Capítulo 6

Takashi solo sonrió al ofuscamiento de Mia, le encantaba ese carácter suyo, ella no lo veía con miedo y reverencia, como lo hacían las mujeres de su clan, claro que Mia no sabia que tan capaz era Takashi a la hora de asesinar, pero, aun así, ante los ojos de Mia y la forma en la que esta lo trataba, Takashi se sentía bien, normal, común, aunque no lo fuera.

— ¿Estás haciendo ese estofado que tanto me gusta? — pregunto al verla retirar del fuego la olla a presión.

— No es estofado, es Berza gaditana, y si, la estoy haciendo ¿o es que de pronto has quedado ciego? — Mia no comprendía de donde salía esa osadía con un hombre que bien podía dejarla en la calle si un día se levantara de mal humor, pero con Takashi se sentía a gusto, a veces pensaba que podía ser ella al natural y que no habrían consecuencias, que Takashi no se espantaría, ni molestaría, aun así, y como había sucedido horas atrás, a veces el miedo y las enseñanzas de sus padres, la acobardaban, el miedo era algo que latía en su interior, y que por mas que Mia tratara de controlar, simplemente no lo conseguía del todo siempre.

— No, pero mis retinas aún tienen tu imagen medio desnuda grabadas en ellas, ¿Qué quieres que diga? Sera algo difícil de olvidar. — fuego, eso sentía Mia en su cara y podía jurar que estaba quemándose.

— Es un desvergonzado, además yo también lo he visto medio desnudo y muchas mas veces y luego no ando molestándolo por ello. — no, claro que Mia no decía nada, ni reprochaba aquello, mas bien, se alegraba cada vez que lo encontraba apenas saliendo de la cama, escapando de esas mujeres que él mismo llevaba a su lecho.

— Tienes razón, pero si quieres y como te dije, puedes sentirte en todo tu derecho si de hoy en adelante limpias nuestro hogar en bata de baño. — Mia pego un pequeño grito al quemarse con el vapor de la olla a presión que estaba abriendo, algo que jamás le había sucedido, pero sin embargo el comentario de Takashi la había desconcentrado, y no era la parte de deambular por ese lugar en bata de baño, era el hecho de que él dijera “nuestro hogar”. — Maldición Mia, deja eso. — en menos de un parpadeo Takashi había arrojado la olla al enorme fregadero, y ahora tenia la pequeña mano de Mia, entre sus enormes garras, esas enormes manos que habían acabado con tantos enemigos.

— No es nada. — murmuro la rubia, como cada vez que Takashi estaba demasiado cerca, y es que el impulso de tocarlo cada vez era mayor.

— Al parecer, tienes razón, pero de todas formas te colocare un ungüento, no sea que empeore o que te deje alguna marca, no se porque demonios insistes en hacer comida tan elaborada, ya te he dicho que me molesta verte perder tanto tiempo en la cocina. — Mia bufo y se escabullo al fregadero, mientras Takashi sacaba el ungüento que había colocado en un gabinete de la cocina, precisamente, suponiendo, que algo así pudiera pasar, y es que Mia pasaba mucho tiempo en la cocina.

— Pues para eso me paga señor. — dijo de manera burlesca, pero Takashi solo achico sus ojos, mientras le quitaba una vez más la olla de las manos.

— Puedes pedir comida a domicilio y no me molestaría, además de que con gusto la pagaría, te puedo asegurar que me saldría mas barato que el hacerme responsable de tu cuenta medica si un día una de esas ollas cae sobre ti y terminas en el hospital… — de pronto la imagen de la pequeña rubia sufriendo diversos tipos de quemaduras, bailo en su mente, y Takashi tuvo que respirar con profundidad, conocía bien cada tipo de esas lesiones, él se las ocasionaba muchas veces a sus enemigos, quemaduras con agua hirviendo, como la piel se ampollaba ye incluso se desprendía, las quemaduras con fuego directo y como la carne olía… se obligo a detener todo aquello, y concentrarse en la mano de Mia. — En verdad, ya no te quiero en la cocina. — aseguro viéndola con seriedad, sus ojos en un combate silencioso, donde él queria imponer su orden y Mia su deseo, dejando en claro que no la cumpliría.

— No puede prohibirme el ingresar en la cocina, para ello me paga.

— Te seguiré pagando lo mismo, sin que cocines… — claro que sí, Takashi pondría el mundo a sus pies si ella se lo pidiera, pero ahora Mia solo era consiente que Takashi hablaba en serio en no dejarla ingresar en la cocina.

— No. — se quejó, y algo en su mirada cambio, la fuerza de querer hacer lo que queria fue remplazada poro el temor y la desilusión, Takashi lo noto, en cómo sus ojos brillaban, un brillo que no era como los que le conocía, era tristeza, la reconoció, pero no la podía comprender.

— ¿Qué? ¿Qué te duele? — pregunto llevando sus ojos del rostro de Mia a su mano, quizás la quemadura si era de cuidado y él no se había percatado, porque Takashi no podía comprender o aceptar de que esa mirada fuera por algo que él había dicho.

—Es lo único que amo hacer… — murmuro la joven y sus ojos viajaron a la olla, que aun aguardaba a Mia. — No me quite la felicidad de saber que tan capaz soy, de crear nuevas formas de hacer un platillo. — por loco que pareciera, Takashi la comprendió de inmediato, pues él sentía ese pesar cuando de joven sus padres lo dejaban en arresto domiciliario impidiéndole el asesinar, alegando que temían que sus nuevas formas de tortura, le causara algun daño emocional, bien, Takashi queria sacar de la cocina a Mia temiendo que se lesionara, pero… era lo que a ella le gustaba, experimentar nuevos métodos de cocción para los alimentos, como él experimentaba en las torturas.

— Quita esa cara, no sabía que te gustará tanto cocinar, aun así, debes prometerme que serás cuidadosa.

— Claro que soy cuidadosa, esto solo sucedió porque tu estas molesta que molesta. — Mia al fin se apartó del mayor y fue por su creación.  — mejor sé de utilidad y coloca los platos, esto ya está.

Takashi la obedeció sin chistar, pues aprovecharía la cena, para proponerle matrimonio, solo esperaba que los espíritus, estuvieran a su favor.

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