Andrea
Tiempo actual Se dice que la venganza es un plato que se come frío y Andrea no puede evitar sonreír al pensar en esas palabras ya que se ajusta perfectamente a lo que está viviendo. —Apaga eso y ven a la cama. Yo también puedo ayudarte a festejar tu próximo triunfo. –El tono de la voz de su amante le dice que esta noche será igual de intensa que las demás. —Ahora voy. Estoy terminando de editar el podcast, no tardaré. Lo prometo. –Sonríe al escuchar la sarta de quejas que suelta el hombre, pero sabe que solo está bromeando. «Es increíble como en nuestra intimidad se convierte en un persona totalmente diferente al CEO frío, despiadado e indescifrable que se muestra al mundo. ¡Por fin! Está completo.» Se pone de pie y se estira un poco, adoptando una posición de yoga. Se quita las gafas y corre a la habitación, mientras va dejando sus prendas haciendo un camino de ropa. —Señor Klein, aquí me tiene. ¿Me puede contar cómo vamos a festejar? –Hace un mohín que intenta ser sexy. El hombre se levanta y la jala hacia la cama donde cae de espaldas y se coloca sobre ella. Lo mira con cuidado y no puede creer que este perfecto espécimen masculino sea suyo. —No pregunte señorita Wilson. Solo disfrute. –Le dice antes de atacar sus labios con la pasión que los acompaña desde el primer día que estuvieron juntos. « No nos cansamos de hacer el amor. Somos como tierra árida, a la que al fin le llegó el tiempo de lluvia. Nos amamos. Al menos yo lo hago. Pero sé que él también lo hace. Lo demuestra de todas las maneras posibles. Veo en mi mano el anillo que me dice que pronto, seremos uno solo ante la ley. Sí, pronto vamos a casarnos y será el día más feliz de nuestra vida. Mi alma ahora está tranquila y Felix podrá descansar en paz.» —¿Te he dicho cuánto te amo? –la misma pregunta que hace antes de entrar en mi cuerpo. Le gusta llevarle la contraria, por lo que niega moviendo mi cabeza de un lado a otro. El hombre sonríe. Se ha convertido en su ritual pre-coit0. –Pues te amo. Tanto que me duele. Promete nunca alejarte de mi vida. —Lo prometo. –Responde de inmediato, pues está ansiosa de sentirlo dentro suyo. –Y yo te amo de manera infinita. –Solo esperaba su respuesta para llevar sus labios a largo cuello y recorrerlo lentamente. Sabe que eso la excita y la humedece para estar lista más pronto. Sus manos recorren su cuerpo desde los senos, pasando por su vientre y llegando hasta su centro, que está ardiendo de pasión. Cuando se introduce en su interior, la conexión entre ambos es sublime. Sus estocadas son fuertes, profundas. La mira con todo el deseo y el amor que siente en su corazón. Pero esta noche es aún más especial, aunque él aún no lo sabe. Esboza una sonrisita traviesa en medio del momento de pasión. —¡Oh, cariño! —Sus deliciosos movimientos la llevan al cielo. Su toque arde en sui piel y ese es el momento. El orgasm0 llega y un pequeño gemido sale de su boca, mientras echa la cabeza hacia atrás, disfrutando del momento. Cuando el placer se está extinguiendo, levanta la cara para verlo a los ojos. —¿Te gustó preciosa? –le pregunta el hombre satisfecho y solo muerde sus labios afirmando con la cabeza que se mueve de arriba abajo. –Ahora es mi turno. Apenas termina de avisarle, cuando inician las penetraciones más intensas. La chica muerde ligeramente sus tetillas, una primero, luego la otra y acaricia su ancha espalda para que entre más profundo en su interior, si eso es posible. —Voy a terminar. –le dice y pronto siente como la calidez baña sus paredes interiores. —Aaagh —El hombre suelta un fuerte estertor, pero no ha terminado aún, cuando, con apenas un poco de voz que le queda, la chica le dice suavemente. —Dejé de cuidarme y estoy en mis días fértiles. Quiero un hijo. –la aprieta fuerte a su cuerpo sin salir de ella. Aún puede sentir las tibias punzadas depositando su semilla en el fondo de su vagina. —Yo también quiero un hijo. –le dice, pero niego levemente. —Ya tienes una hija. –le recuerda y la mira como diciendo “¿es en serio?” pero no menciona nada más. Pero no es momento de reproches o reclamos. Es momento de engendrar ese bebé que vendrá a llenarnos de felicidad y completar nuestra felicidad. ***** Andrea revisa el material completo y finalizado. Solo falta subirlo. Su audiencia está esperando la gran noticia. Mira la reproducción en la pantalla y suelta un gran suspiro. En el video, de pie y frente a una gran cantidad de personas que coreaban su nombre, se encontraba ella, la mujer más amada de la ciudad y probablemente, del país. Las luces de los reflectores, iluminaban el centro del escenario. Su rostro, mostraba la gran bondad, que a todos tenía subyugados. —Me siento contenta de saber que lo poco que hago es de gran ayuda para todas esas mujeres que han confiado en mí. Tengan la confianza y la seguridad de que no voy a defraudarlas. Seguiremos trabajando juntas para que ninguna otra de ustedes, queridas amigas, sean víctimas de la sociedad. Ni ustedes ni sus hijos. Me siento una mujer muy feliz, y eso es porque ustedes me aman. Es mi mejor recompensa. Las cámaras enfocan al público que eleva una fuerte lluvia de aplausos para agradecer a la mujer que ha cambiado muchos destinos. La mujer que, con su piadosa intervención en sus vidas, ha logrado que todas aquellas persona que confían en su protección, tengan un mejor futuro. ***** La chica sonríe al ver la magnitud de la farsa que se transmite a nivel nacional y por todas las rds. sociales existentes. Se nota que la mujer sigue cautivando al mundo con su hermoso pero falso rostro. Solo ella conoce la maldad detrás de esa cara perfectamente inmaculada y sin una sola arruga. Su querida amiga Nelsy. Ella ha visto el brillo de la crueldad disfrutar lastimando sin misericordia. Ha visto el placer deformando ese rostro de porcelana. «Pero me voy a encargar de todos las demás personas que tienes engañadas, también lo vean. Vas a pagar todo el daño que has ocasionado a lo largo de tu camino. No es una simple venganza. Yo a esto, le llamo ¡JUSTICIA! »Andrea Agosto 2004 «Existe una leyenda asiática conocida como el hilo rojo del destino o el hilo rojo del amor, que dice que los dioses atan un cordón rojo alrededor del tobillo o del dedo meñique de las personas que han de conocerse. Según la historia, este hilo te atará a la persona que más vas a llegar a querer y se dice que todos tenemos uno. En otros lugares, se conoce a este mito como el de las “Almas gemelas” . Este hilo puede estirarse o enredarse, pero nunca romperse, simbolizando el vínculo eterno y predestinado entre dos personas.» ***** —¡¡Andrea!! Despierta niña que a tu padre se le hará tarde y tendrás que ir a la escuela en autobús. –La persona que toca su puerta y grita sin obtener respuesta es la madre de la chica, Molly Wilson. Aunque trae los audífonos puestos, el tono de su alarma le indica que ya debe ponerse en pie para ir a la escuela y al retirarlos de sus oídos, esos gritos suenan demasiado estridentes. ¡No quiero ir a la escuela! Después de mucho
Andrea Se volvió una rutina pasar a recoger a Nel cada mañana. Poco después de iniciada la amistad, Andrea la invitó a su casa y obviamente la rubia conquistó a sus padres. La chica era muy simpática y los señores Wilson quedaron encantados con ella. Les contó que sus padres eran mayores y de momento no tenían auto, por lo que el padre de Andrea se ofreció a pasar por ella, siempre y cuando su hija estuviera lista a tiempo y Nel también. Su casa quedaba de camino al colegio y a solo dos cuadras de donde ellos vivían, así que no suponía mucho problema, solo llegaban y Robert tocaba el claxon y la rubia salía de inmediato. A Andrea le llamaba la atención que a pesar de que era temprano, Nel siempre lucía muy pulcra en su vestir y en su peinado. Su padre decía que eso era señal de que la chica era una persona disciplinada. —¡Buenos días señor Robert! ¡Hola Andie! –Nel abrió la puerta del coche y saludó amablemente al subir. El señor solo le correspondió con un alegre “
Andrea«¿Qué está pasando?» La chica no entiende nada, pero aún así, no hace más preguntas y acompaña a su amiga a su casa. Apenas llega y la madre de Nel sale a recibirlas. No puede evitar extrañarse de que la hija sea una belleza tan imponente, mientras que los padres sean unas personas tan comunes, rondando los cincuenta años. Es completamente incomprensible.Guarda silencio mientras que la señora luce preocupada.—¡Por Dios Nel! ¿Por qué vienes tan tarde? Estábamos muy preocupados.La chica se acerca mimosa hacia su progenitora tratando de calmarla. Es evidente que la mujer adora a su hija.—¡Perdón mamita, pero estuvimos viendo películas y de pronto nos quedamos un rato dormida después de comer muchas chucherías! Apenas nos despertamos y salimos corriendo hacia acá.Andrea se queda sorprendida de la sangre fría de su amiga al mentir, pero no dice nada. La señora las invita a pasar a la casa, pero ella se despide rápidamente.—No puedo quedarme, ya es muy tarde, muchas gracias. Ne
Andrea Tres años atrás —Aquí están las cenizas. —El hombre frente a ella le entrega una pequeña cajita. No puede creer que en algo tan pequeño pueda caber lo que queda del cuerpo del hombre que tanto amaba. «No puedo más. No puedo más. No-puedo-maaaas.» Y se derrumbó de rodillas en el suelo, con su preciado valor entre las manos. —¡Nooo! ¡Por favor! Díganme que estoy soñando, que esto es una pesadilla. ¡Por favor! ¡Felix, amor, despiértame! —Su voz desgarrada por el llanto, rompe el silencio del lugar en el que estaban. Solo se escucha de manera suave, el llanto de las mujeres que la acompañan: Su madre, su suegra y su tía. —¡Por favor cariño! Tienes que ser fuerte. —La joven las escuchaba, y a la vez no las quería escuchar. «¿Cómo me piden que sea fuerte, cuando lo que queda de mi esposo cabe en esta minúscula caja.» —Tiene que firmar esta hoja y sería todo. El sacerdote llegará en media hora, tal vez quieran esperarlo y que diga unas palabras antes que se retir
(Continuación) Andrea no tardó mucho en llegar al hospital. No quiso avisar a nadie, para no preocuparlos, además, todos se encontraban en el gran salón donde se llevaría a cabo la fiesta de año nuevo. Todos las personas que le veían pasar se sorprendían de ver a una mujer tan hermosa y elegantemente vestida en ese lugar y a esa hora. —Buenas noches, soy la señora Kaplan. —La enfermera le dio las indicaciones para presentarse en el siguiente piso, donde estaban los quirófanos. Al estar ahí, una mujer mandó llamar al médico tratante. —Señora Kaplan, soy el doctor Morrison, hablé con usted. —Comenzó a explicarle miles de datos que ella no entendía. —Doctor, por favor, sólo dígame que mi esposo está bien. ¿Cuál es el pronóstico?—El hombre negó. —No le voy a mentir. El golpe que recibió su esposo fue muy grave y perdió mucha sangre y al ser del tipo rh-negativo, fue difícil conseguir las unidades necesarias. Por ahora, pasará a terapia intensiva, donde va a evaluarse y espe