(Continuación)
Andrea no tardó mucho en llegar al hospital. No quiso avisar a nadie, para no preocuparlos, además, todos se encontraban en el gran salón donde se llevaría a cabo la fiesta de año nuevo. Todos las personas que le veían pasar se sorprendían de ver a una mujer tan hermosa y elegantemente vestida en ese lugar y a esa hora. —Buenas noches, soy la señora Kaplan. —La enfermera le dio las indicaciones para presentarse en el siguiente piso, donde estaban los quirófanos. Al estar ahí, una mujer mandó llamar al médico tratante. —Señora Kaplan, soy el doctor Morrison, hablé con usted. —Comenzó a explicarle miles de datos que ella no entendía. —Doctor, por favor, sólo dígame que mi esposo está bien. ¿Cuál es el pronóstico?—El hombre negó. —No le voy a mentir. El golpe que recibió su esposo fue muy grave y perdió mucha sangre y al ser del tipo rh-negativo, fue difícil conseguir las unidades necesarias. Por ahora, pasará a terapia intensiva, donde va a evaluarse y esperaremos su evolución. Si en setenta y dos horas hay mejoría, podemos decir que puede salvarse. Lo siento. De pronto sintió que el frío del hospital se sentía como frío de muerte. —¿Quiere que llamen a alguien para que le haga compañía? —Se quedó pensando un momento? ¿A quién? —No, esperaré sola y mañana hablaré con mi familia. —El doctor solo hizo un ligero asentimiento de cabeza y se retiró del lugar. ¿Qué voy a hacer ahora? Horas más tarde lo vio salir del elevador. Lucía tan pálido que parecía que la muerte había llegado a él. Se acercó para tomar su mano y tratar de infundirle un poco de calor. —Tienes que despertar amor. Tienes que saber que hoy te iba a contar de nuestro bebé. Un pequeño tú y yo. Al fin nuestro amor dio frutos, así que tienes que levantarte de esa camilla y cuidar de mí y de tu hijo. Te amo. Las lágrimas le impidieron seguir hablando y el hombre fue llevado al área de cuidados intensivos. Ella los siguió y en ese sitio, lo único que pensó fue en rezar en voz baja. «¡Oh, Dios mío, Dios mío! Por favor, que se recupere…Padre nuestro que estás en el cielo…» No pudo terminar la plegaria, pues un nudo en garganta se lo impidió, así que solo pudo repetir en su mente la frase: «recupérate, por favor» Se despertó durante el cambio de guardia de enfermería. Se sentó en el incómodo sillón que estaba fuera de la habitación de su esposo y tomó su teléfono. Tenía todo el cuerpo dolorido. Tocó levemente su vientre, tratando de decirle a su hijo que su papá estaría bien a través del pensamiento. Había muchas llamadas perdidas de sus padres y sus suegros. No les había avisado y ahora no podía retrasar la noticia, así que primero llamó a sus padres quienes contestaron de inmediato. —¡Andrea! ¿Dónde se metieron toda la noche? —No pudo soportar más y comenzó a llorar desconsolada. —¡Mamá! Félix tuvo un accidente y está en el hospital. ¡Mamá! ¡Se me muere! —Su madre no dijo nada, y la dejó calmarse. —¿Avisaste a sus padres? —Ella esperó un momento más y cuando al fin se calmó, pudo explicarle. —Necesito que vayas a verlos y les digas, no quiero decirles por teléfono y no quiero moverme de aquí. —Su madre entendió y la tranquilizó, diciéndole que ella se encargaría. Ahora venían los momentos más difíciles. ***** Dias después —Señorita. ¿Cómo está mi esposo? —La joven le preguntó a una enfermera que no había visto antes y que la miraba con confusión. A las que usualmente veía, ya los conocía por su nombre. —El señor Kaplan, de terapia intensiva. La mujer pareció comprender y le regaló una sonrisa. —Ah, ya, disculpe, soy nueva. El señor Kaplan está consciente pero el médico está con él. Al escuchar que estaba despierto sintió que al fin podía respirar. —¡Oh, por Dios! Gracias. ¿Cree que pueda verlo? —La enfermera negó bruscamente. —No, lo siento, pero tal vez en un par de horas más. Andrea sonrió. Al menos el tiempo se haria corto pensando en que pronto vería a su esposo. Dudó en llamar a su suegra, pues no sabía si todos podrían pasar a verlo. Así que le agradeció a la chica y volvió a su lugar. Tenía días con una ligera molestia en el bajo vientre, pero no quiso darle importancia. En internet había leído que era normal, así que decidió que saliendo de ver a su esposo, pediría cita con la ginecóloga de ese mismo hospital. Cuando el tiempo pasó, se dirigió a la habitación. Ahí estaba su esposo, conectado a miles de cables y tubos. Se tapó la boca para no soltar un gemido. Se acercó a la cama y tomó su mano que estaba fría. —¡Oh, amor! Quisiera ser yo quien estuviera en tu lugar. —El hombre no despertó, pues había sido sedado de nuevo, al retirarle el respirador artificial. En ese momento, su esposo abrió los ojos y al reconocerla, dos lágrimas bajaron por sus mejillas. —También te amo. Con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Con todo mi corazón. ***** Tres días después, al fin había podido hablar. El hombre la veía, y parecía ansioso de contarle algo. —No hables, no te canses. Pero el hombre insistía. —Tengo que contarte, tienes que saber. —Comenzó a toser y ella quiso impedir que siguiera hablando. —Estoy aquí, por culpa de tu supuesta amiga. Ella …—Tuvo que esperar un poco para seguir hablando, pues la ansiedad por explicarle lo hacía ahogarse. —Ella…en realidad es tu peor enemiga. —Y comenzó a relatarle todas las cosas horribles que había dicho de su esposa. Andrea comenzó a sentir de nuevo ese dolor en el abdomen. Comenzó a sudar frío, mientras escuchaba las horribles mentiras que Nelsy le contó a su esposo. Lo que le estaba diciendo era increíble, sin embargo, sabía que era verdad. Que su “amiga” siempre fue así. Recordó de pronto algo que guardó en su memoria: el de la pierna de su amiga rozando la de “él” hace muchos años atrás. Se imaginó haciendo lo mismo con su esposo y al ver que no funcionaban sus armas de seducción con él, decidió envenenarlo, pero no contaba con el fuerte amor de Félix hacia ella. Entonces lo vio todo. Las mentiras, su falta de amor hacia sus padres, y su crueldad hacia quienes ella consideraba no eran dignos de su presencia. Y se culpó por haber sido una tonta, una ilusa, que simplemente creyó en las mentiras de la que pensaba era su “mejor amiga”. Ahora esa credulidad, la estaba pagando su esposo en el hospital. —¡Andrea! —El fuerte grito de su esposo la vuelven a la realidad. —¡Félix! —Los dedos de su esposo se aferran a ella, para luego aflojarse. Solo pudo ver como sus pupilas rodaron hacia arriba y de su boca escapó un ligero estertor. Su último aliento. —¡FELIX! –Volvió a gritar, pero ya la estaban sacado afuera. El horrible sonido de la línea vertical, la hizo sentir que un abismo se abría frente a ella y caía en él. Y algo salía de ella. Lo había perdido todo. A su amor y a su bebé.Andrea Tiempo actual Se dice que la venganza es un plato que se come frío y Andrea no puede evitar sonreír al pensar en esas palabras ya que se ajusta perfectamente a lo que está viviendo. —Apaga eso y ven a la cama. Yo también puedo ayudarte a festejar tu próximo triunfo. –El tono de la voz de su amante le dice que esta noche será igual de intensa que las demás. —Ahora voy. Estoy terminando de editar el podcast, no tardaré. Lo prometo. –Sonríe al escuchar la sarta de quejas que suelta el hombre, pero sabe que solo está bromeando. «Es increíble como en nuestra intimidad se convierte en un persona totalmente diferente al CEO frío, despiadado e indescifrable que se muestra al mundo. ¡Por fin! Está completo.» Se pone de pie y se estira un poco, adoptando una posición de yoga. Se quita las gafas y corre a la habitación, mientras va dejando sus prendas haciendo un camino de ropa. —Señor Klein, aquí me tiene. ¿Me puede contar cómo vamos a festejar? –Hace un mohín que inten
Andrea Agosto 2004 «Existe una leyenda asiática conocida como el hilo rojo del destino o el hilo rojo del amor, que dice que los dioses atan un cordón rojo alrededor del tobillo o del dedo meñique de las personas que han de conocerse. Según la historia, este hilo te atará a la persona que más vas a llegar a querer y se dice que todos tenemos uno. En otros lugares, se conoce a este mito como el de las “Almas gemelas” . Este hilo puede estirarse o enredarse, pero nunca romperse, simbolizando el vínculo eterno y predestinado entre dos personas.» ***** —¡¡Andrea!! Despierta niña que a tu padre se le hará tarde y tendrás que ir a la escuela en autobús. –La persona que toca su puerta y grita sin obtener respuesta es la madre de la chica, Molly Wilson. Aunque trae los audífonos puestos, el tono de su alarma le indica que ya debe ponerse en pie para ir a la escuela y al retirarlos de sus oídos, esos gritos suenan demasiado estridentes. ¡No quiero ir a la escuela! Después de mucho
Andrea Se volvió una rutina pasar a recoger a Nel cada mañana. Poco después de iniciada la amistad, Andrea la invitó a su casa y obviamente la rubia conquistó a sus padres. La chica era muy simpática y los señores Wilson quedaron encantados con ella. Les contó que sus padres eran mayores y de momento no tenían auto, por lo que el padre de Andrea se ofreció a pasar por ella, siempre y cuando su hija estuviera lista a tiempo y Nel también. Su casa quedaba de camino al colegio y a solo dos cuadras de donde ellos vivían, así que no suponía mucho problema, solo llegaban y Robert tocaba el claxon y la rubia salía de inmediato. A Andrea le llamaba la atención que a pesar de que era temprano, Nel siempre lucía muy pulcra en su vestir y en su peinado. Su padre decía que eso era señal de que la chica era una persona disciplinada. —¡Buenos días señor Robert! ¡Hola Andie! –Nel abrió la puerta del coche y saludó amablemente al subir. El señor solo le correspondió con un alegre “
Andrea«¿Qué está pasando?» La chica no entiende nada, pero aún así, no hace más preguntas y acompaña a su amiga a su casa. Apenas llega y la madre de Nel sale a recibirlas. No puede evitar extrañarse de que la hija sea una belleza tan imponente, mientras que los padres sean unas personas tan comunes, rondando los cincuenta años. Es completamente incomprensible.Guarda silencio mientras que la señora luce preocupada.—¡Por Dios Nel! ¿Por qué vienes tan tarde? Estábamos muy preocupados.La chica se acerca mimosa hacia su progenitora tratando de calmarla. Es evidente que la mujer adora a su hija.—¡Perdón mamita, pero estuvimos viendo películas y de pronto nos quedamos un rato dormida después de comer muchas chucherías! Apenas nos despertamos y salimos corriendo hacia acá.Andrea se queda sorprendida de la sangre fría de su amiga al mentir, pero no dice nada. La señora las invita a pasar a la casa, pero ella se despide rápidamente.—No puedo quedarme, ya es muy tarde, muchas gracias. Ne
Andrea Tres años atrás —Aquí están las cenizas. —El hombre frente a ella le entrega una pequeña cajita. No puede creer que en algo tan pequeño pueda caber lo que queda del cuerpo del hombre que tanto amaba. «No puedo más. No puedo más. No-puedo-maaaas.» Y se derrumbó de rodillas en el suelo, con su preciado valor entre las manos. —¡Nooo! ¡Por favor! Díganme que estoy soñando, que esto es una pesadilla. ¡Por favor! ¡Felix, amor, despiértame! —Su voz desgarrada por el llanto, rompe el silencio del lugar en el que estaban. Solo se escucha de manera suave, el llanto de las mujeres que la acompañan: Su madre, su suegra y su tía. —¡Por favor cariño! Tienes que ser fuerte. —La joven las escuchaba, y a la vez no las quería escuchar. «¿Cómo me piden que sea fuerte, cuando lo que queda de mi esposo cabe en esta minúscula caja.» —Tiene que firmar esta hoja y sería todo. El sacerdote llegará en media hora, tal vez quieran esperarlo y que diga unas palabras antes que se retir