El teléfono de Takashi repiqueteaba sin cesar, y el castaño salió de su miseria, solo para gemir al ver el nombre de su padre en la pantalla.
— Hola padre. — dijo con reverencia, porque sabía lo que le esperaba.
— ¿Hola, padre? Oh, si, cierto que soy tu padre, bueno eso dicen los registros familiares, aunque tu corazón debe de decir otra cosa, solo eso explicaría que no estes aquí para mi cumpleaños. — Takashi dejo salir un gran suspiro, y se dejó caer en su cama, aun con la vista fija, en donde solo unos minutos antes, estaba parada Mia.
— No puedo ir, lo siento, yo… — sabía que Renzo no le dejaría pasar algo como aquello, no sin una buena excusa, y decidió serle honesto. — No puedo dejar de verla, no soporto la idea de estar más que un par de horas lejos de ella. — confeso en medio de un suspiro, y la línea quedo en silencio por casi dos minutos.
— ¿De quién estamos hablando? — podía ser que Renzo fuera el padre biológico de las tres mujeres de la familia, pero malditamente, para este hombre, todos ellos eran sangre de su sangre, los conocía, como si realmente compartieran genética, y si alguno de sus hijos lo preocupaba, ese era Takashi, el carnicero del clan, tanto él como su esposo Huang, temían que el castaño hubiera perdido la humanidad ante el trabajo en la organización que escogió en su juventud, y es que el matar y descuartizar no es para cualquiera.
— Mia, Mia Ferrante, mi empleada doméstica, la dueña de mis sueños, la misma que a lavado mis sabanas cada mañana luego de follar a alguna extraña pensando que es ella. — era su mayor secreto, Takashi nunca fue cautivo de impulsos sexuales, hasta que Mia llego a su hogar, en poco tiempo estaba loco por ella, pero la veía tan pequeña, más en comparación a lo que era él, pues Takashi media dos metros, era el mas alto de toda la familia, algo que le atribuyen a la dueña del ovulo que se utilizo para su gestación, mas que a Huang, era por ello que la vida sexual que no llevo de joven en sus tierras, la libero en Estados Unidos, sabia que las mujeres enloquecían al verlo, no era estúpido, pero no veía el sexo como algo primordial, hasta que la idea de meterse en el cuarto de su empleada comenzó a carcomer su cabeza, y supo que debía buscar mujeres dispuestas y consientes de estar con él.
— Déjame ver si entendí… Te has enamorado de tu empleada domestica y en lugar de enamorarla… ¿llevas mujeres a tu hogar para que ella las vea? — la voz de Renzo denotaba molestia, y con razón.
— No es tan fácil padre, ella… ella no esta destinada a estar con alguien como yo. — Renzo se debatió entre llamar a su esposo, o tratar de ayudar por su cuenta a su hijo, pues jamás lo había escuchado tan desolado.
— ¿Alguien como tú? Un multimillonario, alto, castaño de ojos verdes, tan hermoso como tu papá Huang. — los labios de Takashi se estiraron en una tenue sonrisa, sí, Renzo lo veía con ojos de padre y como si aun fuese un niño.
— Un asesino despiadado padre, eso soy, la muerte andante, y ella es… un sol, es vida, con las estrellas pegadas en las mejillas. — a Renzo casi se le cae el teléfono por solo oír a Takashi hablar de esa forma.
— Por los dioses, estas enamorado. — se podria decir que ese era el mejor regalo de cumpleaños que Renzo podía pedir o recibir, Takashi estaba enamorado, su hijo despiadado y sádico tenía corazón y ese corazón ya tenía dueña.
— No lo sé, no lo creo, según Haru, el amor te hace ser mejor persona, deseas que todo el mundo vea que tan feliz eres, pero… yo solo quiero encerrarla, que nadie jamás la vea, solo yo, que cada una de sus miradas, de sus sonrisas, de sus suspiros, sean míos, ella me hace desear asesinar a cualquiera que ose a verla, es por ello que no puedo ir a casa, no puedo dejarla, aún estoy sorprendido que no se marchara… espera. — solo entonces Takashi recordó que Mia tenía la semana libre, aun no le había informado que sus vacaciones no serían tal y que le pagaría el monto que ella pusiera, pero bajo ningún motivo saldría del departamento. — Aun o le he dicho que no puede salir de aquí. — las alarmas comenzaron a sonar en la cabeza de Renzo, aun recordaba la desesperación que él sintió, cuando creyó que su amor y el de Huang no podria ser, lo cerca que estuvo de acabar con su vida, sino fuera porque Huang lo salvo… no podía dejar que sucediera lo mismo con su hijo.
— Takashi…
— No padre, debo saber si… — Takashi estaba a punto de correr a la habitación de Mia, pero cuando abrió su puerta, el aire ingreso a sus pulmones, pues había dejado de respirar por solo pensar en perderla de vista, aunque no era el caso, ya que Mia estaba parada frente a él, con una taza de té.
— Ya me parecía raro que no fuera por su té, ya son las cuatro de la tarde, toma. — Takashi sonreía por solo ver a Mia sonrosada, y Renzo sonreía por escuchar una voz tan suave y melódica, gentil, justo lo que su hijo necesitaba, suavidad, gentileza, amor y ternura, todo eso podía escuchar Renzo en esas pocas palabras.
— Gracias Mia, aunque en realidad te iba a informar que las vacaciones se suspenden. — no pudo evitar que su voz se acerara un poco, pero queria dejar en claro desde ahora, que no estaba a discusión el dejarla ir, no le importaba que lo acusara de explotación laboral.
— Bien, aunque espero un buen bono a fin de mes por ello. — ¿Por qué demonios se veía tan alegre, si acababa de dejarla sin vacaciones? No lo sabía, pero tampoco le importaba.
— Claro que sí Mia, a ti solo te interesa el dinero. — rebatió de forma burlona, y la joven lo vio mal.
— ¿Que quiere que le diga? No todos somos ricos como usted señor Zhao, pero me avisa si tiene algun conocido multimillonario que necesite esposa, y desde luego que no me ofendo si le habla de mis cualidades como ama de casa. — la cara de Takashi cambio drásticamente y Mia sonrió, solo por verlo enojado, era algo… que le agradaba, la forma en la que Takashi la miraba cuando ella hablaba de buscar un buen marido que la sacara de pobre.
— Eso nunca. — logro decir el oriental con los dientes apretados.
— Eres un malvado y lo sabes, mejor iré a hacer las compras, no quedaba mucho en la despensa, pues se supone que no estaríamos en casa.
Takashi quedo de pie en la puerta, perdido en esa ultima frase, ¡qué bien sonaba cuando ella hablaba de ese lugar como si fuese la casa de ambos! Aunque en parte lo era.
— ¡Hijo! — se vio obligado a gritar Renzo, pues Takashi se había olvidado hasta que estaba hablando con su padre.
— Lo siento padre, es solo que…
— Tiene una hermosa voz. — el castaño sonrió ante los dichos de su padre.
— Ella es toda hermosa. — definitivamente estaba enamorado y Renzo pensaba ayudarlo a como diera lugar.
— Sé que puedes hacer para que ella no te pueda dejar nunca.
— ¿Qué? — la desesperación con la que esa simple pregunta salió de los labios de Takashi, dejaba en claro que estaba al límite, y Renzo tomo aquello como una señal.
— Cásate con ella. — Takashi dejo salir un bufido, en lugar de la maldición que casi lanza, pues recordó que estaba hablando con su padre.
— Padre…
— Has un contrato, dile que solo será un papel, tráela a tus tierras, y ya nunca podrá escapar, porque no la dejaremos ir.
No debería si quiera considerar lo que su padre le había dicho, pero allí estaba él, pensando en cómo le propondría matrimonio a su empleada.
El corazón de Mia latía desbocado, mientras ingresaba en la cocina, reprochándose esa estúpida sumisión que brotaba de ella encubierta a modo de respeto, ¿Por qué demonios lo trato de usted? Puede que Takashi fuese algunos años más grande que ella, puede que sea su jefe, puede que Takashi sude autoridad, pero malditamente ella sabía que, al tratarlo de usted, solo era la evidencia del gran lavado de cerebro que sus padres le hicieron.— Si algun día haces algo que moleste al señor Mirko, baja la cabeza, y háblale de usted, que vea lo arrepentida que estas, y si su enojo persiste, arrodíllate y besa sus pies, no te levantes hasta que él te lo diga. — le aconsejo su madre, mientras acomodaban los almohadones de los sillones.— Pero eso es… denigrante. — rebatió escandalizada, sintiendo nuevamente ese espíritu que le imploraba ser libre y distinta a las demás, incluso a sus hermanas.— ¿Denigrante? ¿dónde aprendes esas palabras? — su padre la veía con furia en la mirada y Mia retrocedió
Takashi solo sonrió al ofuscamiento de Mia, le encantaba ese carácter suyo, ella no lo veía con miedo y reverencia, como lo hacían las mujeres de su clan, claro que Mia no sabia que tan capaz era Takashi a la hora de asesinar, pero, aun así, ante los ojos de Mia y la forma en la que esta lo trataba, Takashi se sentía bien, normal, común, aunque no lo fuera.— ¿Estás haciendo ese estofado que tanto me gusta? — pregunto al verla retirar del fuego la olla a presión.— No es estofado, es Berza gaditana, y si, la estoy haciendo ¿o es que de pronto has quedado ciego? — Mia no comprendía de donde salía esa osadía con un hombre que bien podía dejarla en la calle si un día se levantara de mal humor, pero con Takashi se sentía a gusto, a veces pensaba que podía ser ella al natural y que no habrían consecuencias, que Takashi no se espantaría, ni molestaría, aun así, y como había sucedido horas atrás, a veces el miedo y las enseñanzas de sus padres, la acobardaban, el miedo era algo que latía en
Takashi se perdió en la imagen frente a él, Mia era hermosa, en todo momento del día, pero lo era aún más cuando se alimentaba, sus mejillas crecían ante las grandes bocanadas de alimento que esta ingería, y fue cuando Takashi reparo en que, a pesar de que siempre la veía alimentarse bien, Mia no engordaba, definitivamente tenía un buen metabolismo, pero en parte ese hecho lo comenzó a preocupar, el que quizás, a ese metabolismo elevado se debía el que ella fuera tan… pequeña.— ¿Cuánto mides? — dijo de pronto y Mia detuvo su masticar, para verlo con ojos filosos.— Lo normal. — dijo luego de tragar. — No quieras comenzar a molestar con mi estatura, aquí el único que esta mal con la estatura eres tú. — lo acuso antes de engullir una cucharada más de su delicioso estofado.— ¿Por qué siempre me atacas? — se quejó con falso espanto, aunque era lo que mas le divertía de molestar a Mia. — solo estaba preguntando por curiosidad, además no mides lo mismo que una mujer promedio, mis hermanas
Mia llevo la taza de té a sus labios, y Takashi lamio los suyos, preguntándose que tan suave seria esa carnosa boca rosada, ¿conservarían el sabor del té?— Me parece muy injusto que la familia de tu padre Renzo, te haga de menos, al igual que a tus hermanos, después de todo, tu padre Huang ama a tus tres hermanas como si llevaran su sangre y tu padre Renzo también los ama a ustedes, ellos no deberían de poner peros para repartir el dinero que le corresponde a tu padre Renzo, ¡eso es tan injusto! — Takashi casi que se sintió mal por mentirle de esa manera, pero el fin justifica los medios o eso decían.— Sí que lo es, lo peor de todo es que pensaba contar con el apoyo de mi hermano Yaozu, para apelar la decisión que la familia Bach ha tomado, es decir, ¿Qué diferencia hace el estar desposado? — estaba seguro que si su papá Huang se enterara de lo que estaba haciendo, ahora sí que estaría en grandes problemas, pero en su defensa, fue su padre Renzo quien le sugirió todo aquello, y él e
La palabra de dos letras broto de sus labios, pero… ¿cómo no iba a aceptar? Si el único hombre que había despertado todo su ser estaba de rodillas ante ella. Aun en un completo aturdimiento Mia se marchó a su recamara, con un único pedido de Takashi.— Me haces el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, en verdad Mia, ahora, ve a preparar tu equipaje, que yo me encargare del resto, aunque no es necesario que cargues muchas cosas, en las tierras de los Zhao nada te faltara, lo juro, tendrás más de lo que necesites, por siempre.¿Por qué malditamente su corazón latía de esa manera? Mia lo sabía, aunque temía reconocerlo en voz alta, y es que ella se había enamorado de ese bastardo mujerzuelo, aunque sabía que no debía, y no era solamente porque Takashi pasara más tiempo con su pene fuera que dentro de sus pantalones, ella sabía que no debía enamorarse y mucho menos aspirar a tomar hombre alguno, porque ella ya estaba casada, ya estaba usada y rota, atrozmente marcada.Aun con el est
Takashi observo con detenimiento la documentación de Mia, ya lo había hecho dos años atrás, y como entonces, ahora tampoco encontró algo fuera de lugar, claro que él no era especialista en falsificaciones, no, eso recaía en su hermano Ren, no en él, si fuese que tuviera que ver una herida incluso en fotografía, sabría incluso con un solo vistazo con que objeto fue hecha, pero no con documentos, eso no era lo suyo, y se maldijo en su interior por ello, porque aun a riesgo de que su papá Huang se enterara de su intrincado plan, decidió llamar a casa, pidiéndole a los espíritus que sea Renzo quien respondiera, porque malditamente el que estuviera marcando a su teléfono móvil, no le garantizaba nada.— ¿Se puede saber porque aún no estas aquí? Y espero que tengas una buena excusa, el cumpleaños de tu padre no se puede postergar. — no, esa noche al parecer los dioses y espíritus estaban ayudando a otra persona.— Hola papá y sí que tengo una buena excusa, decidí dejar más pastel para usted
Mia se removía en la cama, el sudor surcaba su frente y la desesperación era clara aun en su rostro inconsciente.— Mia, ¿ya estas lista? — Takashi no pudo evitar ingresar en su recamara, no había podido dormir en toda la noche, quizás por ello era por lo que esta vez se despertó antes que la joven, aun así, algo en su interior lo inquietaba, por lo que solo abrió la puerta e ingreso. — Mia. — la llamo con preocupación al ver su rostro convertido en una mueca de dolor y miedo.— ¡No! — grito la joven saltando de la cama y ambos quedaron frente a frente.— Mia, ¿Qué te sucede? — Takashi quiso acercarse, pero la joven elevo sus manos frente a ella, mientras respiraba de forma agitada.— No se acerque, estoy sucia. — dijo de forma automática, aunque Takashi observo su confusión momentánea, propia de quien despierta de esa forma. — Estoy sudada. — explico al notar la confusión en el rostro de Takashi.— Lo se lo veo, y mi pregunta sigue siendo la misma ¿estas bien? — el mayor queria cercio
Mia no podía dejar de pensar lo que Takashi le había dicho, solo horas antes, ¿en verdad en el oriente el matrimonio era un equipo? No sabía si creer eso, lo más probable fuera que Takashi la estuviera engañando… o tal vez, era su cultura la que estaba mal.— Ven aquí Mia. — la voz de su jefe, la hizo redirigir sus pasos, habían descendido el automóvil he ingresado en el aeropuerto, por lo que los pies de Mia se habían dirigido a donde la mayor cantidad de personas iban, solo ahora, se percataba que Takashi tomaba otro rumbo.— Pero ¿las salas de embarques no estan por allí?— Eso es para los vuelos comerciales, ya te lo dije anoche, el avión de mi familia espera por nosotros. — Mia casi bufo al ver el avión privado, e incluso se sintió mal de sentir culpa por pedirle el dinero que le faltaba para saldar su deuda a Takashi, tal vez aún estaba a tiempo para aceptar la mitad de la herencia que el mayor le había prometido.— No seas codiciosa, Mia, confórmate con ser libre. — murmuró la