Andrea busca vengarse de quien se proclamaba "su mejor amiga", quien ha traído a su vida solo tristezas y amarguras. La perdonó por haberle robado a su primer amor, pero cuando con sus intrigas hace que su esposo muera en accidente, decide desenmarscararla ante el mundo y hacerle pagar todo el dolor que le causó.
Leer másAndrea Mientras en su mente se repetían una y otra vez los acontecimientos recientes, comprendía que todo pudo haber salido terriblemente mal. En cualquier momento, las cosas podrían haberse torcido, y ella estaría muerta, mientras Nel seguiría libre, impune, como si nada. Pero a pesar del riesgo, sabía que no podía darse el lujo de abandonar a aquellas chicas. No ahora. No después de haberlas visto con sus propios ojos. Edward se había marchado a regañadientes, dejándola con una sensación de soledad amarga, como si el peso de todo recayera únicamente sobre sus hombros. Ya habían pasado varios días y no tenía noticias de Nolan. Esa incertidumbre era un nudo constante en su pecho. Un sonido familiar la arrancó de sus pensamientos: la vibración de su teléfono. —¿Cómo estás? Siento no haber estado contigo ese día. ¿Podemos vernos de nuevo? Conozco lugares lindos en la ciudad. Suspiró aliviada. Nolan no sospechaba nada. Al menos, no todavía. Pero sabía que la línea entre el éx
Edward—Aquí estarán a salvo. Pronto vendremos a buscarlas, pero por ahora, deben permanecer escondidas.Durante el trayecto, Ed se aseguró de que su gente habilitara una casa en un suburbio de nivel medio para resguardar a las jóvenes. Sabía que pronto se desataría la cacería; no solo eran mercancía para esos traficantes, sino también testigos potenciales en un juicio.—Pero… ¿y si nos encuentran? —preguntó una de ellas con voz temblorosa.Ed negó con firmeza.—No van a encontrarlas. ¿Tienen a alguien a quien avisar?Solo dos de las jóvenes levantaron la mano. Las demás no tenían familia cercana ni a nadie en la ciudad que pudiera buscarlas. Aquel dato le resultó inquietante. Si desaparecieran, nadie preguntaría por ellas.—Bien, por favor, entreguen sus datos a mi empleado. Ahora debo salir a ver cómo está la chica que las ayudó.Pudo notar que comenzaban a calmarse, y con un leve asentimiento, se dirigió a uno de sus hombres.—Preparen dos habitaciones y denles algo de comer. Debo
AndreaAl ingresar de nuevo, Andrea se pegó a uno de los pilares, fingiendo temor mientras su mirada escudriñaba el salón con cautela. Sus manos temblaban levemente, aunque no estaba claro si por miedo real o por el papel que intentaba interpretar. Entonces, lo vio: Nolan conversaba con un hombre obeso de rostro congestionado por la furia. Sus gestos eran bruscos, su voz una amenaza en sí misma.Con pasos calculados, Andrea se acercó, procurando no hacer ruido. Necesitaba escuchar.—Esto no se va a quedar así, Nolan —bramó el hombre, su voz impregnada de ira contenida—. Si pensaste que podías verme la cara, estás muy equivocado. No eres el único mafioso de cuarta que ha intentado estafarme.Nolan permaneció impasible, pero Andrea notó cómo apretaba los puños a ambos lados del cuerpo.—Pagué por la mercancía y no me la entregaron. Ahora atente a las consecuencias.Con un ademán violento, el hombre se giró sobre sus talones y salió del lugar, seguido por varios de sus guardaespaldas. La
AndreaAndrea sostenía el teléfono contra su oído mientras escuchaba la voz preocupada de Edward al otro lado de la línea. Él intentaba, sin éxito, convencerla de que no viajara a Los Hamptons.—Tengo un mal presentimiento —dijo él con tono serio.Ella no pudo evitar reír ante su dramatismo.—No va a pasarme nada, tranquilo. Necesito ir y tratar de conseguir más información.—Prométeme que si algo ocurre, me llamarás de inmediato.—Lo prometo. Ahora debo colgar. Dale un beso a Eve de mi parte.Edward suspiró, resignado, y se despidió a regañadientes. Apenas había colgado la llamada cuando escuchó golpes en la puerta.Respiró hondo antes de abrir.Nolan la esperaba apoyado en el marco de la puerta, con una sonrisa confiada en el rostro.—Hola, preciosa. ¿Estás lista?Andrea le devolvió una sonrisa ensayada, intentando que pareciera natural.—Hola. Sí, estoy lista. Vamos.Tomó la pequeña maleta que tenía preparada y su bolso de mano. Cerró la puerta tras de sí y siguió a Nolan hasta su
NelAl llegar a la habitación de Beatrice, Nel entró sin tocar. Sin embargo, la imagen que la recibió le rompió el corazón, aquel que pensaba ya no tenía.Un esposo joven yacía acostado al lado de su esposa en la cama del hospital, acariciando su cabello con ternura. Al otro lado, una hermosa niña tocaba con delicadeza el vientre plano de su madre. La escena era devastadora.—¡Tía Nel! ¡Voy a tener un hermano! —Las palabras de la pequeña Lucy estallaron con entusiasmo, su voz impregnada de una alegría inocente. Nel pudo notar el orgullo reflejado en los ojos de su amante, quien evitaba mirarla de frente.—¿En serio, mi amor? ¡Qué alegría! —Nel sonrió con esfuerzo antes de volverse hacia Beatrice—. ¿Es verdad eso, Beatrice?La mujer, pálida y visiblemente desaliñada, esbozó una leve sonrisa de lado.—Sí, Wallace y yo seremos padres de nuevo —dijo, enfatizando el nombre de su esposo.Nel sintió un nudo formarse en su estómago. Cada palabra de Beatrice era una barrera, una línea que la a
AndreaAbrió los ojos al sentir el tibio calor del sol en su cara. ¿Cuánto había dormido? Se enderezó en la cama y los recuerdos de la noche llegaron a su mente. Buscó rastros de la presencia de Edward pero no había nadie y su corazón se hundió. Debió haberlo sabido.La dejó sola de nuevo.Se levantó y se puso las pantuflas. Estaba en la habitación de huéspedes. No sentía que fuera correcto dormir con otro hombre en su cama matrimonial. Aún no.Su pelo lucía desaliñado al verse en el espejo, pero solo lo alisó y salió. Pero al llegar a la escalera, el olor a comida hizo que su estómago rugiera. Una sonrisa apareció en su rostro y se apresuró a bajar.Y ahí estaba él. Con toda su belleza masculina, con solo su pantalón y la camisa de interior bajo su pequeño mandil, de espaldas a ella.Se acercó lentamente y lo abrazó por la cintura. Aspiró su aroma y la memoria en su cuerpo lo reconoció. Era el hombre que amaba.Una ligera risa se escuchó en la cocina, antes de que el hombre se diera
Edward—¿Dónde está mi esposa? —preguntó Wallace con voz ansiosa al entrar en la habitación.Edward se puso de pie en cuanto lo vio llegar.—Ella está en esa habitación, pero ahora duerme. Será mejor que la deje descansar —respondió con calma, aunque la tensión aún se reflejaba en su rostro. Se jaló el cabello, un gesto de angustia contenida. Desde que le avisaron que Beatrice había sido llevada al hospital, dejó a Nel a cargo de Olsen y salió de inmediato para allá.—¿Sabe qué le pasó? ¿Usted la ayudó? —Wallace lo miró con urgencia.Edward asintió.—Sí. Por pura casualidad, yo estaba saliendo del lugar cuando vi que unos hombres la arrastraban. Todo pasó muy rápido, apenas tuve tiempo de reaccionar. Más que nada, fue suerte que pudiera intervenir. Por fortuna, todo quedó en un susto y en algo que contar. Puede revisar las cámaras de seguridad si quiere más detalles. Ahora debo irme, pero la policía ya tiene mis datos.Wallace, visiblemente conmovido, no dejaba de agradecerle.—No sab
57.PresentimientoAndreaBrian la toma del antebrazo y la lleva al lado de Edward que permanece en silencio. Ivonne, dándose cuenta que la mujer que le interesaba a su acompañante iba hacia ellos, se acercó un poco más, simulando intimidad, lo que hacía parecer que en verdad estaban en una relación.—Ed…¿podemos acompañarlos? —La mirada de de su amigo se iluminó, asintiendo rápidamente.—Por supuesto. Andrea…¿lo estás pasando bien? —La chica solo esbozó una sonrisa falsa.—Mucho, gracias. —Pero antes de que pudiera decir algo más, Ed se puso de pie y extendió su mano.—¿Bailamos esta canción? —Dudó un poco pero al final se puso de pie, no sin antes mirar de lado a una Ivonne furiosa.—Se ven bien juntos. Hay que saber cuando uno está en el lugar correcto. —Fue todo lo que el rubio dijo. No la invitó a bailar, sino que permaneció en su lugar, entretenido con su teléfono.Mientras tanto—Pensé que esa señorita y tú no eran cercanos. —El tono de reproche en la voz de Andrea hizo que Edwa
AndreaEl ritmo de la música envolvía el ambiente, pero Andrea apenas podía concentrarse en los acordes. Su mirada, casi de forma inconsciente, volvía una y otra vez a Edward. Y sobre todo, a la mujer que lo acompañaba. Había algo en ella que no le gustaba. No era solo la manera en que se reía o la forma en que lo tocaba, era la intención oculta tras sus ojos brillantes cada vez que lo miraba.—¿Estás celosa? —La voz de Brian la sacó de sus pensamientos. Cuando volteó a verlo, notó la diversión en su rostro.Andrea arqueó una ceja, intentando mantener la compostura.—¿Celosa? ¿De qué?Brian hizo un leve gesto con el mentón, señalando en dirección a Edward.—Por supuesto que no —respondió con firmeza—. Él puede hacer lo que quiera, es un hombre libre.Para su sorpresa, Brian dejó de sonreír. Su expresión se tornó seria, incluso melancólica.—Mi amigo ha pasado por situaciones muy duras —dijo con voz baja, como si estuviera confesando algo importante—. Su vida fue difícil y solo esa peq