La familia de Takashi era peculiar, asesinos, sicarios, empresarios, mafiosos, tenías para escoger lo que más te gustara y así como sus oficios eran variados, sus integrantes no podían ser menos, casi la mitad de la familia estaba compuesta por personas que no eran familia, si, así era, su árbol genealógico era una locura, pero sin hondar mucho en ello, y si nos centramos en la familia directa de Takashi Zhao… era igual de complicado, si bien todos eran mafiosos, no tenía un núcleo normal, por decirlo de alguna manera, ya que ellos tenían dos padres, padre Renzo y papá Huang, si, sus padres eran gay y habían acudido a un vientre de alquiler, donde en teoría debían concebir solo un hijo de cada uno, pero resultaron siendo ocho, si, ocho hijos, tres de Renzo y cinco de Huang.
— Hola papá. — el mayor que ya ostentaba algunas canas, pero aun con la vista más aguda que cualquier otra persona, le dedico una pequeña sonrisa cuando volteo a verlo. — ¿Cómo estás? — pregunta estúpida se dijo Takashi, pero, aun así, aguardo su respuesta.
— Sé que para ti debe ser raro, ver que sufro de esta manera, ante la perdida de mi madre biológica, a pesar de que no compartí ni siquiera un cuarto de mi vida con ella, ya que desconocía mi origen. — Huang no se equivocaba, a Takashi le costaba entender ciertas cosas, más si de sentimientos hablamos. — Pero… ¿dime como vez a tus hermanos? — Takashi bufo a su pregunta.
— Son mis hermanos, nacimos en un vientre de alquiler, porque la naturaleza se equivocó al darte un cuerpo de hombre, cuando tu alma es el de una mujer, aun así, tu ocupas el lugar de madre y padre Renzo es eso, nuestro padre, para mí eso no afecta en nada.
— Bien, trabajemos con eso… quizás así, logres comprender, tus abuelos, fueron muy buenos abuelos, y en gran parte fueron grandes padres, pero conmigo fallaron en algo de suma importancia y no los culpo, se que hicieron lo que ellos creyeron mejor, además de respetar la voluntad de mi madre biológica, pero aun así… me hubiera gustado saber antes la verdad, el poder decidir si la buscaría o no, y no esperar a que un amor prohibido, me llevara a enterarme de todo, y lo repito, comprendo que hicieron lo mejor, ellos buscaban protegerme, pero… sentía la soledad, aun teniendo a mis hermanos, y a mis padres, sentía que me faltaba algo, algo que solo desapareció el día que supe que Ámbar Zabet era mi madre, que fui el resultado de un amor mágico, y fugaz, no fue solo saber de ella, fue poder llorar la muerte de mi padre como padre y no como tío, aunque no lo conocí, el saber que murió protegiéndome… me hizo sentir querido, y no es que antes no lo sintiera, pero hay cosas que se sienten diferente, ¿comprendes? — la tristeza cubría sus celestes ojos y Takashi no sabía que hacer, ser empático era más de sus hermanas que de él.
— No me gusta verte triste. — reconoció en un susurro, y Huang sonrió.
— Entonces… deja de ser el carnicero del clan, guarda tus garras de asesino, y forma una familia. — Takashi veía a su padre como si estuviera enloqueciendo, y quizá así era.
— Papá, ser el carnicero del clan tigre blanco es mi pasión, nací para ello. — dijo entre risas y nerviosismo, al ver la pena nuevamente en el rostro de su padre, y es que ni él, ni nadie le podía negar nada a Huang.
— Ahora comprendo a mis padres, ellos no solo ocultaron mi origen para protegerme del legado de mi madre. — murmuró con los ojos aguados, pues Ámbar Zabet fue la joya m*****a, la asesina más despiadada que alguna vez piso el oriente, la mano derecha del don de Chicago. — Ellos también querían proteger su legado, porque se supone que eres un Zhao y no un Zabet… te estoy arrastrando a un futuro de soledad… esa sed de sangre que tienes es legado de tu abuela Ámbar.
— No comprendo que tiene que ver mi trabajo con tu tristeza, sé que la muerte de abuela Ámbar te afecto…
— Ella al menos conoció a sus nietos, al igual que mis padres Jade y Loan, ellos murieron sabiendo que su clan no terminaría en nosotros, me gustaría conocer a mis nietos antes de morir, no es mucho lo que pido.
— Pero Ren y Haru ya te dieron nietos, y…
— Pero yo deseo conocer cada hijo de mis hijos, o al menos uno de cada uno, solo eso pido, poder irme de este mundo, sabiendo que mi legado continuara.
Y esa conversación se repitió mil veces en su cabeza, no queria defraudar a su padre, tampoco queria dejar de matar, aunque últimamente le estaba resultando aburrido, todo lo aburria.
— ¿Qué tanto piensas? — su hermano Yaozu lo veía con atención, las noches de cerveza y billar no eran lo mismo desde hacía 5 años, más preciso, desde que su hermano enviudo y quedo una niña que ocupaba el mayor tiempo de Yaozu.
— ¿Cuánto tardaras en decidirte por una niñera para que te ayude con Serena?
— Ya casi, aunque creo que lo mejor sería ir a América por un tiempo, dicen que es más seguro conseguir una buena niñera bajo el anonimato, si no saben que perteneces a la mafia, no debes cuidar tu espalda o la de tu hija de la mujer que debe cuidarla, ¿por qué?
— ¿Qué piensas hacer en América, si quieres mantener un perfil bajo?
— Trabajar en alguna de las empresas Bach, después de todo, la empresa es familiar, no pueden negarse, soy hijo de Renzo, aunque no lleve su sangre. — aun le molestaba saber que algunos Bach solo consideraban familia a sus tres hermanas, pues las féminas si fueron concebidas con el esperma de Renzo, mientras que los cinco hombres fueron el resultado de Huang.
— Papá quiere que deje de matar, al menos por un tiempo, quiere que cambie de oficio. — a Yaozu casi se le cae la cerveza de la mano, ante los dichos de su hermano.
— ¿Qué cagada hiciste ahora? — era sabido que cada vez que el sadismo que Takashi llevaba dentro era desatado, el afamado carnicero, terminaba en arresto domiciliario y sin arma alguna.
— Yo no hice nada, todo es por la muerte de los abuelos, aun después de tres años no lo supera, dice que quiere nietos y yo tengo menos ganas de ser padre, que tú de follar con alguna mujer. — ambos rieron, pues Serena era el resultado de una noche de borrachera y descuido de Yaozu, y como el hombre con honor que es, se hizo cargo de su descuido, aun así, le dolió que su amiga de niñez muriera al dar a luz, se sentía culpable y llevaba un voto de castidad desde entonces.
— Creo que lo mejor que podemos hacer es entretener al viejo, sé que lo que le ronda por la cabeza es que la mayoría de los Zabet han muerto por infartos, quizás tiene miedo de que su corazón se detenga, mucho antes de lo debido — acoto Yaozu.
— Si, eso es lo que pensaba, pero ni de coña me pongo a embarazar a nadie, ya me basta y sobra con ayudarte a ti y a Ren y a Haru, no pienso cambiar más pañales, ni ayudar a dibujar a ningún niño más. — Yaozu sonrió, de solo recordar que lo que más le gustaba a Takashi era pintar con sus sobrinos, cual niño pequeño y no como el gran asesino de la mafia que era.
— ¿Qué dice si, nos largamos una temporada a América y abrimos nuestro propio negocio?
— Solo se asesinar y lo sabes. — acoto, pues de los ocho hermanos que eran, Takashi era el único que no quiso pisar la universidad.
— No, tú sabes, karate, kickboxing, boxeo, muay thai, judo, lucha libre, lucha grecorromana, jiu jitsu, jiu jitsu brasileño, wushu, san da, sambo, taekwondo y muchas otras más.
— Me retractó, se matar y dar palizas con estilo. — se corrigió sonriendo.
— No idiota, sabemos defendernos y podemos cobrar para enseñar a los demás un poco de eso.
— ¿Para qué?, ya tenemos dinero incluso para cinco generaciones que gasten como lo hace Haru.
— No es por dinero, es por papá Huang.
— Wou, ya comprendí, entretener al viejo.
Ese fue el comienzo de un nuevo Takashi, el clan tigre blanco perdía a su carnicero, pues este, se retiraba del negocio, al menos por el momento.
No les llevo mucho tiempo a los hermanos Zhao, comenzar con sus negocios y que estos rindieran frutos, con el paso de los meses y a medida que abrían sus clubs de defensa personal, Takashi sintió que debía independizarse, aunque ya una vez lo había intentado, cuando apenas tenía 18 años, claro que no funciono, pues este reconocido asesino no sabía hacer casi nada, de lo que una persona normal, debería saber, fue por ello, que apenas observo que algo raro sucedía entre la niñera y su hermano Yaozu, tomo la decisión de comprar un departamento, y coloco un anuncio, se busca empleada para tareas domésticas, sin retiro, buena paga y así la conoció.— Bien Mia Ferrante ¿verdad? — Takashi observaba la figura frente a él, y cotejaba la información en la documentación que la joven le había dado.— Así es. — respondió de forma distraída la rubia, mientras observaba el bello departamento, aunque escaso de muebles, menos trabajo para ella, pensó la rubia.— Son reales. — murmuro distraído Takashi
El teléfono de Takashi repiqueteaba sin cesar, y el castaño salió de su miseria, solo para gemir al ver el nombre de su padre en la pantalla.— Hola padre. — dijo con reverencia, porque sabía lo que le esperaba.— ¿Hola, padre? Oh, si, cierto que soy tu padre, bueno eso dicen los registros familiares, aunque tu corazón debe de decir otra cosa, solo eso explicaría que no estes aquí para mi cumpleaños. — Takashi dejo salir un gran suspiro, y se dejó caer en su cama, aun con la vista fija, en donde solo unos minutos antes, estaba parada Mia.— No puedo ir, lo siento, yo… — sabía que Renzo no le dejaría pasar algo como aquello, no sin una buena excusa, y decidió serle honesto. — No puedo dejar de verla, no soporto la idea de estar más que un par de horas lejos de ella. — confeso en medio de un suspiro, y la línea quedo en silencio por casi dos minutos.— ¿De quién estamos hablando? — podía ser que Renzo fuera el padre biológico de las tres mujeres de la familia, pero malditamente, para es
El corazón de Mia latía desbocado, mientras ingresaba en la cocina, reprochándose esa estúpida sumisión que brotaba de ella encubierta a modo de respeto, ¿Por qué demonios lo trato de usted? Puede que Takashi fuese algunos años más grande que ella, puede que sea su jefe, puede que Takashi sude autoridad, pero malditamente ella sabía que, al tratarlo de usted, solo era la evidencia del gran lavado de cerebro que sus padres le hicieron.— Si algun día haces algo que moleste al señor Mirko, baja la cabeza, y háblale de usted, que vea lo arrepentida que estas, y si su enojo persiste, arrodíllate y besa sus pies, no te levantes hasta que él te lo diga. — le aconsejo su madre, mientras acomodaban los almohadones de los sillones.— Pero eso es… denigrante. — rebatió escandalizada, sintiendo nuevamente ese espíritu que le imploraba ser libre y distinta a las demás, incluso a sus hermanas.— ¿Denigrante? ¿dónde aprendes esas palabras? — su padre la veía con furia en la mirada y Mia retrocedió
Takashi solo sonrió al ofuscamiento de Mia, le encantaba ese carácter suyo, ella no lo veía con miedo y reverencia, como lo hacían las mujeres de su clan, claro que Mia no sabia que tan capaz era Takashi a la hora de asesinar, pero, aun así, ante los ojos de Mia y la forma en la que esta lo trataba, Takashi se sentía bien, normal, común, aunque no lo fuera.— ¿Estás haciendo ese estofado que tanto me gusta? — pregunto al verla retirar del fuego la olla a presión.— No es estofado, es Berza gaditana, y si, la estoy haciendo ¿o es que de pronto has quedado ciego? — Mia no comprendía de donde salía esa osadía con un hombre que bien podía dejarla en la calle si un día se levantara de mal humor, pero con Takashi se sentía a gusto, a veces pensaba que podía ser ella al natural y que no habrían consecuencias, que Takashi no se espantaría, ni molestaría, aun así, y como había sucedido horas atrás, a veces el miedo y las enseñanzas de sus padres, la acobardaban, el miedo era algo que latía en
Takashi se perdió en la imagen frente a él, Mia era hermosa, en todo momento del día, pero lo era aún más cuando se alimentaba, sus mejillas crecían ante las grandes bocanadas de alimento que esta ingería, y fue cuando Takashi reparo en que, a pesar de que siempre la veía alimentarse bien, Mia no engordaba, definitivamente tenía un buen metabolismo, pero en parte ese hecho lo comenzó a preocupar, el que quizás, a ese metabolismo elevado se debía el que ella fuera tan… pequeña.— ¿Cuánto mides? — dijo de pronto y Mia detuvo su masticar, para verlo con ojos filosos.— Lo normal. — dijo luego de tragar. — No quieras comenzar a molestar con mi estatura, aquí el único que esta mal con la estatura eres tú. — lo acuso antes de engullir una cucharada más de su delicioso estofado.— ¿Por qué siempre me atacas? — se quejó con falso espanto, aunque era lo que mas le divertía de molestar a Mia. — solo estaba preguntando por curiosidad, además no mides lo mismo que una mujer promedio, mis hermanas
Mia llevo la taza de té a sus labios, y Takashi lamio los suyos, preguntándose que tan suave seria esa carnosa boca rosada, ¿conservarían el sabor del té?— Me parece muy injusto que la familia de tu padre Renzo, te haga de menos, al igual que a tus hermanos, después de todo, tu padre Huang ama a tus tres hermanas como si llevaran su sangre y tu padre Renzo también los ama a ustedes, ellos no deberían de poner peros para repartir el dinero que le corresponde a tu padre Renzo, ¡eso es tan injusto! — Takashi casi que se sintió mal por mentirle de esa manera, pero el fin justifica los medios o eso decían.— Sí que lo es, lo peor de todo es que pensaba contar con el apoyo de mi hermano Yaozu, para apelar la decisión que la familia Bach ha tomado, es decir, ¿Qué diferencia hace el estar desposado? — estaba seguro que si su papá Huang se enterara de lo que estaba haciendo, ahora sí que estaría en grandes problemas, pero en su defensa, fue su padre Renzo quien le sugirió todo aquello, y él e
La palabra de dos letras broto de sus labios, pero… ¿cómo no iba a aceptar? Si el único hombre que había despertado todo su ser estaba de rodillas ante ella. Aun en un completo aturdimiento Mia se marchó a su recamara, con un único pedido de Takashi.— Me haces el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, en verdad Mia, ahora, ve a preparar tu equipaje, que yo me encargare del resto, aunque no es necesario que cargues muchas cosas, en las tierras de los Zhao nada te faltara, lo juro, tendrás más de lo que necesites, por siempre.¿Por qué malditamente su corazón latía de esa manera? Mia lo sabía, aunque temía reconocerlo en voz alta, y es que ella se había enamorado de ese bastardo mujerzuelo, aunque sabía que no debía, y no era solamente porque Takashi pasara más tiempo con su pene fuera que dentro de sus pantalones, ella sabía que no debía enamorarse y mucho menos aspirar a tomar hombre alguno, porque ella ya estaba casada, ya estaba usada y rota, atrozmente marcada.Aun con el est
Takashi observo con detenimiento la documentación de Mia, ya lo había hecho dos años atrás, y como entonces, ahora tampoco encontró algo fuera de lugar, claro que él no era especialista en falsificaciones, no, eso recaía en su hermano Ren, no en él, si fuese que tuviera que ver una herida incluso en fotografía, sabría incluso con un solo vistazo con que objeto fue hecha, pero no con documentos, eso no era lo suyo, y se maldijo en su interior por ello, porque aun a riesgo de que su papá Huang se enterara de su intrincado plan, decidió llamar a casa, pidiéndole a los espíritus que sea Renzo quien respondiera, porque malditamente el que estuviera marcando a su teléfono móvil, no le garantizaba nada.— ¿Se puede saber porque aún no estas aquí? Y espero que tengas una buena excusa, el cumpleaños de tu padre no se puede postergar. — no, esa noche al parecer los dioses y espíritus estaban ayudando a otra persona.— Hola papá y sí que tengo una buena excusa, decidí dejar más pastel para usted