Oriana le pidió el divorcio a su esposo, luego de que le fuese infiel, y decidió aventurarse hacia un nuevo futuro. Renunciaría a un trabajo que odiaba y se dedicaría a la fotografía. Solo necesitaba una muestra impactante y estaba segura de haberla conseguido, cuando se adentró en un sombrío lugar donde la mafia hacía negocios. El problema es que fotografió algo que no debía y ahora depende de un ruso hosco, odioso y bruto para sobrevivir. Él es todo lo que ella debería temer. Peligroso, despiadado, diez años menor... Pero, entonces, ¿por qué no puede dejar de desearlo?
Leer másStephanNos quedamos parados frente a su habitación, y vi en su rostro el sentimiento de culpa reflejarse con claridad absoluta. Todavía no estaba preparada, aunque eso no iba a impedir que la presionase un poco. Porque definitivamente ella terminaría en mi cama y nadie iba a impedirlo.Primero, iba a tener que convencerla de que no había ninguna razón por la cual sentir culpa.Culpa por tener un criminal bajo su techo, tosco y brutal, a quien besó a pesar de su buen juicio y por quien se sentía inevitablemente atraída.Culpa por lo excitada que la hacía sentir que la tocase y por no pedirme que parase, en tanto la arrastraba a su cuarto.—Esto no está bien —. Gimió contra mi boca con voz entrecortada, al tiempo que yo enterraba los dedos en la piel desnuda de su cintura bajo la tela de la camiseta, y tiraba de sus caderas hacia mi ingle.—¿Por qué? —Pregunté, subiendo delicadamente a través de sus costillas hasta llegar hasta sus pechos.—Stephan —casi rogó y percibí como sus picos s
OrianaTomé un par de inspiraciones profundas en un intento desesperado por tranquilizar el latir desbocado de mi corazón. La fuerza con la que mi sangre corría a través de mi cuerpo, logrando que mi pulso golpease detrás de mis orejas con especial fuerza cada vez que lo veía, era desconocida para mí. Me sentía estúpida, nerviosa, torpe y no podía hacer nada para impedirlo. Su cercanía me aturdía como nada nunca lo había hecho antes.Me gustaba, mucho. A cualquiera en su sano juicio le gustaría. Aunque tenía la sensación de que era algo más. Eso me preocupaba, él no era exactamente una perita en dulce, y aun así no podía dejar de sentirme emocionada al sentir su mirada sobre mí. Era posesivo, huraño, intimidante, intenso. No me tocaba como mi esposo, lo hacía como si quisiera devorarme, sin importar si me hacía añicos. Y de alguna forma enferma, eso me excitaba.Stephan inclinó ligeramente la cabeza hacia mí, en tanto su mano se movía despacio, casi con cautela, hasta rozar un mechón
Oriana—Quiero que tengas en cuenta que solo me fui para que no nos convirtiésemos en el espectáculo del vecindario —. Álvaro se escuchaba molesto y frustrado. Lo que me hizo sonreír con malicia, mientras untaba el relleno al pastel de chocolate que había hecho en forma de agradecimiento para Stephan —. No tenías derecho a llevar a ese machote para que me amenazase con golpearme si no me iba…Casi gritó contra el móvil y me vi obligada a apartarlo de mi oído.—Haber —. Lo detuve y dejé la espátula sobre la isla, luego me apoyé sobre el mármol, mirando de reojo el lugar donde el sucio culo de Noelia había estado apoyado. Aun colocándome en un sitio diametralmente opuesto, sentía los retorcijones en la tripa al recordar que estaba en el mismo espacio. Ni todo el cloro del mundo iban a limpiar la superficie —. No tienes derecho a quejarte. Firmaste el acuerdo, estuviste conforme con mis demandas, porque sabías perfectamente que te permití quedarte aquí porque una parte de mí todavía sien
OrianaStephan, me gustaba mucho su nombre y como era. Apenas si lo conocía, pero me había salvado y tenía un sentido del honor y la lealtad que no esperaba. Además, era todo un caballero a su manera.Me abrió la puerta del coche y me preguntó varias veces si estaba cómoda o si necesitaba algo.Mi madre decía que las apariencias engañaban y no podía estar más de acuerdo.Lo creí un salvaje, sin embargo, Álvaro; un hombre que nació en cuna de oro, necesitaba aprender un par de cosas del chico ruso que apenas hablaba.—¿Eres rica? —Preguntó, cuando nos abrieron la barrera de ingreso y sonreí.Para ser honesta, no pude evitar sentirme orgullosa al ver la expresión de Stephan cuando ingresamos al vecindario que parecía sacado de un catálogo de lujo.Las calles eran amplias y bordeadas por árboles cuyas hojas se mecían por el aire con calma. Los niños jugaban en los espacios de juego y el césped de las enormes casa, se encontraba perfectamente cortado.—No, no lo soy —admití —. Tenía un tr
OrianaLlamémoslo instinto.Sí, fue puro instinto lo que me hizo salir del profundo sueño y darme cuenta de que estaba en un sitio completamente desconocido.Y una vez que esa alarma interna me advirtió que debía de volver a la realidad. Las imágenes de la noche anterior, comenzaron a aparecer frente a mí de forma atropellada. Recordé el callejón oscuro, los hombres armados, los golpes que recibí. Así que, abrí los ojos sobresaltada, con el corazón acelerado, como el de un animalito aterrado, que se sentía en peligro.Para mi sorpresa, descubrí que no estaba en el asiento trasero de un coche, tal como recordaba, cuando perdí definitivamente la conciencia.Me incorporé y me senté mirando a mi alrededor: mi cabeza todavía giraba por el golpe y me costaba mantenerme enfocada. Mi cabello enredado caía sobre mi rostro y estaba pegado a mi mejilla. No era que no quisiese quitármelo, sin embargo, cada movimiento me costaba la vida. Por lo que decidí ir paso a paso. No iba a exigirme más de l
Oriana Sus finos labios se estiraron en una sonrisa salvaje y se irguió amenazante, antes de acortar la distancia entre nosotros. Mi corazón comenzó a acelerarse.Eché un veloz y frenético vistazo a mi alrededor. Me había detenido cerca de una calle, pero no había autos a la vista. Dondequiera que mirara, los edificios, estaban sumergidos en la oscuridad y el silencio.—Solo dime quién te ha enviado y seremos rápidos, no hay necesidad de que sufras más de lo necesario —. Dijo en un murmullo amenazante—. ¿Fueron los italianos?Mi pulso se detuvo durante unos instantes y mi mentón comenzó a temblar.Los ojos vacíos se clavaron en los míos, buscando una señal de que había dado en el clavo.Alcé la cámara para usarla como arma, justo cuando, una segunda voz llegó a mí, mostrándome porque no tenía salida. No destacaba exactamente por ser una mujer atlética y dudaba que pudiese lidiar con un par de matones, por lo que cientos de preguntas se agolparon en mi mente.¿Alguien me extrañaría?N
OrianaTenía mis dudas sobre si iba a encontrar lo que necesitaba para la exposición en las inmediaciones de Érebo, pero sin duda, tal como Galia anticipó, era un lugar que parecía sacado de un cuento de terror.Algo vibraba en el ambiente, algo que me impedía apartar la mirada. Como si estuviese adentrándome en una pesadilla.Las luces de neón que destellaban sobre las inmediaciones del club, y se estrellaban contra los charcos del pavimento.Vagabundos retozando en los rincones, se mezclaban con personas vestidas de diseñador.No podía negarlo, había algo poético en cómo el glamour de la ciudad se mezclaba con su decadencia, y la noche prometía capturar ambos extremos.A pesar de lo moderno y lujoso que era el club, se encontraba rodeado de edificios antiguos y decrépitos que parecían cobrar vida al caer la noche.La luna apenas si lograba colarse a través de las construcciones deterioradas, proyectando largas y siniestras sombras, que me aceleraban el pulso, al tiempo que me ponían
Oriana—Tu trabajo es perfecto —me miró sobre la montura de los costosos Prada —. Realmente, me cuesta trabajo, creer que solo has realizado un curso en un centro de formación —dijo Galia, la dueña de la galería en la que esperaba poder presentar mi trabajo y obtener ventas —. La composición es maravillosa y la narrativa que elegiste desarrollar a través de las sombras y luces, hacen tu trabajo muy original —. Alzó una de las fotografías y chasqueo la lengua —. Bueno, como ya te dije, tus fotos me parecen perfectas y realmente transmite mucho —meneo la cabeza y algo dentro mío, me dijo que luego de aquel cumplido, vendría una negativa.—Pero… —Continué por ella, intentando parecer serena, consciente de que era probable que me rechazase.—Pero, la muestra que estamos organizando requiere un poco más de oscuridad.—¿Oscuridad? —Me acomodé el sillón que se encontraba frente al escritorio.—Como sabes, es una muestra colectiva que pretende mostrar el lado oscuro de la ciudad —. Se encontr
StephanNo me gustaba que me sermonearan. No era ningún novato y ese no era mi primer asesinato. Además, ni siquiera había aceptado el trabajo. Solo me encontraba allí para escuchar, la propuesta. Ya que mi contacto, parecía seguro de que era buena. Al menos eso dejaba ver, la insistencia del nuevo jefe de los Cavalli.«No me tocaría tanto los cojones, ni se arriesgaría el mismo, si no fuera algo gordo». Me dijo Sergi, cuando nos reunimos la noche anterior.Comenzaba a dudarlo, estaba claro que Ciro Cavalli, todavía actuaba como un niño que daba sus primeros pasos. No comprendía lo peligroso que era tratarme como a uno de sus empleados. Era demasiado inexperto como para adivinar, que de haberme encontrado en un mal día, ya le habría puesto una bala en el centro de sus pobladas cejas.—Eres muy joven —. Volvió a repetir y miró al hombre que se encontraba a su lado. Sin embargo, este ni siquiera se atrevió a mover un músculo —. Espero que no te moleste, que te pregunte, ¿cuántos años ti