Dos días fueron los necesarios, para que los médicos comenzarán a retirarle los sedantes a Mia, dos días en lo que Takashi se encargó de sus hijos, mientras su familia se ocupaba de él, y no solamente eso, la madre de Mia se encargó de recrear los platillos que su hija le hacía a su esposo, no era mucho, pero al menos sentía que de ese modo, no extrañaba tanto a Mia.— Vamos conejito, abre tus ojos, amor, los médicos me dijeron que solo es cuestión de tiempo, pero que no debería pasar de hoy el que tu al fin veas los hermosos niños que has traído a este mundo. — dijo mientras acariciaba el rostro de su esposa, solo unos segundos antes le había dado un baño de esponja, y luego de revisar su herida, había masajeado todo su cuerpo con aceites aromáticos, para evitar que el cuerpo de su esposa se entumeciera. — El bebé uno, es un niño muy dependiente de su hermano, deberías verlo, si el bebé dos casi no puede utilizar su manito, porque bebé uno siempre la tiene bien sujeta, incluso debo p
Mia:El aceite de lavanda toca mi cuerpo, provocando que mi vientre se contraiga, las manos de mi esposo lo esparcen con maestría, mientras mis gemidos relajantes y placenteros llenan la habitación, más cuando Takashi lame uno de mis pezones, entonces, me aferro a su cabello con fuerza, deseando que lo tome al completo, y mi buen esposo lo hace, porque conoce todo de mí, como yo conozco todo de él.— Móntame Mia. — su pedido es música para mis oídos. — Me encanta ver cómo tus pechos se mueven y me provocan mientras te entierras en mi verga.— Dioses Takashi.Solo eso puedo decir, Takashi ha descubierto que me calienta que me hable sucio, aunque también me calienta cuando recita poesías mientras me besa, creo que me gusta todo de él, es inevitable.— Si conejita, húndete así.Mi esposo me felicita mientras trata de sujetar mi cintura, pero me a untado tanto de aceite que se le hace algo difícil, y yo solo dejo que mi cuerpo lo cabalgue, saltar sobre Takashi es el mejor ejercicio que pu
Mia observo desde las grandes ventanas como sus hijos eran llevados por las manitas, a un viaje de aprendizaje al estanque, aunque todo era para distraer a los pequeños, mientras Takashi regresaba con la bebé, la rubia trataba de mantener la calma, pero su corazón se agitaba, no lo podria comparar con nada de lo que hubiese vivido anteriormente, porque incluso el parto de sus hijos no fue lo esperado, sin embargo, Mia creía que en ese momento estaba tan nerviosa, como una madre que acaba de pujar en una sala de partos, y esperaba que le entregaran a su hija.— Conejito. — la voz de Takashi le acelero aún mas el corazón y al girar al fin vio la manta rosa, con la que tanto había soñado.— Almendra. — Murmuro como si realmente tuviera una conexión con aquella Bebé. — Por los dioses Takashi… es hermosa. — aseguro con lágrimas en los ojos y solo le basto con ver el rostro de su esposo, para saber que el grandulon sentía lo mismo que ella.— El destino es raro conejito, el destino es curio
Dos años, le había llevado a Yong el saber el origen de Almendra y así estar seguros que nadie iría por su pequeña, y al parecer así era, pues Almendra resulto ser la hija no deseada de un jeque, uno que había visitado las tierras del tigre blanco, solo para conseguir información de Emre, creyendo tontamente que un poco de oro y joyas, convencerían a una mujer que se ganaba la vida vendiendo su cariño, de traicionar a los dueños de casi todo oriente, grave error, no solo no consiguió dato alguno de ella, si no que cometió el error de dejar algo de él en su interior, algo que no hubiera sido mayor problema, para nadie, pues ni la joven lo busco, ni él regreso, pero su esposa… era otra cosa, no pensaba tolerar que su jeque tuviera un hijo con una amante, cuando ella aun no había concebido un heredero, entonces, cuando uno de los empleados le informo que su jeque pasaba largas horas acompañado de una joven oriental, no la perdió de vista, aunque se le complico el recibir la información e
Mía miro atrás mientras corría a la villa, estaba sola, lo sabía, lo que no podía saber, era lo que el destino le tenía preparado, entonces, solo vio cómo sus hijos desaparecían en la espesura del bosque, rezando de que llegara con bien al templo, sabía que era la única forma de protegerlos, ya que su vestido rojo era demasiado llamativo y la hacía un blanco fácil para los atacantes y aun así sintió un nudo en la garganta al pensar en el sacrificio que estaba haciendo, pero sabía que era necesario para salvar a sus hijos.Con manos temblorosas, Mía activó la alarma de advertencia que resonaría en toda la tierra del Tigre Blanco, alertando a la familia y a los demás guardias de la invasión, si es que las detonaciones no lo habían hecho ya.Ahora el sonido estridente llenó el aire, no era un alarma en su residencia, eran todas las alarmas en las villas de los Zhao, un sonido que dejaba en claro que los tigres saldrían a cazar y que sus hijos e hijas, debían buscar resguardo, algunas de
Manolo llevaba siete años en las tierras del tigre blanco, siente años en los cuales había reparado en las diferencias que había de su cultura a la que manejaban esos orientales, y no había tardado mucho en comprender que no porque fuese costumbre, o que se le inculcara desde pequeño algo, él debía solo obedecer, fueron siete años, en los que trato de perdonarse, y en los cuales no logro hacerlo, aquel día, sus pasos tranquilos, producto no solo de los años, también de la belleza que lo rodeaba, lo había llevado a la villa de su hija, la mas pequeña, la que se suponía debía cuidar de él y Sara, sin embargo, en su lugar un grupo de manitas los atendía, no tenia que quejarse de nada, solo… que extrañaba a sus hijos, Alan fue el primero en desposarse, con la manita llamada Norrban, no tenia nada de que quejarse de su nuera, era un encanto de mujer, y su hijo la trataba, como él debió de tratar a Sara, como una reina. La segunda en dejar el hogar fue Candela, no era que la joven pretendía
Manolo había demostrado tener honor, Manolo había dejado el mundo, salvando a su hija, redimiéndose de aquello que no pudo hacer, y Takashi… Takashi no se olvidó que él era el carnicero del clan, al ver a su esposa con el rostro sucio en lodo y lágrimas, con la mirada perdida, estando de rodillas, con la cabeza de su padre en su regazo, acariciaba la melena de un muerto, de un ser que ella queria, y la furia de Takashi desbordo, quienes lo vieron en ese momento, compararon su hazaña, con la de la joya maldita, esa mujer del occidente que una vez llego a las tierras de los Zhao para dejar a Huang al cuidado de su padre, pero al verlo morir, no solo le entrego el pequeño Huang a Jade, sino que antes de irse sin ver atrás, dejó en claro la razón de su apodo, ahora, su nieto biológico, demostraba que había cosas que se llevaban en la genética, porque el mas alto de los quintillizos, se movía como un alma maldita, su destreza, en cada salto, era algo que te aturdía al ver, mas por la altur
Sus ojos verdes la observaban con detenimiento, como quien compra un automóvil y quiere cerciorarse que valga lo que se pagara por él; el estómago de Mia se retorcía y su vista cayó al piso lustrado, cualquier lugar era mejor que verlo a él. No queria estar allí, aunque sus hermanas estaban felices de ser las afortunadas de desfilar para ese hombre.— Si. Es ella la que quiero. — aseguro parado frente a ella, que solo podía ver sus zapatos lustrados. — Esas piernas y ese pecho, no lo olvidaría ni en mil años.Asqueroso, depravado, ¿quién le dio el derecho de verla de esa forma? o si, sus costumbres, sus ancestros, esos que vestían a las jóvenes de forma provocadora, pero claro que no decían que era para seducir, claro que no, se le llamaba cazar a un buen esposo, debería estar resignada, incluso no debería sentirse mal, sus hermanas no lo estaban, al menos antes de que él la escogiera a ella, ahora la veían con envidia; pero Mia era distinta, desde niña, siempre cuestionando todo y es