Para muchos el amor no significa nada, para otros, lo es todo en la vida, pero el mayor problema lo tienen las personas que no saben expresar lo que sienten o peor aún, esos que se han hecho una imagen, muy difícil de limpiar, para ellos, el amor es algo difícil de conseguir, por eso acuden a trucos baratos o planes sumamente ideados, no importa que, siempre que consigan lo que ellos quieren, un poco de amor incondicional, más si se es mafioso en fuga de su destino. — Cásate conmigo. — ¿Es una pregunta o una orden? No, espere… no me interesa ninguna de las dos. — Es un negocio, solo será un contrato, yo… recibo mi herencia y tu… gozas de los beneficios. — ¿Y qué beneficios serian esos? Por si no lo recuerda, saco a sus conquistas todas las mañanas, y algunas hasta me insultan, no me gustaría ser la burla de todos. — Lo sé, lo sé, pero… ya nada de chicas de una noche lo prometo, piénsalo, ganamos los dos, de todas formas, tú ya te encargas de lavar mi ropa, cocinar mi comida, limpiar mi hogar. — Y me paga por ello, porque gratis ni un vaso de agua le doy, es un mujerzuelo. — Esa palabra no existe. Pero regresemos a lo que nos conviene a ambos… Un contrato mal hecho, reglas nada claras, el deseo y el amor mezclándose a cada segundo y secretos, muchos secretos ¿Qué podria salir mal?
Leer másDos años, le había llevado a Yong el saber el origen de Almendra y así estar seguros que nadie iría por su pequeña, y al parecer así era, pues Almendra resulto ser la hija no deseada de un jeque, uno que había visitado las tierras del tigre blanco, solo para conseguir información de Emre, creyendo tontamente que un poco de oro y joyas, convencerían a una mujer que se ganaba la vida vendiendo su cariño, de traicionar a los dueños de casi todo oriente, grave error, no solo no consiguió dato alguno de ella, si no que cometió el error de dejar algo de él en su interior, algo que no hubiera sido mayor problema, para nadie, pues ni la joven lo busco, ni él regreso, pero su esposa… era otra cosa, no pensaba tolerar que su jeque tuviera un hijo con una amante, cuando ella aun no había concebido un heredero, entonces, cuando uno de los empleados le informo que su jeque pasaba largas horas acompañado de una joven oriental, no la perdió de vista, aunque se le complico el recibir la información e
Mia observo desde las grandes ventanas como sus hijos eran llevados por las manitas, a un viaje de aprendizaje al estanque, aunque todo era para distraer a los pequeños, mientras Takashi regresaba con la bebé, la rubia trataba de mantener la calma, pero su corazón se agitaba, no lo podria comparar con nada de lo que hubiese vivido anteriormente, porque incluso el parto de sus hijos no fue lo esperado, sin embargo, Mia creía que en ese momento estaba tan nerviosa, como una madre que acaba de pujar en una sala de partos, y esperaba que le entregaran a su hija.— Conejito. — la voz de Takashi le acelero aún mas el corazón y al girar al fin vio la manta rosa, con la que tanto había soñado.— Almendra. — Murmuro como si realmente tuviera una conexión con aquella Bebé. — Por los dioses Takashi… es hermosa. — aseguro con lágrimas en los ojos y solo le basto con ver el rostro de su esposo, para saber que el grandulon sentía lo mismo que ella.— El destino es raro conejito, el destino es curio
Mia:El aceite de lavanda toca mi cuerpo, provocando que mi vientre se contraiga, las manos de mi esposo lo esparcen con maestría, mientras mis gemidos relajantes y placenteros llenan la habitación, más cuando Takashi lame uno de mis pezones, entonces, me aferro a su cabello con fuerza, deseando que lo tome al completo, y mi buen esposo lo hace, porque conoce todo de mí, como yo conozco todo de él.— Móntame Mia. — su pedido es música para mis oídos. — Me encanta ver cómo tus pechos se mueven y me provocan mientras te entierras en mi verga.— Dioses Takashi.Solo eso puedo decir, Takashi ha descubierto que me calienta que me hable sucio, aunque también me calienta cuando recita poesías mientras me besa, creo que me gusta todo de él, es inevitable.— Si conejita, húndete así.Mi esposo me felicita mientras trata de sujetar mi cintura, pero me a untado tanto de aceite que se le hace algo difícil, y yo solo dejo que mi cuerpo lo cabalgue, saltar sobre Takashi es el mejor ejercicio que pu
Dos días fueron los necesarios, para que los médicos comenzarán a retirarle los sedantes a Mia, dos días en lo que Takashi se encargó de sus hijos, mientras su familia se ocupaba de él, y no solamente eso, la madre de Mia se encargó de recrear los platillos que su hija le hacía a su esposo, no era mucho, pero al menos sentía que de ese modo, no extrañaba tanto a Mia.— Vamos conejito, abre tus ojos, amor, los médicos me dijeron que solo es cuestión de tiempo, pero que no debería pasar de hoy el que tu al fin veas los hermosos niños que has traído a este mundo. — dijo mientras acariciaba el rostro de su esposa, solo unos segundos antes le había dado un baño de esponja, y luego de revisar su herida, había masajeado todo su cuerpo con aceites aromáticos, para evitar que el cuerpo de su esposa se entumeciera. — El bebé uno, es un niño muy dependiente de su hermano, deberías verlo, si el bebé dos casi no puede utilizar su manito, porque bebé uno siempre la tiene bien sujeta, incluso debo p
Takashi se dejó caer en una esquina de la habitación, sus ojos fijo en todo lo que hacían los médicos, la adrenalina en su cuerpo era tal que parecía ver en cámara lenta toda la situación, como un grupo de mujeres de bata blanca, conectaban unas pequeñas cunas que mas parecían huevos de plástico transparentes, donde una luz azulada seria la encargada de mantener a la temperatura adecuada a los niños, los cuales continuaban llorando, un débil sonido que le hacía temblar el corazón, más débil que el de un gatito recién nacido, y sus puños se cerraron al observar como colocaban una pequeña sonda por sus narices, ¡Los estan torturando!, gritaba su cabeza, pero su corazón le susurraba que solo los estaban ayudando a permanecer allí, con ellos, con vida.— Rápido, la anestesia.La voz de un medico hizo que llevara su cabeza a su esposa, y por un segundo, la vio apretar la sabana, se estaba despertando, y su corazón casi se detiene, pero por suerte, la máscara en su rostro la llevo nuevament
Las manitas dispusieron la cama con sabanas limpias, mientras una de ellas daba la voz de alarma, aun sabiendo que los doctores no podrían ser llevados por el helicóptero de la familia, pues la tormenta que fuera se desataba haría imposible tal traslado, solo quedaba la vía terrestre y eso llevaría a que tuvieran que conducir casi dos horas a una velocidad prudencial, aunque también eran conscientes que los médicos preferirían morir de camino a la villa Zhao, antes que llegar tarde y tener que enfrentarse a la furia del llamado carnicero.— Vamos conejito, no me hagas esto, Mia, abre tus ojos, por favor, amor, abre tus ojos. — susurraba como plegaria el mayor, mientras colocaba el cuerpo de su esposa en la cama.— Señor, por favor. — pidió una de las manitas, más que nada a modo de disculpas, mientras usaba toda su fuerza para jalar a un lado a Takashi. — Déjenos revisar a la señora, estamos capacitadas y lo sabe. — claro que lo sabía, si ubo un tiempo donde todos los partos se llevab
Takashi solo queria sellar sus palabras de amor con un suave beso, pero las pequeñas manos de Mia lo sujetaron del cuello, y su picara lengua encontró la de él, y Takashi comenzó a rezar, por que la sensates regresara a su muy embarazada esposa, mientras trataba sin éxito de despegar a Mia de su cuerpo, pero esta se ve que confundía su pedido silencioso y aunque sus grandes manos empujaran sutilmente a Mia lejos de él, la joven se las arreglo para bajar una de sus manos y acariciar con deseo su pene, que comenzaba a llorar ante la necesidad de hundirse en ella.“Dioses, ayúdenme.”Suplico en su mente el mayor, mientras un gemido de placer abandonaba su garganta, y de pronto una ventisca apago las lámparas que estaban a los pies de ellos, dejando solo las que estaban sobre sus cabezas encendidas y con una audacia y destreza que Takashi desconocía, Mia escalo sobre él, dejando una imagen muy erótica de su conejito.—No creo que … — su pedido de no hacerle el amor quedo en su garganta, a
A medida que la pareja que avanzaba, el bosque se hacía más denso y el camino se estrechaba, los árboles se elevaban hacia el cielo, con sus troncos gruesos y retorcidos, y sus ramas se entrelazaban en un techo de hojas verdes, la luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un efecto de luz y sombra que parecía danzar en el suelo y a Mia se le hacía aún más mágico que la villa donde vivía. Hasta que de repente, el camino se abrió a un claro, y Mia y Takashi se encontraron ante un estanque de agua cristalina, y si había un estanque, obviamente había un puente de madera el cual crujía suavemente sobre el agua, y al otro lado, se veía un grupo de árboles más altos y antiguos que los demás. Sus troncos estaban cubiertos de musgo y líquenes, y sus ramas parecían estar cargadas de secretos.— ¿Es aquí? — preguntó Mia, con su voz apenas audible sobre el sonido del viento y Takashi asintió, su rostro serio y concentrado, porque sentía que estaba haciendo lo correcto en llevar a su
El sol se ocultaba en el horizonte cuando Takashi comenzó a organizar todo lo necesario para su estancia en el viejo templo, mientras Mia ayudaba a las manitas con la cocción de algunos alimentos, pues a primera hora partirían a lo que Takashi denomino, “mini luna de miel” algo que por supuesto puso feliz a Mia y que sin embargo a Takashi lo tenía más que nervioso, preparando con meticulosa atención, cada detalle para asegurarse de que la noche fuera cómoda y segura, en especial para su conejito.Takashi sabía que la noche sería fría, apenas estaban en otoño, pero el bosque rodeaba el templo y su humedad bajaba aún mas las temperaturas, así que eligió cuidadosamente su abrigo, un chaquetón de lana gruesa, impermeable y con forro térmico, sería su mejor aliado contra el frío, más si debía saltar la cerca de hierro en búsqueda de leña, pues en el templo existía una gran chimenea, también empacó un gorro de lana, bufanda y guantes de cuero, asegurándose de que cada artículo estuviera en