Andrea busca vengarse de quien se proclamaba "su mejor amiga", quien ha traído a su vida solo tristezas y amarguras. La perdonó por haberle robado a su primer amor, pero cuando con sus intrigas hace que su esposo muera en accidente, decide desenmarscararla ante el mundo y hacerle pagar todo el dolor que le causó.
Leer másEdwardEdward la esperaba. Después de tantos años, por fin había llegado el momento de enfrentar el episodio más doloroso de su vida.—Estamos aquí —la voz de Karen lo sacó de sus pensamientos. No la miró, su atención estaba fija en la persona detrás de ella.Andrea lucía desconcertada y molesta.—Gracias. Pídele a Nelson que leve anclas. —Karen asintió y se dirigió a la cabina del capitán.Andrea apretó los puños y dio un paso adelante, su mirada cargada de reproche.—¿Por qué haces todo esto, Edward? ¿No fue suficiente con romperme el corazón cuando me engañaste y te fuiste con Nel? Sabes cuánto sufrí con la muerte de mi esposo, y todo es culpa de esa maldita. Va a pagar. Aunque tengan una hija juntos, no voy a detenerme. ¡Ella tiene que pagar!Edward la observó con una media sonrisa y negó con la cabeza.—No sabes nada, ratoncita. Esa mujer nos destruyó la vida a todos, no solo a ti. También a mí, a Evelyn, a tu esposo y a sus padres.Es como una maldición para quien se cruza en su
Edward—Muy bien, gracias por avisarme.Edward colgó la llamada y levantó la vista para encontrarse con la mirada curiosa de Karen, quien lo observaba con una mezcla de expectativa y diversión.—¿Qué pasa? —preguntó ella con impaciencia.Él soltó un suspiro, sintiendo que ya había perdido la batalla antes siquiera de haberla librado.—Ya llegó. Le pidieron que subiera a hablar conmigo y viene hacia acá.Karen soltó una carcajada al notar su nerviosismo.—Vamos, no seas cobarde. Ha llegado el momento de que sepa todo lo que pasó en aquel entonces —dijo con un brillo travieso en los ojos—. Pero antes, veamos qué tan indiferente eres para ella.Le guiñó un ojo y Edward solo asintió, resignado.Unos minutos después, unos suaves golpes resonaron en la puerta, y cuando se abrió, Andrea apareció frente a ellos. Su tez ligeramente ruborizada indicaba que había notado la tensión en la sala y había interpretado la escena a su manera.Con una seguridad envidiable, Karen se adelantó y sonrió con
AndreaDespués que la chica sale, espera un momento para hacer lo mismo. Debe ser más inteligente y sabe que por ahora no puede hacer nada más.Se moja las manos y se toca las sienes que comienzan a punzarle. Aunque ya tenía ciertas dudas, ahora está más convencida de que todo eso de la fundación es una gran pantalla, donde Nel oculta lo que verdaderamente hace: reclutar mujeres para ser vendidas como mercancía. Se supone que también hay niños, así que se siente asqueada de solo pensar que también pudieran estar siendo utilizados de alguna manera.Tocan a la puerta y el sonido la saca de sus pensamientos.—¿Está bien señorita? —La voz del hombre que la acompañó la saca de sus pensamientos.Seca sus manos y sale de ahí.—Estoy bien. Solo que tomé mucho alcohol. Creo que voy a retirarme. —El hombre solo asiente sin decir una palabra y se asoma dentro del baño, asegurándose de que no hay nadie.Ese gesto, le provoca un escalofrío. Si la chica siguiera ahí, tal vez se hubiera metido en un
AndreaEsa noche, al llegar a casa, Andrea sintió que el sueño le era completamente esquivo. La imagen de aquella chica desesperada se repetía en su mente, como un eco angustiante. Pero, sobre todo, le martillaba la extraña frase que había pronunciado:"Por confiar en Madame."Con el ceño fruncido, se sentó en el borde de la cama y encendió su laptop. Necesitaba respuestas.Comenzó a teclear con rapidez, buscando toda la información posible. Sin embargo, el pasado de Nel resultó ser un misterio. No había registros previos a su boda, solo noticias sobre su matrimonio, su vida conyugal y, en especial, la fundación que dirigía.Leyó con avidez cada detalle: su establecimiento, su misión, visión, objetivos. Se sorprendió al ver la gran cantidad de mujeres que estaban bajo su cargo y la variedad de ayudas que ofrecía. Seguridad. Oportunidades. Trabajo."Ellos piensan que tengo un buen trabajo."La frase se coló en su mente como un susurro helado. Un escalofrío le recorrió la espalda.¿Qué
Edward—Dígame, Duval.El jefe de Andrea se comunicó con su superior poco después de su conversación con la joven. No tenía certeza absoluta, pero intuía que el señor Klein había desarrollado un interés particular en la nueva locutora estrella de la estación.—Señor, discúlpeme por molestarlo, pero necesitaba informarle algo.Duval tomó aire antes de continuar.—Sammy presentó su carta de renuncia, pero me negué a aceptarla. Le dije que este asunto solo podía resolverlo con usted y, con su permiso, me tomé la libertad de inventar que había viajado al extranjero. Le concedí unos días de descanso. Perdón por no pedir su autorización primero.Edward guardó silencio, escuchando atentamente. Sabía que acercarse a Andrea no sería fácil, pero con cada día que pasaba, la brecha entre ellos parecía agrandarse.—Gracias, Duval. Hizo bien. La llamaré más tarde para darle indicaciones.Colgó el teléfono y se frotó los ojos, tratando de ordenar sus pensamientos. ¿Cómo lograría que Andrea lo escuch
AndreaCuando terminó el programa de la noche, se despidió de su invitado y, sin demorar un segundo más, se retiró del estudio. Nunca imaginó el golpe tan devastador que recibiría esa noche. Al llegar a casa, sin quitarse siquiera la ropa, se deslizó bajo las sábanas y abrazó la almohada que solía usar Félix. Lo necesitaba más que nunca.Ver a Edward allí, en la posición de su jefe, no fue lo más doloroso de la noche. Lo verdaderamente desgarrador fue el rostro de aquella niña. Con un gesto instintivo, acarició su vientre y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Lágrimas amargas, cargadas de pérdida y anhelo. Si tan solo su bebé no se hubiera ido, al menos tendría un consuelo en su triste vida. Pero el destino había decidido otra cosa.Cada vez que Nel aparecía en su vida, algo importante le era arrebatado. ¿Qué mal karma estaba pagando? La pregunta martillaba su mente sin descanso. Aquella noche no pudo dormir. Y al amanecer, con el cuerpo exhausto y la mente deshecha, dec
Andrea—Les agradezco que me hayan acompañado en esta emisión y espero contar con ustedes el día de mañana. Recuerden que esta noche en mi canal, tenemos un nuevo podcast con un gran invitado. Hasta pronto.Andrea se retiró los audífonos y se estiró en su asiento. Con el pulgar arriba, felicitó al programador de controles que la acompañaba y se puso de pie, lista para ir a casa. Justo en ese momento, su teléfono vibró con un nuevo mensaje.“Señorita Sammy, por favor, preséntese en la oficina de presidencia.”Su corazón comenzó a latir desbocado. El momento había llegado. Sus manos sudaban y su rostro empalideció. No era miedo, sino una ansiedad punzante. Sabía perfectamente que no era una locutora profesional; había llegado allí por su esposo. Y ahora, sin importar cuán bien lo hubiera hecho, tendría que enfrentarlo todo.“Vamos, Andrea, tú puedes”, se dijo a sí misma. Inspiró hondo y se encaminó al elevador, presionando el botón del último piso. Mientras ascendía, su mente no dejaba
Andrea—Sammy, oye, tu programa de hoy fue excelente. El rating alcanzó su nivel más alto hasta ahora. Creo que te espera un buen bono.Andrea sonrió a su compañero, quien lucía entusiasmado. Llevaba ya seis meses en la estación y, poco a poco, se había acoplado a su nuevo trabajo. Además de su labor en la radio, continuaba con su canal de You-Tube, donde su alcance era impresionante. Se podía decir que Félix le había dejado una gran herencia. Al final había adoptado su nuevo nombre, por lo que poco a poco se estaba acostumbrando a que todos la llamaran así.—Con que no me corran, es suficiente. ¿Has escuchado algo sobre el nuevo dueño?Poco después de que Andrea se integrara a la estación, el amable señor Beckmann sufrió un ACV. Su esposa, preocupada por su salud y buscando una vida más tranquila para él, decidió vender sus acciones en la empresa. Andrea la comprendió perfectamente. Las acciones se vendieron de inmediato, y un mes después se anunció que el nuevo propietario estaba a
AndreaLas palabras de su tía calaron hondo en Andrea. Esa sería la última noche que se permitiría lamentarse. Al día siguiente, encontraría la manera de reinventarse.Tomó una de las pijamas de su esposo y la roció con su colonia. Luego, la enredó entre sus brazos y se durmió abrazada a ella. Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, soñó con él.Como si un filtro hubiera purificado sus memorias, solo los momentos más felices acudieron a su sueño: el instante en que se conocieron, su primer beso, la emoción cuando le propuso matrimonio, el día de su boda, la inolvidable luna de miel y aquella primera grabación para su canal. En su sueño, él la abrazaba con ternura y le susurraba que la amaba con toda su alma, asegurándole que siempre velaría por ella. Pero ahora, era momento de sanar.No sabía si en verdad era él o solo su mente influenciada por las palabras de su tía, pero al despertar sintió algo distinto. Se levantó con un ánimo renovado y lo primero que hizo fue darse una larga