Para muchos el amor no significa nada, para otros, lo es todo en la vida, pero el mayor problema lo tienen las personas que no saben expresar lo que sienten o peor aún, esos que se han hecho una imagen, muy difícil de limpiar, para ellos, el amor es algo difícil de conseguir, por eso acuden a trucos baratos o planes sumamente ideados, no importa que, siempre que consigan lo que ellos quieren, un poco de amor incondicional, más si se es mafioso en fuga de su destino. — Cásate conmigo. — ¿Es una pregunta o una orden? No, espere… no me interesa ninguna de las dos. — Es un negocio, solo será un contrato, yo… recibo mi herencia y tu… gozas de los beneficios. — ¿Y qué beneficios serian esos? Por si no lo recuerda, saco a sus conquistas todas las mañanas, y algunas hasta me insultan, no me gustaría ser la burla de todos. — Lo sé, lo sé, pero… ya nada de chicas de una noche lo prometo, piénsalo, ganamos los dos, de todas formas, tú ya te encargas de lavar mi ropa, cocinar mi comida, limpiar mi hogar. — Y me paga por ello, porque gratis ni un vaso de agua le doy, es un mujerzuelo. — Esa palabra no existe. Pero regresemos a lo que nos conviene a ambos… Un contrato mal hecho, reglas nada claras, el deseo y el amor mezclándose a cada segundo y secretos, muchos secretos ¿Qué podria salir mal?
Leer másHarú ordeno a las manitas preparar su alcoba, como si fuese su aniversario, y las mujeres obedecieron sin chistar, cerraron la habitación, oscureciéndola casi al completo, para luego cubrir a su señora, que se había recostado en la mesa de cedro que había en su habitación y que era de su tamaño.— Ya llegué cariño. — canturrio Richard apenas y atravesó el umbral de su hogar. — ¿Cómo te fue en el medico? — consulto buscando a su esposa con la mirada y extrañándose que las manitas no estuvieran a la vista. — ¿Pequeña? — pregunto con inquietud, mientras ingresaba en su dormitorio. — Peque… madre santa. — dijo casi en un gruñido por solo ver a su esposa desnuda sobre la mesa, con sus pezones cubiertos con caviar, y lamiéndose los labios al ver las finas fetas de salmón en su abdomen, y que decir de la copa de vino que permanecía en un equilibrio increíble en su monte de venus. — Un día de estos me provocaras un infarto, lo sabes ¿verdad? — indago con falso temor, mientras se arrancaba el
Mia:En mi vida, creí saber lo que era el miedo y todas sus variantes, el miedo a que mi madre me regañara, me provocaba sonreír por los nervios, el miedo a que mi padre me golpeara, me hacia sudar las manos, el miedo a que mi hermano se enfadara conmigo y me acusara con mi padre, me hacia maldecir, el miedo cuando Mirko me acuso de ser impura, me paralizo, el miedo que sentía cada vez que él o su familia aparecía frente a mí, me hacía sudar la espalda y sentir frio, el miedo cuando solo los hombres de su familia llegaban a la habitación, me hacia temblar las piernas y que mis pulmones no pudieran conseguir suficiente aire, si, conocía el miedo y todas sus formas, por lo que al escuchar a Takashi contarme a lo que su familia se dedicaba y en especial a lo que él se dedicaba… pensé que sentiría miedo, pero mis piernas no temblaban, mis manos no sudaban, mi espalda estaba seca y relajada en el respaldo del banco, mis manos eran firmes al tomar la taza de té, y mi mente solo podía tener
Mia llego al consultorio, justo en el momento que Yaozu medio cargaba a Takashi, pues el mas alto de todos sentía que ya no podía ni respirar, su sueño de vivir feliz, ver a sus hijos correr por el bosque junto con algunos cachorros, se desvanecía ante la realidad, Mia no podía ser madre, por lo tanto, él no sería padre, solo le quedaba pensar como darle tal noticia a su esposa, ¿Cómo hacer para que ella no se sintiera mal? Para que no le quedara ninguna duda de que él no la abandonaría o repudiaría, sin importar nada.— Takashi. — la voz cargada de pánico de su esposa lo hizo erguir y buscar a su alrededor algun peligro para la rubia, pero solo la sintió pegarse a él, abrazándolo por la cintura y dejando a Yaozu pegado a la pared del pasillo del hospital. — Takashi, ¿Qué te sucede? Estas pálido. — de pronto, ante la vista de todos, Mia se alejo de su esposo, y se coloco en puntas de pie, llevando su mano a la frente del mayor. — No tienes temperatura ¿te cayó mal la comida? Dime Taka
— ¿Que tiene que ver un jeque con la salud mental de mi esposa? — ¿le caía mal el jeque que había desposado a su prima? Si, y no pensaba ocultarlo, maldito loco, casi ocasiona que explote una guerra mundial.— Es psicólogo y psiquiatra, si le dieras una oportunidad en lugar de solo insultarlo cada vez que lo vez, te enterarías de sus actividades.— ¿Y porque demonios uno de los hombres más ricos del mundo que, por cierto, nos amenazó con una bomba nuclear estudiaría psicología y psiquiatría?— Cuando Airi dejo de hablar, se sintió culpable.— Lo era. — refuto Takashi, no muy convencido de pedirle ayuda al jeque loco.— Deja el pasado Takashi, vive el hoy y apuesta por el futuro, si Airi ya lo perdono, ya no tiene caso seguir con rencores. – lo pincho Yaozu, y Takashi se dijo que lo pensara. — Bien, ya pensare en ello, ¿Qué más? — pregunto viendo al médico que aun estaba pálido frente a él.— El cuidado de la Piel, el uso de cremas hidratantes y tratamientos especializados puede ayuda
El hospital estaba revolucionado, la esposa del carnicero estaba allí, y los médicos a cargo de ella no sabían cómo proceder, el miedo de decir algo que les costara la vida, era latente, y finalmente Takashi llego al lugar, tomándose un momento para ver de lejos como sus hermanas y cuñadas almorzaban con Mia, continuo su camino, asegurándose de que su conejito ya no tuviera que preocuparse por nada.— Señor Takashi Zhao. — dijo el director del lugar y quien sería el médico de cabecera de Mia, mientras hacia una reverencia, ante uno de los más temidos del clan tigre blanco. — Es un honor tenerlo aquí…— Sí, lo sé, mejor saltemos todo esto, sabes que no es necesario, solo quiero saber cómo esta mi esposa. — la frente del médico se perlo en sudor, y Takashi apretó su quijada.— Disculpen la tardanza. — dijo Yaozu, ingresando a la sala.— Señor Yaozu Zhao, es un honor tenerlo aquí. — dijo el médico con verdadera felicidad, quizás y si podria vivir un día más.— ¿Qué heces aquí? — indago m
Uno no decide donde contar su pena, a veces solo necesita decirlo y ya, y eso estaba más que claro, allí, en esa cafetería de hospital, en un pequeño rincón donde solo ellas estaban, Akira se permitiría mostrar su cicatrices, su pena, mientras Naoki tomaba con fuerza su mano, y enfocaba su vista en cualquier lugar, sin embargo, su atención al igual que la de todas estaba en Akira, menos la de Mia que por un segundo vio a las hermanas y el agarre de sus manos.— Es una conexión. — le susurro Andrea, que las conocía desde hacía más tiempo. — Son trillizas, aunque no se parezcan mucho, Naoki es muy fuerte, pero no si ve mal a sus hermanas, eso la derriba cual castillo de naipe, entonces, no las mirara hasta que tengan sus emociones bajo control. — Mia podía creerlo o no, pero era así, ellas lo sabían, era una conexión que compartían al igual que los quintillizos.— Cuando fui por Francisco, el plan era claro y preciso, solo debía infiltrarme, escuchar, y luego irme con su información. —
Mia fue testigo de como la familia de Takashi actuaba en medio de una situación caótica, aunque claro que no tenia como saber que eso mismo era lo que estaban haciendo con ella, aun cuando ingreso al hospital, todo le parecía tan surrealista, la forma en la que Takashi se llevó a Francisco, y como cada hombre de la familia fue tras ellos, mientras las mujeres y en eso debía incluir a Huang y Martin, se quedaban con Akira, sin hacer preguntas, sin indagar en el tema, solo se dedicaron a consentirla y mimarla, hasta que esta dejo de llorar, y dijo que era tiempo de desayunar porque su bebé tenía hambre y de pronto, todos estaban allí, desayunando y hablando de cosas tribales, nada de eso se parecía a su familia o cultura, aun recordaba como su padre la golpeaba por interrumpir a su hermano al hablar, o como sus hermanas eran castigadas si su padre creía que ocultaban algo, pero allí, en la tierras del tigre blanco, el respeto al prójimo era fundamental, tiempo al tiempo, dijo Huang y Mi
La caminata a la casa grande fue mucho mas corta que la del día anterior, pues Takashi tenia autos de golf para moverse por la inmensa villa, al igual que sus hermanos, algo que le agrado a Mia, no se creía capaz de recorrer tan largo camino a diario, aunque no materia que le agradaba mucho el paisaje.— Buenos días. – dijo al pareja, apenas ingreso en el comedor, recibiendo el sino saludo a coro de todos.— Mia querida, querida mía, justo estábamos hablando de ti. — soltó de pronto Francisco y todos lo vieron incrédulos.— Ah, ¿sí? — Mia no sabía como tomar aquello.— Sí, les estaba contando que por error tomaste algo que no era para ti. — las mejillas de Mia pasaron de un rosa natural, al rojo fuego en menos de un suspiro.— Ah, sí. — fue todo lo que dijo sin percatarse que la familia Zhao al completo lo veía con ganas de matarlo.— Bien, dime, ¿cómo fue todo? — el cuello de Mia trono al girar a verlo, por lo que no se percató en el momento que Shen le quito el cuchillo de la mano a
Los pies de Mia trataban de evitar su caminar, sin embargo, Takashi la superaba en tamaño y fuerza y solo jalando de su mano, en menos de un suspiro, ya la tenía dentro del gran cuarto de Baño.— Yo puedo hacerlo sola. — dijo soltándose de la mano del mayor. — Yo puedo lavarme sola, no es necesario que me ayudes…— Lo es. — la corto casi de inmediato Takashi. — Te he escuchado y juro, lo juro Mia, que trato de hacerme a la idea que tu familia no es la mierda que pienso que es… — el control que tanto había tenido hasta el momento se fue por la ventana y Takashi se maldijo por solo ver el rostro de la mujer que amaba y la forma en que lo veía. — Yo… no te pediré disculpas por eso. — reconoció no sin antes tomar una gran bocanada de aire y tratar de tranquilizarse. — No te pediré disculpa por lo que yo pienso de ellos, pero no hare leña del árbol caído, no te hablare mal de ellos, ni diré más que esto, porque aun estoy procesando que es… tu cultura. — una mierda de cultura gritaba la men