Capítulo 7

Cada estocada de su parte parecía indagar en mi ser; el placer nublaba tanto mis sentidos como mi vista. Intentaba contener mis gemidos, pero se volvía imposible.

Una última embestida marcó mi liberación. Me dejé caer sobre el asiento, completamente exhausta, mientras mi respiración tardaba en regularse y mis piernas se sentían como gelatina.

Cuando me voltee, noté que Azrael ya había comenzado a vestirse, como si nada hubiera pasado. Juraría que él también debería estar exhausto.

—Tienes mucha energía —dije en tono burlón.

—Más de la que podrías aguantar. Se podría decir que no me canso con nada.

—Vaya suerte la tuya —decidí sacar el tema que realmente me importaba—. Ahora, págame —exigí, poniéndome de pie y agarrando mis bragas.

—Eres exigente, y luego dices que no eres prostituta.

—Al parecer lo soy; me he convertido en tu prostituta. Así que paga por mis servicios —si él es un sinvergüenza, yo también puedo serlo.

Caminó en mi dirección hasta quedar a escasos centímetros d
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