Capítulo 4

El teléfono de Takashi repiqueteaba sin cesar, y el castaño salió de su miseria, solo para gemir al ver el nombre de su padre en la pantalla.

— Hola padre. — dijo con reverencia, porque sabía lo que le esperaba.

— ¿Hola, padre? Oh, si, cierto que soy tu padre, bueno eso dicen los registros familiares, aunque tu corazón debe de decir otra cosa, solo eso explicaría que no estes aquí para mi cumpleaños. — Takashi dejo salir un gran suspiro, y se dejó caer en su cama, aun con la vista fija, en donde solo unos minutos antes, estaba parada Mia.

— No puedo ir, lo siento, yo… — sabía que Renzo no le dejaría pasar algo como aquello, no sin una buena excusa, y decidió serle honesto. — No puedo dejar de verla, no soporto la idea de estar más que un par de horas lejos de ella. — confeso en medio de un suspiro, y la línea quedo en silencio por casi dos minutos.

— ¿De quién estamos hablando? — podía ser que Renzo fuera el padre biológico de las tres mujeres de la familia, pero malditamente, para este hombre, todos ellos eran sangre de su sangre, los conocía, como si realmente compartieran genética, y si alguno de sus hijos lo preocupaba, ese era Takashi, el carnicero del clan, tanto él como su esposo Huang, temían que el castaño hubiera perdido la humanidad ante el trabajo en la organización que escogió en su juventud, y es que el matar y descuartizar no es para cualquiera.

— Mia, Mia Ferrante, mi empleada doméstica, la dueña de mis sueños, la misma que a lavado mis sabanas cada mañana luego de follar a alguna extraña pensando que es ella. — era su mayor secreto, Takashi nunca fue cautivo de impulsos sexuales, hasta que Mia llego a su hogar, en poco tiempo estaba loco por ella, pero la veía tan pequeña, más en comparación a lo que era él, pues Takashi media dos metros, era el mas alto de toda la familia, algo que le atribuyen a la dueña del ovulo que se utilizo para su gestación, mas que a Huang, era por ello que la vida sexual que no llevo de joven en sus tierras, la libero en Estados Unidos, sabia que las mujeres enloquecían al verlo, no era estúpido, pero no veía el sexo como algo primordial, hasta que la idea de meterse en el cuarto de su empleada comenzó a carcomer su cabeza, y supo que debía buscar mujeres dispuestas y consientes de estar con él.

— Déjame ver si entendí… Te has enamorado de tu empleada domestica y en lugar de enamorarla… ¿llevas mujeres a tu hogar para que ella las vea? — la voz de Renzo denotaba molestia, y con razón.

— No es tan fácil padre, ella… ella no esta destinada a estar con alguien como yo. — Renzo se debatió entre llamar a su esposo, o tratar de ayudar por su cuenta a su hijo, pues jamás lo había escuchado tan desolado.

— ¿Alguien como tú? Un multimillonario, alto, castaño de ojos verdes, tan hermoso como tu papá Huang. — los labios de Takashi se estiraron en una tenue sonrisa, sí, Renzo lo veía con ojos de padre y como si aun fuese un niño.

— Un asesino despiadado padre, eso soy, la muerte andante, y ella es… un sol, es vida, con las estrellas pegadas en las mejillas. — a Renzo casi se le cae el teléfono por solo oír a Takashi hablar de esa forma.

— Por los dioses, estas enamorado. — se podria decir que ese era el mejor regalo de cumpleaños que Renzo podía pedir o recibir, Takashi estaba enamorado, su hijo despiadado y sádico tenía corazón y ese corazón ya tenía dueña.

— No lo sé, no lo creo, según Haru, el amor te hace ser mejor persona, deseas que todo el mundo vea que tan feliz eres, pero… yo solo quiero encerrarla, que nadie jamás la vea, solo yo, que cada una de sus miradas, de sus sonrisas, de sus suspiros, sean míos, ella me hace desear asesinar a cualquiera que ose a verla, es por ello que no puedo ir a casa, no puedo dejarla, aún estoy sorprendido que no se marchara… espera. — solo entonces Takashi recordó que Mia tenía la semana libre, aun no le había informado que sus vacaciones no serían tal y que le pagaría el monto que ella pusiera, pero bajo ningún motivo saldría del departamento. — Aun o le he dicho que no puede salir de aquí. — las alarmas comenzaron a sonar en la cabeza de Renzo, aun recordaba la desesperación que él sintió, cuando creyó que su amor y el de Huang no podria ser, lo cerca que estuvo de acabar con su vida, sino fuera porque Huang lo salvo… no podía dejar que sucediera lo mismo con su hijo.

— Takashi…

— No padre, debo saber si… — Takashi estaba a punto de correr a la habitación de Mia, pero cuando abrió su puerta, el aire ingreso a sus pulmones, pues había dejado de respirar por solo pensar en perderla de vista, aunque no era el caso, ya que Mia estaba parada frente a él, con una taza de té.

— Ya me parecía raro que no fuera por su té, ya son las cuatro de la tarde, toma. — Takashi sonreía por solo ver a Mia sonrosada, y Renzo sonreía por escuchar una voz tan suave y melódica, gentil, justo lo que su hijo necesitaba, suavidad, gentileza, amor y ternura, todo eso podía escuchar Renzo en esas pocas palabras.

— Gracias Mia, aunque en realidad te iba a informar que las vacaciones se suspenden. — no pudo evitar que su voz se acerara un poco, pero queria dejar en claro desde ahora, que no estaba a discusión el dejarla ir, no le importaba que lo acusara de explotación laboral.

— Bien, aunque espero un buen bono a fin de mes por ello. — ¿Por qué demonios se veía tan alegre, si acababa de dejarla sin vacaciones? No lo sabía, pero tampoco le importaba.

— Claro que sí Mia, a ti solo te interesa el dinero. — rebatió de forma burlona, y la joven lo vio mal.

— ¿Que quiere que le diga? No todos somos ricos como usted señor Zhao, pero me avisa si tiene algun conocido multimillonario que necesite esposa, y desde luego que no me ofendo si le habla de mis cualidades como ama de casa. — la cara de Takashi cambio drásticamente y Mia sonrió, solo por verlo enojado, era algo… que le agradaba, la forma en la que Takashi la miraba cuando ella hablaba de buscar un buen marido que la sacara de pobre.

— Eso nunca. — logro decir el oriental con los dientes apretados.

— Eres un malvado y lo sabes, mejor iré a hacer las compras, no quedaba mucho en la despensa, pues se supone que no estaríamos en casa.

Takashi quedo de pie en la puerta, perdido en esa ultima frase, ¡qué bien sonaba cuando ella hablaba de ese lugar como si fuese la casa de ambos! Aunque en parte lo era.

— ¡Hijo! — se vio obligado a gritar Renzo, pues Takashi se había olvidado hasta que estaba hablando con su padre.

— Lo siento padre, es solo que…

— Tiene una hermosa voz. — el castaño sonrió ante los dichos de su padre.

— Ella es toda hermosa. — definitivamente estaba enamorado y Renzo pensaba ayudarlo a como diera lugar.

— Sé que puedes hacer para que ella no te pueda dejar nunca.

— ¿Qué? — la desesperación con la que esa simple pregunta salió de los labios de Takashi, dejaba en claro que estaba al límite, y Renzo tomo aquello como una señal.

— Cásate con ella. — Takashi dejo salir un bufido, en lugar de la maldición que casi lanza, pues recordó que estaba hablando con su padre.

— Padre…

— Has un contrato, dile que solo será un papel, tráela a tus tierras, y ya nunca podrá escapar, porque no la dejaremos ir.

No debería si quiera considerar lo que su padre le había dicho, pero allí estaba él, pensando en cómo le propondría matrimonio a su empleada.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP