burlona.—Solo te advierto —me crucé de brazos, como era mi costumbre—. Nada de cosas extrañas. Ni aparatitos raros, ni golpes, maltratos o ataduras.—Ya he dicho que no me gustan esas cosas —elevó los brazos en señal de rendición—. Soy bastante perverso, eso lo acepto, pero no sádico. Aprovecho para informarte también de mi costumbre —tomó un mechón de mi cabello y lo colocó detrás de mi oreja—. No beso en la boca, a nadie —aclaró.—¿Estás hablando en serio? —su rostro confirmaba su seriedad—. ¿Por qué?—Creo que es algo realmente íntimo, aún más personal que el sexo. Y no quiero tener ese tipo de relación con nadie. Además, no creo que te guste besarme —elevé una ceja. Puede que no estuviera con él precisamente por elección propia, pero debía
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Capítulo 7
Cada estocada de su parte parecía indagar en mi ser; el placer nublaba tanto mis sentidos como mi vista. Intentaba contener mis gemidos, pero se volvía imposible. Una última embestida marcó mi liberación. Me dejé caer sobre el asiento, completamente exhausta, mientras mi respiración tardaba en regularse y mis piernas se sentían como gelatina. Cuando me voltee, noté que Azrael ya había comenzado a vestirse, como si nada hubiera pasado. Juraría que él también debería estar exhausto. —Tienes mucha energía —dije en tono burlón. —Más de la que podrías aguantar. Se podría decir que no me canso con nada. —Vaya suerte la tuya —decidí sacar el tema que realmente me importaba—. Ahora, págame —exigí, poniéndome de pie y agarrando mis bragas. —Eres exigente, y luego dices que no eres prostituta. —Al parecer lo soy; me he convertido en tu prostituta. Así que paga por mis servicios —si él es un sinvergüenza, yo también puedo serlo. Caminó en mi dirección hasta quedar a escasos centímetros d
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Capítulo 8
Azrael es un desgraciado, eso ya lo tengo muy claro. Y yo soy una estúpida porque siempre caigo en sus garras, aunque no es como si él me dejara muchas opciones.No puedo creer que tenga que ir a una fiesta. Quería estar tranquila; me siento triste por la partida de Mara, y no estoy en condiciones para eventos de ningún tipo.Bufé una vez más y, al final, tomé el vestido y me dirigí hacia el baño. Tomé una ducha larga, porque sabía que él tenía prisa y quería molestarlo, tan fácil como eso.Cuando estuve lista, me vestí. Como imaginé, el pedazo de tela no es precisamente cubriente, aunque debo admitir que es precioso y me queda muy bien.Tomé el maquillaje —que al parecer formaba parte de las cosas que mandó a comprar— y me apliqué un poco, sin ser demasiado escandalosa. Elegí unos tacones altos para combinar con el vestido y un pequeño bolso de mano. Terminé de acomodar mis pechos dentro del vestido y ajusté el escote.—¿Cuánto más piensas tardar? —Azrael apareció en la habitación mi
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Capítulo 9
Había pasado alrededor de 20 minutos de trayecto en silencio. Pero sentí un poco de curiosidad sobre el asunto de Susan y el burdel. —Oye Azrael —llamé su atención y me miró rápidamente para luego volver a fijar su atención en la carretera —¿Qué sucedió con el burdel?—Creo que está cerrado aún —estiró la mano a la guantera y sacó una cajetilla de cigarrillos.—¿Y Susan? —¿Qué con ella? —preguntó mientras lo encendía.—Por tu culpa se metió en problemas legales.—¿Por mi culpa? —rió mientras daba una calada y soltaba una larga exhalación de humo.—Así es, tú creaste toda esa falsa historia para dejarme sin trabajo.—No creé ninguna historia, en ese lugar venden droga.—No es cierto, trabajo allí desde hace más de un año. —¿Alguna vez has estado entre las personas que visitan el lugar? —negué —. Exactamente, jamás te mezclaste entre tu público, todos están drogados, los meseros la venden. Y estoy seguro de que Susan estaba al tanto.Mi boca se abrió estupefacta. Imaginé muchas cosas
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Capítulo 10
—Tenías esto planeado, ¿no es cierto? —elevé una ceja, resaltando la obviedad.—Qué va, las cosas planeadas no son para nada emocionantes —se encogió de hombros.Se acercó y me tomó por la cadera, levantándome en el aire y depositándome sobre la mesa de billar. Lo hizo con mucha facilidad, como si yo no pesara nada. Sería un halago, pero sé que no estoy tan delgada.Me sostuve de sus hombros y enredé mis piernas alrededor de sus caderas. Pasó sus manos por mis muslos, ascendiendo, y a medida que lo hacía, subía mi vestido hasta sacármelo.—Espera, no me desnudes totalmente —tomé sus manos.—¿Por qué? —ladeó el rostro, algo burlón—. Te da vergüenza.—Obviamente no, pero alguien podría entrar y... —cubrió mi boca con su mano.—Nadie nos va a interrumpir a menos que sigas parloteando. No tienen por qué saber que estamos aquí. Si no eres ruidosa, todo irá bien. Además —delineó el borde de mis labios con el dedo—, no es necesario armar tanto drama. Con vestido o sin vestido, cualquiera sab
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