Ella está cansada de amarlo y decide rechazar a su pareja, pero él no es un hombre cualquiera... sino su Alfa, el hombre que pensaba amaría por toda su vida. Evelyn comenzó su vida como esclava después de quedar huérfana, de repente asciende inexplicablemente al cielo y se convierte en la Luna de la manada de lobos de Noctis Semper. Ella llegó a pensar que la marcó por amor, pero no fue así. Durante cinco años había sido la fiel compañera y luna del poderoso alfa, amándolo y dándole tres cachorros que cuidaba con dedicación y amor. Sin embargo, su amor no recibió ninguna respuesta, y parecía que ese alfa frío y cruel solo tenía a la otra mujer en su corazón. Lo que es aún más triste es que su loba cuando apareció no pudo comunicarse. Es muda y, los miembros de la manada no la aceptan y la miran con desdén. Cuando Evelyn es acusada de un crimen atroz, decide escapar de este destino impuesto. Era mejor abandonar la manada con sus trillizos, rechazó a su compañero alfa, quien luego se obsesionó con encontrarla. Evelyn quería buscar una nueva vida, y se juró, cuando regrese a esa manada, se vengaría de todos los que lo merecen y recuperaría todo lo que le pertenecía, especialmente...su dignidad.
Leer más74EvaLa sala olía a sangre.A su sangre.Lo llevé como pude, mi cuerpo cubierto de lodo, heridas y el recuerdo aún ardiente de la batalla. Magnus apenas respiraba, su pecho subía y bajaba en intervalos irregulares y yo podía sentir cómo el veneno se expandía con lentitud, robándole lo poco de fuerza que aún tenía.—¡Abran paso! —grité al llegar a la puerta de la sala médica—. ¡Necesito ayuda ahora!Los guerreros se apartaron. Yo no esperé. Lo llevé dentro, su cuerpo enorme colgando sobre el mío como un peso sagrado que no podía, ni quería, soltar. Lo recosté con cuidado sobre la camilla metálica, mientras mis manos presionaban con desesperación la herida de su pecho. El calor espeso de su sangre se pegaba a mi piel, y me sentí de nuevo al borde del abismo.—¡Tiene veneno en la herida! ¡Hay que extraerlo ya! —alcancé a decir, jadeando.La doctora llegó corriendo, seguida por dos asistentes.—Luna, debe salir. Déjenos trabajar.—¡No! ¡No me voy a ir! ¡Yo puedo hacerlo, tengo entrenami
73EvaMi transformación completa me tomó por sorpresa.No fue suave ni elegante como otras veces, no… Esta vez fue brusca, salvaje, como si algo dentro de mí —algo más antiguo, más profundo que el instinto— hubiese despertado con un rugido ensordecedor.Fue Mina.Su grito… no fue sólo el de una loba. Fue el clamor de una diosa furiosa que había visto caer a su otro yo.Magnus.Su cuerpo, fuerte e imbatible, se doblaba de rodillas mientras el veneno le robaba el calor de la vida.Y yo... yo entré en pánico.Una cosa era estar molesta con él, querer patearle el orgullo por arrogante, incluso odiarlo un poco por las cosas que no podía perdonarle...Pero no lo quería muerto.Nunca.Mina rompió las últimas cadenas que quedaban. La fusión fue completa, total, y cuando abrí los ojos de mi forma lupina, ya no quedaba humanidad, sólo furia.Furia y amor.Una combinación que convierte a cualquier hembra en un arma imposible de detener.Salté sobre el primer enemigo, mis colmillos se cerraron s
71MalakiHoras antesEstaba sentado en mi trono, tallado en huesos y cuero, cuando arrastraron a Naevira ante mí. Mi oráculo. Mi prisionera. La bruja que había criado desde que sus padres —ilusos y débiles— me la entregaron creyendo que la cuidaría como a una hija.—Estúpidos, —murmuré mientras movía el pie con impaciencia—. Creyeron en mis promesas…Naevira me miró desde el suelo, encadenada, con los ojos endurecidos por la furia contenida. Esa mirada insolente que tanto me recordaba a su madre.—Bruja, —dije, mi voz se deslizaba como aceite hirviendo—. Dime… ¿es ella?—¿Quién? —musitó, fingiendo ignorancia.—La que regresó. La loba. ¿Es ella la que he estado esperando?Una chispa cruzó por sus ojos. Se quedó en silencio por un segundo, hasta que suspiró.—No sabes lo que haces. No querrás meterte con esa loba… no ahora que él está a su lado.Fruncí el ceño.—¿Él? —espeté—. ¿Te refieres a Magnus?—Sí. Es el mejor alfa de la región. Uno de los favoritos del Concilio de la Sangre Anti
70MagnusEl cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y dorados cuando nuestras patas tocaron la orilla del lago por última vez. La noche había sido nuestra. La luna llena nos bendijo, y no con calma, sino con fuerza, con fuego, con piel contra piel, mordidas y gemidos que solo el bosque fue testigo de.Nos transformamos casi al mismo tiempo.El crujido de huesos, el vapor que salía de nuestros cuerpos aún calientes, la respiración entrecortada.Eva cayó de rodillas primero, desnuda, temblando no de frío, sino de lo que acabábamos de compartir.Me acerqué, sin pudor, sin vergüenza, sin ninguna intención de cubrirme.La envolví con mi cuerpo, mis brazos, mis labios que buscaron su nuca con un cariño que me salía a borbotones, pese a que solo quería arrancarle la respiración de un beso más.—Mi loba… —susurré ronco, la voz rasgada por el cambio, por el deseo, por lo que sentía por ella y por lo que no podía, ni quería, poner en palabras.Eva no respondió. Solo se recostó cont
69Eva—Esa cosa huele terrible —dije al abrir los ojos, mi voz ronca por el sueño, pero firme.Los había escuchado hablar.Lo sabía.Y no me sentía avergonzada. No cuando él seguía ahí, besando mi piel como si fuera la única religión que conocía.—Huele a… mala perdedora —murmuró él entre dientes, su boca enredándose en mi cuello mientras sus manos me recorrían con devoción.No pude evitar estremecerme. Sus labios se movían como si buscaran cada punto donde podía incendiarme, y siempre lo encontraban.—Mi lobo quiere ver a Mina —susurró, su voz grave temblando de deseo—. Pero aún no tengo suficiente de ti…Antes de que pudiera contestar, lo sentí.Sus dedos.Dentro de mí.Moviéndose con esa maldita precisión que solo él tenía, como si conociera mi cuerpo desde antes que yo misma.El aire se fue de mis pulmones en un gemido ronco y largo que se me escapó sin control, haciendo que mi espalda se arqueara contra la hierba húmeda.—Respondes tan deliciosamente a mí… —susurró contra mi pie
68MagnusLa encontré.Ella pensó que podía esconderse en el lago. Que el agua fría y la distancia bastarían para enmascarar su olor, para engañar a mi lobo.Pero se equivocaba. Siempre la iba a encontrar.Mis ojos la siguieron desde el borde del bosque. La luna bañaba su piel mojada como si quisiera hacerla brillar solo para mí. Dioses… cómo se atrevía a lucir tan libre. Tan hermosa. Tan mía.—Eve —la llamé con voz ronca, como un gruñido contenido. Ella se tensó. Lo supe por la forma en que el agua tembló a su alrededor.No esperó que entrara.Pero lo hice. Me metí al agua con todo y ropa, dejando que el lago me tragara hasta la cintura. La ropa se pegó a mi cuerpo, pero no me importó. El frío intentó enfriar mis instintos… y falló.El calor no se iba. No mientras ella respirara. No mientras ella existiera.Nadé hacia ella sin apuro, con la certeza de un depredador que ya ha vencido. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, alargué la mano y la tomé de la cintura. Su piel resbaló
67MagnusEsta noche habría luna llena. No era la Lilakuu, claro, no tenía esa potencia que nos volvía locos, pero seguía siendo luna llena… y no quería que nadie se interpusiera en mi camino.Había tomado una decisión.Me dirigí a la casa de Fiorella sin anunciarme. Toqué la puerta y esperé. Poco después, la bruja abrió con el ceño fruncido, como si ya supiera que venía con un plan entre manos.—¿Qué quiere el alfa? —preguntó, cruzándose de brazos.Le dediqué una sonrisa suave, casi inocente. Sabía que eso la irritaba más.—Necesito que vayas a Laguna de Plata. Quiero que contactes a su bruja. Me dijeron que es buena en pociones… y quiero presentársela a Kristal —le dije, con tono ligero—. Ya viene su cumpleaños.Fiorella alzó una ceja, claramente sin creerse la historia entera.—¿Y a los otros niños? ¿Qué les vas a regalar? —me interrogó, poniendo las manos en la cintura como si fuera su maldito deber regañarme.—A Kasius le conseguí el caballo pura sangre que tanto quería… y a Kris
66CedricMis labios aún estaban sobre los suyos cuando sentí un leve movimiento. Me aparté apenas unos milímetros, lo suficiente para verla. Sus pestañas temblaron, y con un suspiro suave, sus ojos se abrieron lentamente.Fue como si el mundo se detuviera.Sus pupilas tardaron un segundo en enfocarse, y al encontrarme, una expresión de desconcierto cruzó su rostro. Luego, algo cambió. Lo sentí. Una corriente invisible nos atravesó a ambos, como si el universo nos recordara que estábamos hechos el uno para el otro. Era el vínculo. Vivo. Palpitante. Irrompible.—¿Compañero…? —susurró con la voz ronca por el sueño, pero tan dulce que me rompió el alma.Tragué saliva, sintiendo que algo ardía en mi pecho. No supe qué decirle. No quería romper el momento con palabras vacías.—Sí… —respondí al fin, apenas un murmullo—. Soy yo. Cedric. Tu compañero.Ella alzó una mano temblorosa y rozó mi mejilla, como si necesitara tocarme para creer que era real.—Te soñé —dijo, y sus ojos se llenaron de
65EvaEl pasillo del hospital estaba en penumbra, iluminado apenas por las luces mortecinas de los faroles en la entrada. La brisa nocturna se colaba entre las ventanas mal cerradas, arrastrando consigo el aroma de la humedad y la madera vieja. Caminé con paso firme, sintiendo el peso de la noche sobre mis hombros.Mi objetivo era claro: averiguar qué estaba envenenando a Sofía y asegurarme de que sus exámenes revelaran algo útil. Pero antes de llegar a la puerta, una sombra se proyectó sobre mí.Sabía quién era.Magnus.No necesitaba mirarlo para reconocer la forma en que su presencia alteraba el aire a mi alrededor, cómo su calor se filtraba a través de la distancia que nos separaba. Pero si pensaba que podía acecharme como un depredador sin consecuencias, estaba equivocado.Con un movimiento rápido, tomé su muñeca y usé la fuerza de su propio cuerpo en su contra. Mi entrenamiento con Cedric no había sido en vano. En cuestión de segundos, Magnus estaba en el suelo, golpeando la mad